Volvemos a la madrasa de Nodir Divan-Begi para ver un show tradicional. Incluye lo siguiente:
-Música nacional en vivo a cargo del grupo folclórico "Buhorcha" sobre instrumentos musicales tradicionales: doyra, gijak, ney, etc.
El instrumento musical uzbeko Doyra es considerado uno de los instrumentos de percusión más antiguos que existen. Se trata de un instrumento musical tradicional típico de Asia Central. Los monumentos de terracota encontrados en Asia Central (la ciudad de Nisa, siglo II a. C.) representan mujeres redondas. Es un instrumento musical utilizado por tayikos, uigures y otros pueblos orientales. Se usaba en las ceremonias rituales del pueblo uzbeko. Hay varias versiones diferentes de este instrumento musical en cada país y pequeñas diferencias entre ellas.

Originalmente, las mujeres lo tocaban en las bodas, pero a fines del siglo XVIII, los hombres se convirtieron en los intérpretes dominantes. La doyra se convirtió entonces en un instrumento más pequeño y pesado que se usaba para los bailes.
La parte del marco está hecha de madera de albaricoque y nogal. El lado exterior del collar está cubierto con piel curtida de ternero, caballo o cabra. En el interior, hay anillos de metal similares a los de una pandereta. Estos anillos contribuyen a la música que se reproduce. También hay tipos de círculos sin anillos. El diámetro de la brida es de 400–510 mm.
El gijak es un instrumento de cuerda que se toca con un arco, tradicional de los uzbekos, tayikos, karakalpakos, turcomanos y uigures. Tiene una estructura muy parecida al kamancheh persa (también kamānche o kamāncha ), que es un instrumento musical tradicional de Azerbaiyán, Irán y Armenia. Tiene un cuerpo esférico hecho tradicionalmente de una calabaza de un tipo especial, madera u otro material (por ejemplo, la cáscara de un coco grande) con una piel estirada sobre su parte superior. El tamaño del instrumento varía y muchas veces depende del material del que está hecho.

El gijak moderno tiene cuatro cuerdas aunque su número cambiaría con el transcurso de la historia, siendo la mayoría de las veces igual a tres. Antiguamente las cuerdas del gijak estaban hechas de seda, mientras que hoy en día son en su mayoría de metal.
Según una creencia común, el gijak fue inventado en el siglo XI por Avicena (Abu Ali ibn-Sina), el gran erudito, médico y filósofo persa, que formó los principios del estudio de los instrumentos musicales, clasificando y dando descripciones de casi todos. instrumentos que existían en la época.
La forma clásica de tocar el gijak es colocar el instrumento verticalmente y producir sonidos con un arco corto y curvo especial, aunque los intérpretes modernos suelen utilizar el arco de violín.
El ney es uno de los instrumentos musicales más antiguos que se conocen. Tendrá unos 4.500 o 5.000 años. Se asemeja a una flauta. Existen pinturas de personas tocando el ney en los muros de las tumbas del Antiguo Egipto y se han encontrados neys en excavaciones de Ur. Se elabora con una pieza de rama hueca o una caña. Posee cinco o seis agujeros frontales y un agujero para el pulgar. Los neys modernos pueden estar elaborados con metal. El tono varía con la distribución de los dedos.

- Un espectáculo de danza en el que se presentan bailes nacionales de diversas regiones y pueblos de Uzbekistán acompañado por música en vivo: danza folclórica de Corasmia, danza clásica de Ferganá, danza nacional uzbeka, así como también bailes árabes y tayikos.
En las danzas las bailarinas llevan ropas muy coloridas y muchas trenzas (postizas supongo), a la manera tradicional uzbeka.

