HISTORIA DE ISRAEL 2a PARTE ✏️ Diarios de Viajes de IsraelDurante el siglo IV, el emperador romano Constantino I construyó lugares de culto cristianos en Jerusalén, como la Iglesia del Santo Sepulcro. Hablaré muy detenidamente de este aspecto cuando trate de Jerusalén. Sí que debemos tener presente que...Diario: Israel: peregrinos sin peregrinar⭐ Puntos: 5 (6 Votos) Etapas: 28 Localización: IsraelDurante el siglo IV, el emperador romano Constantino I construyó lugares de culto cristianos en Jerusalén, como la Iglesia del Santo Sepulcro. Hablaré muy detenidamente de este aspecto cuando trate de Jerusalén. Sí que debemos tener presente que Constantino se convirtió al cristianismo en el año 313. Posteriormente Teodosio el Grande declaró el cristianismo religión oficial del Imperio, obligando a los judíos a aceptarlo. Cuando Teodosio murió el Imperio romano se dividió en dos. Palestina quedó integrada en el imperio oriental o bizantino. Todo aquel tiempo la zona gozó de paz. Eso sí, los judíos no podían entrar en la ciudad. En el 603, el papa Gregorio I encargó al Abad Probus Ravennate, quien anteriormente era el emisario de Gregorio en la corte de Lombardía, que construyera un hospital en Jerusalén para atender y cuidar a los peregrinos cristianos en Tierra Santa. En el año 800, Carlomagno amplió el hospital de Probus y le agregó una biblioteca, pero fue destruido en 1005 por Al-Hákim bi-Amr Allah junto con otros tres mil edificios en Jerusalén. Hablaré de los hospitales cuando trate Acre. El dominio bizantino de Jerusalén tiene su fin con la conquista de Chosroes II de Persia en el 614. El emperador bizantino Heraclio logró recuperarlo fue algo muy fugaz, ya que en el 638 se pierde definitivamente. Y es que habían llegado los árabes. Umar ibn al-Jattab (el califa Omar), el tercero después de Mahoma y Abu Bakr, respetó las iglesias y las propiedades de los cristianos, al considerarse precursores del Islam (los patriarcas y profetas son comunes). Omar recibió la llave de la ciudad de manos del patriarca ortodoxo griego, Sofronio, quien le invitó a ofrecer oraciones musulmanas en la Iglesia del Santo Sepulcro. Se dice que Omar eligió orar a cierta distancia de la iglesia para no poner en peligro su condición de templo cristiano. Cincuenta y cinco años después, se construyó la Mezquita de Omar (distinta de la última, Mezquita Ayubí de Omar, ubicada al sur de la iglesia) en el sitio donde oró. El edificio actual data del siglo XIX y fue construido por los otomanos. El minarete de la mezquita fue erigido más alto que las cúpulas de la Iglesia del Santo Sepulcro para demostrar quién gobernaba. No se debe confundir esta mezquita de Omar con la Cúpula de la Roca, que recibe ese nombre a menudo de manera errónea. Después de la caída de Jerusalén, Umar permitió a los judíos practicar su religión libremente y vivir en Jerusalén. Sesenta años más tarde, el califa de la dinastía Omeya Abd al-Malik encargó y completó la construcción de la Cúpula de la Roca sobre la Piedra Fundamental en el Monte del Templo de Jerusalén. Aunque el Corán no menciona el nombre "Jerusalén", se dice que fue desde Jerusalén desde donde Mahoma ascendió al cielo en el Viaje Nocturno o Isra y Miraj. Al-Malik construyó la Cúpula octagonal y con hojas de oro sobre el lugar desde donde se creía que Mahoma había ascendido al cielo. La mezquita de Al-Aqsa (llamada así por ser la "mezquita más lejana") también se construyó cerca, nuevamente en honor a la historia del Viaje Nocturno. Bajo los primeros siglos del gobierno musulmán, especialmente durante las dinastías Umayyad (650-750) y Abasida (750-969), la ciudad prosperó. A medida que las fronteras bizantinas se expandieron al Levante a principios del siglo XI, la tolerancia limitada de los gobernantes musulmanes hacia los cristianos en el Medio Oriente comenzó a disminuir. El califa fatimí egipcio Al-Hákim bi-Amr Allah ordenó la destrucción de todas las iglesias en todo Al-Islam comenzando con las iglesias de Jerusalén. La Iglesia del Santo Sepulcro fue destruida. En 1070-71, el emir turco Atsiz ibn Uvaq al-Khwarizmi sitió y capturó la ciudad, colocándola bajo el control nominal del califato abasí. En 1077 se produjo una revuelta en la ciudad. La revuelta fue sofocada y hubo un baño de sangre. Pero eso no detuvo las revueltas sucesivas. En el año 1095 el emperador bizantino Alejo I solicitó protección para los cristianos de oriente al papa Urbano II, quien en el concilio de Clermont inició la predicación de la cruzada. Se dice que la multitud lo acogió con entusiasmo con el grito Deus lo vult o Dios lo quiere. Prometió remisión de los pecados para quienes acudieran, una misión a la altura de las exigencias de Dios y una alternativa esperanzadora para la desgraciada y pecaminosa vida terrenal que llevaban. Deberían estar listos para partir al verano siguiente y contarían con la guía divina. ¿Cuáles fueron las motivaciones de los cruzados?. Aunque en teoría les guiara su fe, seguramente tuvieron mucho que ver los intereses expansionistas de la nobleza feudal, el control del comercio con Asia y el afán hegemónico del papado sobre las monarquías y las iglesias de Oriente. El motivo oficial, sin embargo, era recuperar Tierra Santa para los peregrinos, de los cuales los turcos selyúcidas y zanguíes, una vez conquistada Jerusalén en 1076, abusaban sin piedad. Los cruzados llevaban una cruz de tela usada como insignia en la ropa exterior. Ya el papa Alejandro II había predicado la guerra contra el infiel