No he pasado mala noche, aunque la habitación tiene un olor a humedad que satura. A las 6 me he encontrado con Isaac y lo primero que ha hecho ha sido poner la tele a todo lo que da y seguidamente un plato de salchichas con tomate y patacones... Como desayuno, se hace duro... Al tema de los patacones terminas cogiéndole manía.
Después de desayunar, me he entretenido con dos loros que había afuera mientras Isaac preparaba las cosas para hacer noche en el Darién. La mujer de Isaac me ha dado para que probara un "Boli", que también le llaman "duro de culey". Es una especie de zumo de frutas congelado con trozos de piña. Lo gracioso es que lo de "culey" viene de la marca del zumo, una especie de tang que se llama "Kool-Aid". Las 6:30 y ya me he comido salchichas fritas, patacones y un polo.
A las 8 hemos salido para el Darién. De camino en el coche, hemos parado dos veces. La primera porque hemos visto una especie de pájaro estaca, precioso. La segunda por un perezoso que estaba sentado en un árbol, tan tranquilo.
Hemos llegado al desvío al Darién y, desde aquí, son 3,5 kilómetros andando por selva. Al inicio del camino hay una antigua caseta que me cuenta Isaac que era de los paramilitares cuando la zona estaba en controlada por guerrilla y demás. Desde la paz se retiraron y la caseta quedó abandonada, comiéndosela poco a poco la selva. Bonita estampa.
La parte de la selva por la que andamos es zona de amortiguación. Está en una reserva comunal de la comunidad indígena Pijibasal, no está permitida ningún tipo de explotación. En la entrada nos esperaba un chaval de la comunidad emberá Pijibasal. Él nos ha acompañado a visitar un nido de águila harpía que se encuentra dentro de este área. El águila harpía aunque Isaac sepa donde está, al encontrarse en zona indígena, si o si tienes que ir acompañado por guía. Una manera de apoyar a la comunidad que se encarga de monitorizar durante todo el año las águilas.
El camino es por selva primaria con ceibas, higuerones y cuipos enormes. Hay un árbol que llaman "flor de rosa" que está en plena floración y deja parches rojos en el suelo con los pétalos caidos. Le dan su toque romántico a la selva, si no fuera por la humedad y el calor tan sofocante que hace.
Se va siguiendo un río hasta llegar al nido del águila. Es un nido antiguo, al principio no se veía nada hasta que el canto de llamado ha delatado a un juvenil perchado entre las ramas de cuipo. Isaac dice que debe tener como un año y medio, casi con plumaje adulto. Estaba perchado muy elegantemente hasta que se ponía a llamar a la madre y perdía toda la elegancia, convirtiéndose en un pollito de golpe. La madre se le escuchaba responderle, pero no ha llegado a bajar. Ha llegado a hacer una pasada por encima del árbol para chulearse pero sin decidirse. Cuando está asi de grande pueden no ir al nido durante días. Incentivando a que el juvenil empiece a volar y comer por su cuenta. El juvenil ha llegado a situarse en una rama más cercana muy curioso hacia nosotros. Nos miraba mientras alternaba el llamado a la madre. Quizá no por curiosidad si no como aviso de peligro. Ya satisfechos, nos hemos despedido.
De la harpía, hemos ido ya a lo que es el parque en sí. A la hora de andar, Isaac es un máquina con el reconocimiento y avistamiento de aves, si las aves no son tu pasión esto puede ser desesperante ya que para recorrer un kilómetro podemos estár facil una hora y media, no hace falta andar grandes distancias para ver aves. Tiene un oído tremendo y, en cuanto oye algo, pone el reclamo y a esperar. Así ha atraído a dos especies de manakins, una oropéndola endémica y una especie de gavilán, también endémico. Hay que tener paciencia, pero aparecen.
