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EL DJEM
EL DJEM

Sousse, Miércoles 14 de Mayo, 2025.-
¿Qué ocurre cuando uno se duerme a las 10 de la noche? Pues que después de siete horas y media de sueño se despierta... a las 5.30 de la mañana sin necesidad de despertador. Lo primero de todo: subir a la azotea a comprobar que en la ciudad de Sousse todo seguía en su sitio al amanecer: las casas, las mezquitas, el puerto, el mar, la medina... Sí: Todo está bien

Como no abren el comedor hasta las 8 decido darme un paseo mañanero por la medina deambulando por aquí, allá y acullá.
Es un auténtico placer deambular y perderse por estas callejuelas descubriendo cada uno de sus rincones. Apenas había nadie: Bueno sí: estaban los gatos. Hay cientos de gatos por la medina. Al cabo de un rato empecé a ver a las primeras personas: los currelas del turno de madrugada. A eso de las 7.30 dí media vuelta y emprendí el camino de vuelta a Dar Baaziz para ducharme, desayunar y salir para la excursión de hoy.

Una hora después, ya desayunado, salía de nuevo de Dar Baaziz pero ésta vez me aprendí la ruta y salí de la medina por la puerta de la parte alta llamada Bab El Kebli, que me quedaba mucho más cerca. En el cercano cruce entre Rue de Anglaterre y la Avenida de Sudán me paró un taxi, que en 10 minutos y tras pagar 3 dinares me dejó en la estación de minibuses, donde de nuevo me esperaba el masculino "Universo Louage". Pagué 7 dinares por un sitio en el siguiente louage que me llevase a El Djem. Yo era el último pasajero en subir en un vehículo donde había mitad hombres y mitad mujeres. Está claro: las mujeres andan poco por la calle: O están en casa, o en el centro de trabajo o dentro de un vehículo: siempre bajo techo.
Al cabo de una hora que duró el tranquilo viaje aparcaba el conductor el minibus en la estación de El Djem. El trayecto hasta el anfiteatro romano de El Djem es facilísimo: Simplemente vete hacia la izquierda por el lado izquierdo de la calzada durante unos 10 o 15 minutos andando y darás con él.
El Djem.-
Lo primero que va a venir a tu cabeza nada más ver el Anfiteatro de El Djem es El Coliseo de Roma pero más pequeño y sin masificación. De hecho este era el tercer coliseo en tamaño del Imperio después del Coliseo de Roma y del de Capua (hoy destruído). Me acerqué a taquilla y tuve que esperar una cola de... una persona: Yo mismo. Aunque había otras pocas personas admirando el monumento, lo tuve para mí en todo su esplendor. El ticket me costó 13 dinares y también vale para el Museo Arqueológico de El Djem, que se encuentra justo al lado de la estación de louages.
También se le conoce como el Coliseo de Thysdrus y tiene planta elíptica y una capacidad para 35.000 personas. Se construyó hacia el 238 después de Cristo por el emperador Gordiano I, que tenía tierras y propiedades en esta zona. Aquí tuvieron lugar carreras de carros, combates de gladiadores, peleas y cacerías de animales, prisioneros y mártires echados a las fieras... para el disfrute de toda la familia. Algunas de éstas peleas quedaron representadas en los mosaicos de las distintas casas del lugar, tal como se muestran en los que se conservan en el Museo Arqueológico. La construcción de este anfiteatro nunca se llegó a terminar debido a falta de financiación y a la inestabilidad política. Carece de decoración debido a la calidad de la piedra. Conserva los fosos de los leones y un sistema de cisternas y canalizaciones para recogida del agua de la lluvia.
Hay que decir que en Thysdrus (el actual El Djem) hay restos de tres anfiteatros. Este que visité es el tercero siendo los otros dos más antiguos: del siglo I y siglo II, más pequeños y en peor estado de conservación. Con el florecimiento económico de la ciudad de principios del siglo III por la comercialización del aceite de oliva y del trigo y por su emplazamiento en un cruce de rutas comerciales y viendo que el segundo anfiteatro que tenían, con su capacidad para 6000 personas no era suficiente, se procedió a la construcción de este que estaba yo visitando.
En el siglo VII la princesa beréber Kahena y sus seguidores hicieron frente a los invasores árabes, quienes los acorralaron. Viéndose sitiados y perseguidos, se refugiaron en el anfiteatro, donde estuvieron durante cuatro años. Pero hay amores que matan: Su amante la traicionó, apuñalándola y enviando su cabeza embalsamada a los árabes.
Estando yo abajo, en el centro del anfiteatro y viendo que había gente en las gradas más altas decidí yo también subir, pero no conseguía encontrar el acceso, así que haciendo uso de la magnífica acústica del lugar pregunté en inglés a grito pelao a los que estaban arriba:
- ¡¡ Hey ¿Me podríais decir por dónde se sube? !!
- ¡¡ Gira hacia tu derecha rodeando el foso !!
Desde lo más alto de las gradas se disfrutan de bonitas vistas del coliseo así como de la ciudad de El Djem.