Una característica de la danza típica de Bujara es el énfasis en la parte superior del cuerpo: los brazos, hombros, cuello y torso. La danza de Bujars también tiende a utilizar solo dos simples instrumentos musicales durante sus actuaciones: “kairaki” (similares a las castañuelas, pero de metal) y “dangers” (campanas esféricas utilizadas en forma de brazaletes en las muñecas y botas).
Los suaves movimientos de las manos y los juguetones movimientos de la cabeza, casi como un coqueteo, caracterizan la danza en Fergana.
El lazgi es la danza típica de Corasmia, patrimonio inmaterial de la Humanidad. La danza comienza con movimientos lentos y simples: primero los dedos, las muñecas, los codos y luego todo el cuerpo cobra vida. Entonces, de repente, las manos, los pies y el cuerpo se ven involucrados en movimientos complejos. Los movimientos de danza se alternan con la repetición de una parte de la música. El carácter de la música cambia y la velocidad aumenta, y el baile se vuelve más intenso y termina abruptamente. La historia antigua de Lazgi está relacionada con el descubrimiento del fuego y se remonta a la religión zoroástrica. Se dice que expresa el proceso de entrada del alma en el cuerpo, o que fue creado mediante diversos movimientos para calentarse en el clima frío y encender un fuego.
- En los intervalos entre bailes, y eso es lo más original, presentación de desfile de modas de diseñadores de Bujará. En el desfile, se muestran colecciones originales de ropa hecha en seda y algodón. Hay piezas bonitas pero no se entiende mucho que en un show haya un desfile de modelos.
Dura alrededor de una hora, quizás algo menos, y hay dos sesiones, a las 18 y a las 20 horas. Nosotros nos decidimos por la primera porque así no teníamos que volver. También hay dos tipos de entrada:
- Sin cena, solo con te. 80 sums por persona. Fue nuestra elección.
- Con cena por 220 sums por persona.
Ya que estoy, voy hablar de una leyenda de la madrasa. Nodir Divan Begi había decidido contraer matrimonio. El día de la boda le regaló a su esposa solo un par de pendientes. La novia se ofendió mucho por este regalo. Que si era muy modesto, que si la familia del novio no era tan pobre para regalarle solo pendientes....Pero el visir ni se inmutó.
Al pasar unos años Nodir Divan Begi construyó el complejo que lleva su nombre. Su mujer le reprochó entonces que él no tenía dinero para organizar un buen convite de boda y hacerle regalos valiosos, pero lo había encontrado para la construcción de esos edificios. A todo esto su marido le pidió que echara un vistazo en su joyero. La mujer lo abrió y, al ver que allí había solo un pendiente, empezó a gritar que les han robado.
"Cariño, todos los edificios que ves, han sido construidos a cuenta de un solo pendiente tuyo” - le dijo Nodir Divan Begi a su mujer. "-Tú no has podido apreciar mi regalo, entonces, ¡aprecia lo que se ha construido a su cuenta!”.
Justo enfrente de la madrasa se encuentra el khanako de Nodir Divan Begi (1619-1620), que se construyó unos años más tarde que la madrasa. Es un centro espiritual sufí. Es una construcción bastante compleja, compuesta de varias partes. En las paredes laterales y en las esquinas hay hujras. El portal principal del khanako tiene una original forma alargada, decorado en los bordes con una inscripción epigráfica. La decoración del portal principal del khanako se puede considerar como conservadora si no tomar en cuenta la representación de flores. Gracias a la existencia de una sala grande con acústica estupenda y su ubicación ventajosa, durante muchos años el khanako era el centro de la vida religiosa y cultural de Bujara.

Ya que antes conté una historia sobre la madrasa, contaré ahora una del estanque. Hace tiempo en el lugar de Lyabi-Jauz estaba la casa de una vieja viuda judía. Divan-Begi decidió que este lugar era ideal para construir un estanque al lado del khanako. Fue a ver a la viuda, proponiéndole que le vendiese su casa y terreno por un buen precio, pero la señora se negó. Entonces, Divan-Begi acudió al emir, esperando que obligase a la mujer a venderle la casa. Pero Imam Kuli Khan era un gobernante sabio y entregó el asunto al Consejo de muftíes. Los juristas musulmanes tomaron una decisión justa que prohibía desalojar a la mujer. De acuerdo con sus leyes los judíos debían tener los mismos derechos que los musulmanes. El visir no se rindió y decidió usar su astucia. Ordenó abrir una zanja para su nuevo estanque de modo que pasó justo debajo de la casa de la viuda. Poco a poco empezó a afectar a los cimientos. Incapaz de soportarlo más, la viuda fue a ver al visir con la esperanza de apenarle y que cambiara de idea. Pero el obstinado visir repitió su oferta.

La viuda le contestó entonces que no quería dinero pero le pidió a cambio un pedazo de tierra y que le permitiera construir una sinagoga. Ambos llegaron a un acuerdo y así surgió el barrio judío (mahalla-Kuhmo).
La presencia de judíos en la región de lo que hoy es Uzbekistán se remonta a la antigüedad. Durante siglos, la población judía local estuvo compuesta únicamente por judíos mizrajim, más concretamente, la comunidad judía de Bujara. Pero, a partir de finales del siglo XIX, judíos de Europa del Este, Ashkenazim, comenzaron a establecerse en la región, formando una comunidad local más. Hoy en día, la mayoría de los judíos que aún viven en Uzbekistán siguen el rito asquenazí, y los judíos de Bujará han emigrado masivamente.

