Llegó finalmente el miércoles, día de nuestra partida.
Después de dejar preparadas las maletas en la consigna del hotel, salimos del Al Sole para cruzar el punte y así, sin más, llegar al sestiere que nos quedaba pendiente de visitar. Dorsoduro.
Empezamos paseando por Santa Margherita. Allí nos encontramos con el mercado en pleno campo. Los productos que vendían, decían ser locales, y la verdad es que la fruta tenía muy buena pinta, y el pescado seguro que también, ya que estaba toda la zona llena de gaviotas a la expectativa de que los pescaderos se despistasen para robarles el producto.
Entramos luego a visitar Santa Maria dei Carmini, otra prueba más de que estábamos en el barrio de los pescadores. Tras ver la típica colada colgada de edificio a edificio, cruzamos el río para ir en búsqueda de un puente curioso, el Ponte dei Pugni, famoso por ser este el lugar donde diferentes bandas venecianas rivalizaban entre ellos a golpe de puños. A su lado, en el río San Bárnaba, una barcaza repleta de frutas y verdura también vendía allí su género.
Después de dejar preparadas las maletas en la consigna del hotel, salimos del Al Sole para cruzar el punte y así, sin más, llegar al sestiere que nos quedaba pendiente de visitar. Dorsoduro.
Empezamos paseando por Santa Margherita. Allí nos encontramos con el mercado en pleno campo. Los productos que vendían, decían ser locales, y la verdad es que la fruta tenía muy buena pinta, y el pescado seguro que también, ya que estaba toda la zona llena de gaviotas a la expectativa de que los pescaderos se despistasen para robarles el producto.
Entramos luego a visitar Santa Maria dei Carmini, otra prueba más de que estábamos en el barrio de los pescadores. Tras ver la típica colada colgada de edificio a edificio, cruzamos el río para ir en búsqueda de un puente curioso, el Ponte dei Pugni, famoso por ser este el lugar donde diferentes bandas venecianas rivalizaban entre ellos a golpe de puños. A su lado, en el río San Bárnaba, una barcaza repleta de frutas y verdura también vendía allí su género.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
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Dejamos atrás Campo San Bárnaba y el río Malpaga para introducirnos en el corazón de este sestiere. Encontramos algunas tiendas artesanales de máscaras, y aunque ya las habíamos comprado, entramos un rato a mirarlas porque también eran muy curiosas.
Tras andar sin un rumbo fijo, visitamos la iglesia de San Trovaso. Luego al salir dimos con el Squero di San Trovaso, uno de los últimos varaderos que quedan en Venecia dedicados a la construcción y reparación de góndolas. Pedimos permiso para entrar y así vimos en primera línea algunas de las técnicas que utilizan para arreglarlas góndolas, aunque lo que nos pareció más curioso es el aspecto tirolés que tiene el taller. Esto es debido a que los primeros moradores del taller provenían de la zona de los Dolomitas.
Tras andar sin un rumbo fijo, visitamos la iglesia de San Trovaso. Luego al salir dimos con el Squero di San Trovaso, uno de los últimos varaderos que quedan en Venecia dedicados a la construcción y reparación de góndolas. Pedimos permiso para entrar y así vimos en primera línea algunas de las técnicas que utilizan para arreglarlas góndolas, aunque lo que nos pareció más curioso es el aspecto tirolés que tiene el taller. Esto es debido a que los primeros moradores del taller provenían de la zona de los Dolomitas.
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Llegamos luego al Zattere, donde ya habíamos estado en anterioridad, así es que volvimos a entrar por las callejuelas hasta encontrarnos en la parte trasera del Guggenheim. Aunque queríamos ver la Salute, el tiempo apremiaba y también teníamos ganas de tomar algo, ya que el calor era bastante severo, así que volvimos hasta Campo San Bárnaba para tomar unos refrescos. Antes, pero, aún tuvimos tiempo de entrar en una librería que tenía muchas ofertas y no pudimos resistirnos a comprarle a nuestro peque un libro de dibujos del ratoncito gondolieri.
