El día lo comienzo temprano. A las 5:30 me está esperando el chaval de la barca para el típico paseo al amanecer por el Ganges. Sí hasta ahora decía que los indios no madrugan, eso Varanasi no pasa. Están las calles a rebosar. Imagino que el calor que hace aquí les obliga a aprovechar las primeras luces para los quehaceres diarios.
Llegamos al ghat desde el que salen las barcas. Saltando de barca en barca el barquero me indica que me siente. Es un paseo de una hora y media por el Ganges con la barca para mí solo por 7 euros. De lujo. A diferencia de el Taj Mahal, en el que no había nadie en el río, aquí la gente está por todas partes. Tanto turistas dando el paseo, como creyentes bañándose y monjes haciendo los rituales matutinos. Hay una calima fuerte que hace que el sol se levante como una bola rosácea enorme al otro lado del río, por un momento se lleva la atención, aunque es inevitable que el sol pase a segundo plano viendo el bullicio que rodea los ghats. El Ganges es uno de los ríos más contaminados del planeta y se palpa a primera vista y con el olfato. A la media hora de navegación ha aparecido una vaca muerta flotando. La vaca estaba hinchada y con pájaros posados. Hemos pasado a su lado con un olor nauseabundo. El colmo de los colmos es que en la orilla, a escasos 20 metros la gente se baña supuestamente de forma purificadora, la vaca ha seguido río abajo hasta quedar atascada entre dos barcas en la orilla del ghat. Son escenas para nosotros incomprensibles, ya hay que tener fe para bañarse aquí. Han habido ya varios casos de problemas de salud pública, brotes comunitarios de cólera y hepatitis A por bañarse y beber agua del Ganges, así como intoxicaciones por metales pesados, poca broma.



El paseo remonta el rio para luego dar media vuelta dejándose llevar rio abajo hasta el famoso ghat de las cremaciones. Aquí la actividad no para, mientras tres piras arden cuatro cuerpos permanecen a la espera en las escaleras del ghat. La postal es totalmente india.




Ya a la vuelta al ghat de origen le pago al barquero y, aprovechando que aún se puede estar en la calle, recorro los ghats hasta toparme con el templo de Kashi Vishwanath, también conocido como el Templo Dorado. Este templo es como la catedral de Santiago para los hindúes. El templo además está rodeado de un despliegue militar importante ya que aquí ha habido dos atentados islamistas en 2010 y 2014. Además los peregrinos a veces se pasan de exaltación y, junto con las aglomeraciones que se producen, no es raro que se termine liando parda. Hasta el 2019 los no hindúes tenían prohibida la entrada. Ahora podemos entrar previo pago de 7 euros, presentando el pasaporte y acompañado por un "Guía" obligatorio. Lo bueno es que nos permiten entrar como VIP y no se hace cola, aquí la gente hace colas de horas para presentar la ofrenda en el templo. Al templo no se puede pasar con nada electrónicos, ni móvil. Lo dejas en unas cajas de seguridad donde compras las entradas. La visita, a pesar del follón del registro y los doscientos controles de seguridad, merece la pena. El templo es muy chulo, con cúpulas de oro en la capilla central y varias capillas alrededor donde los peregrinos cantan todos a la vez y hacen ofrendas. El guía me lleva a la capilla principal, la de Shiva. Aquí me meto en el tumulto de los peregrinos donde, como en Haridwar, somos conducidos casi como ovejas. La masa desemboca, como un embudo, en el templo de Shiva. La gente deposita las ofrendas en forma de leche, flores, arroz y demás, tocan el suelo y lo besan mientras son azuzados por un militar para que continúe el flujo, todo esto acompaña de cánticos comunitarios al unísono. Yo, ante el panorama, cuando me ha tocado mi turno pues he pedido un deseo, más no sabía qué hacer. Menos mal que aquí no había ningún monje que me enganchara.
Después del templo principal hemos recorrido los de alrededor viendo los cánticos, el guía me explicaba lo que veía pero la verdad que no le entendía nada y le decía a todo "Nice". Hay cosas que es mejor ver sin entender. A pesar de ser uno de los templos más importantes para el hinduismo el de Haridwar me impresiono más. La falta de control en Haridwar lo hace algo tan intenso que el impacto es exponencialmente mayor. Aquí se nota que se ha debido de liar muchas veces y ya lo tienen medio controlado a base de organizarlo modo rebaño.
Al salir del templo el sol caía ya a la envidia. Callejeando se podía estar. He ido hacia el norte dirección a una mezquita. Por el camino he pasado por el ghat de las cremaciones y aquí me han intentado hacer el timo. Me he parado un rato a observar las cremaciones y ha venido un hombre super enfadado diciéndome que me ha visto tirar una foto (cuando llevaba la cámara apagada y recogida), que me conoce y que le tengo que pagar. Al principio le he hablado bien pero el tio notablemente enfadado medio a gritos me decía que le pagara montando un número importante. Yo ya había leído el timo en internet así que me he enfadado yo como él y en un perfecto español lo he mandado a donde la espalda pierde el nombre mientras me iba, aún me seguía y me ha hecho prácticamente enfrentarme a él diciéndole que se vaya a tomar viento en español, alzando bien la voz sobre la suya. En ningún momento le he hablado en inglés, si no te dan la vuelta.
El Gath de los cremaciones es sin duda el agujero negro de los timos. Mejor verlo de lejos y evitarlo. Esta gente hace de la muerte un negocio con los turistas, y luego te dicen que no eches fotos por respeto. Nosotros como europeos nos creemos que afrontan las cremación como un análogo a los entierros en España pero para nada, aquí no hay un ápice de emoción. Lo hacen como un ritual en donde para ellos es una liberación y en el que los turistas hemos aparecido y tratan de sacar tajada. La prueba de ello son los múltiples turistas indios que hacen fotos en la zona y nadie les dice nada. Si es que hasta ellos mismos orinan a las escaleras del ghat, a escasos metros de los cuerpos que esperan la cremación. Verlo con ojos europeos es un error. Ellos saben que para nosotros es impactante y se aprovechan de ello de forma consensuada, ya que el que tío que me ha intentado timar lo ha hecho a ojos de todos los demás que callaban y seguían a lo suyo, cuando no reían.

