En el octavo día de nuestro viaje por India, dejamos atrás la hermosa ciudad de Udaipur y nos dirigimos hacia
Pushkar, una ciudad sagrada que atrae a turistas y peregrinos de todo el mundo.
Durante nuestro viaje, Dashrath, nos sorprendió con dos visitas a templos que no estaban en nuestro itinerario original. La primera fue a los
templos Sas Bahu, unas pequeñas joyas que imitan los templos de Khajuraho y que estaban llenos de turismo local.
Dashrath nos explicó que cada día de la semana se dedica una ofrenda a un Dios diferente: los lunes a Shiva, los martes a Aunman, los miércoles a Ganesha, los jueves a lasmi, los viernes a Sarasmati, los sábados a Sanuman y los domingos a Suria. Por esta razón, cada día había que hacer su ofrenda diaria a los dioses.
La siguiente parada fue en el
templo Eklin Ji Temple, donde tuvimos una experiencia auténtica y única al presenciar una celebración hindú. Las colas para acceder al templo eran inmensas, pero Dashrath previo pago a los guardias que controlaban los accesos al templo, adelantó a todo el mundo y logramos entrar sin tener que hacer la larga espera que hacían los peregrinos. Fue una experiencia fascinante y algo que definitivamente volvería a hacer.
Después de nuestra visita al templo, nos detuvimos para fotografiar la imponente estatua de Lord Shiva, pero las autoridades del complejo nos querían cobrar para poder entrar y tomar fotos, así que decidimos fotografiarla desde la carretera.
Llegamos a Pushkar, aunque yo no me sentía muy bien del estómago.

A pesar de esto, insistí para que Miquel asistiera a una puja religiosa acompañado por Dashrath mientras yo descansaba. Según me contó (yo no pude ver mucho ya que al no participar en la ceremonia, me pidieron que me mantuviera alejada del lugar), hizo una ofrenda en el lago, recibió una bendición y colaboró económicamente (500 rupias, aunque le pidieron más). Cabe mencionar que no se permiten tomar fotografías durante las pujas.
Durante el día se llevan a cabo pujas y ofrendas religiosas en los ghats, lo que lo convierte en un buen lugar para presenciar estas ceremonias (previo pago)

. Cerca del lago sagrado se encuentra el único Templo que está dedicado al dios Brahma (
Brahmaji Temple) y considerado el más importante de Pushkar. Desafortunadamente, debido a que yo no me encontraba muy bien, solo Miquel pudo visitarlo.
En Pushkar, nuestra impresión fue que se trataba de un gran mercadillo alrededor de la zona del lago sagrado, lleno de tiendas de ropa, souvenirs y accesorios de todo tipo. Sin embargo, cabe decir que en la zona de los ghats se puede sentir la gran espiritualidad que caracteriza a esta “
holy city”.
Posteriormente, regresamos al hotel para tomar una ducha y como yo me encontraba bastante mejor, Dashrath nos llevó a un lugar cercano a las escalinatas del lago para disfrutar del atardecer de Pushkar. Allí pudimos observar a muchas personas rezando, a otras lavándose en aguas sagradas y a también tocando música, lo que creó un ambiente de paz y espiritualidad.
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Aquella noche, decidimos probar la comida italiana en un restaurante local para variar un poco de los platos picantes que habíamos estado comiendo hasta ese momento. Por primera vez en todo el viaje, invitamos a Dashrath a unirse a nosotros para disfrutar de la cena y tener la oportunidad de conocerlo mejor. Durante la cena, Dashrath compartió con nosotros detalles sobre su familia, su pueblo natal donde vive su esposa sin él, y cómo habían vivido durante la pandemia. También habló sobre su devoción por la religión hinduista y sus dioses, lo que nos hizo reflexionar sobre las grandes diferencias culturales que existen en el mundo.
Desafortunadamente, la noche no terminó de la mejor manera. Mientras estábamos en la cama del hotel, sentimos los temblores de un terremoto que había ocurrido en Afganistán, con una magnitud de 7,7 en la escala de Richter. Fue una experiencia aterradora, no podíamos creer que nos estuviera pasando. Afortunadamente, no hubo daños en India y solo quedó como una anécdota más de nuestro viaje.