Itinerario del día:
A: Moab
B: Arches
C: Vernal
Tras varias jornadas levantándonos antes de la salida del sol, ya iba tocando que nos diésemos un pequeño homenaje, así que nos liamos la manta a la cabeza y programamos la alarma para que sonase más tarde que de costumbre… Y sí, en efecto, sonó más tarde que de costumbre. En concreto, lo hizo a las 6. Lo que se viene llamando un exceso, vaya... Y es que, oye, un día es un día, qué caramba
En fin, tras la “cura de sueño” en cuestión, nos arreglamos, recogimos las cosas, hablamos un rato por el Skype y después yo me entretuve mirando unos enormes y detalladísimos mapas en relieve de diferentes zonas de Utah que, convenientemente enmarcados, colgaban en las paredes del sencillo y correcto hotel en el que habíamos dormido. Soy un auténtico enamorado de la cartografía, me vuelve loco, y María, que sabe muy bien de mi afición desmedida por esa ciencia, al verme allí embelesado con aquellos gigantescos mapas, llegó a asustarse un poco, creyendo que la iba a tener un buen rato sin poder salir del hotel. Por fortuna -para ambos-, la cosa no pasó a mayores
Los planes para el día que teníamos por delante consistían básicamente en una visita matutina a Arches, con la intención de hacer trekking por algunos trails del parque, y luego, ya a mediodía, queríamos recorrer las 20 millas de la Potash Road, una atractiva carretera escénica que sigue el curso del río Colorado en las inmediaciones de Moab. Por su parte, la tarde la dedicaríamos en su totalidad al largo desplazamiento de más de 200 millas en dirección norte hasta los alrededores de Vernal, en donde teníamos pensado hacer noche de camino al Grand Teton National Park, antesala de Yellowstone.
Por lo tanto, una vez que hubimos preparado la nevera y cargado el equipaje en el maletero de nuestro coche, pusimos rumbo a nuestro primer objetivo. Antes de abandonar Moab, entramos a una cafetería a tomarnos un café y unas pastas para desayunar, y desde allí nos fuimos ya directamente al vecino Arches.
Al llegar a la zona de Park Avenue comprobamos, con cierto desencanto, que las rocas, bajo la luz matinal, no lucían tan espectaculares como la víspera. Seguían estando muy bonitas, por supuesto, pero ese marrón oscuro de intensas tonalidades que tanto nos había entusiasmado la tarde anterior había dado paso a otro tipo de marrón algo más difuminado y diluido. Algo similar habíamos experimentado en otros lugares, como Yosemite, y lo que al principio era una mera sensación poco a poco había ido transformándose en certeza: hay algunos parques naturales americanos que mejoran de modo sustancial a medida que avanza la jornada y el sol va situándose en la posición más adecuada para iluminarlos.
Tema musical: "No love lost" (IQ)
Como explicaba antes, queríamos dedicar buena parte de la mañana a recorrer diferentes trails y, siendo así, qué mejor que comenzar acercándonos al que sin duda pasa por ser el principal icono de Arches y símbolo del estado de Utah: el Delicate Arch.
De haber dispuesto de más tiempo, hubiésemos caminado los cinco kilómetros de distancia hasta el mismo arco, pero por desgracia teníamos que distribuir las horas entre varios objetivos, así que nos conformamos -es un decir- con el trek que lleva al Upper Delicate Arch Viewpoint. Media milla en subida, no excesivamente complicada, aunque sin apenas sombras. Y el calor, pese a que todavía no habíamos llegado a las 9 de la mañana, era ya bastante acusado. Por fortuna, nos habíamos aprovisionado de agua a conciencia.
Tema musical: "The ancient" (YES)
Nos dirigimos después hacia la zona del parque situada más al norte: el Devils Garden. De camino hasta allí nos detuvimos en el Skyline Arch, al que se accede por un sendero corto y sin grandes desniveles.
Tema musical: "Tubular bells" (MIKE OLDFIELD)
Continuamos nuestra ruta y dejamos el coche en el amplio parking que hay al final de la carretera -ya casi lleno a tan tempranas horas-. Sin tiempo que perder, iniciamos la caminata por el famoso Devil’s Garden Trail, que conduce hasta algunos de los arcos más conocidos de todo el parque.
Tomamos la desviación a la derecha hacia los dos primeros arcos del recorrido: el Tunnel Arch y el Pine Tree Arch, no demasiado distantes el uno de otro.
Tema musical: "Judas Iscariot" (RICK WAKEMAN)
Tunnel Arch
Tema musical: "Atlas" (MINIMUM VITAL)
Dos imágenes del Pine Tree Arch
Regresamos al camino principal y reemprendimos la marcha de casi 3 kilómetros en dirección al Landscape Arch. En el mundo existen arcos naturales de piedra más grandes y altos que éste, pero ninguno alcanza una longitud similar. Es, por lo tanto, uno de los más visitados de Arches. El trayecto se nos hizo larguísimo, ya que las sombras escasean - por no decir que son inexistentes- y la temperatura a esas alturas de mañana se había disparado hasta límites casi insoportables.
