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A las 7:30 se sirve el desayuno en otro edificio del complejo de nuestro alojamiento que además es pizzería y bar, Daddi’s se llama, y allí que estamos para comenzar el día temprano y con fuerzas. Tienen zumo, cereales, yogurt, algo de jamón york y queso, tostadas.
Estamos muy cerca del pueblo de Reykjahlid en el que volvemos a entrar en la N1, con dirección Egilsstadir, para incorporarnos a la carretera 862 y comenzar nuestro recorrido del día. Se nos presentan ante nuestros ojos paisajes a los que no estamos acostumbrados, sorprendiéndonos a cada poco. Vamos identificando lugares que luego queremos visitar.
A tan solo 3 km. se encuentra un área geotermal activa de dónde salen humeantes respiraderos que salpican el valle y que ha sido motivo de varias empresas para aprovechar este poder. La más reciente fue una planta de diatomitas de la que queda una “laguna azul”de la que también sale humo. Es bastante bonita pero sus aguas son tóxicas y por supuesto no hay que confundirla con los baños de la “laguna azul del norte”.
En el paso de Namaskard la presencia de la extensión de la dorsal Mesoatlántica es patente en la montaña Namafjall, que visitaríamos en dos días y en la cresta Dalfjall que tiene un gran corte creciente, clara evidencia de que la montaña se está dividiendo.
Luego pasamos por el desvío a Hverir y enseguida el de Krafla.
Hoy nos vamos a dedicar a explorar el cañón Jökulsárgljúfur que forma parte del Parque Nacional de Vatnajökull desde 2008. Es una garganta de 30 km. formada por el río Jökulsa a Fjöllum, el segundo río más largo de la isla, que tiene sus orígenes en la capa de hielo de Vatnajölull y después de 206 km. desemboca en el extenso sandur de Oxarfjordur en el mar Artico. La entrada sur de este cañón precisamente es por dónde comenzamos, por la cascada Dettifoss, si bien el cañón comienza en la cascada Selfoss y finaliza en Asbyrgi. Asbyrgi es la entrada norte del mismo y dónde se encuentra el centro de interpretación.
Nos adentramos en la carretera 862 perfectamente asfaltada hasta el aparcamiento que da acceso a la cascada Dettifoss y Selfoss
Vamos atravesando paisajes alucinantes y que van cambiando, no son para nada monótonos, más bien lo contrario. Coladas de lava formando pequeñas colinas agrietadas, zonas de piedras y arena, casi desérticas, alternando con zonas verdes de distinta vegetación, tipo arbusto, otras formando praderas onduladas cubiertas de musgo serpenteadas por riachuelos. Al fondo la cadena de montañas elevadas terminando en meseta moteadas de neveros que vimos el día anterior.
Hemos comenzado la jornada con lluvia pero ha ido remitiendo por esta zona y cuando llegamos a nuestro destino inicial incluso tenemos algo de sol a retazos
Aunque es temprano en el parking ya hay algunos coches. Caseta con WC. En casi todos los aparcamientos del cañón que nosotros utilizamos había una caseta de este tipo, unas en seco y alguna otra con agua. Muy buena medida para preservar el terreno y arreglar problemas a los visitantes. Caminos bien señalizados indicando la dirección y la distancia.
Nos dirigimos a la cascada Dettifoss. Paramos en el primer mirador que hay en la parte de arriba para ver el conjunto con perspectiva. La naturaleza hace muestra de su poder, el Jökulsa arroja todo su caudal en una caída de 45 m. a través de una pared de 100 m. de ancho que forma como una cuña en V con esta parte oeste del curso del río.
Se baja a través de un sendero marcado con escaleras hasta casi el nivel superior del río. Esta cascada es la joya de esta parte del parque, es una de las cascadas más famosas e impresionantes de Islandia y la más poderosa de toda Europa.
Desde abajo la vemos de frente, notamos su poderío, nos mojamos con su nube de rocío y eso que hoy no es muy grande porque no sopla fuerte el viento. Nos quedamos hipnotizados con el rápido y portentoso caer de sus aguas de color blanco plomizo. Este color es debido a su origen glaciar y contrasta vivamente con el desnudo relieve del paraje, el cual está formado por superposición de coladas de lava y cubierto de hierba, musgo y líquenes.
Como no hace un día de sol espléndido no se aprecia el tan deseado arco iris. No obstante en las piedras situadas detrás del vértice de esta V, desde donde se nota más cantidad de neblina de agua, en algunos momentos podemos distinguir un pequeño arcoíris.
Resulta algo extraño observar el volumen tan grande de agua que cae por la cascada y que luego no se nota de igual forma este gran volumen en el caudal del río cuando sigue su curso.
Retrocedemos sobre nuestros pasos hacia el aparcamiento y al poco hay un camino que se desvía hacia la cascada Selfoss.
Camino de arenilla fina que se nos mete en los ojos porque se ha levantado viento en esta zona. Flanqueado a su izquierda por el cañón del río y a la derecha por bloques de basalto cuadrados y rectangulares, como si hubieran sido tallados.