Después del disgusto con el listo de las fotos he seguido callejeando hasta llegar a la mezquita. Ahí me ha atendido un señor que ha sido pura amabilidad, que gusto. Me ha abierto la mezquita para mí solo y no me ha pedido un duro. Me ha explicado que aquí no hay apenas musulmanes, que están todos a un kilómetro y que lo que le rodea son todos hindúes con los que no hay buena relación. El señor me ha hecho sentarme y me ha estado explicando la mezquita enseñándome fotos. El estado de conservación de la mezquita es lamentable. Aun viéndose un monumento antiguo e imponente la vegetación crece a sus anchas e incluso en la fachada hay tres paneles enormes de abejas.


Al salir de la mezquita viendo el calor que hacía he decidido ir para el hotel a descansar un rato. Aquí es cuando me ha pasado el disgusto. La calle principal es un caos de motos, bicis, tuktuks y rickshaws, entremezclados con la gente. No hay espacio peatonal y hay que andar entre medias. En estas un rickshaw, que es un carromato tirado por una bici, ha aparecido por detrás mío y me ha golpeado la pierna pisándome además el pie entero con la rueda del carro. He visto las estrellas de golpetazo que me ha pegado en la pierna y el pie. Lo típico que se te nubla la vista y te dan ganas de vomitar. El rickshaw iba con dos pasajeros, junto con el peso del carro pues me ha reventado. Encima es que el indio ni si quiera ha mirado para atrás, ha seguido tan tranquilo, nadie me ha dicho nada, ni se me ha acercado a preguntar que tal, la gente ha continuado en su fluir. Aquí yo me he visto muy jodido porque me sospechaba haberme hecho algo en el pie y en la pierna. Estaba a escasos 10 minutos del alojamiento y como he podido, medio cojeando, he llegado y he subido a ver que me ha hecho. En la parte de la corva me ha hecho un buen tajo que me sangraba bastante, que es donde me ha dado el carro y el dedo meñique del pie lo tengo medio inflamado. Al tacto me duele justo la última falange del dedo meñique. Me debe haber pisado el meñique y con el acto reflejo de retirar el pie se me habrá hecho un esguince, si no una fisura. Roto no parece porque lo puedo mover y no parece desviado. La herida al lavarla no parece tan escandalosa al menos. Después de hablar con mi hermana, que es médico, me he tomado un Espidifen y me he quedado un par de horas tumbado. Vaya gracia la mierda del rickshaw. Bastante que me ha pasado al final del viaje, esto me pasa al principio y me lo jode. Mira que lo veía venir, tanto en Jaipur, como en Delhi o Agra siempre me venía la imagen intrusiva de que una moto o un tuktuk me pillaba, pues toma, un rickshaw.
Al rato he sacado ánimo para ir a comer a mi restaurante favorito y por el camino he comprado esparadrapo para juntarme el meñique con el dedo de al lado. Después de comer he vuelto al alojamiento y me he juntado los dedos. Medio cojeando puedo andar y cuando se me calienta la zona parece que el dolor remite. Asi que para evitar que se me enfríe, y en un acto de negación de la realidad, he decidido ir a una tienda de telas al barrio musulman a comprar unos pañuelos que le había prometido a mi madre.
La tienda de telas se llama Baba Blacksheep y está bastante recomendada, tanto en internet como en la Lonely. Se encuentra en un barrio musulmán y cuando he llegado me ha recibido un hombre que estaba durmiendo en el suelo. Al verme se ha incorporado, ha mirado el reloj y con un gesto de complicidad me ha dicho que ya no va al rezo de la mezquita, que se ha quedado dormido y tiene un cliente. El hombre ha sido super amable. Me ha sentado y me ha estado preguntando que qué quería. Me ha sacado varios tipos de paños y enseñado la diferencia entre cachemira, Varanasi, lana de oveja normal sintética y mezcla. Me ha tenido enseñando telas y explicándome cosas media hora. Bastante interesante. Al final he pillado unos pañuelos de lana de Varanasi porque los de cachemira se van al triple de precio. Tras comprar los pañuelos y con el dedo dolorido, forzando la pisada con el interior, he vuelto al alojamiento a dejar los pañuelos y he vuelto ya con la sombra en los ghats, a recorrer los ghats del sur.
