Día 10/08/2024
Antes de las 6 de la mañana me levanto para tomar un rápido desayuno y dirigirme al valle de Clarée, concretamente al aparcamiento situado más allá de Laval. Allí tengo planeada una ruta que me llevará por una serie de lagos de la zona.
Para llegar desde Briançon, tomo la N94 en dirección a Montgenèvre. Tras unos pocos kilómetros, me desvío hacia Névache y, desde allí, sigo una estrecha carretera que sube hasta más de 2000 metros de altitud, donde comienza la excursión. En total, son unos 45 minutos en coche.
Al llegar, aparco y noto inmediatamente el frescor de las 7 de la mañana a esta altitud. Sin perder tiempo, me pongo en marcha y tomo el amplio camino que lleva al Refugio des Drayères. Recorro un kilómetro hasta alcanzar un cruce señalizado que indica el desvío hacia los primeros lagos que quiero visitar: Lac Long y Lac Rond. Giro a la derecha, donde el camino se estrecha y se vuelve bastante empinado, lo cual no me viene mal para entrar en calor. Además, las vistas son espectaculares, con el sol iluminando las cimas de las montañas.
Comienzo del camino, con Pointe des Cerces (3098 m.)y Pointe de Blanchets (2953 m.) iluminandose con la salida del Sol
Después de unos 2,5 kilómetros, llego al Lac Long. Lo bordeo por su parte oeste y luego giro al este, comenzando de nuevo una subida fuerte. Las paradas son obligatorias para disfrutar del paisaje. Cruzo una zona pedregosa, donde el camino se difumina un poco, pero siguiendo los mojones de piedra no hay problema.

Lac Long
Poco después empiezo a divisar el siguiente lago, el Lac Rond, que aparece a mi izquierda. Giro hacia el oeste, por encima del lago, y cruzo el torrente de Brune saltando de piedra en piedra. Desde lo alto, tengo una vista impresionante del Lac Rond. Hago varias fotos, ¡es inevitable!

Lac Rond
En esta zona hay rebaños de cientos de ovejas. Comienzo a descender siguiendo el torrente, en dirección al Refugio des Drayères. Mientras bajo por el sendero empinado, las marmotas me reciben con un escándalo al notar mi presencia. Finalmente, llego a la altura del refugio.

Caída de agua. Refugio des Drayères
Desde allí, sigo el río La Clarée aguas arriba. Paso por una zona pantanosa, donde unas losas de piedra facilitan el paso. Llevo algo más de 9 kilómetros recorridos cuando llego al bonito laguito al pie de la Pointe des Blanches, el Lac Le Clarée.



Zona pantanosa. Pointe des Blanches. Lac Le Clarée
Tras hacer las fotos de rigor, sigo ascendiendo y enseguida alcanzo otro lago, también llamado Lac Rond (parece que no había muchas opciones a la hora de elegir nombres). Lo bordeo por su parte noroeste y llego al mirador de Lac du Grand Ban. Allí me tomo unas galletas y decido dar media vuelta, ya que se está haciendo tarde. Me he entretenido bastante sacando fotos, grabando vídeos y disfrutando del paisaje.

Lac Rond. Lac du Grand Ban
En el regreso, bordeo el Lac Rond por el lado opuesto y desciendo hasta el Refugio des Drayères por el mismo camino que había tomado antes. Desde el refugio, sigo el amplio camino de tierra que conecta con el aparcamiento, disfrutando mucho del valle y observando que, en el lado opuesto, hay un sendero que parece mucho más atractivo y que lleva al mismo destino.

