Ya habíamos terminado en el norte y ese día salíamos hacia Petra. La primera parada fue en el Monte Nebo, el lugar desde donde Moisés vio la Tierra Prometida a la que no se le permitió entrar, según cuenta la Biblia en el Deuteronomio.
Nosotros tenemos una teoría alternativa después de verlo . Cuentan siempre las guías que en un día despejado las vistas son increíbles y no lo pongo en duda. Pero el día que nosotros fuimos había mucha calima y la vista no nos emocionó. Así que pensamos que también pudo ocurrir que a Moisés le tocara un día parecido al nuestro y viendo lo que tenía delante, pensase que la Tierra Prometida no le convencía nada de nada y que a sus 120 años no estaba para más trotes
En cualquiera de las dos versiones murió en el Monte Nebo, pero no se ha encontrado la tumba.
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Allí están la iglesia y el monumento a Moisés. La iglesia sigue en restauración, ojala terminen pronto, porque las fotos de los mosaicos que están restaurando nos encantaron.
Seguimos camino y Yehad nos propuso parar en una tienda-taller de mosaicos. Vendían también productos del Mar Muerto y otras cosas. Como era el día más relajado y en Madaba no habíamos podido comprar ni un regalito le dijimos que sí (esta vez además esperó mi respuesta y no la de mi marido ).
Cual sería nuestra sorpresa cuando descubrimos que quién nos iba a enseñar las técnicas de los mosaicos era un cubano afincado allí desde hacía un par de años. Además de las técnicas de los mosaicos nos explicó qué avatares le habían llevado a vivir en Jordania. En cuanto a mosaicos vimos cosas preciosas totalmente fuera de nuestro alcance, lo mismo que los huevos de avestruz pintados a mano, así que nos concentramos en cositas más asequibles y en poco rato nos quitamos buena parte de las compras. Al salir el día se había puesto muy feo. Hacía calor, pero se había nublado por completo y hacía muchísimo viento.
Es mucho más bonito recorrer Jordania de norte a sur (o viceversa) por la Carretera del Rey que por la autovía. El paisaje por la autovía es muy monótono y no tiene nada destacable, como pudimos comprobar el último día. En cambio en la Carretera del Rey hay paradas muy interesantes, como la parte alta del Cañón del Wadi Mujib, el gran cañón jordano.
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Es la continuación del valle del Rift africano, un impresionante cañón de un kilómetro de profundidad y cuatro de anchura. Los kilómetros anteriores discurren por una meseta llena de olivos, así que no te imaginas que estás llegando. Si las vistas desde el Monte Nebo nos dejaron igual, estas son increíbles. Mucho más de lo que parece en nuestras fotos. Se hizo lo que se pudo, pero cuando llegamos al mirador era complicado porque había tal vendaval que hasta te hacía masticar arena.
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Y entre olivos y charla llegamos a Karak. Nada más entrar en la ciudad se ve la mole del castillo.
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Hay que tener claro que lo que vas a ver son ruinas, pero son imponentes. La visita me gustó más de lo que esperaba (1 JOD). El castillo, construido en 1142, fue testigo en la época de las cruzadas de las luchas entre cristianos y musulmanes. Por tres de sus lados está rodeado de barrancos. El protagonista de los peores horrores de su historia fue un cruzado francés, Reinaldo de Chatillon, que heredó el castillo por matrimonio. Este Reinaldo le dio bastantes quebraderos de cabeza a Saladino: hostigaba a las caravanas, rompió treguas e incluso quiso asaltar La Meca. Pero la peor parte se la llevaban los prisioneros, los torturaba en las mazmorras y antes de lanzarlos al fondo del valle unos 450 metros más abajo, les metía las cabezas en cajas de madera para que no perdieran el conocimiento antes de chocar contra el fondo.
Por aquí los tiraba. Seguía haciendo tanto viento que pensé que salíamos volando nosotros también.
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Al final Saladino le tenía tanta manía que le cortó la cabeza tras la Batalla de los Cuernos de Hattin en 1187. Fue el único de los dirigentes cruzados que acabó así. El castillo y sus alrededores fueron fueron escenario para numerosas escenas de la película de Ridley Scott “El Reino de los Cielos” (2005).
Lo mejor es perderse por las galerías, pasadizos, patios y terrazas, al menos lo mejor para nosotros, que aunque intentábamos seguir el orden de la Lonely nos perdíamos igualmente . Llevaros una linterna para alguna zona más oscura y ¡cuidado! con la cantidad de boquetes que hay en todos los niveles. No es que podáis meter el pie, es que cabéis enteros.
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Había zonas del castillo en las que te podías imaginar perfectamente a los prisioneros allí encerrados. En una de estas habitaciones oscuras, en un hueco al que parecía que no hubiera acceso entre un ventanuco y la pared, vi aparecer de repente una cara. No pude evitar pegar un chillido...Umm, qué vergüenza, qué carcajada soltó el hombre!!
No sé cuanto tiempo estuvimos dentro, algo más de hora y media entre pitos y flautas.