musulmán en dos ocasiones. La primera fue en 1061, durante la conquista de Sicilia por los normandos, y la segunda en el marco de las guerras de la Reconquista ibérica, en la cruzada de Barbastro de 1064. En ambos casos el papa ofreció Indulgencia a los cristianos que participaran. En 1074, el papa Gregorio VII llamó a los milites Christi («soldados de Cristo») para que fuesen en ayuda del Imperio bizantino tras su dura derrota en la batalla de Manzikert. Su llamada fue ampliamente ignorada e incluso recibió bastante oposición. En 1081, subió al trono Bizantino Alejo Comneno, que decidió hacer frente de manera enérgica al expansionismo turco. Pero pronto se dio cuenta de que no podría hacer el trabajo solo. Así que decidió pedirle ayuda al Papa. Entre 1096 y 1272, se llevaron a cabo nueve cruzadas, con un resultado bastante dispar. El llamamiento del Papa movilizó a gente humilde, dirigida por el predicador Pedro de Amiens el Ermitaño y algunos caballeros franceses. Este grupo formó la llamada cruzada popular, cruzada de los pobres o cruzada de Pedro el Ermitaño. De forma desorganizada se dirigieron hacia Oriente, provocando matanzas de judíos a su paso. En marzo de 1096 los ejércitos del rey Colomán de Hungría (sobrino del recientemente fallecido rey Ladislao I de Hungría) repelerían a los caballeros franceses de Valter Gauthier, quienes entraron en territorio húngaro causando numerosos robos y matanzas en las cercanías de la ciudad de Zimony. Después de varios desmanes y enfrentamientos, el rey húngaro forzó a Godofredo de Bouillón a firmar un tratado en el que los cruzados se comprometían a pasar por el territorio húngaro con un comportamiento pacífico. Cuando se adentraron en territorio otomano, fueron derrotados. No tan desorganizada fue la llamada cruzada de los príncipes, dirigida por segundones de la nobleza como Godofredo de Bouillón, Raimundo de Tolosa y Bohemundo de Tarento. Hubo otros grupos. El segundo grupo estaba compuesto por caballeros normandos septentrionales comandados por Hugo de Vermandois, hermano del rey Felipe I de Francia y que llevaba el estandarte papal, Esteban II de Blois, cuñado del rey Guillermo II de Inglaterra, por el conde Roberto II de Flandes y por Roberto II de Normandía y se dirigió a Constantinopla vía marítima partiendo desde Bari. El tercer grupo lo componían los caballeros normandos meridionales a cuyo frente se encontraba Bohemundo de Tarento junto con su sobrino Tancredo que tras reunirse con los normandos septentrionales partieron juntos hacia Constantinopla. El cuarto grupo estaba compuesto por caballeros occitanos dirigidos por Raimundo de Tolosa y a quien acompañaba Ademar de Le Puy, legado pontificio y jefe espiritual de la expedición. Este contingente se dirigió a Constantinopla atravesando Eslovenia y Dalmacia. Una vez en Constatinopla, juraron devolver al Imperio Bizantino aquellos territorios perdidos frente a los turcos. Desde Bizancio se dirigieron hacia Siria atravesando el territorio selyúcida, donde consiguieron una serie de victorias. Ya en Siria, pusieron sitio a Antioquía, que conquistaron tras un asedio de siete meses. Pese a lo esperado, no la devolvieron al Imperio Bizantino, sino que Bohemundo la retuvo para sí creando el Principado de Antioquía. La primera cruzada no escapó del antisemitismo. Y es que no solo se trataba de expulsar a los musulmanes de Tierra santa; también a los judíos. Desde Antioquía los cruzados marcharon hacia Jerusalén. La ciudad en aquel momento se encontraba disputada entre los fatimíes de Egipto y los turcos de Siria. Jerusalén desde 1098 se encontraba en manos de los fatimíes de Egipto. Los cruzados llegaron ante las murallas de la ciudad en junio de 1099 y, al igual que hicieron con Antioquía, desplegaron sus tropas para someterla a un largo asedio, durante el cual los cruzados sufrieron también un gran número de bajas por culpa de la falta de comida y agua. Los cruzados llevaron a cabo diversos ataques contra las murallas de la ciudad, pero todos fueron repelidos. Los relatos de la época indican que la moral del ejército se vio mejorada cuando un sacerdote llamado Pedro Desiderio aseguró haber tenido una visión divina en la cual se le daba instrucciones de marchar descalzos en procesión alrededor de las murallas de la ciudad, tras lo cual la ciudad caería en nueve días, siguiendo el ejemplo bíblico de la caída de Jericó. El 8 de julio los cruzados realizaron esa procesión. Finalmente la ciudad caería en manos cristianas el 15 de julio de 1099, gracias a la llegada inesperada de las tropas genovesas. Tengo que decir que la toma de Jerusalén fue una verdadera masacre. Dicen que la carnicería fue terrible y que no se salvaron ni los niños, ni los ancianos y ni siquiera algunos cristianos del este que estaban en la ciudad. Dos mil judíos fueron encerrados en la sinagoga principal, a la que se prendió fuego. Tancredo ofreció protección a los musulmanes que se habían refugiado en la actual explanada de las mezquitas pero no fue capaz de frenar la matanza por parte de sus colegas cruzados. En primer lugar los cruzados ofrecieron a Raimundo de Tolosa el título de rey de Jerusalén, pero lo rechazó. Después se le ofreció a Godofredo de Buillón, que aceptó gobernar la ciudad, pero rechazó ser coronado como rey, diciendo que no llevaría una «corona de oro» en el lugar en el que Cristo había portado «una corona de espinas».En su lugar, tomó el título de Advocatus Sancti Sepulchri («protector del Santo