Bordeando la otra orilla de Lac Rond. Lac Le Clarée, precioso
Al volver a Briançon, me encuentro con una valla que corta la carretera entre Névache y Laval. Al parecer, solo se puede acceder en vehículo privado a primera hora de la mañana, como hice yo, o a última hora del día; en caso contrario, es necesario utilizar los minibuses habilitados.
Al final, la ruta ha sido de casi 17,5 kilómetros y algo más de 800 metros de desnivel. La ruta
De camino a Briançon, me encuentro con una pequeña retención a la entrada del pueblo. La zona alta de la ciudad, que es monumental, atrae a muchos turistas.
Ya en el alojamiento, después de la ducha de rigor, nos preparamos en familia para salir de nuevo. Decidimos volver al valle de Clarée. Había planeado una excursión que partía más allá de Névache y seguía paralela al río hasta Fontcouverte, terminando en una bonita cascada. Sin embargo, como ya había visto que más allá de Névache no era posible continuar en coche, decidimos explorar el próximo valle, el valle de Étroite.
La carretera hasta el paso es tranquila y, en la parte alta, hay unas praderas muy agradables donde muchas personas están haciendo picnic. Eso sí, el descenso es complicado, con numerosas curvas cerradas y bastante pronunciadas. En una de las últimas curvas estaba el desvío al valle, pero… también el acceso estaba cerrado. Unos chicos controlaban la entrada y me informaron (en español, porque uno de ellos lo era) de que el acceso estaba restringido hasta las 16:30, pero que a partir de esa hora sería libre.
Decidimos bajar hasta Bardonecchia, un pueblo italiano al otro lado de la frontera que claramente vive del esquí y que ahora parece un paraíso para los amantes de las bicicletas de montaña. Damos un paseo y terminamos comiendo un picnic en un parque, haciendo tiempo hasta que el acceso al valle se abra.
Bardonecchia
A las 16:30 volvemos a subir y, efectivamente, ya está permitido el paso. La carretera, mitad asfaltada y mitad de tierra, asciende hasta unos aparcamientos habilitados.
Tras dejar el coche, nos ponemos en marcha. Pasamos por el Refugio del Rey Mago, a los pies de las Punta Melchor y Punta Gaspar, y seguimos un sendero bien marcado que parece dirigirse hacia el Mont Thabor, una de las montañas más destacadas de la zona. Hay bastantes excursionistas haciendo esta sencilla caminata.
Refugio del Rey Mago con el Mont Thabor (3178 m.) de fondo
El camino asciende durante el primer kilómetro y medio, luego se nivela, convirtiéndose en una pista forestal que nos lleva hasta un puente sobre el río del valle. Al cruzar el puente empieza la parte más exigente: el sendero se estrecha y asciende por la ladera, entre raíces, para luego descender directamente hasta el conocido lago.

El lago no está mal, pero la verdad es que esperaba mucho más. Allí, entre decenas de personas, hacemos las fotos de rigor y regresamos por el mismo sendero al punto de partida. Sin embargo, al consultar el mapa, vemos una alternativa: una pista forestal que nos lleva de vuelta al inicio. La tomamos, y es todo un acierto si buscas algo de soledad por un rato.

En definitiva, una rutilla de 4,5 kms y unos 180 metros de desnivel. Aquí la ruta
Y de vuelta para Briançon. Aprovechamos el pedazo de terraza de la casa para echarnos unos naipes y dominó picando algo mientras disfrutamos del atardecer. Tras ello, lo que será nuestra rutina nocturna habitual, cena y serie.
Disfrutando del alojamiento
Para llegar desde Briançon, tomo la N94 en dirección a Montgenèvre. Tras unos pocos kilómetros, me desvío hacia Névache y, desde allí, sigo una estrecha carretera que sube hasta más de 2000 metros de altitud, donde comienza la excursión. En total, son unos 45 minutos en coche.
Al llegar, aparco y noto inmediatamente el frescor de las 7 de la mañana a esta altitud. Sin perder tiempo, me pongo en marcha y tomo el amplio camino que lleva al Refugio des Drayères. Recorro un kilómetro hasta alcanzar un cruce señalizado que indica el desvío hacia los primeros lagos que quiero visitar: Lac Long y Lac Rond. Giro a la derecha, donde el camino se estrecha y se vuelve bastante empinado, lo cual no me viene mal para entrar en calor. Además, las vistas son espectaculares, con el sol iluminando las cimas de las montañas.

Después de unos 2,5 kilómetros, llego al Lac Long. Lo bordeo por su parte oeste y luego giro al este, comenzando de nuevo una subida fuerte. Las paradas son obligatorias para disfrutar del paisaje. Cruzo una zona pedregosa, donde el camino se difumina un poco, pero siguiendo los mojones de piedra no hay problema.

Lac Long
Poco después empiezo a divisar el siguiente lago, el Lac Rond, que aparece a mi izquierda. Giro hacia el oeste, por encima del lago, y cruzo el torrente de Brune saltando de piedra en piedra. Desde lo alto, tengo una vista impresionante del Lac Rond. Hago varias fotos, ¡es inevitable!

Lac Rond
En esta zona hay rebaños de cientos de ovejas. Comienzo a descender siguiendo el torrente, en dirección al Refugio des Drayères. Mientras bajo por el sendero empinado, las marmotas me reciben con un escándalo al notar mi presencia. Finalmente, llego a la altura del refugio.

