Para variar, toca madrugar. ¡Hoy visitamos la isla de Gozo!
Para los que desconocéis Malta, el país se compone de tres islas. La mas grande es la que da nombre al pais. Al norte se encuentra la isla de Gozo, mucho mas verde y rural que la propia Malta. Entre ambas podemos encontrar un pequeño islote no habitado conocido como Comino, del cual se dice que tiene las mejores playas de Europa. Es famoso por su laguna azul.
Los ferry para cruzar de una isla a otra salen de Cirkewwa, en la punta mas al norte de la isla. 24 kilómetros, 30 minutos de ruta. La mejor carretera que hemos visto en este país, la autovía 1, que cruza la isla de punta a punta.
Ida y vuelta, 2 adultos y un coche nos cuesta 4.65€
El trayecto dura entre 20 y 30 minutos, y los ferris salen cada 45 minutos, así que normalmente no tendrás que esperar mucho, a no ser que pilles el ferry recién salido. Nosotras cogimos el nuestro por los pelos, fuimos el penúltimo coche en entrar.
Hay un par de salas de espera para poder salir del coche, algunas máquinas expendedoras, una pequeña tienda y una cafetería bastante limitada. Nos sirve para conseguir un café y un chocolate para acompañar los pastizzi de ricotta que hemos comprado al salir del hotel.
Somos de las pocas aventureras que se atreven a salir fuera, el mar esta bastante picadito y hay muchísimo viento. Apenas duramos fuera dos minutos y volvemos al calorcito de dentro.
En cuanto vemos la isla cerca volvemos al coche y ponemos en marcha google maps para que nos guíe a nuestro primer destino: la cueva de Calypso.
Cuenta la leyenda que la ninfa Calypso, cuando Ulises intentó volver a casa, lo mantuvo secuestrado en esa cueva durante 7 largos años. Y mientras la pobre Penélope teje que te teje.
La verdad es que la cueva no es mas que un agujero y ni siquiera tiene un acceso señalizado, pero las vistas son espectaculares. Eso si, es suficiente como para tener una tienda de souvenirs.
Decidimos bajar a Rambla Bay, pues no teníamos un itinerario claro para la isla. Sorprende el color tan naranja de su arena, aunque tampoco es de extrañar viendo el tipo de roca que tienen en toda la isla, incluso en sus edificios.
Nos planteamos ir hasta una de las playas mas famosas de Gozo, pero no somos muy de playa y el día tampoco acompaña, así que decidimos ahorrar tiempo y kilómetros por caminos de cabras y nos vamos directamente a Victoria, antigua Rabat, la ciudad mas importante de la isla de Gozo.
En lo alto de una colina destaca su ciudadela medieval, con un contraste importante entre edificios perfectamente conservados de la edad media y al mismo tiempo zonas muy destruidas, que casi hay que adivinar que es lo que eran.
El airecillo que corría por la mañana va empeorando conforme se acerca el mediodía y aun yendo abrigadas, empezamos a tener frío, así que decidimos que es hora de una comida temprana. El elegido es Tepie's, junto a la basílica de St. George.
Pedimos un par de bruschettas para picar mientras nos preparan un ossobuco de cordero y un timbal de berenjena. La bruschetta es muy típica en Malta, no es nada del otro mundo pero cuando tienes hambre entran muy bien. Sería el equivalente a nuestra tapa. Las probamos mas y menos elaboradas, en este caso casi podíamos llamarlas paninis.
Ya tenemos un poco la mosca detrás de la oreja tras esas bruschettas, pero los principales nos sorprendieron para bien. No quiero desmerecer a mi abuela, pero uno de los corderos mas buenos que he comido nunca.
La cuenta asciende a 30.50€
Una vez el estómago lleno y el cuerpo caliente, aprovechamos que estamos cerca de la basílica de St. George para visitarla brevemente. Coincidimos allí una encantadora pareja de Sevilla que venían de nuestro próximo destino... y básicamente hacían nuestra ruta a la inversa, así que estuvimos intercambiando impresiones mientras fuera caían chuzos de punta. Cuando deja de llover nos despedimos y nos encaminamos a una de las postales mas famosas de Malta: la ventana azul.
En marzo de 2017, justo dos años antes de nuestra visita, un fuerte oleaje derribó el monumento natural, pese a que estimaban que todavía podía durar diez o veinte años mas. Allí, de lo que era la ventana, no queda absolutamente nada. Aun así, creemos que la visita vale la pena por los increíbles paisajes que ofrece la zona. Todavía se mantienen las limitaciones y las advertencias que prohibían el acceso a la ventana azul.
Normalmente, en temporada alta o días con el mar menos revuelto, hay una zona con barcas que llevan a los visitantes a través de una cueva en la roca hasta el exterior de los acantilados. Servían para ver la ventana azul desde el mar, pero no supimos si siguen haciendo los viajes desde que la ventana ya no existe.
Como he dicho antes, no teníamos demasiado planificado nuestro día en Gozo, así que disfrutando del paisaje de la ventana azul nos debatimos entre quedarnos a ver el atardecer o visitar un par de iglesias de vuelta al puerto para coger el ferry de vuelta.
Por muy tentador que sonase la idea del atardecer, el aire se volvía cada vez mas fuerte y tan cerca del mar, el frío apretaba, así que volvimos al coche y a la ruta.
Nuestra siguiente parada fue la rotunda de Xewkija (tienen nombrecitos sencillos allí en Malta, ¿eh?) un pueblo pequeñito de 3.000 habitantes con semejante iglesia ahí en medio. Una lástima que la plaza frente a ella estaba en obras y afeaba bastante la vista exterior. La entrada es gratuita y nuestra visita realmente rápida.
Volvemos a la carretera y tomamos un pequeño desvío para visitar el santuario nacional de la virgen de Ta Pinu. Impresionante encontrar una basílica menor tan grande y con tanto exterior así en medio de la nada. Ningún tipo de indicación, ningún cartel, ni un alma por la zona... resultaba incluso siniestro. Impresionante pero siniestro. Nos fuimos rápido de ahí porque daba hasta mal rollo.
Cogemos el ferry de vuelta a Malta y recorremos la ruta 1 hasta nuestro hotel en St. Julian, donde nos damos unos minutos para recargar pilas y decidimos salir a cenar, repitiendo la ruta del primer día pero yendo mucho mas allá, llegando a Sliema. Toda la animación que nos pareció que faltaba el lunes, la encontramos el miércoles en Sliema. Un paseo marítimo interminable, los locales llenos y abundantes... ¿Cómo no vamos a quedarnos a cenar?
Elegimos el café Sicilia, que un italiano siempre apetece. Incluso cuando el camarero nos tira un canoli por encima De verdad, menudo día tuve con el chocolate, en la cena un canoli y en el ferry mi madre también me puso perdida de chocolate caliente
Un plato de pasta, una hamburguesa y dos refrescos: 26.50€. El canoli no nos lo cobraron después de tirármelo por encima
Y ya saciadas y físicamente agotadas...¡tocaba volver al hotel! ¿pero quien nos mandaba ponernos a echar kilómetros para ir a cenar? Que con hambre muy bien, pero con el estómago lleno es casi una tortura... en fin. Adelanto que llegamos cansadas pero sanas y salvas. ¡Y lo a gusto que pillamos la cama!