Sepulcro») o, simplemente, el de «príncipe». Godofredo murió en el año 1100 y le sucedió su hermano Balduino (Balduino I), primer rey del Reino de Jerusalén. Los dos primeros reyes de Jerusalén, Balduino I y Balduino II fueron gobernantes capaces de expandir su reino a toda la zona situada entre el Mediterráneo y el Jordán, e incluso más allá. Rápidamente, se adaptaron al cambiante sistema de alianzas locales y llegaron a combatir junto a estados musulmanes en contra de enemigos que, además de musulmanes, contaban entre sus filas con guerreros cristianos. La Iglesia del Santo Sepulcro fue reconstruida como una gran iglesia románica y los santuarios musulmanes en el Monte del Templo (la Cúpula de la Roca y la Mezquita de Al-Aqsa) fueron convertidos para el culto cristiano. Las Órdenes Militares de los Caballeros Hospitalarios y los Caballeros Templarios surgen en esa época. Los templarios tuvieron su cuartel general en la Mezquita al-Aqsa. Los cruzados creían que la Mezquita se había construido sobre las ruinas del "Templo de Salomón" (o más bien su palacio real) y, por lo tanto, se referían a la Mezquita como el "Templo de Salomón", en latín "Templum Solomonis". Fue de este lugar de donde la Orden tomó su nombre de "Caballeros del Templo" o "Templarios". Cuando hable de Acre, trataré de las fortificaciones y de los hospitales. Tras la Primera Cruzada y la Cruzada menor de 1101, se establecieron tres reinos cruzados en oriente: el reino de Jerusalén, el principado de Antioquía y el condado de Edesa. Un cuarto estado, el condado de Trípoli se creó en 1109. Edesa se encontraba en el extremo norte, siendo también el estado más débil y menos poblado; como tal, era objeto de frecuentes ataques de los estados musulmanes vecinos, gobernados por los ortóquidas, danisméndidas, y turcos selyúcidas. El conde Balduino II y el futuro conde Joscelino de Courtenay fueron apresados tras su derrota en la batalla de Harrán en 1104. Balduino y Joscelino volvieron a ser capturados en 1122, y aunque Edesa se recuperó en parte tras la batalla de Azaz en 1125, Joscelino murió en batalla en 1131. Su sucesor Joscelino II se vio forzado a una alianza con el Imperio bizantino, pero en 1143 murieron tanto el emperador Juan II Comneno como el rey de Jerusalén Fulco de Anjou. Joscelino también tuvo sus disputas con el conde de Trípoli y el príncipe de Antioquía, de modo que Edesa se quedó sin aliados poderosos. Mientras tanto, el selyúcida Zengi, atabeg de Mosul, había conquistado Alepo en 1128. Alepo era la llave de Siria, y se la habían disputado los gobernadores de Mosul y Damasco. Tanto Zengi como el rey Balduino II volvieron entonces su atención hacia Damasco. Balduino sufrió una derrota en el exterior de la ciudad en 1129; pero Damasco, gobernada por la dinastía de los búridas, se aliaría más tarde con el rey Fulco cuando Zengi la asediase en 1139 y 1140; el cronista musulmán Usamah ibn Munqidh negoció dicha alianza. A finales de 1144, Joscelino II se alió con los Ortóquidas y salió de Edesa con casi todo su ejército para apoyar al príncipe ortóquida Kara Aslan contra Alepo. Zengi, que buscaba beneficiarse de la muerte de Fulco en 1143, se dirigió rápidamente hacia el norte para asediar Edesa, que cayó en sus manos un mes después, el 24 de diciembre de 1144. Manases de Hierges, Felipe de Milly y otros nobles salieron de Jerusalén para prestar su ayuda, pero era ya demasiado tarde. Joscelino II siguió gobernando lo que le quedó del condado desde Turbessel, pero poco a poco, el resto del territorio sería tomado o vendido a los bizantinos. Gracias a esto, Zengi fue ensalzado en todo el mundo islámico como «defensor de la fe» y al-Malik al-Mansur, «el rey victorioso». Sin embargo, un esclavo lo asesinó en 1146 y le sucedió en Alepo su hijo Nur al-Din. Joscelino intentó recuperar Edesa tras el asesinato de Zengi, pero Nur al-Din le derrotó en noviembre de 1146. Las noticias de la caída de Edesa llegaron a Europa primero a través de los peregrinos que retornaban a comienzos del año 1145 y luego por las embajadas enviadas desde Antioquía, Jerusalén y Armenia. El obispo Hugo de Jabala le transmitió las nuevas al papa Eugenio III que no tardó en emitir la bula Quantum praedecessores el 1 de diciembre del mismo año, por la que convocaba una segunda cruzada. Hugo también le habló de un rey oriental cristiano, que se esperaba que llegase en ayuda de los cruzados: se trata de la primera mención documentada del Preste Juan, una figura que solo existe en las leyendas. El Papa encargó a Bernardo de Claraval, uno de los hombres más famosos y respetados de la Cristiandad, que predicase la cruzada, y le garantizó las mismas indulgencias que Urbano II había concedido durante la Primera Cruzada. Bernardo decidió recalcar sobre que tomar la cruz era un medio para lograr la absolución de los pecados y alcanzar la gracia. El 31 de marzo, en presencia del rey Luis, predicó ante una gran multitud en el campo junto a Vézelay y lo hizo tan bien que la multitud no tardó en exclamar “cruces, dadnos cruces”. A diferencia de la Primera Cruzada, la nueva aventura atrajo también a miembros de la realeza, como Leonor de Aquitania, entonces reina de Francia; Teodorico de Alsacia, conde de Flandes; Enrique, el futuro conde de Champaña; el hermano de Luis, Roberto I de Dreux; Alfonso I de Toulouse; Guillermo II de Nevers; Guillermo de Warenne, tercer conde de Surrey; Hugo VII de Lusignan; así como a otros muchos nobles y obispos. Mientras estaba en Alemania, Bernardo predicó