MIÉRCOLES 13 DE AGOSTO
Hoy me he levantado y al menos no estaba lloviendo. Lo cual, unido a que ya no puedo estar más días por aquí, hace que decida arriesgarme y visitar por fin el Parque Natural de Súmava.
Éste es sencillamente enorme. De hecho, aunque esté en su mayor parte en la Bohemia checa, también participa de Austria y Alemania.
La zona a la que quería acceder está a unas tres horas y cuatro-cinco transbordos, así que me he dado por vencido. Voy a recorrer la parte más próxima a Cesky Krumlov (70 km de distancia).
Hay un tren directo desde Cesky Krumlov hasta la parte más oriental del parque, sin necesidad de transobordos. El viaje dura casi dos horas (7€, i/v). La última parada es Nove Udoli.
No me he atrevido a hacer un recorrido circular, así que me he propuesto acabar en otra parada del mismo tren (Cerny Kriz)
Así visto, parece que me recorro el parque entero, pero visto con el mapa en perspectiva (y sólo aparece una tercera parte del Parque Nacional), se ve que es una minucia
El recorrido realizado es de unos 20 kilómetros o 5 horas.
No he tenido suerte y me ha llovido durante las 5 horas del mismo. Ha sido bajar del tren y empezar un sirimiri sempiterno.
Los senderos están habilitados para bicicletas (la mayor parte de la gente, familias completas, subían al tren con las bicis). Vamos, que no se parece nada a los senderos para audaces de Eslovaquia. Tampoco hay barrizales ni riesgo a caerse. A cambio, el camino es menos bonito que el de los paisajes de Moravia o de Eslovaquia.
He acabado hundido... bueno, no del todo. Me ha preocupado que tenía los pantalones calados por completo, menos en la zona de la bragueta. Me he comido el coco sobre si es porque ando con el cuerpo hacia delante, o es que empiezo a tener la típica tripa cervecera (ya tengo 40 años y se nota). La verdad, me ha venido un deja vu de Tomates verdes fritos, el libro de Fannie Flag, como si fuera la versión masculina de Evelyn.
Bueno, pues al final he conseguido (cabezota que soy) visitar parte de Sumava, y con eso me doy por satisfecho.
A la vuelta tengo compañía en la habitación. Otra chica coreana (sigo impresionado de la cantidad de orientales que hay en Cesky Krumlov). Lo curioso ha sido que cuando le he dicho que soy vasco, en vez de preguntarme dónde cae eso, me ha pedido que le traduzca una carta escrita en euskera por una compañera de un grupo de trabajo con la que ha coincidido en alemania a finales de julio. Por suerte, Lide, así se llama la euskalduna en cuestión, escribió la carta en un euskera batua muy estándar y se la he podido traducir al castellano y a un malísimo (pero suficiente) inglés. En realidad, la carta era muy emotiva. Tan agradecida ha quedado de que se la haya leído que me ha regalado un abanico coreano con el que viajaba. Muy simpática la chiquilla.
Ah, que se me olvidaba, además resulta que Lide estudia medicina y casualidad yo he impartido clases este último año a dos chicas euskaldunas con ese nombre (no muy corriente en Euskadi). Me quedo con la duda de si la conociera.
Hoy me he levantado y al menos no estaba lloviendo. Lo cual, unido a que ya no puedo estar más días por aquí, hace que decida arriesgarme y visitar por fin el Parque Natural de Súmava.
Éste es sencillamente enorme. De hecho, aunque esté en su mayor parte en la Bohemia checa, también participa de Austria y Alemania.
La zona a la que quería acceder está a unas tres horas y cuatro-cinco transbordos, así que me he dado por vencido. Voy a recorrer la parte más próxima a Cesky Krumlov (70 km de distancia).
Hay un tren directo desde Cesky Krumlov hasta la parte más oriental del parque, sin necesidad de transobordos. El viaje dura casi dos horas (7€, i/v). La última parada es Nove Udoli.
No me he atrevido a hacer un recorrido circular, así que me he propuesto acabar en otra parada del mismo tren (Cerny Kriz)
Así visto, parece que me recorro el parque entero, pero visto con el mapa en perspectiva (y sólo aparece una tercera parte del Parque Nacional), se ve que es una minucia
El recorrido realizado es de unos 20 kilómetros o 5 horas.
No he tenido suerte y me ha llovido durante las 5 horas del mismo. Ha sido bajar del tren y empezar un sirimiri sempiterno.
Los senderos están habilitados para bicicletas (la mayor parte de la gente, familias completas, subían al tren con las bicis). Vamos, que no se parece nada a los senderos para audaces de Eslovaquia. Tampoco hay barrizales ni riesgo a caerse. A cambio, el camino es menos bonito que el de los paisajes de Moravia o de Eslovaquia.
He acabado hundido... bueno, no del todo. Me ha preocupado que tenía los pantalones calados por completo, menos en la zona de la bragueta. Me he comido el coco sobre si es porque ando con el cuerpo hacia delante, o es que empiezo a tener la típica tripa cervecera (ya tengo 40 años y se nota). La verdad, me ha venido un deja vu de Tomates verdes fritos, el libro de Fannie Flag, como si fuera la versión masculina de Evelyn.
Bueno, pues al final he conseguido (cabezota que soy) visitar parte de Sumava, y con eso me doy por satisfecho.
A la vuelta tengo compañía en la habitación. Otra chica coreana (sigo impresionado de la cantidad de orientales que hay en Cesky Krumlov). Lo curioso ha sido que cuando le he dicho que soy vasco, en vez de preguntarme dónde cae eso, me ha pedido que le traduzca una carta escrita en euskera por una compañera de un grupo de trabajo con la que ha coincidido en alemania a finales de julio. Por suerte, Lide, así se llama la euskalduna en cuestión, escribió la carta en un euskera batua muy estándar y se la he podido traducir al castellano y a un malísimo (pero suficiente) inglés. En realidad, la carta era muy emotiva. Tan agradecida ha quedado de que se la haya leído que me ha regalado un abanico coreano con el que viajaba. Muy simpática la chiquilla.
Ah, que se me olvidaba, además resulta que Lide estudia medicina y casualidad yo he impartido clases este último año a dos chicas euskaldunas con ese nombre (no muy corriente en Euskadi). Me quedo con la duda de si la conociera.