Queríamos ver la fachada de la Salute de más cerca, así como la piazza San Marcos por última vez. Así que la mejor opción era cruzar el Gran Canal. Al no tener operativo la tarjeta de los transportes, cogimos un traghetto y disfrutamos del último viaje en barca por el Gran Canal. Una vez en la orilla del sestiere de San Marco, caminamos en búsqueda de una de las calles que diese en frente de la salute para poder hacer unas fotos a su fachada, que aunque estaba en plenas obras, no nos quisimos perder.
Queríamos ver la fachada de la Salute de más cerca, así como la piazza San Marcos por última vez. Así que la mejor opción era cruzar el Gran Canal. Al no tener operativo la tarjeta de los transportes, cogimos un traghetto y disfrutamos del último viaje en barca por el Gran Canal. Una vez en la orilla del sestiere de San Marco, caminamos en búsqueda de una de las calles que diese en frente de la salute para poder hacer unas fotos a su fachada, que aunque estaba en plenas obras, no nos quisimos perder.
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Quedaba ver la piazza, así que tomamos la abarrotada Calle Larga XXII de Marzo. Curioso fue el detalle de ver que justo en frente de las carísimas tiendas de marca, había los ”vú cumprá” (los “quiere comprar” que vendrían a ser nuestros “paisa, bueno, bonito, barato”) con el mismo material a precios para todos los bolsillos.
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Finalmente llegamos a la plaza San Macos. Dimos el último paseo a la par que hicimos las últimas fotos y curioseámos en una de las tiendas de cristal de Murano. Nuestra historia en Venecia estaba acabando y lo sabíamos.
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Volvimos sobre nuestros pasos para ir en búsqueda de un bar cerca de Campo San Mauricio, donde vendían bocadillos y nos sentamos en un puente cercano a comer y descansar, para luego proseguir por, la ya ahora conocida, ruta de Santo Stefano-Sant’Angelo-Campo Manin-Rialto.
Tomamos prestados unos minutos de relax en el Ponte di Rialto viendo los avances de las góndolas por el Gran Canal. A nuestra izquierda, un poco al fondo, vimos como el restaurante donde habíamos cenado la noche anterior, L’Omnibús estaba casi hasta la bandera. Últimas instantáneas.
Tomamos prestados unos minutos de relax en el Ponte di Rialto viendo los avances de las góndolas por el Gran Canal. A nuestra izquierda, un poco al fondo, vimos como el restaurante donde habíamos cenado la noche anterior, L’Omnibús estaba casi hasta la bandera. Últimas instantáneas.
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Tomamos luego Riva del Vin para adentrarnos por las calles estrechas que dan al canal. Pasamos por un sin fin de esas calles que el primer día nos parecieron un laberinto y que ahora eran como si fuesen de nuestro barrio, hasta llegar al hotel Al Sole a recoger las maletas.
A llegar a la plaza Roma, uno ya cree que está fuera de Venecia, porque está llena de autobuses y otros vehículos a ruedas. Durante todos los días que habíamos pasado en Venecia, no los habíamos echado en falta para nada.
Una vez en el avión, tuvimos la suerte de ver Venecia desde el aire. Parecía muy pequeña y tranquila. Desde allí localizamos la piazza San Marcos, ahora sí, por última vez. El Campanile, orgullosamente alto nos la hizo encontrar con facilidad.
ARTICULOS
*LA VENECIA MENOS CONOCIDA. HISTORIAS, LEYENDAS E INFORMACIONES VARIAS
*LA VENECIA MENOS CONOCIDA. HISTORIAS, LEYENDAS E INFORMACIONES VARIAS-2ª parte
*AQUA ALTA EN VENECIA
A llegar a la plaza Roma, uno ya cree que está fuera de Venecia, porque está llena de autobuses y otros vehículos a ruedas. Durante todos los días que habíamos pasado en Venecia, no los habíamos echado en falta para nada.
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