a Conrado III en noviembre de 1146. En un primer momento el emperador ignoró el llamamiento pero no tardó en unirse con muchos de sus nobles vasallos, entre ellos, Federico, duque de Suabia. También estaba con ellos el sobrino de Conrado, el futuro Federico Barbarroja. Los ejércitos de ambos reyes marcharon por separado a través de Europa y en cierto modo fueron retardados por el emperador bizantino Manuel I Comneno. Después de cruzar el territorio bizantino, ya en Anatolia, ambos ejércitos fueron derrotados, por separado, por los turcos selyúcidas. Luis, Conrado y los restos de sus ejércitos llegaron a Jerusalén y en 1148 participaron en un desacertado ataque sobre Damasco. La cruzada en oriente fue un fracaso para los cruzados y una gran victoria para los musulmanes. En último término, dicho fracaso conduciría al sitio y caída de Jerusalén en 1187 y a la convocatoria de la Tercera Cruzada a finales del siglo XII. Las intromisiones del Reino de Jerusalén en el decadente califato fatimí de Egipto llevaron al sultán Nur al-Din a mandar a su lugarteniente y sobrino Saladino a hacerse cargo de la situación. No hizo falta mucho tiempo para que Saladino se convirtiera en el amo de Egipto, aunque hasta la muerte de Nur al-Din en 1174 respetó la soberanía de este. Pero tras su muerte, Saladino se proclamó sultán de Egipto (a pesar de que había un heredero al trono de Nur al-Din, su hijo de solo doce años que murió envenenado) y de Siria, dando comienzo la dinastía ayyubí. Saladino era un hombre sabio que logró la unión de las facciones musulmanas, así como el control político y militar desde Egipto hasta Siria. Como Nur al-Din, Saladino era un musulmán devoto y decidido a expulsar a los cruzados de Tierra Santa. Balduino IV de Jerusalén, el rey leproso, quedó rodeado por un solo Estado y se vio obligado a firmar frágiles treguas tratando de retrasar el inevitable final. En 1176, Reinaldo de Châtillon, antiguo príncipe de Antioquía, fue puesto en libertad y comenzó a atacar caravanas por toda la región. Extendió su piratería hasta el mar Rojo, enviando galeras no sólo a abordar barcos, sino incluso planteó asaltar la misma ciudad de La Meca, aunque sus barcos fueron interceptados por la armada musulmana en el Mar Rojo antes de llegar a La Meca. Sus actos irritaron profundamente a los musulmanes. Balduino IV murió en 1185, y la corona pasó a su sobrino de cinco años, Balduino V, con Raimundo III de Trípoli como regente. Al año siguiente, Balduino falleció repentinamente, y la princesa Sibila, hermana de Balduino IV y madre de Balduino V, se hizo coronar reina, y a su marido, Guy de Lusignan, rey. Por entonces, Reinaldo, una vez más, atacó una rica caravana y encerró en su prisión a los viajeros. Saladino exigió que los prisioneros fuesen liberados. El recientemente coronado rey Guy ordenó a Reinaldo que cumpliese las demandas de Saladino, pero Reinaldo rehusó obedecer las órdenes del rey. Saladino estaba harto de los desplantes y ataques así que decidió atacar a los cristianos en los actuales Altos del Golán. Tras acampar al este del campamento cristiano, Saladino decidió atacar la ciudad de Tiberiades en 1187, en la que se encontraba la mujer de Raimundo para así atraer a los cristianos y sacarlos de su fortaleza del campamento. El rey se apresuró y contraatacó. Saladino masacró a las tropas cristianas en la famosa batalla de los Cuernos de Hattin y apresó a Reinaldo y a Guy de Lusignan. Ya en la tienda de Saladino, se le ofreció a Guy una copa de agua. Guy bebió un trago, pero no le fue permitido pasar la copa a Reinaldo, ya que las reglas musulmanas de la hospitalidad determinan que quien recibe alimento o bebida está bajo la protección de su anfitrión. Saladino no quiso obligarse a proteger al traicionero Reinaldo permitiéndole beber. Reinaldo, que no había probado una gota de agua en varios días, arrebató la copa de manos de Guy. Al ver la falta de respeto de Reinaldo por las costumbres islámicas, Saladino ordenó decapitar a Reinaldo por sus pasadas traiciones. Guy fue enviado a Damasco y liberado. El nuevo papa Gregorio VIII proclamó que la pérdida de Jerusalén era un castigo divino por los pecados de los cristianos de Europa. Surgió un clamor por una nueva cruzada para reconquistar los Santos Lugares. Enrique II de Inglaterra y Felipe II Augusto de Francia acordaron una tregua en la guerra que les enfrentaba, e impusieron a sus respectivos súbditos un "diezmo de Saladino" para financiar la cruzada. En Gran Bretaña, Balduino de Exeter, arzobispo de Canterbury, viajó a Gales, donde convenció a 3000 guerreros de que tomaran la cruz. El anciano emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, Federico I Barbarroja, respondió inmediatamente a la llamada. Tomó la cruz en la catedral de Mainz el 27 de marzo de 1188 y fue el primer rey en partir hacia Tierra Santa, en mayo de 1189. Su ejército era numerosísimo. El emperador bizantino Isaac II Ángelo firmó una alianza secreta con Saladino para impedir el avance de Federico a cambio de la seguridad de su imperio. El 18 de mayo de 1190, el ejército alemán capturó Konya, capital del Sultanato de Rüm. Sin embargo, el 10 de junio de ese mismo año, al atravesar el río Saleph, Federico cayó de su caballo y se ahogó por la pesada armadura. Muchos soldados del ejército alemán fallecieron por peste bubónica. También Ricardo Corazón de León, rey de Inglaterra, y Felipe II Augusto, rey de Francia, acudieron a esa cruzada, con muy poco éxito. Después de expulsar