12/08/2022
Ir a Homer no estaba en mis planes al principio, me parecía hacer muchos kilómetros, sobre todo para la vuelta. Pero la excursión imprevista que hizo nuestra compañera Chufina a Kachemak Bay, tal y como relató en su diario, me llamaba mucho la atención. Tenía todo lo que a mí me gusta: paisajes, posibilidades grandes de osos, soledad y encima no requería mucho esfuerzo físico. Así que al final decidí incluir el destino, pensando solo en esa excursión y haciéndola bien hoy por la tarde o mañana por la mañana según la previsión meteorológica.
Cuando nos levantamos y miramos la previsión vimos que era más o menos la misma: lluvia. Aunque ponían peor para esta tarde ya que mañana por la mañana se levantaría el día medio despejado, pero iría empeorando avanzando la mañana.
Así que tras otro buen desayuno y recoger todo nos dirigimos hacia Homer, el cual se encuentra a algo más de 2 horas en coche.
La carretera en buen estado, con tráfico (desde el inicio del viaje nunca he tenido la sensación de estar en una zona aislada de gente, de última frontera, aunque ya os adelanto que esta sensación es de por esta zona de Anchorage – Península de Kenai, luego en la parte más este, la que te lleva a Valdez, si te tiras kilómetros y kilómetros de carretera sin coches)
En Anchor Point decidimos parar. En una guía ponía que era buena zona de frailecillos. Llegamos allí, con vistas al mar y no vimos nada destacable, quitando un coche con un par de personas fumando porros XL y con la música a toda pastilla. La verdad es que tenían una pinta bastante demacrada.
Continuamos nuestro camino, siempre atentos a posibles avistamientos faunísticos y antes de llegar a Homer nos encontramos con un neblazo de aúpa. Afortunadamente, en cuanto empezamos a bajar dirección al pueblo se despejan algo las vistas.
No vamos directos al alojamiento, es algo temprano, así que nos vamos para el Spit. El Homer Spit es una lengua de tierra que está en la bahía de Kachemak. En el verano este lugar esta llenísimo de gente que viene a pescar, pasearse en barco o simplemente para disfrutar de las tiendas y los restaurantes y bares que se mantienen abiertos solo en el verano.
A mí personalmente no me gustó mucho. Fuimos hasta el final, donde aparcamos y nos dimos una vuelta por la playa, donde con los prismáticos me pareció ver una nutria marina. Como encima corría un vientecito se nos quedó el cuerpo chiribita.
Luego miramos en los diferentes servicios de water taxi y tras preguntar en varios de ellos nos quedamos con el que ya llevaba pensado de antemano, el que realiza Mako’s que por 92 dólares por barba te lleva hasta Glacier Spit y te recoge en Saddle Trail. Lo reservamos para mañana a las 10 y vuelta a las 15:30. Mucho tiempo para tan poca excursión, pero bueno. Tras ello probamos suerte a ver si tienen el alojamiento preparado, que así es. No es muy grande, pero tiene todo lo necesario y solo vamos a pasar una noche. Tras dejar las cosas vamos en busca de una lavandería que ya tenemos un buen saco de ropa sucia. Fuimos a Washboard, una lavandería con muchas lavadoras y secadoras que hicieron su cometido. Mientras se hacía la colada comimos en el coche y tras volver al alojamiento a dejar la ropa nos ponemos a pensar qué hacer.
Para empezar, me cago en la previsión meteorológica porque la tarde parece que no va a ser lluviosa. Seguro que mañana nos cae la del pulpo. Decidimos ir a Alaska Maritime National Wildlife Refuge Visitor Center (Islands & Ocean) a dejar el coche en su aparcamiento y hacer el pequeño sendero denominado Beluga Slough No tiene mucha ciencia. Está dentro del propio Homer y lo único es que das un paseíto por la zona pantanosa, donde hay bancos para sentarse y disfrutar, algunos carteles informativos y poco más. Eso sí, dicen que se ven moose.
Luego vemos que hay otro relativamente cerca el Calvin & Coyle Trail Empieza por una zona boscosa descendiendo hasta que el senderito se convierte en una zona bastante cerrada y húmeda que vas salvando por las tablas del suelo. Al final llegas a un mirador donde se ve poco por las ramas y sanseacabó. Totalmente olvidable.
Tras ello nos vamos a cenar al Alibi un bar-restaurante que nos había recomendado la anfitriona. El primer intento fue fallido ya que estaba hasta los topes, así que decidimos dejar el coche en la casa y darnos un paseíto por la zona e intentarlo más tarde. Por el césped de las casas vimos conejos, que parecían más bien domésticos, pero que estaban sueltos por donde les daba la gana. El segundo intento fue más fructífero y pillamos mesa. Allí en un ambiente agradable unos cervezones y a destacar los tacos de halibut, muy ricos.