El arco resulta impactante, eso sí, y al final el esfuerzo y el superlativo sofocón merecieron la pena.
Tema musical: "Silent sorrow in empty boats" (GENESIS)
De vuelta en el coche, nos acercamos a la zona de las Ventanas (The Windows Section). El día anterior habíamos llegado a ella justo en el instante en el que el sol desaparecía detrás de una gran nube, y por eso ahora íbamos a tener la oportunidad de disfrutar de uno de los sectores más espectaculares de todo el parque con mejores condiciones de luz. Desde la misma carretera sacamos las primeras imágenes de vídeo:
Tema musical: "Jacob's ladder" (RUSH)
Veníamos de un aparcamiento casi lleno, y temíamos que en éste nos fuese a costar dios y ayuda encontrar un sitio para estacionar nuestro vehículo. Sin embargo, no tuvimos mayor dificultad y vimos varios huecos al primer vistazo.
Cogimos más agua de la nevera, y empezamos a subir por el Windows Loop hasta alcanzar la grandiosa North Window. Nos refugiamos en la sombra de las proximidades del arco, observamos el original Turret Arch algo más abajo y disfrutamos durante un rato de los paisajes a uno y otro lado.
Tema musical: "Concert for Munich (II) (STEVE HACKETT)
Tres imágenes del Windows Loop y la North Window
Dos perspectivas del Turret Arch
De nuevo en el parking, llevamos el coche hasta la explanada contigua y lo dejamos cerca del lugar desde donde parte el trail de media milla que lleva hasta el Double Arch. Intentando no obsesionarnos con el calor tan brutal que estábamos padeciendo, comenzamos el trek hacia uno de los arcos más impresionantes de todo Arches, más grande todavía que la North Window y además, como su propio nombre indica, doble. Debajo de aquella mole inmensa, uno se siente empequeñecer por momentos.
Tema musical: "The bricklayer's beautiful daughter"
(WILLIAM ACKERMAN)
Para nuestra desgracia, la mañana se iba terminando, y no teníamos más remedio que ir poniendo rumbo hacia la salida del parque. Al pasar frente a la Balanced Rock, nos detuvimos un instante para sacar unas imágenes de aquella original mole rocosa cuyo precario equilibrio desafía -en apariencia- todas las leyes de la física.
Tema musical: "Take a pebble" (EMERSON, LAKE & PALMER)
Antes de abandonar Arches definitivamente, aún nos dio tiempo para efectuar un par de paradas más, la primera en los alrededores de los Three Gossips y la segunda en la formidable Park Avenue.
Inmediaciones de Three Gossips
Tema musical: "Firth of fifth" (GENESIS)
Park Avenue
Ya a mediodía salimos de Arches con un sabor de boca inmejorable -aunque la visita nos supo a poco- y nos dirigimos a la Potash Road, una interesante ruta escénica, próxima a Moab, acerca de la cual, paradójicamente, no habíamos leído apenas nada en el foro.
Esta serpenteante carretera bordea los meandros del Colorado River a lo largo de casi 20 millas hacia el oeste, y transcurre entre altos acantilados de paredes casi verticales y un color marrón oscuro que nos recordó de modo inevitable al que habíamos visto en Arches la tarde anterior.
A la altura de las minas de potasio, de las que toma su nombre la propia carretera, el tramo asfaltado de la misma finaliza y da paso a una pista de grava por la que ya no quisimos aventurarnos. El paisaje en esta última zona nos pareció sencillamente maravilloso: al mirar hacia arriba, podíamos contemplar, a un lado del río, la meseta imponente en la que se sitúa el Anticline Overlook, y al otro, algo más a lo lejos, los inconfundibles acantilados del Dead Horse Point.
De regreso a Moab hicimos una pequeña pausa en un área recreativa que hay al lado de la orilla del río para comernos a la sombra unos sandwiches y ensaladas que habíamos comprado la noche anterior en el supermercado. Fue un picnic genial, a pesar del fuerte bochorno.
Tema musical: "Le chant du monde" (MINIMUM VITAL)
Cuando finalizamos el recorrido por la Potash Road salimos hacia nuestro destino en Vernal a través de la 128, otra ruta escénica que va bordeando el río Colorado, aunque en este caso en dirección este, hasta llegar a Cisco. La 128 es una carretera desde la que también se divisan paisajes muy bonitos, por supuesto, pero a nuestro juicio la Potash Road no tiene nada que envidiarle.