No se sabe cuándo se asentaron los primeros judíos en lo que hoy constituye Uzbekistán. Durante el reinado del rey David en la Tierra de Israel en el siglo X a. C., los comerciantes judíos ya se aventuraban en Asia Central. Sin embargo, no existen textos ni hallazgos arqueológicos que nos indiquen cuándo se asentaron allí los judíos.
Según una tradición de los judíos de Bujara, los primeros en establecerse en la región fueron miembros de las Diez Tribus, posiblemente las de Neftalí e Isacar, deportados tras la derrota final del Reino de Israel por los asirios en el 722 a.C. La tradición se basa en el versículo 17:6 del Libro de los Reyes II: “En el año noveno del reinado de Oseas, el rey asirio conquistó el Reino de Israel (Shomrón) y los llevó cautivos a Asiria y los hizo habitar en Halah y Havor, junto al río Gozán...”. Havor sería una referencia a Bukhara. El término judíos de Bujara puede remitirse al siglo XIV. Tamerlán envió a cientos de familias judías desde Bukhara para ayudar a reconstruir la ciudad de Samarcanda. Otros justifican que el nombre “judíos de Bukhara” fue aplicado a la comunidad por viajeros europeos que estuvieron allí antes de la conquista rusa, en 1868, ya que, también en aquella época, la mayoría de los judíos de la región eran súbditos del Emir de Bukhara.

Según otra tradición local, una oleada de judíos llegó a la región en el siglo VI a.C. Después de que Ciro el Persa conquistó Babilonia en 6 a. C. y estableció su propio Imperio, autorizó el regreso de los judíos a su Tierra de Israel, judíos a quienes los babilonios habían mantenido cautivos desde que Nabucodonosor II derrotó al Reino de Judá y los deportó a Babilonia. No todos lo hicieron. Algunos se dirigieron hacia el este, instalándose en Persia (actual Irán), el actual Afganistán y Sogdiana. Llamada por los romanos Transoxiana, Sogdiana fue una antigua región geográfica que corresponde a los actuales Uzbekistán, Tayikistán y parte de Kazajstán.
En 327 a. C., Alejandro Magno conquistó parte del actual Uzbekistán, incluida Sogdiana, entonces provincia del Imperio aqueménida, el Primer Imperio Persa. Esta conquista provocó el crecimiento de las actividades comerciales en sus principales ciudades, como Andiján, Kokand, Rishtan, Samarcanda, Bukhara, Khiva y Tashkent.
La primera evidencia documentada de presencia judía en la región se remonta al siglo IV d.C. Y, según otra tradición local, un gran número de judíos huyeron de Persia en el siglo V, durante el reinado del sha Perozes.

