Antes de la cena toca actuación en el teatro Royal. Hoy nos va a amenizar la velada Pete Mathews, autodenominado comediante-malabarista, que se da la circunstancia de que siempre actúa en todas las inauguraciones de barcos de la naviera por lo que, a priori, parece que la cosa puede prometer. Llegamos como 15 minutos antes de comenzar el espectáculo, cogemos asientos en 3ª fila y aguardamos el comienzo.
[align=justify]Acotación: a la entrada del teatro todos los días ponían un puesto de palomitas y no, no son gratis. Alguna vez vi a gente todo ansiosa a llevarse un par de cajitas pensando que no tenían coste y se llevaron un chasco o, incluso, cogerlas y ver las caras que ponían cuando les pedían la tarjeta para hacerles el cobro. Creo recordar que costaban 3,50 dólares o así y lo que ya no sé es si estaban buenas o no. Avisados quedáis….
[align=justify]Acotación: a la entrada del teatro todos los días ponían un puesto de palomitas y no, no son gratis. Alguna vez vi a gente todo ansiosa a llevarse un par de cajitas pensando que no tenían coste y se llevaron un chasco o, incluso, cogerlas y ver las caras que ponían cuando les pedían la tarjeta para hacerles el cobro. Creo recordar que costaban 3,50 dólares o así y lo que ya no sé es si estaban buenas o no. Avisados quedáis….
El show es bastante divertido y mezcla malabarismo con gracietas en el idioma de Shakespeare por lo que algunas se cogen y otras no. Como predomina la puesta en escena sobre los chistes se hace ameno y, a ratos, es espectacular. Nos deja un buen sabor de boca… No cuento detalles para no destripar futuras visualizaciones pero yo aconsejaría evitar la 1ª fila de butacas por si acaso. No te digo ná y te lo digo tó… Finalizada la función aparece Michele Scarpato, el director del crucero, a darnos la bienvenida al viaje y a recordarnos que durante esta semana no hay que limpiar, hacer la comida, hacer la compra y otras tareas de la vida cotidiana lo cual es recibido con la esperada algazara del público. Me llevo una sorpresa porque ya le tuve en esa función en el Symphony of the seas y pude verle en el inaugural del Wonder of the seas y tenía entendido que era otro director de crucero el que hacía el Voyager este año y no él (tema de vencimientos de contratos, supongo). Tipo entrañable, abierto y divertido que se esfuerza además en que el español se oiga en los mayores eventos posibles.
Tras salir del teatro nos dirigimos, cruzando el casino, al restaurante principal para disfrutar de nuestra primera cena de la semana a bordo. En nuestra mesa nos encontramos con un matrimonio mejicano jubilado, muy educados y con mucho viaje a sus espaldas, con los que hacemos muy buenas migas y con los que pasamos unas agradables veladas durante las cenas charlando de cada cosa un poco, de las escalas y de la vida en general. Aun siendo la mesa para 8 personas ya no vino nadie más durante la semana por lo que al final teníamos una mesa grande y amplia para nosotros 4 y con unas vistas excelentes al conjunto del comedor.
Se presentan Henry, el camarero, filipino, y Rafael, el ayudante, ya presentado con anterioridad. Henry se dirige a nosotros en inglés y ya los mejicanos tuercen el gesto y le dicen que ellos ni hablan ni entienden inglés y que todo en español, tanto carta como hablado. Rafael y nosotros procedemos a traducir lo que nos cuenta Henry y esta noche se salva (el resto de noches vino Rafael a tomar las comandas y problema solucionado). Nos traen las cartas del menú en inglés y le decimos a Henry que, por favor, nos las traiga en español a los 4 comensales, cosa que ya hicieron el resto de la semana también. También dejamos sentadas algunas bases para facilitarles el trabajo: limonada para todos y tabasco y rodajas de limón para los mejicanos.
Hoy la temática de la cena es “Bienvenidos a bordo” y cada uno elige los platos que le parecen más apetecibles. “Sobre el apetito, tarta de calabaza”, dice el proverbio de estas tierras. En mi caso, por ejemplo, como hace unos años que no los pruebo, me pido los caracoles. Aparte, se podían elegir delicias tales como Pastel de cangrejo estilo Maryland, Pollo frito sureño o Tarta de lima.