Caída de agua. Refugio des Drayères
Desde allí, sigo el río La Clarée aguas arriba. Paso por una zona pantanosa, donde unas losas de piedra facilitan el paso. Llevo algo más de 9 kilómetros recorridos cuando llego al bonito laguito al pie de la Pointe des Blanches, el Lac Le Clarée.



Zona pantanosa. Pointe des Blanches. Lac Le Clarée
Tras hacer las fotos de rigor, sigo ascendiendo y enseguida alcanzo otro lago, también llamado Lac Rond (parece que no había muchas opciones a la hora de elegir nombres). Lo bordeo por su parte noroeste y llego al mirador de Lac du Grand Ban. Allí me tomo unas galletas y decido dar media vuelta, ya que se está haciendo tarde. Me he entretenido bastante sacando fotos, grabando vídeos y disfrutando del paisaje.

Lac Rond. Lac du Grand Ban
En el regreso, bordeo el Lac Rond por el lado opuesto y desciendo hasta el Refugio des Drayères por el mismo camino que había tomado antes. Desde el refugio, sigo el amplio camino de tierra que conecta con el aparcamiento, disfrutando mucho del valle y observando que, en el lado opuesto, hay un sendero que parece mucho más atractivo y que lleva al mismo destino.

Bordeando la otra orilla de Lac Rond. Lac Le Clarée, precioso
Al volver a Briançon, me encuentro con una valla que corta la carretera entre Névache y Laval. Al parecer, solo se puede acceder en vehículo privado a primera hora de la mañana, como hice yo, o a última hora del día; en caso contrario, es necesario utilizar los minibuses habilitados.
Al final, la ruta ha sido de casi 17,5 kilómetros y algo más de 800 metros de desnivel. La ruta
De camino a Briançon, me encuentro con una pequeña retención a la entrada del pueblo. La zona alta de la ciudad, que es monumental, atrae a muchos turistas.
Ya en el alojamiento, después de la ducha de rigor, nos preparamos en familia para salir de nuevo. Decidimos volver al valle de Clarée. Había planeado una excursión que partía más allá de Névache y seguía paralela al río hasta Fontcouverte, terminando en una bonita cascada. Sin embargo, como ya había visto que más allá de Névache no era posible continuar en coche, decidimos explorar el próximo valle, el valle de Étroite.
La carretera hasta el paso es tranquila y, en la parte alta, hay unas praderas muy agradables donde muchas personas están haciendo picnic. Eso sí, el descenso es complicado, con numerosas curvas cerradas y bastante pronunciadas. En una de las últimas curvas estaba el desvío al valle, pero… también el acceso estaba cerrado. Unos chicos controlaban la entrada y me informaron (en español, porque uno de ellos lo era) de que el acceso estaba restringido hasta las 16:30, pero que a partir de esa hora sería libre.
Decidimos bajar hasta Bardonecchia, un pueblo italiano al otro lado de la frontera que claramente vive del esquí y que ahora parece un paraíso para los amantes de las bicicletas de montaña. Damos un paseo y terminamos comiendo un picnic en un parque, haciendo tiempo hasta que el acceso al valle se abra.

A las 16:30 volvemos a subir y, efectivamente, ya está permitido el paso. La carretera, mitad asfaltada y mitad de tierra, asciende hasta unos aparcamientos habilitados.
Tras dejar el coche, nos ponemos en marcha. Pasamos por el Refugio del Rey Mago, a los pies de las Punta Melchor y Punta Gaspar, y seguimos un sendero bien marcado que parece dirigirse hacia el Mont Thabor, una de las montañas más destacadas de la zona. Hay bastantes excursionistas haciendo esta sencilla caminata.

El camino asciende durante el primer kilómetro y medio, luego se nivela, convirtiéndose en una pista forestal que nos lleva hasta un puente sobre el río del valle. Al cruzar el puente empieza la parte más exigente: el sendero se estrecha y asciende por la ladera, entre raíces, para luego descender directamente hasta el conocido lago.

El lago no está mal, pero la verdad es que esperaba mucho más. Allí, entre decenas de personas, hacemos las fotos de rigor y regresamos por el mismo sendero al punto de partida. Sin embargo, al consultar el mapa, vemos una alternativa: una pista forestal que nos lleva de vuelta al inicio. La tomamos, y es todo un acierto si buscas algo de soledad por un rato.

En definitiva, una rutilla de 4,5 kms y unos 180 metros de desnivel. Aquí la ruta
Y de vuelta para Briançon. Aprovechamos el pedazo de terraza de la casa para echarnos unos naipes y dominó picando algo mientras disfrutamos del atardecer. Tras ello, lo que será nuestra rutina nocturna habitual, cena y serie.