a los musulmanes de Acre, el sucesor de Federico, Leopoldo V "el Virtuoso", y Felipe salieron de Tierra Santa en agosto de 1191. Ricardo sí consiguió asegurarse algunas plazas costeras como Jaffa. El 2 de septiembre de 1192, Ricardo firmó un tratado con Saladino por el cual Jerusalén permanecería bajo control musulmán, pero también se permitiría a los peregrinos cristianos visitar la ciudad. Ricardo salió de Tierra Santa el 9 de octubre. La cuarta cruzada (1198-1204) fue una expedición militar proclamada por el papa Inocencio III con el propósito de reconquistar Tierra Santa. Por otro lado, en la última década del siglo XII se había ido intensificando la rivalidad entre Enrique VI de Alemania y el emperador bizantino Isaac II Ángelo. La República de Venecia, principal potencia marítima en el Mediterráneo oriental, tenía fuertes intereses comerciales en los territorios bizantinos, y muy especialmente en la capital, Constantinopla. Desde finales del siglo XII gozaban de privilegios especiales para comerciar en el Imperio bizantino, pero en 1171 el emperador Manuel I Comneno ordenó la detención de los comerciantes venecianos y la confiscación de sus bienes, lo cual provocó una suspensión de la actividad comercial entre Venecia y Bizancio que se prolongó por espacio de quince años. En 1185, Venecia acordó reanudar las relaciones comerciales con el emperador Andrónico I Comneno, así como abonar una cantidad en concepto de compensación por las propiedades confiscadas en 1171, que nunca llegó a hacerse efectiva. Bizancio, además, explotaba en beneficio propio la rivalidad comercial de Venecia con otras ciudades-estado italianas, como Génova y Pisa. El objetivo de Venecia, por lo tanto, era asegurarse la supremacía comercial en Oriente, desplazando definitivamente a sus rivales. se organizó finalmente un ejército cruzado en un torneo organizado en Ecry por el conde Teobaldo de Champaña en noviembre de 1199. Teobaldo fue nombrado jefe de este ejército, del que también formaban parte Balduino VI de Henao, conde de Flandes, y su hermano Enrique; Luis, conde de Blois, Godofredo III de La Perche, Simón IV de Montfort, Enguerrando de Boves, Reinaldo de Dampierre y Godofredo de Villehardouin, entre otros muchos señores del norte de Francia y de los Países Bajos. Más tarde se añadieron a la empresa algunos caballeros alemanes y varios nobles del norte de Italia, como Bonifacio de Monferrato. La expedición se encontró con el problema de transporte, pues carecía de una flota para trasladarse a Oriente, y la ruta terrestre era poco menos que imposible a causa de la decadencia del poder bizantino en los Balcanes. Se decidió que se haría un desembarco en Egipto, desde donde se avanzaría por tierra hasta Jerusalén. En 1201 murió Teobaldo de Champaña, y los cruzados eligieron como nuevo jefe de la expedición a Bonifacio de Monferrato. Este, firme partidario de los Hohenstaufen, conoció en la corte de Felipe de Suabia a Alejo, hijo del depuesto emperador Isaac II Ángelo, quien deseaba contar con la ayuda de los cruzados para recuperar el trono imperial que le correspondía por herencia. Entretanto, los cruzados enviaron mensajeros a Venecia, Génova y otras ciudades para contratar el transporte de la expedición. Uno de los enviados fue el historiador Godofredo de Villehardouin. Finalmente se llegó a un acuerdo con Venecia en abril de 1201, por el cual la República se encargaba del transporte hasta Egipto de un ejército de 33 500 cruzados (junto con 4500 caballos), a cambio de 85 000 marcos de plata. Cuando llegó el momento de embarcar, en junio de 1202, los cruzados, cuyo ejército era sensiblemente menos numeroso de lo que habían previsto, no pudieron reunir la cantidad acordada. Venecia se negó a transportar al ejército a menos que se pagase íntegra la cantidad acordada. Los cruzados pasaron el verano acampados en la isla de San Nicolás de Lido, sin poder zarpar, hasta que finalmente Bonifacio pudo llegar a un acuerdo con Venecia. Tras atacar sin éxito las ciudades de Calcedonia y Crisópolis, en la costa asiática del Bósforo, el ejército cruzado desembarcó en Gálata, al otro lado del Cuerno de Oro. Sus primeros intentos de conquistar Constantinopla no tuvieron fruto, pero el 17 de julio los venecianos lograron abrir una brecha en las murallas. Creyendo inminente la caída de la ciudad, el emperador Alejo III decidió huir, llevándose consigo a su hija favorita y una bolsa llena de piedras preciosas, y se refugió en la ciudad tracia de Mosinópolis. Los dignatarios imperiales, para resolver la situación, sacaron de la cárcel al depuesto emperador Isaac II Ángelo, padre de Alejo, y lo restauraron en el trono. Tras unos días de negociaciones, llegaron a un acuerdo con los cruzados por el cual Isaac y Alejo serían nombrados coemperadores. Alejo IV fue coronado el 1 de agosto de 1203 en la iglesia de Santa Sofía. Para intentar cumplir las promesas que había hecho a venecianos y cruzados, Alejo se vio obligado a recaudar nuevos impuestos y a confiscar objetos eclesiásticos. Nadie estaba contento. Constantinopla fue sitiada en 1204. Finalmente cayó en manos cruzadas. El comité eligió emperador a Balduino IX de Flandes, primer monarca del Imperio latino. Posteriormente hubo otras cruzadas pero se consideran menores. En la quinta se conquistó Damieta, en la desembocadura del Nilo, pero no se pudo conquistar el Cairo. En la sexta encontramos la intervención de Federico II Hohenstaufen. El Papa le había instado a participar en la cruzada