Nuestro vuelo salía a las 11.40 desde el aeropuerto de El Prat, Barcelona. Como vivimos a un par de horas, dejamos a la perri con mi hermana también de vacaciones y fuimos sin tener que madrugar demasiado hacia el aeropuerto en coche.
Aunque puede parecer un poco mas lejos, Malta y su aeropuerto, Luqa, están a tan solo dos horas de vuelo, como la mayoría de capitales europeas.
Nada mas aterrizar en el país, primer problema: cero cobertura, cero datos. ¡Horror!¡Si google maps es como mi mano izquierda!
Arreglé el problema de conexión mientras avanzábamos por el pequeño aeropuerto semi desierto que da servicio a todo el país.
Malta tiene apenas treinta kilómetros de longitud de punta a punta de la isla. La mitad que la isla de Lanzarote para todo un país.
Llegamos hasta el mostrador de Goldcar. Todas las compañías de alquiler de coches están juntas a la entrada/salida del aeropuerto, junto con la oficina de turismo.
Planeando el viaje, encontramos pestes y mas pestes sobre Goldcar (y sobre la locura que era conducir en Malta, ¡la mayoría de reviews y viajeros aconsejaban no alquilar coche!) pero como nos gusta el riesgo, nuestro alquiler es con ellos. (Eso si, bien aconsejadas, decidimos contratar el seguro) Si no llegamos a coger el seguro (88€) el alquiler del coche para 5 días completos nos costaba la ridícula cifra de 16€. De risa.
Mientras mi señora madre se encargaba de rellenar el papeleo del alquiler y conseguir las llaves del coche (un Seat Ibiza, ¡del mismo origen que nosotras!) yo paseé por la oficina de turismo para abastecerme de mapas físicos.
Una vez en el parking, localizamos rápidamente la zona asignada a Goldcar. Como he dicho, el aeropuerto es muy pequeño y su parking también, así que todo está cerca y a la vista. Me imagino que en verano será mas movido pero en marzo todo estaba la mar de tranquilo.
La temperatura exterior era una gozada, con una chaqueta fina se estaba a las mil maravillas, e incluso a ratos no hacía ninguna falta.
Como desconfiada que soy, siempre que alquiléis un coche aconsejo revisarlo bien a fondo antes de cogerlo y hacer fotos a cualquier desperfecto (manchas interiores, rozaduras o abolladuras en la carrocería) y también al panel de mando, donde se vea el kilometraje y el nivel del depósito. Esto nos salvaría a nosotras días mas tarde.
En ese momento se nos indica (y así queda firmado) que el depósito del coche está lleno, tal y como se había contratado, y debe devolverse también lleno.
Tras revisarlo todo, cargamos nuestras maletas y salimos del aeropuerto de Luqa en dirección Marsaxlokk. Apenas hay cinco kilómetros hasta allí, pero google maps nos indica 22 minutos de trayecto. Excuse moi? Pensamos que no puede ser posible... pero lo es. Imaginad como es el tráfico en ese país.
Además, hay que añadir a la ecuación que en Malta conducen por la izquierda, igual que en Reino Unido. Nada mas salir del aeropuerto, nos comemos un bordillo, sin mas daños que el susto en el cuerpo. Al menos sacamos algo bueno de ese primer traspiés: a partir de entonces cada vez que digo "mamá, te pegas mucho" me daba la razón y corregía. Juro que pasé toda la semana sufriendo mientras pensaba que el retrovisor izquierdo no volvería al parking del aeropuerto con nosotras.
Cuando estabamos a punto de llegar a nuestro primer destino...¡pitó la reserva! Primera sorpresa del viaje. ¿Pero no estaba full/full? Yo he llevado Seat antes así que me asomo al panel... y efectivamente, el depósito completamente vacío.
En Malta se habla Maltés y supuestamente Inglés. Digo supuestamente porque a pesar de estar considerado idioma oficial, sólo los que tratan mucho con turistas lo hablan y entienden. La mayoría trabajan con el maltés, que es una lengua similar al árabe, con mucha mezcla latina, principalmente italiano pero también español, griego, siciliano e incluso algo de catalán. Así que imaginaros para entenderse con ellos.
Eran las tres de la tarde, teníamos dudas sobre si encontraríamos algún sitio donde nos diesen de comer y mi madre estaba de los nervios por el Full/Full del coche. Le prometí que encontraríamos solución mientras avanzábamos por el paseo marítimo de Marsaxlokk.
Al final, ambas cosas se solucionaron en el mismo lugar. Mientras el restaurante en el que nos sentamos nos sacó unos aperitivos y nos vendió el pescado del día como plato principal, el dueño del local se encargó de llamar a las oficinas de Goldcar y ponerlos a caer de un burro, en un perfecto Maltés y muy muy cabreado. Mi madre quedó satisfecha y yo casi me partía de la risa por la situación.
Ya con el problema solucionado y la gasolinera mas cercana localizada, nos relajamos, comimos y disfrutamos del pequeño pueblo pesquero.
Creo recordar que el menú fue pescado con acompañamiento para compartir, y un entrante a elegir por persona. Allí es muy común la tostadita con verduras, cada restaurante lo hace a su manera.
El plato de pescado para compartir con dos guarniciones, dos entrantes, bebidas y café, fueron 30.20€.
Conseguimos nuestros primeros euros malteses, realmente raros. Como ocurre con los euros andorranos, el país es tan pequeño que la moneda tiene muy poca tirada, así que es mas habitual encontrar euros "turistas" que locales.
La verdad es que mas allá del paseo marítimo y una pequeña iglesia no hay mucho mas que ver. Dicen que los domingos hay un mercado impresionante, pero nuestra visita no abarcaba ningún domingo, así que tuvimos que conformarnos con los pequeños puestos de artesanía que había improvisados en una zona del paseo.
Dado que yo había dormido poco por el trabajo y al ser marzo, se hacía de noche temprano, decidimos que visto lo visto no queremos conducir de noche el primer día y ponemos rumbo al hotel.
Nuestro hotel estaba ubicado en la bahía de San Julian, a 14 kilómetros de Marsaxlokk. ¡Y el recorrido hasta allí duraba lo mismo que los cinco kilómetros del aeropuerto al pueblo! Ese país es una locura.
La bahía se encuentra aproximadamente en la mitad de la isla, lo que nos convenía mucho para poder ir de aquí para allá sin perder mucho tiempo con los traslados.
El hotel que escogimos fue el Spinola nos costó 104€ para cuatro noches, en regimen de solo alojamiento. Habíamos visto el servicio de desayunos por internet y nos pareció que dejaba mucho que desear, así que no lo contratamos.
Para variar, cuando llegamos allí el recepcionista de inglés habla entre poco y nada, y además es un poco (muy) borde. Menos mal que el resto de días no es él quien está en recepción, porque el resto de los trabajadores resultan muy agradables.
Decidimos dejar las maletas y salir a conocer un poco los alrededores. Nos habían dicho que la bahía era la zona con mas movimiento del país, la zona universitaria, vamos. La verdad es que aunque había mucho local abierto, no vimos especial movimiento, quizá porque era lunes.
Tras explorar un poco la bahía decidimos que es hora de cenar y volvernos al hotel. Empieza a refrescar y llevamos muchas horas dando tumbos. Mañana será otro día.
En el camino de vuelta decidimos parar en el Cuba, local al que habíamos echado el ojo a la ida. No parecía mala opción, pero no fue nada del otro mundo.
Compartimos una pizza y un "side" de ensalada. Para salir del paso estuvo bien, pero no es un sitio que recomendaría.
La pizza con acompañamiento de ensalada y una botella de agua fueron 18.10€