Hoy la ruta es bastante sencilla. Ha amanecido con llovizna, pero ya me da igual; mientras no sea un diluvio, no me va a quitar ningún "highlight".
Aquí os dejo el enlace a la ruta de Wikiloc. TRACK DE LA RUTA
La ruta comienza siguiendo el río Cachoeirao. Se cruzan un par de puentes hechos con troncos que dan más cosa que los salientes que se asoman a las cataratas. No queda otra que cruzarlos, aunque den la seguridad justita. Se anda por bosque hasta cruzar un último río, que da paso a una subida constante de 4 kilómetros hasta lo alto del valle. Es bastante desnivel, pero en un zigzag fácil con mucha agua para reponer. Esta subida es como una postal de todo el trekking hecho estos tres días atrás. Se ve a la derecha el valle del río Lapinha, el morro do Castelo y el valle de Pati, con todo el valle del Cachoeirao a la izquierda, con la catarata al fondo, majestuosa. Una vista muy bonita que acompaña toda la subida y que hace a uno sentir orgullo de lo recorrido.
El cielo se va alternando entre sol abrasador y nubes. Las nubes se agradecen, aunque la humedad siga siendo la misma. Una vez en lo alto del valle, la ruta pasa a ser 8 kilómetros de bajada progresiva por una planicie sosa, siguiendo riachuelos formados durante la noche. A 4 kilómetros de terminar se ve el pueblo de Andarai a lo lejos con una columna de agua tremenda avanzando. Ahí he apretado el paso porque me veía que la columna venía hacia mí, a la vez que yo me dirigía a ella. Afortunadamente la columna de agua la he dejado a la izquierda y solo me he llevado un ligero chispeo.
He llegado a Andarai a las 13. El pueblo está enclavado en el río, tiene varios puentes y casitas de colores, pero en ese momento solo pensaba en llegar y ducharme. La peste que me echa la camiseta y la gorra me están agobiando a mí mismo.
He llegado al alojamiento como el que viene después de un año en la guerra. Es una casona histórica y me recibe una mujer rarísima que me enseña la habitación. Un par de camas del siglo XIX, con olor a polvo y lleno de mosquitos. Se puede ver desde el lado positivo, una casona pintoresca y vintage. Con sus techos altos y olor a historia. He dejado la mochila y me he metido a ducharme sin tan siquiera desarmarla. Qué gusto ducharse con agua caliente. La ropa está para incinerarla.
Ya duchado, me he sentado en el salón neoclásico a ver los wasap de 4 días acumulados. Al rato ha empezado a diluviar y ha estado lloviendo dos horas. A Dios gracias no me ha pillado andando. He aguantado, con más hambre que un perro chico, hasta que ha parado para irme a comprar algo en la panadería y volver a mi hostal vintage.
A la tarde-noche ha llegado el dueño. Un hombre de 42 años que, entre inglés y portuñol, nos comunicamos fácil. Resulta que es guía del parque y hemos estado viendo la parte que he recorrido. Me ha estado contando historias, una de ellas bastante espeluznante. Un español que, como yo, iba solo haciendo el mismo trekking en diciembre, plena época de lluvias. Se desvió del camino y terminó cayéndose con la mala suerte de romperse la rodilla. Le fue imposible salir de donde estaba y terminó muriendo de hambre y de sed. Lo encontraron dos años después y supieron de su desenlace porque el chaval llevaba un diario y fue escribiendo lo que le había pasado hasta que lo guardó en una funda impermeable antes de morir, registrando notas hasta 6 días después del accidente. La familia movió cielo y tierra durante los dos años para encontrarlo hasta que un guía, que se salió de casualidad del camino, terminó encontrando la mochila al lado de restos de huesos. NOTICIA AQUÍ
A ver, la historia es tremenda y real, pero cuando uno va al monte asume un riesgo, al igual que cuando conduce, bucea, esquía o incluso sale de fiesta. Yo, en mi caso, trato de reducir la probabilidad de un desenlace así. Llevo no solo un GPS, sino 4. El de montaña Garmin Etrex 32, el GPS de los dos móviles que llevo con cartografía instalada, el GPS satelital Garmin InReach con SOS, batería externa y pilas para el GPS. Si me hubiera pasado eso, primeramente no me habría desviado mucho de la senda principal, ya que siempre sigo el track. Si aún así me cayera y me rompiera una pierna, me habrían encontrado antes de morir de hambre gracias al GPS y a no estar lejos de la senda, eso no quita que me pueda caer y desnucarme, está claro. ¿Qué es más seguro ir acompañado? Pues claro que sí, y aún más seguro es quedarse en el sofá y hacer la ruta con el Google Street.
Después de contarme la historia del español, se ha puesto a contarme su vida. El hombre tiene un drama con el divorcio tremendo, lleva dos meses sin ver a su hijo y está de juicios con la exmujer, al final resulta que el pobre hombre está medio depresivo y casi se me echa a llorar. A buena hora le he dicho que soy psicólogo, le tenía que haber dicho informático, como al que me recogió haciendo autostop en Costa Rica. ETAPA AQUÍ
Después de la charla, y ya de noche, me he ido a una hamburguesería. El pueblo tiene una especie de plaga de un escarabajo iridiscente del tamaño de una cucaracha, hay cientos por todas partes. Si fuera uno solo, está hasta bonito, pero habiendo tantos da cosilla, como te sientes un rato en algún lado hasta se te sube alguno.
Me he comido la hamburguesa en el hostal y a descansar. Mañana vuelvo para Salvador, prácticamente a descansar, ver la parte sur de Salvador y hacer tiempo hasta el vuelo a Colombia el jueves.
Me ha gustado muchísimo la Chapada Diamantina, se posiciona entre mis trekkings preferidos. Es un trekking por un paisaje muy espectacular, he andado solo casi la totalidad del trekking y físicamente no es demasiado exigente. Los refugios, aunque caros, son cómodos, bonitos y se come de lujo. Las condiciones climáticas y la absoluta falta de marcas en los senderos lo hacen complicado y no es un trekking al que se pueda venir tan felizmente sin organizarlo, sobre todo porque lo bonito son las cataratas y en la época seca, si bien no hay lluvias que compliquen la ruta, las cataratas están secas y le quita uno de los puntos más espectaculares al trekking. He venido en la época perfecta, finalizando las lluvias pero con las justas para que las cataratas estén con bastante agua y me haya librado de lluvias todo el día. Ha sido un punto muy diferente al resto del viaje, así que me ha sabido a gloria.
Te mandé estrellitas anteriormente, pero había olvidado dejarte comentario