Datos de la etapa:
Altitud ganada: 355 m
Ascenso total del día: 689 m
Elevación máxima: 3788 m
Distancia recorrida: 11.19 km
Tiempo: 4h 40m
La primera foto que tengo de este día es de las 6:30 de la mañana. Abrí el ojo y lo primero que hice fue asomarme a la ventana y admirar los picos nevados del Annapurna II y Annapurna IV. Ya solo por las vistas merece la pena dormir en Upper Pisang.

Annapurna II y Annapurna IV al amanecer

El hotel, además de vistas, tenía vegetación exótica. Vimos mucho cannabis creciendo salvaje en esta parte de la ruta
Después de un buen desayuno a base de Tibetan bread, nos pusimos en marcha sobre las 8 y lo primero que hicimos fue parar en el monasterio (gompa) de Upper Pisang, una visita muy recomendable. Durante las 3 semanas de ruta tuve la oportunidad de visitar varios monasterios budistas y tengo que decir que este aspecto cultural es uno de los mejores recuerdos que tengo del viaje.



Monasterio de Upper Pisang

El mani wall a la salida de Upper Pisang, con Annapurna II detrás

El “upper track” desde Upper Pisang, y se intuye el “lower track” abajo

Mirando hacia atrás desde el camino: Upper y Lower Pisang, con Annapurna a la espalda
Unos 40 minutos después de dejar atrás Upper Pisang llegamos a uno de los puntos destacados de la ruta de ese día: Green Lake, un lago de agua verde precioso que se ha popularizado mucho entre la juventud local gracias a Instagram. El agua es increíblemente cristalina y está prohibido bañarse. Si te sales del camino puedes acercarte a la orilla opuesta del lago para captar la montaña detrás. Es un sitio realmente bonito.



Green Lake
Pasado el lago, el camino es llano durante unos 30 minutos, hasta que llegas a un puente colgante desde donde se puede ver cómo el camino zigzaguea por la montaña que tienes delante y entiendes por qué todo el mundo dice que el “upper track” se las trae. Esta fue la primera subida durilla de la ruta, tanto por distancia como por la altitud, ya que a más de 3300 metros que estábamos se empezaba a notar la falta de oxígeno con el mínimo esfuerzo. Tardamos como hora y 20 en llegar a Gyaru, pero porque íbamos muy despacio, parando cada poco para descansar y hacer miles de fotos. Las vistas del valle según vas subiendo son cada vez mejores, y aunque se suda y te falta el aire, merece muchísimo la pena el esfuerzo. En este punto del valle el río tiene un meandro pronunciado que divide el valle en dos: la parte del Annapurna II y IV que dejábamos atrás, y la parte del Annapurna III y Gangapurna hacia donde nos dirigíamos. Y la subida a Ghyaru ofrece las mejores vistas para apreciarlo.

Empezamos a subir…

…parando a hacer muchas fotos…

…admirando las primeras vistas de Annapurna III, y dejando atrás Annapurna II y IV

El serpenteante valle del Marshyangdi flanqueado por Annapurna III, Gangapurna y Tilicho Peak
Finalmente, 3 horas después de salir de Upper Pisang, llegamos a Ghyaru. Nada más llegar al pueblo te encuentras con el monasterio budista, que está prácticamente colgando del borde de la montaña y es uno de los sitios más fotogénicos que vimos en todo el viaje. Los colores, las banderitas, las montañas al fondo… es simplemente espectacular. El pueblo en sí es pequeño, con casas tradicionales de piedra y tejados planos. Tiene un aire muy auténtico. Después de hacer tropecientas fotos desde el monasterio, decidimos parar en uno de los restaurantes a descansar un rato y reponer fuerzas con un trozo de tarta de manzana y un par de ginger lemon teas, que ya se había convertido en la bebida oficial del viaje (650 rupias).


Ghyaru




Ghyaru Gompa
Después de Ghyaru el camino sigue subiendo aunque la subida es mucho más suave. Hay otros 100m de ascenso hasta el punto más alto del día, que luego se bajan para llegar a Ngawal, que está a la misma altitud que Ghyaru. Las vistas siguen siendo espectaculares, y es en este tramo entre Ghyaru y Ngawal donde se tiene una de las mejores vistas de Annapurna II y una de mis fotos favoritas del viaje:

Así nos despedimos de Annapurna II, con sus casi 8000 metros
De vez en cuando hay que acordarse de darse la vuelta porque las vistas hacia atrás también son increíbles, con Ghyaru incrustado el la ladera de la montaña a la sombra de Pisang Peak.

El camino por delante…


… y por detrás, con Ghyaru a la sombra de Pisang Peak
Una vez pasado el punto más alto empieza el descenso, y se puede ver el valle que discurre más abajo, incluida la pista de aterrizaje del aeropuerto de Humde/Manang, uno de los aeropuertos a más altitud del mundo, y el más alto de Nepal (Lukla, en la zona del Everest, está por debajo de los 3000m). El aeropuerto se inauguró en 1981 pero desde 2012 no recibe vuelos, y hoy en día está prácticamente abandonado. Las vistas de Annapurna III con su imponente circo glaciar son fantásticas desde este tramo. También las vistas del valle en el que nos adentraríamos en los próximos días, con Tilicho Peak al fondo. La verdad es que me resultaba difícil pensar que en unos días estaría en su base… viéndolo así de lejos me parecía imposible!

Annapurna III

Cualquier rincón es bueno para montar un chiringuito de souvenirs

Humde, su aeropuerto, y el valle hacia donde nos dirigíamos
A eso de las 2 de la tarde llegamos a Ngawal. Había sido un día relativamente relajado, a pesar de la subida casi constante. Mucha gente decide seguir camino y llegar a Brakha o Manang ese mismo día, pero sinceramente, me parece mucho más práctico tomárselo con calma y hacer noche en Ngawal, principalmente porque casi te aseguras una buena aclimatación, no solo por el hecho de pasar esa noche a más altura, sino también porque dejar descansar al cuerpo y no forzar es una de las mejores formas de prevenir el mal de altura. Además, poco después de las 3 el sol se mete detrás de la montaña y enseguida se pierde la luz del día, aunque no haya atardecido del todo, y empieza a hacer bastante frío. Mucho mejor dejar el siguiente tramo para la mañana siguiente y disfrutarlo en condiciones (porque os aseguro que nos esperaba otro día de traca con unas vistas de escándalo).

Ngawal
Lo bueno de llegar pronto es que pudimos comer con calma y ducharnos sin prisa antes de que se pusiera el sol. Esa tarde fue cuando empezamos a notar el frío de verdad en cuanto se hizo de noche. El hotel en el que estábamos, Kangla Cottage, nos gustó mucho, y estábamos casi solos (otra ventaja de hacer noche en Ngawal es que, incluso en temporada alta, seguramente habrá poca gente). La habitación estaba muy bien y tenía ducha incluida (fría), la ducha de gas compartida también estaba incluida en el precio, y la comida estaba muy buena. Pasamos la tarde en el comedor al calor de la estufa y aprovechando el wifi, como venía siendo habitual. El descanso me vino bien porque esa tarde mi saturación había bajado a 80%, aunque yo me encontraba estupendamente…

Kangla Cottage