Cascada en forma de U con una pata más alargada en esta parte del río, donde nos encontramos.
El agua discurre por su cauce y se distribuye por una serie de caídas, de una altura de 11 m., en todo el perímetro de la imaginaria U. También observamos que el agua se desparrama más por la pata de la U de la orilla que estamos, formando varias caídas que vemos lateralmente y cuyas riadas en la parte superior nos impiden avanzar hasta más cerca del centro de la curva.
A esta cascada se le suele prestar menos atención. Sin embargo a mi me pareció de las más llamativas.
Antes de volver a salir hasta la carretera 862 hay un desvío a la derecha, en pista sin asfaltar, que lleva hasta un parking. Somos los únicos que ocupamos el lugar. Desde este mismo parking sale un camino, no tan bien marcado y señalizado como en Dettifoss, pero bien visible, por el que se accede hasta el filo del cañón. Es en esta zona dónde la garganta es más profunda, los acantilados pueden alcanzar los 100 m. y las vistas del cañón son más atractivas no solo por esta profundidad sino por el entorno.
Aquí los vestigios volcánicos son más abundantes y variados, no en vano nos encontramos en la hilera de cráteres de Raudholl (del mismo tipo que la zona de Raudholar) que es cortada por el cañón y el río.
Allá abajo corren las aguas en su camino hacia el mar despeñándose por un dique de un cono volcánico de esta cadena, formando la cascada Hafragilsfoss. Cascada de 27 m. de altura y 91 m. de ancha y con la particularidad de que se encuentra en el cráter de un volcán.
El nombre le viene de Hafragil, nombre de esta zona, que quiere decir cañón de la cabra.
Estamos encantados, no solo por la visión de esta cascada, algo lejana allá abajo en el cañón, sino por la visión completa del conjunto, repleto de una belleza espectacular y salvaje. Nos tomamos un tiempo para recorrer una parte del filo de estos acantilados. Junto a la cascada, discurre un sendero que, me imagino, corresponde a la ruta de senderismo que une Dettifoss con Asbyrgi, y que por esta zona tiene su trayecto de mayor dificultad. Me hubiera gustado haber tenido tiempo y acercarme a esta cascada, bien por el acceso desde Dettifoss, bien desde la ruta que parece bajar desde aquí arriba. Aunque la bajada desde esta altura y a través de estas paredes tan escarpadas tiene que entrañar cierta dificultad.
En un tramo más delante de la cascada, en la margen que nos encontramos, las aguas del río se adentran y embalsan, como en una pequeña cala. Esta pequeña cala hasta tiene nombre, es llamada Fossvogur. En la misma se mantienen las aguas tranquilas, contrastando con las veloces del río. Pero su mayor atractivo radica, no sólo en este contraste, sino en la convivencia de aguas con la turbidez blanquecina (debida a los sedimentos finos que en suspensión transporta el río) y aguas transparentes con distintas tonalidades de azul, desde el turquesa al azul oscuro.
Entre este remanso y la corriente del río, dos isletas de sedimentos, una de ellas, desde la altura, y con cierta imaginación, parece la huella gigante de la pisada de un zapato.
Nos incorporamos de nuevo a la 862. A partir de aquí es pista de tierra pero a nosotros nos pareció en buen estado y la recorrimos sin dificultad, algo más lentos. Conforme avanzamos vamos viendo abundancia de vegetación en los márgenes avisándonos de nuestro próximo destino.
A Holmatungur se accede por una carretera corta pero en no muy buen estado, carretera 887. Es nuestra próxima parada. Tiene aparcamiento y caseta de WC.
El sol brilla desde hace rato y es un regalo que nos ofrece el día porque nos coincide con la ruta de senderismo que pensamos hacer en este paraje tan precioso y solitario. Pese a ser tan solitario mantiene unos senderos bien marcados y señalados.
El camino que sale del aparcamiento al poco se bifurca en varias direcciones bien indicadas en un poste de madera. Nos desviamos a la izquierda con intención de llegar a la cascada Holmafossar. El sendero se estrecha pero sigue bien marcado, paralelo en algunos tramos al río Holmá. Vamos caminando entre frondosa vegetación ahíta de agua, brillantes abedules enanos, lozanas y numerosas angélicas, geranios silvestres y otras muchas flores no identificadas que ponen su nota de color entre tanto verdor. Vamos acompañados de las aguas transparentes y cantarinas del río que tiene que sortear varias islas repletas de verde espesor y del cantar y piar de los pájaros. Todos estos ingredientes brillando bajo el sol hace que el paso se vuelva ágil, dan ganas de ir dando saltitos. Se respira tranquilidad, camino solitario, solo nos encontramos con una pareja intentando fotografiar la cría de alguna de estas aves.