pero él había ido dando largas, provocando la excomunión. Al final sus aspiraciones sobre el trono de Jerusalén le llevaron a movilizarse, logrando recuperar la ciudad y proclamándose rey en 1129. También consiguió Belén y Nazaret. Sin embargo, en 1244 Jerusalén volvió a caer. Luis IX de Francia fue derrotado y Jerusalén nunca más estuvo en manos cristianas. En 1291 cayó Acre, último reducto cristiano (hablaré de ello en el momento oportuno). En vuestro viaje veréis mucho la Cruz de Jerusalén, pues aparece en todos los sitios custodiados por los franciscanos. Se trata de la insignia que llevaban los cruzados desde la conquista de Jerusalén en el 1099. En su origen era de color dorado sobre un fondo plata o blanco, pero como el dorado era complicado de representar en la heráldica, muy a menudo se ve de color rojo. Una de las interpretaciones es que las cuatro crucecitas representan a los cuatro puntos cardinales por los que se difundió el mensaje de Jesús desde Jerusalén. También se dice que hace alusión a las cinco llagas (heridas que sufrió Jesús en la cruz) o, incluso, a los cuatro evangelistas. Fue el escudo de armas del reino de Jerusalén. Una curiosidad. Se parece muchísimo al emblema del reino de Georgia y actual bandera de ese país. Hoy es el emblema oficial del Santo sepulcro. En 1244 los tártaros llegaron a Israel y la conquistaron, diezmando a la población. El sultán musulmán Al-Salih comenzó a ordenar expediciones armadas para asaltar comunidades cristianas y capturar a hombres, mujeres y niños. Llamadas razias, o por su nombre original en árabe ghazw, las incursiones se extendieron a Caucasia, el Mar Negro, Bizancio y las zonas costeras de Europa. Esos niños, educados en el Islam, eran los mamelucos y se convirtieron en un potente brazo armado. Cuando murió Al-Salih, su viuda, la esclava Shajar al-Durr, tomó el poder como sultana, poder que luego transfirió al líder mameluco Aibek, quien se convirtió en sultán en 1250. Los mongoles acabaron enfrentándose con los mamelucos en la batalla de Ain Jalut. Los mamelucos salieron victoriosos (gracias a la pericia del sultán Baibars) y los mongoles se retiraron. Hay poca evidencia que indique si las incursiones de los mongoles penetraron hasta Jerusalén o no en 1260 o 1300. Baibars atacó a los ejércitos de la séptima cruzada y se apoderó de varias plazas fuertes de templarios y hospitalarios. El Papa Nicolás IV negoció un acuerdo con el sultán mameluco para permitir que el clero latino sirviera en la Iglesia del Santo Sepulcro. Con el acuerdo del sultán, el papa Nicolás, un franciscano, envió a un grupo de frailes para mantener la liturgia latina en Jerusalén. En 1300 el rey Roberto de Sicilia le dio una gran cantidad de dinero al sultán. Roberto pidió que se permitiera a los franciscanos tener la Iglesia de Sion, la Capilla de María en el Santo Sepulcro y la Cueva de la Natividad y el Sultán dio su permiso. El resto de los santos lugares quedaron abandonados. Durante el reinado del sultán Baibars, los mamelucos renovaron la alianza musulmana con los judíos y establecieron dos nuevos santuarios, uno para Moisés y otro para Salih, para alentar a numerosos peregrinos musulmanes y judíos a estar en la ciudad al mismo tiempo que los cristianos, lo que llenó la ciudad durante la Pascua. En 1267, Nahmánides (también conocido como Ramban) emigró a Jerusalén. En la Ciudad Vieja, estableció la Sinagoga del Ramban, la sinagoga en activo más antigua de Jerusalén. En 1517, Jerusalén y sus alrededores cayeron en manos de los turcos otomanos (Selim I- 1517), que mantendrían el control de la ciudad hasta el siglo XX. El período de máximo esplendor tuvo lugar en el reinado de Solimán el Magnífico. A él se deben las murallas actuales de Jerusalén. Luego los monarcas otomanos se desentendieron bastante de Palestina y la dejaron en manos de gobernadores (pachás). A finales del siglo XIX surge el movimiento sionista proclamado por Theodore Herzl, del que ya hablé en consideraciones generales. Jóvenes judíos empezaron a llegar a Tierra santa en un deseo de recuperar las tierras que habían sido de sus ancestros siglos atrás. Eso provocó el temor de los árabes a una posible independencia de Palestina. Después de la Primera Guerra Mundial, en 1918, los británicos, con el general Allenby a la cabeza, ocuparon Gaza y Jerusalén. Eso marcó el final de cuatro siglos de dominación otomana. El ministro británico de Asuntos exteriores, A.J. Balfour, dirigió una carta a Lord Rothschild, un líder de la comunidad judía en Gran Bretaña, sugiriendo establecer en Palestina un hogar para el pueblo judío pero sin dañas los intereses de terceros. El texto fue publicado en la prensa. Esta declaración contó con el respaldo de varios países, incluyendo los Estados Unidos, y se convirtió en un documento importante después de la Primera Guerra Mundial cuando la Sociedad de Naciones le asignó al Reino Unido el mandato sobre Palestina. El Protectorado británico no solucionó mucho las cosas y hubo muchísimas revueltas. La inmigración judía creció moderadamente durante los años 1920, aumentando sustancialmente en la década de los 30, debido a la difícil situación política y económica en Europa en general y a la persecución de los nazis en Alemania. En 1922, los mandatarios habían autorizado la creación de la Agencia Nacional Judía, que desde ese momento pasó a ser el embrión de un verdadero Estado. En 1935 ya había 355.000 judíos en Palestina. Los británicos redactaron un Libro blanco para, entre