Tema musical: "The black knight" (PENDRAGON)
Como ya sugería en un párrafo anterior, abandonábamos la zona de Moab con la incómoda sensación de no haberle dedicado a Arches el tiempo suficiente. Es evidente que la revisión y el replanteamiento a posteriori del itinerario de viaje no sirve de gran cosa, pero lo cierto es que si pudiésemos dar marcha atrás para reorganizar de nuevo nuestra ruta, una de las cuestiones que sin duda cambiaríamos es el número de jornadas en Moab. Durmiendo aquí un par de noches en vez de una sola, podríamos haber pasado una mañana completa en Island in the Sky, Dead Horse Point y Potash Road, y, lo que es más importante, dos tardes enteras en Arches. De este modo, hubiésemos tenido la oportunidad de acercarnos al Delicate Arch durante la puesta de sol, de completar el Devil’s Garden Trail hasta llegar al Double O Arch, de saborear con más calma el Windows Loop -ya que nosotros no llegamos ni a ver la South Window-, de caminar hasta la misma base de la Balanced Rock… en definitiva, de conocer algo más a fondo el alucinante parque natural de los mil arcos que tanto nos había fascinado. Cometimos un error considerable.
Pero el viaje continuaba, y una vez incorporados a la autopista 50, no tardamos en entrar al estado de Colorado. Las amenazantes nubes de tormenta fueron apareciendo a uno y otro lado del camino, aunque en esta ocasión tuvimos mucha suerte y conseguimos sortearlas sin que nos alcanzasen de lleno.
Justo antes de Fruita nos desviamos hacia el norte por la 139, en dirección a Rangely. Pocas millas después, paramos a tomar algo en un particularísimo establecimiento que no dejaba lugar a la duda: nos habíamos adentrado en la América más profunda, lejos de los circuitos turísticos al uso. Y ya no íbamos a abandonarla hasta que llegásemos a Jackson.
Cuando comenzamos a ascender el puerto de Douglas Pass, las nubes fueron desapareciendo y el sol volvió a brillar con fuerza. Los bucólicos paisajes en esa zona nos recordaron mucho a los asturianos: verdes prados, montañas escarpadas y vacas pastando al borde mismo de la carretera. Después de Rangely entramos en un territorio donde proliferan los yacimientos de fósiles prehistóricos. De hecho, hasta hay un pueblo denominado Dinosaur, en el que exhiben con orgullo una estatua un tanto naif que bien podría recordar a un velociraptor o algún otro bicho de ese estilo…
Tema musical: "Headlong" (IQ)
Subiendo el Douglas Pass
Había muchas vacas por esta zona
Curiosa estatua en el pueblo de Dinosaur
Nuestra breve incursión en el estado de Colorado tocaba a su fin y no tardamos en regresar a Utah. Llegamos a Vernal a las seis y pico de la tarde, y como no llevábamos ningún alojamiento reservado, al entrar en el pueblo fuimos buscando alguno que nos pareciese más o menos bien. Probamos suerte en el Split Mountain Motel, uno de los primeros que encontramos a la derecha en el sentido de nuestra marcha. El establecimiento estaba regentado por personal hindú, circunstancia que se repetiría con posterioridad en diversas ocasiones y, como el aspecto general estaba bien, el precio era ajustado y además incluía el desayuno, no nos lo pensamos más y allí nos quedamos.
La habitación era sencilla, pero cómoda y bien equipada. Nos dimos una reconfortante ducha y salimos a cenar al pueblo. Nos decidimos por un grill mexicano llamado Café Río del que habíamos leído críticas muy positivas en internet… ¡Y fue un acierto rotundo! De los mejores mexicanos en los que hayamos comido nunca. Todo estaba riquísimo: la carne, las ensaladas, las salsas semipicantes, los postres, los zumos...
La tarde-noche se había quedado ya excelente de sol y calor, así que cenamos en la terraza exterior y tanto María como yo gozamos allí de uno de los momentos más placenteros de todo el viaje. Vernal es un pueblo que no tiene nada especial que se pueda destacar, pero aquellos instantes fueron inolvidables para ambos: la cena nos estaba sabiendo a gloria, la temperatura era ideal, la tranquilidad, total y absoluta, en el limpísimo cielo iban apareciendo las primeras estrellas a medida que la luz del sol se disipaba… Un lujo impagable. María, tan lúcida como siempre, le dio la vuelta al título de la novela de Juan José Millás y, sonriendo, soltó la frase perfecta:
- La felicidad era esto.
Cuando ya había oscurecido casi por completo, nos levantamos con cierta pereza y nos fuimos de nuevo al coche. Hicimos una breve parada en un supermercado para comprar algunas cosas y repostar en la gasolinera adyacente. Desde allí regresamos a nuestro hotel, y en cuanto entramos por la puerta de la habitación, el duro día de senderismo mañanero + carretera vespertina se nos vino encima de golpe y en pocos minutos caímos derrotados sobre la amplísima cama, más ancha que larga. Ufff.
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