Este día tocaba hacer una excursión a los lagos del noroeste. Amaneció una mañana bastante desapacible, con nubles y amenaza de lluvia, nada que ver con el sol y el calor de la jornada anterior. Y no era la mejor noticia teniendo en cuenta los lugares que íbamos a visitar.
Itinerario del día (solo ida) según Google Maps: 85 km, con una hora y diez minutos de carretera –teóricamente, claro-. Desde Liubliana al Lago Bled hay 55 km y desde el Lago Bled al Lago Bohinj, 27,6.
LAGO BOHINJ.
Aunque no estaba previsto de esa manera, sobre la marcha se cambió el orden de las visitas para disponer de más tiempo libre en el Lago Bled, tanto por las previsiones meteorológicas como por el almuerzo que lo tomaríamos allí, con lo cual de esa forma no habría ninguna prisa para salir de allí, ya que era el último destino del día.
La primera parte del recorrido es exactamente la misma, hasta el punto de que primero pasamos por el Lago Bled, del que pudimos distinguir sus aguas turquesas desde las ventanillas del bus. También contemplamos nuestros ya conocidos panoramas verdes, si bien en esta ocasión algo más de cerca, puesto que las anodinas autopistas dieron paso a carreteras convencionales, estrechas y viradas, que proporcionaban mucho más encanto a los paisajes, sobre todo en directo, ya que las fotos no salían bien.
El lago Bohinj está situado en el Parque Nacional del Triglav, el único de Eslovenia, cuyo nombre se debe a su pico más alto, que alcanza los 2.864 metros. Es el lago más grande de Eslovenia con una superficie de 3,3 k2, una longitud de más de cuatro kilómetros y una profundidad media de 30 metros y máxima de 45. Bohinj es también uno de los valles más hermosos de los Alpes Julianos, con verdes bosques, altas montañas y amplias praderas. Se trata de un espacio natural que atrae a muchos visitantes para hacer senderismo o practicar deportes de invierno.
Pero, bueno, nuestra presencia allí no tenía nada que ver con las rutas de senderismo que tanto me gustan y que espero hacer algún día en la zona. Fuimos a ver el pueblecito y el lago; y, ciertamente, me pareció precioso desde el mirador del puente, sobre todo cuando un tibio sol despejó un poco las nubes e iluminó las aguas, que formaron un gran espejo, adquiriendo unos colores de tonalidades increíbles entre el verde y el azul.
Estuvimos un buen rato caminando por sus orillas, donde vimos la escultura de la cabra con cuernos dorados que representa a Zlatorog, criatura de la mitología eslovena que habita en los bosques y las cimas del Triglav. Una maravilla el sitio.
Y, mirando hacia atrás, aparece otra encantadora postal, que muestra el puente de estilo románico y la Iglesia de San Juan Bautista, con una torre de piedra bordeada por un festón de colorines y varios frescos en las fachadas, que parecen estar fechados en 1630.
Tuve que pagar para pasar al interior –no me acuerdo si fueron tres euros-, pero no me importó porque me gustó mucho lo que vi dentro, pues está completamente pintada y, sobre todo, atesora una cabeza de madera tallada del siglo XIV que representa a San Juan Bautista, la única pieza de la época que se conserva en la iglesia.
Muy bonito el lago y todo su entorno. Me han quedado muchas ganas de volver en un futuro, planteando un viaje diferente por estas montañas, donde la protagonista más que la cultura sea la naturaleza -que también lo es-.