Amanece un nuevo día y Toulouse me espera para que la patee a conciencia.
Dice la IA de Google sobre la ciudad de Toulouse:
En Francia un tesoro, de nombre Toulouse,
con el Garona que pasea y seduce.
De ladrillo su encanto, el corazón que reluce,
donde la historia antigua nunca se obtuse.
Con sus plazas vibrantes y su luz singular,
invita al paseo, a soñar y a amar.
El canal, el secreto que guarda su andar,
y un ambiente que alegra hasta el alma al pasar.
El aire se llena de un toque francés,
entre puentes y torres, con singular donaire.
Un recuerdo que queda, una eterna primera vez,
en la ciudad rosa, de belleza sin par, ¡vaya que sí, es!
La verdad es que esta noche he dormido como un tronco derivado supongo del cansancio del día anterior y porque el tema de la temperatura ha ido mejor: la camarera de la habitación ha captado la indirecta y ha dejado aparte el edredón por lo que he dormido con la “sábana” y tan ricamente. Ya que estamos pues cuento un poco cómo es la habitación individual de este hotel que me está costando 75,69 eurazos la noche (tasa turística incluida).
La habitación en sí tiene medidas correctas como para no ir tropezándote con nada mientras te desplazas. No tiene armarios (sólo un espacio con perchas tras la puerta), dispone de una mesa escritorio y un televisor en la pared, no tiene nevera ni mesilla de noche (sí tiene una especie de bandeja movible que hace las veces), la cama está pegada a la pared y no hay puerta que separe el baño del resto. El servicio es moderno pero pequeño aunque se puede uno desenvolver bien ante el lavabo y dentro de la ducha. Tiene un aparato de aire acondicionado y te pone la habitación en breve tiempo como para poder albergar una familia de pingüinos. Para lo que la usaré, suficiente, aunque una neverita, un armarito cerrado y una mesilla no habría venido mal. Lo doy por bueno porque he descansado bien y sin ruidos todos los días.
[align=center]HABITACIÓN INDIVIDUAL DEL HOTEL DE BORDEAUX EN TOULOUSE
Dice la IA de Google sobre la ciudad de Toulouse:
En Francia un tesoro, de nombre Toulouse,
con el Garona que pasea y seduce.
De ladrillo su encanto, el corazón que reluce,
donde la historia antigua nunca se obtuse.
Con sus plazas vibrantes y su luz singular,
invita al paseo, a soñar y a amar.
El canal, el secreto que guarda su andar,
y un ambiente que alegra hasta el alma al pasar.
El aire se llena de un toque francés,
entre puentes y torres, con singular donaire.
Un recuerdo que queda, una eterna primera vez,
en la ciudad rosa, de belleza sin par, ¡vaya que sí, es!
La verdad es que esta noche he dormido como un tronco derivado supongo del cansancio del día anterior y porque el tema de la temperatura ha ido mejor: la camarera de la habitación ha captado la indirecta y ha dejado aparte el edredón por lo que he dormido con la “sábana” y tan ricamente. Ya que estamos pues cuento un poco cómo es la habitación individual de este hotel que me está costando 75,69 eurazos la noche (tasa turística incluida).
La habitación en sí tiene medidas correctas como para no ir tropezándote con nada mientras te desplazas. No tiene armarios (sólo un espacio con perchas tras la puerta), dispone de una mesa escritorio y un televisor en la pared, no tiene nevera ni mesilla de noche (sí tiene una especie de bandeja movible que hace las veces), la cama está pegada a la pared y no hay puerta que separe el baño del resto. El servicio es moderno pero pequeño aunque se puede uno desenvolver bien ante el lavabo y dentro de la ducha. Tiene un aparato de aire acondicionado y te pone la habitación en breve tiempo como para poder albergar una familia de pingüinos. Para lo que la usaré, suficiente, aunque una neverita, un armarito cerrado y una mesilla no habría venido mal. Lo doy por bueno porque he descansado bien y sin ruidos todos los días.

El recorrido de hoy pretende ser el siguiente (manifestaciones mediante):
. Edificios art-déco de la rue Saint Bernard.