Hoy la temática de la cena es “Bienvenidos a bordo” y cada uno elige los platos que le parecen más apetecibles. “Sobre el apetito, tarta de calabaza”, dice el proverbio de estas tierras. En mi caso, por ejemplo, como hace unos años que no los pruebo, me pido los caracoles. Aparte, se podían elegir delicias tales como Pastel de cangrejo estilo Maryland, Pollo frito sureño o Tarta de lima.
Transcurre la velada en total armonía: comentamos el frío que hace en el interior del barco porque tienen el aire acondicionado a tope y nos señalan que ellos repiten esta semana y que la siguiente también continuarán viaje en el barco. Es decir, van a encadenar 3 itinerarios seguidos de manera que la semana anterior embarcaron en Civitavecchia y desembarcarán la otra semana en Barcelona para ya volar hasta Méjico de regreso. Nos cuentan que la semana pasada el director del crucero era otro (algo sosainas, parece) y que esta semana hay menos pasajeros (3.200) que la anterior por lo que vamos a estar algo más cómodos en las instalaciones comunes del crucero.
La comida está en la media sin sobresalir ningún plato, hacemos algo de sobremesa y nos marchamos al siguiente evento de la noche: “La gran fiesta de los 80´s”, en la Gromenauer. Dicha fiesta consiste en que se pone música de esa década y el equipo de animación en una pasarela elevada que cruza la Promenade baila y lo da todo animando al personal a que haga lo mismo. Su empeño es encomiable y, efectivamente, nos contagia a todos por lo que bailamos todo lo que nos ponen por delante. Hay que señalar lo que luego vine observando a lo largo de la semana y que es la pobreza de variedad musical que hemos tenido a nivel general. En este caso me refiero a que durante 45 minutos, que es lo que dura la fiesta, da tiempo a poner lo más representativo del panorama musical de toda una década y sí, pusieron canciones emblemáticas pero también muchas casi desconocidas o en el olvido. No sé si será tema de royalties, derechos o demás pero la realidad fue ésa. Como lo importante ha sido la puesta en escena de los animadores se les perdona, de momento…
La comida está en la media sin sobresalir ningún plato, hacemos algo de sobremesa y nos marchamos al siguiente evento de la noche: “La gran fiesta de los 80´s”, en la Gromenauer. Dicha fiesta consiste en que se pone música de esa década y el equipo de animación en una pasarela elevada que cruza la Promenade baila y lo da todo animando al personal a que haga lo mismo. Su empeño es encomiable y, efectivamente, nos contagia a todos por lo que bailamos todo lo que nos ponen por delante. Hay que señalar lo que luego vine observando a lo largo de la semana y que es la pobreza de variedad musical que hemos tenido a nivel general. En este caso me refiero a que durante 45 minutos, que es lo que dura la fiesta, da tiempo a poner lo más representativo del panorama musical de toda una década y sí, pusieron canciones emblemáticas pero también muchas casi desconocidas o en el olvido. No sé si será tema de royalties, derechos o demás pero la realidad fue ésa. Como lo importante ha sido la puesta en escena de los animadores se les perdona, de momento…
Sin solución de continuidad el siguiente evento es la Fiesta silenciosa que se va a desarrollar en la discoteca ubicada en la cubierta 14, High Notes. Para allá que nos vamos y en la entrada ya tienen colocados los auriculares para el desarrollo del asunto. La fiesta silenciosa o silent disco consiste en que se reparten a los participantes unos auriculares con dos canales de música y se trata de bailar o disfrutar de la música. Cada canal tiene un color de manera que puedes ver quién está escuchando lo mismo que tú. Hay unos botones y diales en los cascos para cambiar de canal y regular el volumen. La gracia está en que la discoteca está en silencio y la gente se mueve al ritmo de lo que escucha y canta siguiendo la canción que toque por lo que se entremezclan lo que bailan y cantan unos y otros. Como las canciones que pone la Dj son todas más o menos conocidas aquello se convierte en un karaoke colectivo.
Puesto que allí cada uno va a su bola y canta como le parece, nosotros entonamos nuestro mantra particular cuando llega el momento:
Chope,
Yo no quiero jamón, quiero
Chope.
