Petra desde las alturas ✏️ Diarios de Viajes de Jordania

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Ese día madrugamos más para tener nuestro momento íntimo con el Siq y el Tesoro. O todo lo íntimo que pudiera ser, que siempre hay alguien más madrugador como vimos en el comedor del hotel a la hora del desayuno. Desde el primer día nos habíamos acostumbrado a los desayunos jordanos que no son precisamente los que solemos tomar en casa o en el bar. Pero lo que no conseguí desayunar en todo el viaje fueron las aceitunas gordales que ponían para las ensaladas antes de las 7:00 de la mañana (y mira que me encantan a otras horas del día ).

Justo antes de llegar al Siq vimos a un grupo muy madrugador. Pero lo adelantamos y pudimos recorrer el Siq solos en muchos tramos. Merece la pena madrugar .


Pudimos fijarnos en los detalles con mucha más tranquilidad que el día anterior. A la entrada vimos los restos del arco que se derrumbó en 1896, pero que los viajeros del siglo XIX pudieron ver aún en pie y dibujarlo. Son preciosos los que hizo en 1.839 el escocés David Roberts, si encontráis láminas o postales de sus dibujos seguro que alguna compráis.


Vimos también el camellero esculpido y su dromedario (del camellero se distinguen sobre todo los pies). Es lo que se conserva mejor, pero justo delante parece que hubo esculpidos más camellos, así que probablemente hubiera esculpida una caravana.


Nos cruzamos con un jordano que iba corriendo por el Siq. El día anterior también lo habíamos visto, así que suponemos que correrá por Petra cada mañana. En cambio estas monjitas no tenían mucha prisa por avanzar .


El Siq no es la única forma de entrar o salir de Petra, también se puede entrar por el por el cañón de Wadi Muthlim. No es una ruta sencilla y creo que es aconsejable hacerla con guía por peligro de inundaciones en un antiguo túnel nabateo que atraviesa, pero seguro que merecerá la pena.

Otra vez estábamos delante del Tesoro, esta vez con muy poca gente. No te cansas de mirarlo, los que habéis estado allí seguro que lo entendéis. Pasamos un buen rato sentados tranquilamente frente a la fachada.


Era inevitable acordarse de Johann Ludwig Burckhardt, el suizo que en el siglo XIX fue el primer occidental que contempló Petra después de muchos siglos. ¡Lo que habría dado el hombre por disfrutar de aquello con la tranquilidad con la que lo estábamos haciendo!

Para él no fue nada fácil, tuvo que echarle imaginación y narices al asunto porque en aquella época los viajeros occidentales no escuchaban precisamente Welcome to Jordan. Viajó por Oriente Próximo durante años haciéndose pasar por musulmán (lógicamente había estudiado árabe, el Corán y tradiciones islámicas). Cuando recorría la actual Jordania oyó hablar de una antigua ciudad oculta por los beduinos entre las montañas de Wadi Musa y decidió intentar encontrarla.

Necesitaba una buena excusa para su propósito y se le ocurrió fingir que había hecho la promesa de sacrificar una cabra en honor de Aarón, el hermano de Moisés, cuya supuesta tumba estaba situada cerca de este lugar. La estratagema coló porque a Aarón también lo veneran los musulmanes. Así consiguió que el 22 de agosto de 1812 lo llevara un guía a través del Siq hasta que se topó con el tesoro. Pobre hombre, flipando como debió de flipar y teniendo que disimular la emoción mientras recorrían Petra.

Intentaba tomar notas a escondidas escribiendo que probablemente las ruinas fuesen las de la antigua Petra. Pero por mucho que disimulara el guía empezó a sospechar y le acusó de ser un infiel que quería el dichoso tesoro. Lo convenció a duras penas de que no, pero temía por su vida y en cuanto llegaron a la base de la montaña de la tumba de Aarón sacrificó la cabra a toda prisa y regresaron lo antes que pudo para ponerse a salvo.

Por si no fuera bastante impresionante haber descubierto Petra, también fue uno de los primeros europeos que conocieron La Meca y Medina y además descubrió el templo del faraón Ramsés II en Abu Simbel . No llegó a viejo, murió de disentería en El Cairo con 33 años.

Empezó a llegar gente. Era el momento subir a Gebel Attuf, la montaña donde está al Altar de los Sacrificios. En Petra hay muchos más lugares altos de los sacrificios, pero éste es el mejor conservado. Las escaleras que suben son las que están junto a la tienda “Why not”, antes de llegar al Teatro.


¡Vaya tela con el primer tramo de subida!. Los escalones son mucho más empinados que los del Monasterio. Esta vez no tenías aliento ni para maldecir la manía de los nabateos de excavar cosas interesantes en sitios tan incómodos de alcanzar, en parte por lo que te cansas y en parte porque las vistas nada más empezar a subir eran tan bonitas que se te quitaban las ganas de protestar .