. Basílica de Saint-Sernin.
. Reloj de 24 horas en el 59, rue d’Alsace-Lorraine.
. Fachada art-déco en el 42 bis, rue d’Alsace-Lorraine.
. Plaza del Capitolio con el Capitolio, la Sala de los Ilustres y las pinturas de la Galerie des Arcades.
. Plaza Saint-Georges.
. Catedral Saint-Etienne.
. Edificios art-déco en la rue Metz.
. Plaza de la Trinité.
. Iglesia de Notre dame de la Baldade.
. Muelle de Tounis.
. Pont Neuf.
. Pradera des Filtres al otro lado del Garona.
. Basílica de la Daurade.
. Iglesia de Saint Pierre des Chartreux.
. Convento de los Jacobinos.
. Museo del Viejo Toulouse.
. Muelle Lombard.
. Muelle de la Daurade.
En lo que respecta a los baños públicos dejo una relación de los más céntricos (y todos gratuitos):
- 9, Boulevard de Strasbourg
- 10, Place de la Daurade
- 17, Place Saint-Pierre
- 16, Esp. Bertrand de Montaigut
- 10, Rue Malcousinat
- 6, Rue du Poids de l'Huile
- Pl. Saint-Sernin (Place Saint-Raymond)
- 29, Pl. Saint-Sernin
- 7, Pl. Victor Hugo 5
www.toilettespubliques.com/toulouse
Me pertrecho de los aperos para todo el día porque la idea, en circunstancias normales, es empalmar la ruta con la cena y no aparecer por el hotel hasta la hora de dormir. Luego, la realidad dictará si ello será así o no. Veremos.
Antes de bajar a la calle hago una última prospección acerca del recorrido que va a seguir la manifestación principal de la huelga prevista para hoy. En principio, parece que saldrá a las 14:00 de la Plaza Saint-Cyprien y el trayecto la llevará al Boulevard d´Arcole, el Boulevard de Strasbourg y finalizará en el Paseo de Jean Jaurès. Según esto, no debería interferir demasiado en el desarrollo de las visitas previstas pero….
En el mostrador de recepción pregunto a la empleada acerca de la huelga y me comenta prácticamente lo mismo que el recepcionista de ayer noche: que por la mañana, sin problema, pero que por la tarde evite estar por el centro en previsión de que la cosa se pueda desmadrar y casi que regrese al hotel para garantizar tranquilidad. Tomo nota y lo iremos viendo sobre la marcha.
Me echo a la calle para iniciar la visita a Toulouse.

Toulouse es una ciudad del sur de Francia, capital del departamento del Alto Garona y de la región de Occitania, así como la capital histórica de la provincia del Languedoc. Es la cuarta ciudad más poblada del país y está atravesada por el río Garona, confluyendo también los canales de Midi, Brienne y lateral de la Garona.
Como hitos históricos se puede señalar que los romanos conquistaron Toulouse entre 120 y 100 a. C. Los siglos III y IV son prósperos y la ciudad crece. La primera iglesia de San Sernín se construye en el 403 para albergar las reliquias de Saturnino, con el auge del cristianismo en la región.
Del 418 al 507, los visigodos hicieron de Toulouse la capital de un vasto reino que se extendía desde el Loira hasta Gibraltar, pero en ese año los francos les arrebataron Toulouse y la mayor parte del sur de lo que hoy es Francia, convirtiéndose en la capital del reino franco de Aquitania. La ciudad se convirtió en la capital del condado de Tolosa durante la época carolingia (siglo IX). En el siglo XII los notables de Toulouse aprovecharon un debilitamiento del poder del conde para obtener para su ciudad una gran autonomía, creando un cuerpo municipal de cónsules (llamados capitouls en Toulouse) para dirigir la ciudad.
A principios del siglo XIII, el condado de Toulouse se vio envuelto en la cruzada cátara que concluyó con su anexión al dominio real del rey de Francia en 1271. Esto fue el mayor paso hacia la construcción de Francia como país unitario.