(póngase de fondo, para total comprensión, “YMCA” de los Village People).
A lo tonto estamos cerca de las 00:30 de la madrugada y el día, lleno de emociones, se va notando aparte de que ya uno, a ciertas horas, lo que le pide el cuerpo ya es su camita calentita y mullidita para echar un buen sueño. Cosas de la edad…
Dejamos la fiesta, que ya está en sus últimos estertores, y propongo a mi acompañante un último plan que me apetece cumplir en este primer día: ir al helipuerto en proa y ver surcar el barco las aguas helenas. A tal fin recorremos el exterior de la cubierta 4, subimos unas escaleras y delante del todo está la zona del helipuerto, con unos bancos y toda la vista delantera del barco a nuestros pies. Por allí no hay nadie y la calma es total. El barco va despacito y se desplaza con total suavidad. Yo me acerco a la zona más exterior, la zona foto Titanic, y mi acompañante me dice que él no se acerca más no se vaya a ir a marear y tengamos una noche toledana. Me acodo en la borda y dejo vagar mis pensamientos con la vista en el oscuro horizonte. Viene a mi mente la letra de “Mirando al mar” del cantante de boleros y pasodobles de mediados del siglo pasado, Jorge Sepúlveda. Es un momento que no olvidaré.
Nos recogemos en el camarote, las camas ya están separadas y nos ponemos a ajustar el aire acondicionado del mismo para pasar una noche agradable sin frío ni calor. Lo ponemos como en la mitad y según transcurra la cosa lo ajustaremos para toda la semana.
Mañana llegamos a Mykonos, 1ª escala del viaje, y a su costa arribaremos nada más y nada menos que 7 barcos de crucero. ¡Que no nos pase nada…! Buenas noches.
Conclusiones que nos deja el día:
• Acceder a la terminal de cruceros B del puerto del Pireo es sencillo y está bien señalado. Hay como un arco de entrada con una garita por donde pasan los transportes que lleven a la gente a la terminal y, a mano izquierda, sale una acera para el tránsito de los peatones. Se llega fácil y rápidamente.
• Cuidado con las temperaturas dentro del barco porque, aparte de que hace frío en el interior, se producen los cambios de temperatura. Uno está al solecito en cubierta en pantalón y manga corta y luego baja al interior con el frío existente y se nota mucho la diferencia, lo que acaba afectando al cuerpo y sobre todo a la garganta. El marido mejicano compañero de cena se tiró buena parte de la semana afónico por haber cogido frío, por poner un ejemplo, y nosotros también le dimos en más de una ocasión a las infusiones calentitas para calmar la carraspera. Por tanto, si vais a estar de continuo por las cubiertas interiores echad mano de algo que pueda abrigar y, con más motivo, en el Studio B, donde la pista de hielo, porque ahí se nota con creces.
• Si tenéis la oportunidad de subir pronto al barco aprovechad para hacer ciertas cosas que puedan tener exceso de gente a lo largo de la semana. Al no haber aún mucho pasaje no hay colas y se está más a gusto: jacuzzis, toboganes de agua, ping-pong…. Nosotros dijimos de echar unas partiditas de tenis de mesa esa mañana pero lo dejamos estar y ya no vimos una mesa vacía en toda la semana por lo que nos hemos quedado sin hacer esta actividad, por ejemplo.
• Puesto que las maletas no las suben hasta la hora de comer es buena idea llevar en el equipaje de mano cosas que pueden ser susceptibles de utilizarse hasta entonces: medicación, crema solar, bañador, gorra, etc.[/align]
• Es importante, para cumplir el trámite, el buscar nada más subir al barco tu Muster Station. Es decir, el lugar donde deberías ir en caso de evacuación del barco y donde te comprueban en la aplicación de la naviera que has visto los vídeos de seguridad, oído la bocina del barco y aprendido cómo ponerte el chaleco salvavidas. En la propia app te dice dónde está el punto en cuestión, vas, fichas y otra cosa menos. Atrás han quedado los tiempos en los que a una hora determinada todo el mundo se ponía los chalecos y se dirigía al punto de evacuación para hacer el simulacro.