El paseo de la tarde ha estado chulísimo, he podido recorrerlos con el pie en caliente que parece medio anestesiado. Los ghats del sur están todos conectados y aquí a uno lo dejan más tranquilo. Se va viendo chavales jugar al criquet y escenas típicas de Varanasi. Llego a un ghat en el que me encuentro como fuegos en medio rodeados de cabras que comen cosas del suelo y gente pasando al lado. Desde lejos me pongo con la cámara porque la imagen es surrealista y al avanzar me doy cuenta de que son cremaciones. Resulta que este es otro ghat de cremaciones, más humildes pero cremaciones al igual que el otro. Aquí lo bueno es que nadie me ha dicho nada, no hay el circo del otro, no obstante he respetado el tema de fotos puramente por lo escatológico del sitio. He llegado, he estado observando y me he situado en una barandilla. Se me ha acercado un grupete de indios que me han pedido hacer selfis y luego me han estado explicando lo que veía. Un abuelito, acompañado de un indio, se ha acercado a una de las pilas ya apagadas, con dos palos de bambú ha cogido un trozo carbonizado, lo han sacado y lo han tirado al Ganges. El chaval me explica que lo que han tirado es la calavera y que es parte del ritual, de las cenizas se coge un trozo de hueso que esté entero y se tira al ganges, normalmente es el craneo pero puede ser la cadera o parte de la columna. Después de tirar la calavera, llenan un vasija de barro y el abuelito se pone de espaldas a la pira y la lanza hacía atrás para caer encima de las ascuas rompiéndose.
Tras el ritual del abuelito, los allí presentes han sacado un cuerpo envuelto el tela blanca y entre 4 lo han metido al Ganges. Una vez sumergido en el Ganges lo han sacado y lo han puesto encima de una pira de madera, le han colocado más madera encima y han empezado a echar cosas encima, flores y aceites. El chaval indio me iba explicando lo que veía mientras cada 5 minutos se acercaba algún chaval a pedirme un selfi. Resulta que estos chavales cuando yo les pregunto que de donde son, son de zonas super alejadas de la India que han venido aquí como peregrinaje. Con razón les llamo tanto la atención, a pesar de haber bastantes europeos por aquí. Para muchos de ellos es la primera vez que ven un occidental y al verme solo soy más accesible. Mientras un chaval me preguntaba de futbol, yo seguía mirando la pira y otro chaval por otro lado me explicaba cosas. Se ha acercado un monje al muerto, ha recitado unas palabras y los familiares han deposito encima trozos de madera de sándalo. Luego han dado una serie de círculos alrededor de la pira funeraria, dan cinco vueltas como símbolo del fuego, el agua, la tierra, el aire y el alma. Le han besado todos los pies al muerto y le han prendido fuego. Increíble. Todo esto mezclado con la vida cotidiana, el quehacer de la gente, cabras, vacas y perros, donde se están bañando a escasos metros de donde han arrojado la calavera, la cual se puede ver flotando como baja dirección a la gente. Esto más India no puede ser. He decidido continuar cuando el humo del fuego y las cenizas de la pira eran tan fuertes que el olor me ha producido nauseas. Me he despedido de los 20 amigos indios que me rodeaban y he seguido.

He llegado al ghat final ya anocheciendo, así que he cogido sitio para ver el ritual de la noche. Aquí ha sido algo más cutre que ayer pero también chulo, es la tercera vez que lo veo y ya casi que me sé lo que toca. Se hace en una especie de playa en donde la gente pasea, lanzan farolillos al aire y venden algodón de azúcar. Hay un ambiente casi ferial mezclado con el ritual religioso.


Al terminar y con el pie bastante dolorido, al haberse enfriado durante el ritual, he vuelto a cenar a mi sitio. Tras la cena poco más. El día ha sido intenso y aquí ya está el pescado venido. Mañana último día del viaje, veremos a ver cómo me levanto con el pie.