otras cosas, controlar la inmigración judía. La Comisión Peel (1936) aconsejó dividir el territorio en un estado árabe, otro judío y otro bajo mandato británico. Tanto árabes como judíos lo rechazaron de plano. En 1946 hubo un terrible ataque en el Hotel Rey David de Jerusalén, sede de la administración británica, por parte del grupo armado Irgun (hebreo). Hubo 90 muertos y 50 heridos. Londres, viendo que se le iba de las manos, cedió su mandato a la ONU en 1947. En la reunión de 29 de noviembre de 1947 decidieron la partición de Palestina en dos Estados, uno árabe y otro judío quedando Jerusalén bajo la administración de las Naciones Unidas. El 14 de mayo de 1948, el último de los soldados británicos abandonó Palestina y los judíos, liderados por David Ben-Gurión, declararon en Tel Aviv la creación del Estado de Israel. Inmediatamente a la declaración del Estado de Israel, Egipto, Siria, Transjordania, Irak y el Líbano invadieron al nuevo país. En una cruenta y desesperada guerra caracterizada por el uso de armamento improvisado y tácticas hábiles, los judíos pudieron repeler el ataque árabe e inclusive avanzaron ocupando nuevos territorios. Un alto al fuego fue firmado por ambos bandos, estableciéndose que los territorios ocupados permanecerían en poder de Israel. Como resultado de esta guerra, Israel ocupó el territorio que le había asignado las Naciones Unidas, más una buena parte del territorio asignado a los árabes y la parte occidental de Jerusalén (Israel aumentó su territorio en casi un 50%). Quedaron en manos de los árabes la zona occidental del Jordán (conocida como Cisjordania después de la anexión jordana), ocupada por Transjordania y la Franja de Gaza, ocupada por Egipto. Abd Allah, emir de Transjordania y proclamado rey de Jordania en 1946, convocó un congreso de palestinos para asociar los territorios árabes a su reino pero fue asesinado en 1951. En 1949 bajo los auspicios de las Naciones Unidas se firmaron cuatro armisticios en Rodas (Grecia) entre Israel y Egipto, Jordania, Siria y Líbano pero no solucionaron nada. Muchos palestinos fueron expulsados por mandato israelí o huyeron a países vecinos o a campos de refugiados. Judíos extremistas de grupos como el ya mencionado Irgun siguieron provocando matanzas. En 1952 el Parlamento israelí escogió como presidente a Itzhñak Ben Zviu, sucesor de Jaim Weizmann. Las tensiones con los palestinos siguieron. En 1954 Yasser Arafat fundó la primera organización armada palestina, Al Fatah. Los enfrentamientos en la Franja de Gaza eran constantes. En 1956 el presidente egipcio Nasser nacionalizó el Canal de Suez. Poco después, tropas israelíes ocuparon la Península del Sinaí con ayuda de Gran Bretaña y Francia. La ONU exigió la retirada inmediata. Las dos segundas lo hicieron pero Israel hizo oídos sordos. Al final, gracias a la intervención de Estados Unidos, accedieron a desocupar esos territorios a cambio de tener garantizados sus derechos marítimos en el Canal de Suez. En 1958 Ben Gurion ganó las elecciones. En 1964 se fundó la Organización para la Liberación palestina (OLP) y se redactó la llamada Carta Nacional Palestina. La OLP no dudó en usar la lucha armada. Muy sonado fue el secuestro de atletas de los JJOO de Munich de 1972, que acabó en masacre. En junio de 1967 Nasser pidió el retiro de las fuerzas de las Naciones Unidas mientras acumulaban tropas en las fronteras. El 5 de junio de ese año, la fuerza aérea israelí lanzó un ataque contra las fuerzas de Egipto, la cual quedó prácticamente aniquilada. En ese mismo día también neutralizó las fuerzas aéreas de Siria y Jordania. En violentos ataques, el ejército israelí derrotó a Egipto, Jordania y Siria en una guerra que duró solo seis días. El 11 de junio se acordó un cese al fuego bajo los auspicios de las Naciones Unidas. Tras esta guerra, Israel ganó el control de la península del Sinaí, la franja de Gaza y los Altos del Golán, así como la región occidental del Río Jordán, incluyendo el este de Jerusalén. El 22 de noviembre de 1967, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas adoptó una resolución denominada fórmula de "territorio a cambio de paz" la cual promovía el establecimiento de una paz duradera entre las naciones en conflicto. Bajo este plan Israel se retiraría de las zonas ocupadas en 1967 a cambio del compromiso por parte de los países árabes de finalizar el estado de guerra contra Israel. La propuesta no fue aceptada por las partes en conflicto. Durante enero de 1969 y junio de 1970 se llevó a cabo una guerra de desgaste en la cual la aviación israelí atacaba el territorio egipcio en respuesta al continuo bombardeo de las posiciones israelíes cercanas al canal de Suez. En 1970, los Estados Unidos trataron de negociar un acuerdo para la apertura del canal de Suez, lo cual no se llegó a lograr. El 6 de octubre de 1973, durante la fiesta del Yom Kippur, los ejércitos de Siria y Egipto lanzaron una ofensiva contra Israel, derrotando al ejército de este país, que fue tomado por sorpresa. Después de tres semanas de combate las fuerzas israelíes lograron recuperar el terreno perdido y una fuerza de las Naciones Unidas se encargó de mantener la paz. Como resultado de este ataque sorpresivo, el gobierno israelí inició negociaciones para asegurar sus fronteras. El 18 de enero de 1974, se firmó un acuerdo con Egipto propiciado por el secretario de Estado norteamericano, Henry Kissinger, y el 31 de mayo del mismo año con el gobierno de Siria. Sin embargo la presión sobre