No se sabe exactamente cuándo comenzaron a operar los judíos en la Ruta de la Seda de Asia Central, pero ya en el siglo VII había un gran número de comerciantes judíos.
En este siglo, Transoxiana fue conquistada por los árabes, quienes extendieron el Islam por toda la región. Desde el siglo VIII al X, Transoxiana se convirtió en un importante centro cultural debido a la riqueza derivada de la Ruta de la Seda del Norte, siendo sus principales centros Samarcanda y Bukhara.
La llegada del Islam cambió la forma de vida en todas las tierras que conquistó. En la región que hoy es Uzbekistán se produjo una islamización masiva de la población, a excepción de los judíos, que se convirtieron en una minoría numéricamente insignificante. El Estado musulmán les impuso una serie de obligaciones y, a cambio, les garantizó la vida, la propiedad y el derecho a practicar su religión. Los judíos sufrieron mucho durante la invasión mongola de Uzbekistán en 1220. Los barrios judíos de la ciudad de Bukhara fueron destruidos y, hasta donde sabemos, no se recuperaron hasta el siglo 14. Y cuando los ejércitos mongoles conquistaron Irán, muchos judíos huyeron. y se instaló en el vecino Uzbekistán.
Una de las consecuencias de la invasión mongola fue el aislamiento de los judíos de Asia Central del resto del mundo judío, con excepción de otras comunidades judías de habla persa que vivían en los territorios que hoy constituyen Irán, Afganistán y Tayikistán.
En tiempos de Amir Timur la vida judía transcurrió sin problemas, las comunidades florecieron y los judíos prosperaron. Pero la bonanza duraría poco. Después de la muerte de Tamerlán, los judíos volvieron a ser objeto de persecución por parte de las autoridades musulmanas. La zona de residencia que se les permitió estaba restringida a un barrio especial, mahalla. Las casas, sinagogas, puertas y tiendas judías debían construirse a un nivel más bajo que las de los musulmanes. Su testimonio ante un tribunal no servía y su vestuario debía ser diferente, obligándolos a llevar una gorra y un cordón alrededor de la cintura, ambos de color negro. Se creó un impuesto especial para los judíos y tan pronto como uno de ellos hacía este pago, recibía una bofetada de los recaudadores de impuestos oficiales.
En el siglo XVI, dos kanatos rivales se establecieron en la región: el de Bujara, que más tarde se convertiría en emirato, y el de Jiva, ambos gobernadas por musulmanes suníes.
El Kanato de Bukhara era el centro de la vida judía en Asia Central. Había numerosos poetas y traductores judíos, cuyas obras fueron escritas en el dialecto tayiko-judío. Sin embargo, la vida judía sufriría un cambio a partir del siglo XVI cuando la dinastía safávida llegó al poder en Persia, convirtiendo paulatinamente sus dominios en el bastión del Islam chiita. Los gobernantes safávidas obligaron a la mayoría suní a convertirse en chií y rompieron todas las relaciones con sus vecinos suníes, incluido el Emirato de Bukhara. Con la ruptura de los lazos entre los judíos de Bukhara y todas las comunidades judías de Irán, la comunidad quedó completamente aislada y entró en un declive espiritual y religioso.
En el siglo XVIII, los judíos de Bujará se enfrentaron a otra amenaza a su integridad espiritual, cuando las autoridades islámicas adoptaron una política de conversiones forzadas, práctica que se reanudó a principios del siglo siguiente. Obligados a elegir entre la muerte y el Islam, muchos judíos se convirtieron. En apariencia eran musulmanes fieles, mientras que en secreto permanecían fieles al judaísmo.

Sin embargo, a finales de siglo, con la llegada del rabino Yosef Ma'aman al-Magrebi, las cosas cambiaron. Hasta la llegada del rabino Ma'aman, los judíos de Bukhara seguían la liturgia y las tradiciones de los judíos persas, pero él introdujo la liturgia sefardí. Con el tiempo, los judíos abandonaron sus antiguas costumbres en favor de la liturgia y las costumbres sefardíes.
La comunidad recibió permiso de las autoridades islámicas para establecerse fuera del mahalla, fundando la “Nueva mahalla”, el nuevo barrio judío. Se fundaron escuelas para niños (jomlo). Las comunidades judías de Bukhara y otras ciudades estaban dirigidas por un calontar elegido por la comunidad y aprobado por el Emir.
La emigración de judíos de Bukhara a la Palestina otomana comenzó en 1868. Entre los primeros inmigrantes se encontraban judíos ricos que querían hacer de Jerusalén el centro espiritual de su comunidad. A finales del siglo XIX ya vivían en Jerusalén unas 19 familias de Bujará. En 1880 ya había 1936 personas, la mitad de ellas en Jerusalén. Durante el mandato británico en Palestina, la comunidad judía de Bukhara comenzó a vivir un período de gran desarrollo.
A principios del siglo XIX, el territorio de la actual Uzbekistán estaba dividido entre el Emirato de Bukhara, el Kanato de Jiva y el Kanato de Kokand.
Había judíos viviendo en los tres dominios, principalmente en las ciudades de Bukhara, Samarcanda, Tashkent, Karshi, Shakhrisabz, Kokand y Margelan. Bajo el gobierno islámico, los judíos todavía eran una minoría segregada, pero sus vidas mejoraron con la invasión de la Rusia zarista que inició la conquista de Asia Central en la segunda mitad del siglo XIX.
La parte oriental del actual Uzbekistán fue tomada por los rusos en 1865 y tres años después derrotaron al Emirato de Bukhara, que perdió gran parte de su territorio, incluida Samarcanda. Los rusos llegaron a dominar la región: el Emirato y el Kanato de Khiva eran protectorados rusos y anexaron el de Kokand. Para la población judía de Bukhara la situación se volvió precaria, ya que la población musulmana los culpaba de la derrota y un gran número de judíos abandonaron el Emirato para establecerse en Turkestán donde no fueron discriminados, al contrario, fueron respetados como súbditos leales del zar.
Los judíos comenzaron a desempeñar un papel vital en el desarrollo del mercado textil. En ese momento, dominaban el comercio de tintes de Asia Central y muchos poseían pequeñas empresas de teñido de textiles.
Reconociendo su utilidad, las autoridades zaristas implementaron políticas favorables a los judíos en la región. Mientras que quienes vivían en el Imperio Ruso eran obligados a residir en la llamada “Zona de Residencia”, con su actividad comercial legalmente restringida, los judíos del Turquestán obtuvieron amplios derechos comerciales y podían elegir dónde vivir, ya fuera allí o en la propia Rusia. Durante este período, atraídos por las oportunidades económicas, un número aún pequeño de judíos de Europa del Este comenzó a establecerse en Turkestán.