Hemos llegado al refugio casi a las 14. Rancho Frío se llama. Es un refugio muy muy básico, extremadamente básico. Tienes que llevar tu comida y hasta las sábanas. En este caso, Isaac llevaba un cocinero y un porteador. He llegado empapado de sudor. Qué manera de sudar, es como estar dentro de una tienda de campaña en pleno agosto. No hay tregua.
En el refugio se encuentran seis guardaparques que tienen un cachondeo tremendo. Lo gracioso es que hay un guardia negro y calvo y lo llaman "Bola 8". Te meas de risa con ellos, en especial con bola 8. Tienen un acento que deben ser los andaluces de Panamá. Todo lo dicen con muchísima gracia. Hay tres americanos en el refugio que resulta que trabajan en una fundación americana que subvenciona el Parque Nacional del Darién y están en el refugio conociendo las infraestructuras. Ya te digo yo que se conocen rápido. Pocas y malas.
Después de comer, me he echado un pestañeo en la hamaca y hemos ido a buscar águila crestada sin suerte. El paseo de la tarde ha sido menos productivo en cuanto a aves. Lo único, una ranita y una culebra ratonera que no me ha dado tiempo a fotografiar. Por la tarde yo iba ya exhausto y la búsqueda de la crestada ha sido dura. No había trocha y básicamente ibamos andando a machete limpio. Encima isaac es pequeñito y me iba comiendo yo las telarañas. Hemos llegado al nido pero estaba vacio, no se escuchaba tampoco llamado. Isaac dice que el año pasado estaba el pollo ya crecido por lo que ese ya vuela y aun no han empezado el celo.
A la noche estábamos de vuelta. Hemos estado con los guardaparques de risas, es un constante cachondeo, una broma tras otra, muchas ni las entiendo pero tienen una viveza tan grande que es que te meas con ellos de risa. Los tios tienen su mérito, pasan temporadas de un mes aquí metidos descansan dos semanas y vuelven otro mes. Si veis las condiciones del refugio y las condiciones de la selva se te antojan super heroes. A mi me parece durísimo y aun no he pasado ni una noche. Lo más similar que yo he vivido a esto fue en la selva de Sumatra en el parque nacional de Gunung Leuser donde me tiré 4 dias buscando Orangutanes salvajes durmiendo al raso con dos indonesios. Aquello fue más duro aun pero con el paso del tiempo se queda un sabor de boca dulcísimo, asi que esto lo estoy disfrutando como un enano. La sensación de estar en lo mas salvaje no se puede expresar con palabras. AQUÍ tenéis el diario en su día de la selva de Sumatra.
Tras varias horas de risas ha llegado el momento de dormir. Para dormir es una historia. Hay una especie de casera con dos plantas. Cuando hemos llegado al refugio Isaac ha ido corriendo para coger las camas que había libres en la parte de arriba. Me comenta que aquí hay mucha "Chitra". La chitra es una especie de mosca particularmente molesta porque sus picaduras pueden causar una reacción alérgica en la mayoría de las personas, con unos hinchazones importantes y picor de un par de semanas. A pesar de su diminuto tamaño, son muy agresivas y tienden a ser más activas durante las horas del amanecer y el atardecer. Se mueve a baja altura por lo que es menos probable que pique en la planta de arriba. Después de decirme eso dime tú cómo afronto yo la noche. Me he echado un litro de antimosquitos y me he puesto manga larga y pantalón largo. Aquí los mosquitos son cosa seria, hay millones. Por la noche antes de dormir les preguntaba a los guardaparques por la "chitra" y solo responden con onomatopeyas sobreactuadas. De la cantidad de antimosquitos que llevo, me pasan un medidor de radiactividad y revienta. Aun así, mira si hay mosquitos que me han picado en las sienes. ¿Cómo se me iba a ocurrir echarme ahí? Pues nada, hasta en la cabeza llevo antimosquitos. La noche se presenta dura, un calor sofocante, humedad brutal y yo en pantalon y camiseta larga y encima tapado. Que sea lo que tenga que ser.