Y para el alojamiento, donde el gato de la dueña nos aguardaba en el porche.
Cuando nos levantamos y miramos la previsión vimos que era más o menos la misma: lluvia. Aunque ponían peor para esta tarde ya que mañana por la mañana se levantaría el día medio despejado, pero iría empeorando avanzando la mañana.
Así que tras otro buen desayuno y recoger todo nos dirigimos hacia Homer, el cual se encuentra a algo más de 2 horas en coche.
La carretera en buen estado, con tráfico (desde el inicio del viaje nunca he tenido la sensación de estar en una zona aislada de gente, de última frontera, aunque ya os adelanto que esta sensación es de por esta zona de Anchorage – Península de Kenai, luego en la parte más este, la que te lleva a Valdez, si te tiras kilómetros y kilómetros de carretera sin coches)
En Anchor Point decidimos parar. En una guía ponía que era buena zona de frailecillos. Llegamos allí, con vistas al mar y no vimos nada destacable, quitando un coche con un par de personas fumando porros XL y con la música a toda pastilla. La verdad es que tenían una pinta bastante demacrada.
Continuamos nuestro camino, siempre atentos a posibles avistamientos faunísticos y antes de llegar a Homer nos encontramos con un neblazo de aúpa. Afortunadamente, en cuanto empezamos a bajar dirección al pueblo se despejan algo las vistas.
No vamos directos al alojamiento, es algo temprano, así que nos vamos para el Spit. El Homer Spit es una lengua de tierra que está en la bahía de Kachemak. En el verano este lugar esta llenísimo de gente que viene a pescar, pasearse en barco o simplemente para disfrutar de las tiendas y los restaurantes y bares que se mantienen abiertos solo en el verano.
A mí personalmente no me gustó mucho. Fuimos hasta el final, donde aparcamos y nos dimos una vuelta por la playa, donde con los prismáticos me pareció ver una nutria marina. Como encima corría un vientecito se nos quedó el cuerpo chiribita.
Luego miramos en los diferentes servicios de water taxi y tras preguntar en varios de ellos nos quedamos con el que ya llevaba pensado de antemano, el que realiza Mako’s que por 92 dólares por barba te lleva hasta Glacier Spit y te recoge en Saddle Trail. Lo reservamos para mañana a las 10 y vuelta a las 15:30. Mucho tiempo para tan poca excursión, pero bueno. Tras ello probamos suerte a ver si tienen el alojamiento preparado, que así es. No es muy grande, pero tiene todo lo necesario y solo vamos a pasar una noche. Tras dejar las cosas vamos en busca de una lavandería que ya tenemos un buen saco de ropa sucia. Fuimos a Washboard, una lavandería con muchas lavadoras y secadoras que hicieron su cometido. Mientras se hacía la colada comimos en el coche y tras volver al alojamiento a dejar la ropa nos ponemos a pensar qué hacer.
Para empezar, me cago en la previsión meteorológica porque la tarde parece que no va a ser lluviosa. Seguro que mañana nos cae la del pulpo. Decidimos ir a Alaska Maritime National Wildlife Refuge Visitor Center (Islands & Ocean) a dejar el coche en su aparcamiento y hacer el pequeño sendero denominado Beluga Slough No tiene mucha ciencia. Está dentro del propio Homer y lo único es que das un paseíto por la zona pantanosa, donde hay bancos para sentarse y disfrutar, algunos carteles informativos y poco más. Eso sí, dicen que se ven moose.
Luego vemos que hay otro relativamente cerca el Calvin & Coyle Trail Empieza por una zona boscosa descendiendo hasta que el senderito se convierte en una zona bastante cerrada y húmeda que vas salvando por las tablas del suelo. Al final llegas a un mirador donde se ve poco por las ramas y sanseacabó. Totalmente olvidable.
Tras ello nos vamos a cenar al Alibi un bar-restaurante que nos había recomendado la anfitriona. El primer intento fue fallido ya que estaba hasta los topes, así que decidimos dejar el coche en la casa y darnos un paseíto por la zona e intentarlo más tarde. Por el césped de las casas vimos conejos, que parecían más bien domésticos, pero que estaban sueltos por donde les daba la gana. El segundo intento fue más fructífero y pillamos mesa. Allí en un ambiente agradable unos cervezones y a destacar los tacos de halibut, muy ricos.
Y para el alojamiento, donde el gato de la dueña nos aguardaba en el porche.