En la Rusia zarista la libertad concedida a los judíos del Turquestán fue mal recibida. Ante la presión de comerciantes e industriales, en 1888, el gobierno zarista comenzó a diferenciar entre los judíos “nativos”, que habitaban la región antes de la conquista rusa, y los que se habían asentado después. Mientras que los “judíos nativos” tenían los mismos derechos que la población islámica, los judíos que se habían asentado en la región después de la conquista rusa, considerados “ciudadanos extranjeros”, tenían derechos restringidos. Entre otras cosas, sólo se les permitía residir en lugares predeterminados hasta que regresaran “a su lugar de residencia original”. Entre los judíos de Bukhara empezó a aparecer un grupo muy rico. Controlaban la mayor parte de las exportaciones de algodón y poseían decenas de fábricas y almacenes, tierras y ferrocarriles.
La prosperidad de la población judía resultó en una mejora de la vida comunitaria y religiosa. Se estima que durante la ocupación de la Rusia zarista, 50 judíos vivían en Samarcanda y 20 en el Emirato de Bukhara, de los cuales alrededor de 4 en la ciudad de Bukhara.
Según el censo de 1926, en el Uzbekistán soviético vivían 18.172 judíos, de los cuales 7.740 en Samarcanda, 3.314 en Bukhara, 1.347 en Tashkent y 746 en Kokand. Los historiadores consideran que el censo es inexacto y estiman que el número de judíos a mediados de la década de 1920 alcanzaba entre 30 y 35 mil.
Con el establecimiento del poder soviético, se abolieron la libre empresa y las prácticas religiosas. Muchos judíos ricos perdieron todas sus propiedades y fueron acusados de explotar al proletariado. El régimen comunista hizo que la práctica y la enseñanza religiosa fueran lo más difíciles posible, cualquiera que fuera la religión. Empezaron a cerrarse sinagogas. Los judíos, no obstante, continuaron practicando su religión durante toda la era soviética, a pesar de los esfuerzos por erradicarla.
Después del ascenso de Stalin al poder, el número de judíos asquenazíes aumentó considerablemente en Uzbekistán, cuando el dictador obligó al exilio de miles de judíos rusos a las repúblicas de Asia Central. En la Segunda guerra mundial también muchos judíos se refugiaron en la región.
El 31 de agosto de 1991 Uzbekistán declaró su independencia. Con la disolución de la Unión Soviética, se aliviaron las restricciones a la emigración y los judíos comenzaron a marcharse en masa.
De los 94.900 judíos que vivían allí en ese momento, 51.400 vivían en Tashkent. Alrededor de 8.000 judíos de Bukhara ya habían emigrado a Israel entre 1972 y 1975. Un pequeño contingente de 2.000 judíos emigró a Estados Unidos, especialmente a Nueva York. En la década de 1980 se produjo una segunda ola de emigración judía-Bukhara hacia Israel y Nueva York, que se convertiría en un tercer centro de la comunidad judía de este origen. Hoy siguen viviendo en Bukhara unos 3.000 judíos.
Nos adentramos en las callejuelas del barrio judío, justo por detrás del Lyabi Hauz. La sinagoga es muy pequeña y algo desorganizada. A cada lado de la puerta hay una placa que indica que el edificio del siglo XVI está bajo protección estatal. La entrada es gratuita pero se aceptan donaciones.

Un poco más allá está el Hotel Lyabi House, sito en una casa judía del siglo XIX. Conserva su pintoresco patio. Aprovechamos para tomar un agua y descansar un poco.