El Kir Heres, el restaurante que teníamos en mente para la comida, está a dos pasos del castillo, prácticamente enfrente de la taquilla donde compramos la entrada. Yehad nos estuvo esperando allí charlando de nuevo con otros conductores durante la visita y mientras comíamos. El sitio no me gustó mucho al verlo, pero cambié de opinión al probar la comida. No fue caro (24 JOD) y comimos bien.
Al volver al coche Yehad nos informó de que con el vendaval la arena se había acumulado en la autovía y estaba cortada en ese momento. Esperaba que la despejaran cuanto antes, porque él volvía a Madaba ese mismo día después de dejarnos en Wadi Musa. La conversación con él entre Karak y la reserva de Dana fue muy entretenida. Aprendimos bastante sobre las bodas jordanas y sus preparativos .
No llegamos a Dana, pero paramos en un mirador en la carretera y nos dio pena no haber tenido un día más para haber hecho algo de senderismo por allí. La zona prometía.
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Antes de llegar a Petra, podríamos haber hecho otra visita: la de la pequeña Petra. Al organizar el viaje dijimos que si el día de llegada no coincidía con un día en el que hubiese Petra by night, entonces sí nos acercaríamos y si coincidía pues entonces preferíamos ver Petra by night. Nos habría dado tiempo a hacer las dos cosas, pero no sabíamos cuanto tiempo nos llevaría el trayecto con las paradas.
Llegamos a Wadi Musa al fin! Qué emoción saber que estábamos tan cerca de Petra . El pueblo es bastante más grande de lo que me imaginaba. Antes de despedirnos en el hotel Yehad nos llevó en el coche a comprar las entradas para esa noche. Le deseamos suerte en la autovía y buen viaje y nos despedimos con algo de pena.
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Nueva etapa del viaje y nuevo hotel, el Seven Wonders, que también estaba fenomenal: lo fuimos a celebrar con un baño en la piscina, pero aún hacía mucho viento y nos conformamos con vaguear un rato.
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Le dije a mi marido que ya que llevábamos unos días sin cervecita podíamos ir antes de Petra by night a tomar una al Cave Bar, una cueva nabatea que está junto al hotel Petra Guesthouse, al lado del centro de visitantes. Le gustó el plan, aunque me recordó que sí habíamos tomado cerveza la noche antes. Buenooo , unos días, unas horas, ¡minucias! Decidimos ir andando para situarnos un poco, mejor hacerlo ese día porque teníamos claro que los próximos días iríamos y volveríamos en taxi.
Andando desde el hotel al centro de visitantes tardamos 25 minutos. En Wadi Musa todo son cuestas, menos mal que en esa dirección íbamos cuesta abajo. La idea era tomarnos la cerveza dentro de la cueva nabatea, pero el viento por fin se había ido y se estaba tan bien en la terraza que allí nos quedamos viendo las luces de Wadi Musa encenderse hasta la hora de ir al centro de visitantes.
Había leído de todo: desde que era mágica hasta que era una auténtica decepción. A nosotros nos gustó bastante. Eso sí, lo suyo es verla antes de ver Petra de día porque parte importante del encanto es intuir todo lo que verás al día siguiente. También influyó que de las 300 personas que estábamos allí esa noche (según le oímos decir al guía de unos americanos), nos comportamos bien 299. No íbamos en silencio, pero exceptuando a una petarda de las que se pasan medio espectáculo hablando a gritos por el móvil, nadie armó jaleo y se agradecía mucho .
Y por supuesto, el que espere un espectáculo en el sentido literal de la palabra con fuegos o luces que se ahorre el dinero. Nos pareció perfecto recorrer el primer tramo a la luz de la luna y disfrutar del Siq y de la fachada del tesoro iluminados con velas. Una vez allí un beduino cuenta la historia de los nabateos y toca algo de música con la flauta. Nada más...¡y nada menos!
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Para intentar sacar alguna foto medio decente esperamos a que se fuera la inmensa mayoría.
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No es que yo sea precisamente una experta en fotografía, ni nuestras fotos ninguna maravilla, pero me hizo gracia ver a gente intentando sacar una fachada apenas iluminada de 40 metros de alto y desde 15 metros de distancia con el móvil o poniendo el flash de la cámara y quejándose de no salía nada. Criaturilla, ¡lo raro es que te salga!
Un último consejo: si lleváis una linterna no os va a sobrar para iluminar un poco por donde pisáis por el Siq. Si se os olvida, os pegáis a alguien que la lleve y arreglado.
Como era un poco tarde para ir a cenar cuando salimos de allí, cogimos el taxi directamente al hotel y tiramos de provisiones y de algunas chucherías que habíamos comprado y nos las tomamos en la habitación. Al día siguiente tocaba PETRA.
Información Práctica:
Entradas para Petra by Night (12 JOD)
La visita empieza a las 20:30, pero hay que estar un cuarto de hora antes. Escribimos a los del hotel para preguntarles si tendríamos problema para comprar las entradas en caso de llegar a Wadi Musa más tarde de las 18:00, hora en la que según la Lonely cercaban las taquillas para la entrada de día y nos dijeron que no, que para Petra by night se pueden comprar en el centro de visitantes hasta la hora en la que empieza el espectáculo. Nosotros las compramos en una agencia del pueblo al mismo precio que tienen en las taquillas, si tenéis alguna al lado del hotel podéis preguntar.