Salí del coliseo y busqué un sitio donde comer un tentempié. Los dos restaurantes más próximos al anfiteatro tienen una pinta descarada de ser trampas para turistas a precios no muy tunecinos, así que caminé un poco más y di con un lugar muy simplón que tenía un par de mesas fuera pero suficiente para tomar un bocata y una coca-cola. Poco después me encaminé hacia el Museo Arqueológico no sin antes hacer una parada para visitar una mezquita con mucho color verde (que los musulmanes asocian con el paraíso) que vi a medio camino: La Mezquita Sidi Mansour, construída entre los años 789 y 985. Nada más verme al tipo que estaba en la puerta se le encendió la alarma del dispositivo de detección de infieles. A juzgar por su actitud deduje que pocos no-musulmanes visitan este lugar.
- ¿Para visitar la mezquita?
- Espérate un momento que lo tengo que consultar con el "Super-Imán"
- Ya sé que sólo puedo entrar al patio.
- Sí, sí, pero espérate que ahora viene.
- Vale, vale.
Al cabo de un ratito vino un tipo alto con larga barba y me dijo que no había problema. Eso sí: durante mi breve estancia me sentí muy observado: Soy una impureza en ese santo lugar.

Una vez inspeccionado el templo, proseguí mi camino hacia el Museo a donde llegué al cabo 5 minutos. Me alegré de haberlo visitado. Estuve prácticamente solo y fue un magnífico aperitivo al maravilloso mundo del mosaico tunecino. Una auténtica joyita.

b) Dos leones atacando un jabalí. s.II d.C.

b) Mosaico que representa múltiples escenas: Sileno, un anciano permanentemente ebrio, a quien vemos en el centro de la imagen, acostado sobre un lecho de hojas, atado. A su alrededor, tres niños intentan sujetar sus manos y pies con una guirnalda de flores. Egle, con un gesto autoritario, levanta la mano derecha hacia Sileno. En los cuatro ángulos se representan criadores de plantas de vid cargadas de uvas y un follaje en cuyo interior vemos ángeles vendimiando, un león, un camello, Hércules calmando a un elefante furioso, un caracol, un saltamontes, una rata, un lagarto y numerosas aves. s. III d. C. Maison de Siléne.
El Museo tiene además una reproducción de una casa romana africana y un parque arqueológico. Lo disfruté muchísimo, pero era ya hora de marcharse. Por suerte la estación de louages está justo al lado. Pasé por taquilla y ahí estaba el conductor del louage correspondiente esperándome. Salimos en seguida y al cabo de una hora ya estaba otra vez en un taxi que me llevaba de la estación de minibuses de Sousse a la puerta Bab El Kebli de la medina, muy cerca de Dar Baaziz, donde llegué a eso de las 6 de la tarde.
Tras una ducha y descansar un ratillo decidí ir a cenar al restaurante recomendado por el recepcionista: Dar Amna, que se encuentra a apenas 10 minutos andando pero la experiencia no fue muy buena: Pedí comer en la terraza que tienen en la azotea para así disfrutar del atardecer. Pedí dorada al grill con cuscús. No tardaron en traérmelo. Como siempre: Raciones para una familia numerosa. No había mucha gente: Sólo una pareja de turistas sentados un poco más allá. Apareció entonces un gato. Y después otro... y otro... y otro más... y al cabo de 5 minutos tenía alrededor de mi mesa a Don Gato y su pandilla mirando fijamente mi comida. La pareja que estaba unas mesas más allá me miraron con empatía:
- ¡¡Es que además he pedido pescado...!! -les dije
- Da igual -dijo ella- estos gatos tienen hambre y comen lo que sea.
Empezó a azuzar un viento un poco incómodo. Ví en la previsión del tiempo que esta noche iba a haber tormenta. Más y más gatos se acercaban. Temiendo que los gatos saltasen a mi mesa de un momento a otro, llamé al camarero y le dije que me cambiasen de mesa a una dentro del restaurante. Ahí comí más tranquilo. El pescado estaba bueno pero dejé más de la mitad del cuscús y la ensalada porque la cantidad era como para un regimiento... y eso que yo soy de buen comer. Aún así tengo que decir que incluso en el comedor del interior del restaurante ví un par de gatos. Está claro que no los tienen muy controlados.
Pagué: Muy barato: Con la bebida no alcohólica fueron treinta y tantos dinares (unos 9 €). En una tienda cercana me compré un helado para tomármelo en el camino de regreso al alojamiento. Comenzaron a caer gotas. Llegué bordeando la muralla de la medina en 10 minutos justo a tiempo de no mojarme demasiado. Ya en Dar Baaziz empezó a tronar. Esperemos que el tiempo no fastidie la excursión a Kairouan que tenía programada para mañana...