Horror de día, empieza el viaje de vuelta. No madrugamos, pues no tenemos previsto hacer ninguna parada turística durante el trayecto.
Después de desayunar, nos ponemos en marcha con un cielo negrísimo como no vimos ninguno de los días de que llevamos de viaje.
Antes de llegar a la autopista todavía tenemos un buen rato por carretera de montaña, incluida la subida al puerto del Pass Thun de 1273m, donde está empezando a bajar la niebla. A la altura de Kitzbühel empieza a gotear y no tarda en desatarse el diluvio. Cae una cortina de agua que no nos deja ver nada, tenemos que ir muy despacio pues es una zona de muchas curvas y tráfico. Damos gracias por que este tiempo nos pille en el viaje de vuelta y no en un camping teniendo que montar o desmontar la tienda.
Pasamos por Innsbruck y atravesamos el túnel del Arlberg. Más adelante, de nuevo la odisea de bordear el lago Constanza y su eterno atasco. La visibilidad es muy escasa por culpa de la lluvia y esto hace que la circulación sea más lenta aún. No sé cuanto tiempo pasamos parados o moviéndonos a unos 20km/h cómo máximo.
Una vez dejamos atrás el Bodensee, el tiempo nos da una tregua y para de llover, aún así la carretera sigue colapsada, tardamos muchísimo en llegar a Friburgo. Allí hay unas obras que nos desvían obligándonos a atravesar la ciudad, donde nos espera otro atasco aún peor que el anterior. Ya estamos con la paciencia al límite, pero no nos queda más remedio que aguantarnos. Con otra hora y media perdida, por fin retomamos la autopista y llegamos a Mulhouse, sobre las 17.30h. Casi 9h para menos de 600 km, vaya paliza.
Esta vez no nos quedamos a las afueras, sino que tenemos reservado en el B&B Mulhouse que está muy céntrico (39€). No queremos dar más vueltas así que dejamos el coche en el parking del hotel, que está en el edificio de enfrente (6€).
Salimos a conocer el centro de Mulhouse. Esta ciudad tiene una situación privilegiada al encontrarse entre las fronteras de Francia, Suiza y Alemania. A estas horas tanto monumentos como comercios se encuentran cerrados, así que nos tenemos que conformar con ver la catedral y el ayuntamiento por afuera y pasear por las diferentes plazas. El centro no está del todo mal, a pesar de ser una ciudad eminentemente industrial y puede ser un buen punto de partida para visitar la región de Alsacia.
Después de desayunar, nos ponemos en marcha con un cielo negrísimo como no vimos ninguno de los días de que llevamos de viaje.
Antes de llegar a la autopista todavía tenemos un buen rato por carretera de montaña, incluida la subida al puerto del Pass Thun de 1273m, donde está empezando a bajar la niebla. A la altura de Kitzbühel empieza a gotear y no tarda en desatarse el diluvio. Cae una cortina de agua que no nos deja ver nada, tenemos que ir muy despacio pues es una zona de muchas curvas y tráfico. Damos gracias por que este tiempo nos pille en el viaje de vuelta y no en un camping teniendo que montar o desmontar la tienda.
Pasamos por Innsbruck y atravesamos el túnel del Arlberg. Más adelante, de nuevo la odisea de bordear el lago Constanza y su eterno atasco. La visibilidad es muy escasa por culpa de la lluvia y esto hace que la circulación sea más lenta aún. No sé cuanto tiempo pasamos parados o moviéndonos a unos 20km/h cómo máximo.
Una vez dejamos atrás el Bodensee, el tiempo nos da una tregua y para de llover, aún así la carretera sigue colapsada, tardamos muchísimo en llegar a Friburgo. Allí hay unas obras que nos desvían obligándonos a atravesar la ciudad, donde nos espera otro atasco aún peor que el anterior. Ya estamos con la paciencia al límite, pero no nos queda más remedio que aguantarnos. Con otra hora y media perdida, por fin retomamos la autopista y llegamos a Mulhouse, sobre las 17.30h. Casi 9h para menos de 600 km, vaya paliza.
Esta vez no nos quedamos a las afueras, sino que tenemos reservado en el B&B Mulhouse que está muy céntrico (39€). No queremos dar más vueltas así que dejamos el coche en el parking del hotel, que está en el edificio de enfrente (6€).
Salimos a conocer el centro de Mulhouse. Esta ciudad tiene una situación privilegiada al encontrarse entre las fronteras de Francia, Suiza y Alemania. A estas horas tanto monumentos como comercios se encuentran cerrados, así que nos tenemos que conformar con ver la catedral y el ayuntamiento por afuera y pasear por las diferentes plazas. El centro no está del todo mal, a pesar de ser una ciudad eminentemente industrial y puede ser un buen punto de partida para visitar la región de Alsacia.