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Tras adecentarnos en el camarote, medio hacer la maleta y no obtener novedades del estado de la borrasca en Italia nos marchamos al teatro a ver la última actuación de la semana. Hoy es un día raro en este sentido porque sólo hay una función en el teatro, la de las 19:30 horas y, aparte, una actuación de cabaret en el Star Lounge a las 21:30 horas que no podremos ver por estar cenando. Por tanto, el teatro hoy está de bote en bote pero cogemos sitio en una buena ubicación. Hoy actúan el dúo Perris, malabaristas.
Salen a escena los artistas y volvemos a tener el mismo caso de carteles con el síndrome de Benjamin Button: la pareja que ha aparecido en el escenario es mucho más talludita que lo que aparece en el cartel publicitario del evento. Bueno, esto es lo de menos pero ha sido la tónica durante casi todos los espectáculos de la semana.
Comienza el show y nos informan de que el Dúo Perris es la 3ª generación de artistas de circo y que ya hay una 4ª que va a tomar el testigo. La pareja empieza con sus evoluciones y, ciertamente, muchas son de dificultad y bastante vistosas porque no sólo llevan a cabo acrobacias de vieja escuela sino que también incorporan elementos de luz y sonido que le dan un empaque más actual a toda la puesta en escena. No ha sido de lo mejor de lo exhibido en la semana pero no desmerece tampoco al conjunto del mismo.
El espectáculo es más corto de lo habitual (normalmente son 45 minutos) porque toca fin de fiesta: a continuación aparece el director del crucero, nos recuerda la dura realidad de que mañana tenemos que volver a nuestras rutinarias vidas, hace unos chistes muy logrados sobre la vida a bordo en este crucero y nos anuncia que antes de que nos vayamos a cenar hay gente que nos quiere dar las gracias por esta semana. Efectivamente, aparece una nutrida selección de tripulantes de todo el organigrama del barco, desde pinches a oficiales y desfilan, nos aplauden, nosotros también y todo es alegría y alborozo. Es un buen colofón amenizado por los cantantes del barco, que le ponen un florido broche final a la tarde.
Finalizada la actuación salimos del teatro y por allí está Michele despidiéndose del pasaje. Decimos de acercarnos y saludarle y nos conoce (“anda, los españoles”). Le transmitimos nuestra enhorabuena por su buen hacer en todo el crucero, nos lo agradece ya que han intentado que hayamos disfrutado de la semana y nos desea buen viaje. Nos despedimos y nos vamos al comedor para la cena.
En el comedor el ambiente se nota frío. Todos somos conscientes de que ésta es la última cena y que se acaba lo bueno. Nuestros compañeros de mesa, que prosiguen viaje, lo viven de otra manera pero nosotros tenemos como una losa encima por lo que intentamos disfrutar del momento apurando estos retazos que aún quedan.
Hoy toca de temática en la cena la noche “ Buen Viaje”. Se pueden elegir tapas mediterráneas, cordero estofado o crema catalana. Yo me pido salmón de segundo y de postre tarta Selva Negra.
La cena transcurre animadamente y hacemos recopilación de los momentos vividos a lo largo de la semana. En un momento dado, a los postres, toma la palabra el maitre y nos anuncia que el cuerpo de camareros va a realizar una actuación para nosotros, los comensales. Ciertamente una buena cantidad de aquellos se arremolina en las escaleras y baila una coreografía secundados por la música del “Danza Kuduro” del cantante Don Omar. Hasta el resto de camareros que siguen al lado de sus mesas se arrancan a bailar por lo que ya todos nos levantamos con el bocado entre los dientes y nos ponemos a bailar también. Es un momento muy simpático y entrañable.
Tras la pompa y circunstancia, el maitre nos comunica que el servicio de cena en el Voyager of the seas ha sido catalogado como el mejor de toda la flota de Royal Caribbean a lo que todos contestamos con clamores entusiastas (luego he leído que parece ser que esto lo dicen en todos los barcos, que cada uno es el mejor, pero, bueno, es una forma de darnos subidón y “motivarnos” para cuando hagamos la encuesta de satisfacción del viaje). Hay que decir que hace un par de días Henry y Rafael nos pidieron unos minutos de nuestro tiempo y nos hablaron de la famosa encuesta solicitándonos que si su cometido había sido satisfactorio así lo reflejáramos en la misma. Les respondimos que no se preocuparan porque, en verdad, su proceder había sido excelente, no teníamos queja alguna y que les puntuaríamos en consecuencia.
