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Martes, 31 de enero de 2023
Llovió a cántaros durante varias horas luego dio una pequeña tregua para volver a llover con menor intensidad. No me decidí hasta el mediodía a salir de la habitación, dejando mi mochila en recepción porque tenía que hacer el check out. Por suerte, me encontraba en la calle más comercial del centro y no fue difícil encontrar un paraguas. Aun así, me mojé la parte inferior de las perneras y las mangas de la chaqueta durante mi último paseo por sus calles anegadas de agua, menos mal que el tejido era de secado rápido y cuando llegué al aeropuerto estaba completamente seco.
Causaba cierto desconcierto ver a muchos hombres ammaníes caminar sin ninguna protección para resguardase de la lluvia, resignados a mojarse por pretextos desconocidos para el observador.
A eso de las tres me fui a comer una pizza al restaurante Al Mamlakeh situado en una planta superior de un edificio, sentándome en el balcón acristalado con buenas vistas de la avenida de Feisal con sus altas palmeras alineadas en la mediana de la calle. Allí pase unas horas, hipnotizado por la lluvia. 12J.
A las cinco de la tarde, ante la persistente lluvia, decidí coger un taxi de UBER para que me llevara al aeropuerto y pasar las últimas horas en sus instalaciones a resguardo del inclemente tiempo. 20J.
Era un extraño día para despedirse de Jordania, pero que no deslucía, para nada, mi efímera estancia. Donde tuve la suerte de poder disfrutar de los tesoros más importantes del país acompañado de unos días perfectos para estar a la intemperie, sin los calores sofocantes del verano.
Aquí se acababa el viaje, al despegar el avión de Vueling, con unas 80 personas a bordo, destino a Barcelona. Resonando en mi mente adormecida la letra de la canción “Soy un Café”, como despedida de Jordania, cantada por los alumnos de la Escuela Preparatoria en los años cuarenta ubicada en el centro histórico de Ammán, narrada en el libro “Recuerdos de una ciudad” de uno de los escritores más reputados y leídos en el mundo árabe, Abderrahmán Munif:
“Soy el amante moreno
de la taza cristalina,
de la India y sus maderas
tengo el aroma,
de mí se habla
hasta en la China.”
Y no sólo se hablaría hasta la China, pensé, en el siglo XXI. Sino, hasta el lugar más recóndito del mundo, de las maravillas que atesoraba el Reino Hachemita. Un viaje especial que superó mis expectativas. Y así, divagando, extendido en la hilera de asientos libres del avión, me quedé completamente dormido. Hasta que el comandante hablo por la megafonía para informarnos de nuestro eminente aterrizaje en una de las pistas del aeropuerto del Prat.
¡Así daba gusto viajar en aeroplano!
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