Israel no disminuyó ya que los países árabes productores de petróleo impusieron un embargo sobre cualquier país que tuviera relaciones comerciales con Israel. El gobierno de Japón, entre otros, manifestó reconsiderar sus relaciones con Israel a menos que este país no se retirara de los territorios ocupados en la guerra de los seis días. En noviembre de 1977, el presidente egipcio, Anwar el-Sadat, rompió con 30 años de hostilidades visitando Jerusalén tras la invitación que le hiciera el primer ministro israelí Menájem Beguín. Durante la visita de dos días, que incluyó un discurso ante el congreso de Israel, la Knéset, el líder egipcio creó un nuevo clima psicológico en el Medio Oriente, cuando la paz entre Egipto e Israel se vislumbró como una posibilidad real. Sadat reconoció el derecho a existir del Estado de Israel, estableciendo las bases para negociaciones directas entre ambos países. En septiembre de 1978, el presidente de Estados Unidos, Jimmy Carter se reunió con el primer ministro israelí, Beguín, y acordaron un plan de paz entre Egipto e Israel, que podría ser extensivo a otros países en el Medio Oriente, estableciendo principios de negociación entre Israel y estos países. También se delineó el plan de un régimen temporal de gobierno para la zona de Gaza y Cisjordania con miras a otorgar la autonomía total para los palestinos residentes en estos territorios. El tratado se firmó el 26 de marzo de 1979, participando Sadat, Begin y Carter (acuerdos de Camp David). Bajo este tratado, Israel devolvió el Sinaí a Egipto en abril de 1982, al igual que la zona ocupada en el Golfo de Aqaba. La Liga Árabe reaccionó negativamente a este tratado, expulsando a Egipto de su organización y trasladando la sede la Liga de El Cairo a Túnez. Sadat fue posteriormente asesinado por miembros del ejército egipcio opuestos a la paz con Israel. En la década de los 80 hubo muchas hostilidades con el Líbano. En agosto de 1982, el FLP retiró sus tropas del Líbano. Con la mediación de los Estados Unidos, Israel y el Líbano llegaron a un acuerdo en mayo de 1983 mediante el cual Israel retiraría también sus tropas. Sin embargo, el instrumento de ratificación del tratado nunca fue firmado y bajo la presión de Siria, Líbano renunció a dicho tratado. Por su parte Israel retiró la mayoría de su ejército del Líbano, dejando a la custodia de lo que se denominó la "zona de seguridad" a un pequeño contingente de fuerzas israelíes y de la milicia cristiana libanesa, la cual respaldaba Israel. En el 2000, Israel finalmente retiró todo su ejército del Líbano, siendo primer ministro Ehud Barak y siguiendo el mandato del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Como dije en consideraciones generales, el conflicto está lejos de solucionarse. En nuestra visita, el Líbano lanzó varios misiles contra Tel Aviv. Intifada es el nombre popular de las rebeliones de los palestinos de Cisjordania y la Franja de Gaza contra Israel. La Primera Intifada empezó en 1987 con la famosa "Guerra de las piedras". El enfrentamiento, que fue televisado, mostraba a palestinos lanzando piedras a militares israelíes bien armados. La violencia llegó a su fin con la firma de los Acuerdos de Oslo (13 de septiembre de 1993) y la creación de la Autoridad Nacional Palestina. Los acuerdos de Oslo fueron firmados por Mahmoud Abbas, de la OLP, el ministro de Relaciones Exteriores, Shimon Peres por Israel, el secretario de Estado de los Estados Unidos, Warren Christopher y el canciller Andréi Kozyrev por Rusia el 13 de septiembre de 1993, en presencia del representante de la OLP, Yasser Arafat, el primer ministro de Israel, Yitzhak Rabin y el presidente de los Estados Unidos, Bill Clinton, en una ceremonia oficial y pública en Washington D. C. La Segunda Intifada, que se ha dado en llamar Intifada de al-Aqsa, empezó en septiembre de 2000 como respuesta a la visita del político Ariel Sharón a la Explanada de las Mezquitas de Jerusalén. Este acto fue interpretado como una provocación por los palestinos, quienes reaccionaron arrojando piedras a las fuerzas israelíes. La represión tuvo como resultado 7 palestinos muertos, provocando así violentas insurrecciones a lo largo de la Línea Verde. Fue terminada oficialmente el 24 de febrero de 2005. Se saldó con 5.000 palestinos y 1.000 israelíes muertos. El viernes 8 de diciembre de 2017, el líder de Hamás, Ismail Haniya pidió a los palestinos que participaran en una tercera Intifada a través del denominado "Viernes de Furia", motivada por la decisión del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, de reconocer a Jerusalén como capital del Estado de Israel. Dicha decisión fue duramente criticada por la totalidad de los gobiernos árabes y musulmanes, como así también de países occidentales. Índice del Diario: Israel: peregrinos sin peregrinar
01: CONSIDERACIONES GENERALES
02: CONSIDERACIONES GENERALES. 2a PARTE
03: CONSIDERACIONES GENERALES. 3a PARTE
04: HISTORIA DE ISRAEL 1a PARTE
05: HISTORIA DE ISRAEL 2a PARTE
06: MASADA
07: MAR MUERTO
08: TEL AVIV
09: JAFFA
10: HAIFA
11: ACRE
12: MONTE DE LAS BIENAVENTURANZAS
13: MAR DE GALILEA y YARDENIT
14: CAFARNAUM
15: MAGDALA
16: TABGHA: PANES Y LOS PECES Y PRIMADO DE SAN PEDRO
17: NAZARET
18: CESAREA MARÍTIMA
19: JERICÓ
20: JERUSALÉN 1a PARTE
21: JERUSALÉN 2a PARTE
22: JERUSALÉN 3a PARTE
23: JERUSALÉN 4a PARTE
24: JERUSALÉN 5a PARTE
25: JERUSALÉN 6a PARTE
26: JERUSALÉN 7ª PARTE
27: JERUSALÉN 8a PARTE
28: BELÉN
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