En el siglo XV la ciudad se enriqueció, participando en el comercio del vino de Burdeos con Inglaterra, así como de cereales y textiles. Una importante fuente de ingresos era la producción y exportación del glasto (“pastel” en francés), un tinte azul muy demandado por la industria textil europea.
En el siglo XX, Toulouse se convirtió en un centro mundial de la industria aeroespacial, siendo cuna de aviones legendarios como el Concorde, el lugar de ensamblaje del Airbus A380 y la sede de la Agencia Espacial Francesa.
Hace buen día, solecito y se puede estar en ropa de verano sin problema. Me zambullo en el día a día tolosano en el cual los lugareños hacen su vida normal. Me encuentro con una ciudad moderna al uso con sus comercios globalizados, sus panaderías, sus terrazas y su tráfico rodado. De momento, un día cualquiera en la gran ciudad.
Me acerco al primer punto del itinerario, al gusto del “niño de los mosaicos” que ha transmutado en el “niño del art-déco” para esta ocasión porque, claro, estando aquí no podía por menos visitar alguna muestra de este estilo arquitectónico del cual disfruté también ayer.
Efectivamente, en la rue Saint-Bernard (números 3 al 19) hay un conjunto de edificios residenciales que plasman esta tendencia artística y que son destacados de ver. Como en una etapa del día anterior ya hablé sobre ello, no me extiendo más.
A continuación me dirijo a la Plaza de Saint-Sernin donde está ubicada la Basílica del mismo nombre (horario de 08:30 - 18:00 y entrada gratuita).
La Basílica de Saint-Sernin es una construcción de piedra y ladrillo del siglo XI y constituye el edificio románico más grande de Francia. Fue y es una etapa primordial del Camino de Santiago y es patrimonio mundial de la Unesco. Tiene un gran campanario octogonal y una inmensa nave abovedada con una cripta que reúne numerosas reliquias. Entre ellas se hallan las de San Sernin, obispo mártir del siglo III al que se debe su nombre y que murió por haberse negado a ofrecer sacrificios a los ídolos, siendo atado a un toro que lo arrastró por la ciudad. La basílica se construyó en honor a San Saturnino (también llamado Serenín, Sernin o Cernin), primer obispo de Toulouse, entre los siglos XI y XIII.

El cantante tolosano Claude Nougaro rindió homenaje a la Basílica de Saint-Sernin en su canción “Ô Toulouse”:
Il y a de l’orage dans l’air et pourtant l’église Saint-Sernin illumine le soir d’une fleur de corail que le soleil arrose.
Huele a tormenta en el aire y, aún así, la iglesia de Saint Sernin ilumina la noche como una flor de coral regada por el Sol.
Entro en la Basílica y las dimensiones son sobrecogedoras. Paseo observando las vidrieras, las capillas y los frescos y cuando voy a acceder al deambulatorio para bajar a la cripta donde hay un relicario con la Santa Cruz me encuentro un cierre en el que indica que “por causas excepcionales esa zona está cerrada por mantenimiento eléctrico”. ¡Pues empezamos bien….! Adentro no hay nada más que ver por lo que salgo al exterior, rodeo su perímetro y me paro a contemplar el tímpano de la Porte Miegeville, construido alrededor del año 1110, constituyendo uno de los primeros grupos escultóricos europeos realizados en piedra tras la desaparición del Imperio Romano y que representa la ascensión de Dios. Las mochetas donde se asienta el tímpano, así como los capiteles, son de un atractivo románico muy apreciable. Me paso un buen rato contemplando los detalles con la “chuleta explicativa” en mano y marcho al siguiente punto de interés.
A la altura del nº 59 de la rue d’Alsace-Lorraine, esquina rue Rivals, se encuentra un objeto curioso que descubrí en su día y que me apunté cuando en algún momento visitase la ciudad. Se trata de un reloj con una esfera de 24 horas.

Se encuentra en lo alto de un edificio de estilo haussmaniano y fue instalado en Toulouse en 1895 por el relojero H. Laumaillé. Es de factura tan original que sólo hay otro reloj de este tipo en Francia (la torre del reloj en Auxerre). Dado que es un edificio que siempre ha albergado entidades bancarias, se cree que simboliza la idea de que el dinero nunca duerme y que circula las 24 horas del día.