Pero no hay que desanimarse, después del primer tramo las escaleras no están tan mal y hay bastantes menos que al Monasterio, nosotros subimos en unos 25 minutos.


Bueno, eso calculamos porque como nos perdimos no podemos saberlo con seguridad . Cuando terminaron las escaleras había un tramo “llano” y seguimos de frente siguiendo a un grupito que había empezado a subir un poco antes que nosotros. Menos mal que una beduina muy simpática que iba montada en burro con su churumbel nos gritó que por ahí no era. Nos quedamos un momento indecisos porque el grupo seguía avanzando decidido, pero hicimos caso a la beduina y giramos hacia la derecha, dejando al lado unos puestecillos. Habíamos sido inocentes pensando que habían terminado las escaleras, pero diez minutos más tarde estábamos en Al-Madhbah, el Altar de los Sacrificios.


Lo que más sorprende del Altar es pensar como consiguieron excavar la roca hasta aplanar la cima de la montaña de esa forma (la plataforma mide 14,5 m x 6,5). Los “lugares altos” eran zonas sagradas, los lugares de culto más antiguos de Petra a los que iban los petrenses para honrar a sus dioses (más tarde utilizarían los templos adoptando de nuevo costumbres de culturas vecinas). Excavaban también desagües para canalizar la sangre de los animales sacrificados.

De todas formas el Altar en sí no merece tanto la pena como las vistas desde arriba. Bajáis un poco por las rocas y la vista desde allí (1041 metros) es impresionantee . Nos sentamos a disfrutar del espectáculo de la zona de las tumbas reales. Y si no nos quedamos todavía más fue porque el sol atizaba que no veas ya a esa hora.



Podéis volver a bajar por el mismo camino, pero os aconsejo que la bajada la hagáis por Wadi Farasa, uno de los sitios que más disfrutamos de Petra.

Estábamos buscando el camino de bajada, cuando vimos al jordano que corría por el Siq que seguía corriendo por allí!! ¿Habría subido corriendo también por las escaleras?? Eso es estar en forma y lo demás tonterías .

Volvimos a seguir a los que iban delante y está vez acertamos todos. Hay un cartel indicador, tenéis que dejar a la derecha un kiosco de bebidas y seguir recto. La bajada por Wadi Farasa es una gozada . Es el sitio de Petra en el que nos cruzamos con menos gente y desde el principio vais a disfrutar con las vistas, las formaciones rocosas tan bonitas que hay y las tumbas que la mayoría de gente no llega a ver por falta de tiempo.

Al poco tiempo de empezar el descenso os encontráis con el monumento del León, en su día una fuente. El león es enorme, lástima que no se conserve la cabeza, de la boca era donde salía el agua. Más o menos desde esa zona se ve a vista de pájaro la tumba del Soldado Romano a la que llegaréis después.


Este tramo tenía escaleras más empinadas, pero de bajada costaban menos y así llegamos antes a la zona de las tumbas.


La primera que encontramos fue la del Jardín que tiene delante una gran cisterna de agua


Más abajo está la tumba del soldado romano, que debe el nombre a los viajeros del siglo XIX que creyeron que una de las tres estatuas de la fachada representaba a un soldado romano con su coraza.



Un patio con columnas la comunicaba con el triclinio situado enfrente que destaca por el tamaño, las formas y el colorido. Parece que fue un complejo funerario lujoso.


En el interior hay un banco corrido de tres lados excavado en la roca. La mayoría de las tumbas más lujosas tenían triclinios en los que se reunían los familiares del difunto para celebrar banquetes en su honor.

Y un poco más adelante está la tumba del frontón partido en medio de un paraje precioso con las adelfas.


A partir de las tumbas la bajada es mucho más suave y podéis volver a la calle principal de Petra por dos caminos, por la derecha saldréis a la escalinata que lleva a las Tumbas Reales y por la izquierda llegaréis a la parte trasera de Qasr Al Bint. Cogimos éste último teniendo en cuenta el recorrido que queríamos hacer después. En ese trozo no hay ni una sombra, no es largo pero si lo hacéis os aconsejo que llevéis agua. Poco antes de llegar hay vistas muy bonitas de una zona de tumbas poco concurrida.


Ufff, ¿cuanto habíamos tardado desde que empezamos a subir? Unas dos horas y media con muchas paradas para fotos y el descansito en el altar . Serian las doce, una hora estupenda para tomarnos los bocatas en el mismo chiringuito del día anterior antes de seguir camino.

Subimos hacia la iglesia bizantina. En esta zona están los restos del templo de los leones alados, templo nabateo del reinado de Aretas IV y destruido por el terremoto del año 363.

Siguiendo por el camino hay restos de un edificio que se pensó que podría ser el Palacio Real de los reyes nabateos, uno de los edificios que aún no se ha encontrado.