Llegan los postres y me traen la tarta de Selva Negra. Le pregunto a Henry si se ha equivocado porque esto que hay en el plato parece ser cualquier cosa menos lo pedido. Me confirma que está correcto y procedo a catarlo: si una mousse de chocolate con una cereza lo quieren hacer pasar por una tarta de Selva Negra, allá ellos. A ver, mala no está pero no es lo que dice ser y aprovecho un aparte para que, por favor, transmitan a cocina que ni lo del otro día era panna cotta ni esto es una Selva Negra, en el ánimo de ser constructivo.
Finaliza la cena y nos despedimos de nuestros compañeros de cena con los que hemos compartido tan buenos momentos a lo largo de esta semana. Nos deseamos lo mejor en nuestras vidas y nos prometemos intercambio de fotos. También nos despedimos de Rafael y Henry y, nuevamente, se nos va finalizando la experiencia.
Mañana toca madrugar para el desembarque pero aún queda una actividad a la que asistir antes de recogernos en la cabina. Se trata de la Glow Party, consistente en que en la discoteca se iluminará con luz negra y nos darán artilugios reflectantes por lo que se supone que el ambiente será especial. Decimos de ir un rato antes de volver al camarote a terminar de hacer la maleta y para allá que nos acercamos.
No he mencionado un detalle curioso a la hora de acceder a la discoteca todas las noches. Ya fuera porque el reloj marcara las 23:00 o que el evento se catalogara como para adultos invariablemente teníamos que enseñar la tarjeta a la entrada para que se mostrara que éramos mayores de 18 años. Que alguna vez te daban ganas de decirle al tripulante que si no se lo creía….
Efectivamente, en una mesa a la entrada del High Notes habían dispuesto diverso material reflectante: collares, anillos, pulseras o palitos. Fuimos pasando y cogiendo el que nos parecía y como aquello ya tenía puesto la luz negra se formaban unos conjuntos lumínicos bastante curiosos. De la música nada que decir que no se haya dicho ya. Nos sentamos en los sillones y hacemos recapitulación del crucero. Mi acompañante se reafirma en lo ya señalado otros días y manifiesta que se ha llevado una agradable sorpresa en lo referente a este modo de vacacionar, que desconocía totalmente. Por lo que a él respecta mañana embarcaba en otro con los ojos cerrados…
A una hora prudencial nos marchamos, pasamos por cubierta para aspirar por última vez la brisa marina en navegación y nos vamos a dormir porque mañana va a ser un día también de aúpa. Buenas noches.
Conclusiones que nos deja el día:
. Para tener una estimación de la climatología exterior estando en el interior del barco se puede sintonizar un canal en el televisor del camarote donde hay una webcam que enfoca a proa y al helipuerto. Por la vestimenta de los que allí están se puede calibrar la temperatura.
. Nos pareció curioso un detalle: tanto ayer en Montenegro como hoy en Croacia nos hemos dado cuenta de la alta estatura de sus habitantes y ello también se ha traducido en aspectos tan simples como que en los tenderetes de recuerdos tienen artículos a la medida de su altura, no la del resto de los mortales. Yo mido 1,78 metros y aun así me tenía que poner de puntillas para poder alcanzar alguna gorra o prenda que estaba en los estantes superiores de las tiendas. Por lo que he leído montenegrinos y croatas están en los puestos 2º y 12º, respectivamente, de las nacionalidades con la media de estatura más alta del mundo.
. Como os pille una competición deportiva o un evento multitudinario en la ciudad donde vayáis a hacer escala tened en cuenta que ello, inevitablemente, os va a repercutir negativamente en la experiencia de la visita. Lo único que queda es armarse de paciencia y adaptarse a las circunstancias.
. Los supermercados dentro de Split son de tamaño pequeño por lo que las opciones de compra son limitadas. Tenedlo en cuenta a la hora de querer adquirir productos típicos porque no hay mucha variedad y cantidad.
. Pese a todo lo comentado a lo largo de las diferentes etapas de Split, la ciudad nos ha encantado y en otras circunstancias seguro que la hubiéramos disfrutado más. Se merece, sin duda, otra visita.
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