La verdad es que es curioso de ver y complicado, así de primeras, de quedarte con la hora que marca. Algo diferente que añadir al resto de visitas.
Justo al lado, en el nº 42 bis de la misma calle, se encuentra la antigua sede del periódico regional “La Dépêche”, con su fachada art déco, que incluye un magnífico mosaico figurativo del año 1925.
Rigurosamente simétrica y compuesta por tres tramos, la fachada está coronada por un frontón con perfil piramidal escalonado. La Dépêche aparece representada como una diosa cuyo rostro recuerda las pinturas de Modigliani. El conjunto es una gigantesca alegoría publicitaria en honor al periódico.

¡Qué decir de este conjunto arquitectónico! Me quedo sin palabras y sólo resta perderse en sus formas y disfrutar del momento.
A continuación me voy acercando al centro neurálgico de la ciudad, la Plaza del Capitolio y el propio Capitole, sede del Ayuntamiento de la ciudad.
En la plaza del Capitole destaca su pavimento, que reproduce una cruz occitana de bronce y los doce signos del zodiaco. La cruz occitana, también denominada cruz del Languedoc, es una cruz compuesta por 12 brazos. Apareció en 1211, siendo conde de Toulouse Raimundo VI, y se adaptó a partir del escudo de armas de Toulouse. Los condes de Toulouse la utilizaron en su sello y, posteriormente, pasó a ser el símbolo de la provincia del Languedoc y de su capital, Toulouse. Actualmente, es el emblema de la ciudad y de la región Occitania.
La plaza es grande pero no sé el porqué me la imaginaba mucho más amplia al estilo Plaza Mayor de Madrid o similar. Es un lugar de paso y de recreo y hay de todo: paseantes, transeúntes, turistas y meros contempladores de la realidad cotidiana.
El Capitolio, sede del poder municipal desde el siglo XII, destaca por su majestuosa fachada de ladrillo y piedra. Las ocho columnas de mármol que la adornan simbolizan los ocho primeros cónsules o capitouls, encargados en aquel tiempo de dirigir cada uno de los ocho distritos en que se dividía la ciudad.

Uno de los atractivos de llegar a este emplazamiento es el visitar la Sala de los Ilustres dentro del edificio, una amplia galería de espejos cuyas pinturas nos cuentan la historia de Toulouse y que se puede visitar gratuitamente de lunes a sábado de 08:30 a 19:00.
A continuación habría descrito que dicha sala es algo más pequeña que la Sala de los Espejos de Versalles, que la adornan bustos de personalidades de Toulouse o que son dignos de admirar las decoraciones de muros y techos. También habría dicho que hay dos salas más, la Paul Gervais y la Henry Martin, que merecen una visita y que la vista desde arriba de la Plaza es ciertamente magnífica. Y digo habría, apreciado lector, si hubiera podido acceder al interior del Capitole porque no me fue posible. A la entrada había un cartel que decía que sólo estaba permitido el acceso a un evento particular y a nadie más por lo que mi gozo, en un pozo.
Pues sí, las salas del Capitole se alquilan para celebraciones privadas (recepciones, bodas, desfiles, celebraciones y demás) y el Consistorio se lleva un buen dinero por ello. Por lo que he podido leer la Sala Gervais cuesta 5.000 euros por día y la de los Ilustres viene a ser 30.000 euros por velada. Como diría José Mota, “ahora vas y lo cascas”.
Puesto que es la segunda vez en el día que no puedo entrar a un sitio concreto me conjuro para regresar a lo largo del día pero en el par de intentos que hice yendo de paso por la plaza la situación fue la misma. O el evento era para todo el día o, por las manifestaciones, decidieron no abrirlo al público para evitar que alguien la liara en su interior. Nunca lo sabremos y yo me he quedado sin verlo.
Toca, por tanto, recalcular ruta dado que tenía programado dedicarle bastante tiempo a esta visita. Mientras examino la cruz occitana del suelo de la plaza pienso qué determinación tomar.
Lo que aconteció a continuación será narrado en la siguiente e itinerante etapa.
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