Vimos los mosaicos de la iglesia bizantina, a pesar de todos los que habíamos visto ya durante el viaje, estos nos gustaron bastante.


Y ahora sí que nos fuimos derechitos hacia las tumbas reales. Lo más habitual es que lleguéis por la escalinata que sube desde el valle, cerca del Teatro y la primera tumba que veáis sea la de la Urna. Desde la iglesia bizantina nosotros llegamos primero a la tumba de Palacio.

Para no variar no hay seguridad por la falta de inscripciones, pero por el gran tamaño y la riqueza de la decoración se consideran enterramientos de reyes nabateos.

El nombre de cada una alude a algún rasgo característico, la de Palacio se llama así simplemente porque se creía que imitaba la arquitectura de los grandes palacios helenísticos. Es la mayor, se distinguen tres niveles en la fachada pero tuvo un cuarto y un quinto. Es la única tumba de toda Petra que no está totalmente esculpida en la pared rocosa.


La Corintia es la más erosionada, pero igual de impresionante. Se llama así por los capiteles de la fachada.


Delante de la tumba de la Seda nos quedamos embobados un buen rato, por los colores de la fachada: vetas rosas, blancas, amarillas y azules.


Y por último vimos la tumba de la Urna, reconocible por las enormes arcadas que la sustentan. No se excavó al pie de ladera sino a gran altura y delante tiene un gran patio de 20 metros de ancho.


Si las vistas de las tumbas desde el valle son preciosas, las del valle desde las tumbas no desmerecían


Me dio pena un grupo que estaba allí escuchando las explicaciones de su guía. Unas explicaciones largaaas, muy laargas. Del tipo de las que aburren a las ovejas por la cara que ponían . Pero sobre todo demasiado largas para escucharlas a las 3 de la tarde a pleno sol (ese día se nubló muchas veces pero estos pobres no tuvieron suerte en aquel momento). Si pensaba enrollarse tanto, bien podría haber tenido el detalle de hacerlo a la sombra .

Justo después de la tumba de Palacio están las escaleras que suben a la montaña de Al-Khubtha, para ver el tesoro desde arriba. Yo quería subir, pero mi rodilla me avisó que de que no estaba por la labor de otra subida bestia de escaleras en el mismo día. Le dije a mi marido que no se quedara con las ganas, que yo bajaría a la zona del teatro para tomarme algo fresquito, qué remedio. Menos mal que conocí a unos canadienses muy majos que también estaban descansando y con la charla se me hizo cortita la espera .

En realidad fue corta, mi marido tardó en subir y bajar algo menos de una hora . De las tres subidas le pareció la más dura, pero sin rodillas impertinentes merece completamente la pena por las vistas impresionantes del teatro y de la calle columnada.


Empieza con un largo tramos de escalones empinados. Al terminar las escaleras, encuentras una antigua cisterna nabatea en la que hay una tetería. Hay que seguir por el camino que la deja a la derecha. A partir de ahí por extraño que parezca empezáis a descender y aunque no hay senda claramente marcada hay montoncitos de piedra que han ido dejando los senderistas que sirven de guía hasta que lleguéis a ver el Tesoro. Desde allí podéis moveros buscando distintas vistas. Mucha gente saca fotos desde una tetería que hay en el borde mismo de la montaña, pero mi marido decía que aunque la veía primero desde algo más arriba y luego desde más abajo, no atinó a llegar .


Se acababa el tiempo en Petra, trasteamos algo más por la calle de las fachadas y antes de volver hacia el Tesoro quisimos hacer algo que nos habría apetecido por la mañana. Volvimos al principio de la subida al Altar de los Sacrificios y subimos tan solo un tramito para quedarnos allí sentados disfrutando de las vistas. Qué gozada .


Antes de irnos no quise quedarme con las ganas de hacer un poco el guiri. Buenooo, un mucho, pero total, nadie se iba a enterar, ni que yo contara estas cosas en internet . Le dije a uno de los Jack Sparrow que tenía el dromedario por allí aparcado (siento no ser más original en la comparación pero es que es verdad que los bedoul son clavaditos a él! ) que le daba un dinar si me dejaba montarme un momento y hacerme una foto delante del tesoro. Le pareció perfecto y yo me quedé tan contenta.


Adiós Petra. Un placer de verdad haberte conocido . Repetimos el ritual del día anterior: hasta el taxista que nos llevó al hotel fue el mismo. Nos bañamos en la piscina y para cenar fuimos a un restaurante que os recomiendo incluso aunque no esté cerca de vuestro hotel. Baratísimo y riquísimo todo y el dueño no pudo ser más amable: el Beduin Quick Bite (17 JOD)

Casi dormidos estuvimos a punto de tener que salir de la habitación a echarles una mano a nuestros vecinos. Yo no sé que se habrían bebido pero tuvieron que hacer por lo menos 10 intentos antes de atinar a abrir la puerta de su habitación con la tarjeta .

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