La cascada Holmafossar la forma el río que ha venido acompañándonos en el sendero, desparramando sus aguas saltarinas sobre una pendiente rodeada de vegetación en su camino al cañón del Jökulsa que es dónde desemboca.. La vemos y fotografiamos parcialmente porque tanta vegetación nos impide verla en su totalidad. El sendero tuerce a la derecha y se dirige también hacia el río Jokulsá. Desde aquí comienza la vuelta al lugar de inicio bordeando el cañón que por esta zona presenta una de sus caras más amables. La vegetación cambia totalmente, musgos de distinto verde y líquenes que luchan por sobrevivir. La vertiente del cañón de la orilla de enfrente va presentando varias cascadas de los muchos ríos cortos que brotan de manantiales subterráneos.
Pronto en esta vertiente van apareciendo salientes con formaciones basálticas que se pueden ver mejor y más cerca en la zona denominada Katlar a la que nos desviamos antes de llegar al aparcamiento.
En esta zona el río tiene un cauce estrecho obligándose a recorrerlo tumultuosamente. Por sus paredes caen varias cascadas de distinto tamaño y las vistas en el recorrido de esta zona son muy bonitas. Vemos la caída lateral de la cascada Urridafoss (con el mismo nombre que otra en el sur de la isla) y otra cascada preciosa con chorros de agua entrecruzados y en dos tramos, en medio de estas formaciones basálticas. Su foto la he visto en internet y en la guía Rother pero no he podido conocer su nombre, si es que lo tiene. El acceso a esta zona de Katlar, por el mismo que se vuelve, cruza algunos riachuelos con puente y en él vuelve a brillar la frondosa vegetación con árboles más altos, algunos con troncos retorcidos.
Todo este recorrido, incluyendo la zona de Katlar , es de 6.5 km.
Seguimos por la carretera 862 hasta el desvío de nuestra próxima parada, Hljodaklettar y Raudholar, en la zona de Vesturdalur.
Aquí nos encontramos a más personas pero sin llegar a ser grupo numeroso. Los senderos están perfectamente señalizados con muchas indicaciones de dirección a seguir y la distancia a recorrer, y en cualquier bifurcación viene indicado el punto de retorno por si se quiere acortar el recorrido.
En el aparcamiento comienza a llover, es como si el cielo plomizo y nublado quisiera ir en concordancia con las formaciones de colores grises y oscuros que vamos a ver.
Ambas formaciones, Hljodaklettar y Raudholar, son parte de una larga hilera de 6 km. de cráteres de fisura que erupcionaron hace 8 o 9000 años. En su original forma la mayoría de estos cráteres eran similares a la que hoy se puede ver en los conos de Raudholar, pero debido a la erosión del río se perdieron las partes más blandas dejando solo el interior de basalto, mucho más resistente. Son muchos los que indican que esta erosión fue ocasionada por el jökulhaup que formó todo el cañón, incluido Asbyrgi.
El cañón en Hljodaklettar ha cortado uno de los conos de la hilera de cráteres, al igual que en Hafragilsfoss, dejando ver su interior y un dique-chimenea, permitiendo con ello observar una cadena volcánica fisural en tres dimensiones. Una zona encantadora para los geólogos.
Pero lo más característico en Hljodaklettar es que la roca basáltica presenta una extraordinaria variedad de “disyunciones columnares” en muy diversas orientaciones. Esto se produce por rotura de la roca durante el enfriamiento relativamente lento de lava basáltica. Las columnas de basalto, que normalmente son verticales, aquí aparecen de muchas otras formas, es espiral, en panal, en abanico, en horizontal, radiales….por lo que es mucho lo que habría que decir sobre el tema.
Las mejores formaciones se encuentran cerca del río. Por ello el circuito más corto llega hasta la formación llamada “Trollid”, con estructura en panal. Y es que verdaderamente podría uno imaginarse un troll petrificado. En su parte de atrás muestra una gran oquedad repleta de rosetas pertenecientes a columnas hexagonales, algunas de ellas no tienen la base lisa sino que tienen el basalto con formaciones, como si se hubiera querido esculpir algo en ellas. Arte en la naturaleza.
Caminando entre las formaciones que el circuito ofrece no puede uno sino admirar una vez más el poder de la madre naturaleza, es casi inimaginable una actividad volcánica capaz de provocar estas formas retorcidas.
Lo que si puede hacerse es poner a funcionar la imaginación y ver patrones de cosas conocidas en estas formaciones, unas alas de ángel, una cremallera gigante, un pájaro enorme con las alas extendidas, una capilla con rosetones esculpidos, una iglesia…Esta última realmente tiene ya puesto ése nombre, kirkjan, una gran cueva formada por columnas de basalto que se han retorcido y elevado queriendo asemejarse a una capilla con arco gótico y su bóveda llena de rosetones brillantes.
En el siguiente cruce de caminos hay que decidir si volver para el aparcamiento o seguir caminando otros 2,5 km. hasta Raudholar. A partir de aquí hay que hacer algunas subidas permitiendo esta mayor altura disfrutar de una hermosa panorámica del conjunto de edificios de basalto y del cañón.
Proseguimos para admirar esta hilera de conos de una bonita coloración, predominan el rojo en contraste con el negro de la ceniza y de los basaltos expuestos, sobre todo en la base de los conos y en su parte más cercana al río. Se pueden ver dos o tres de estos conos,
Ya no se puede subir a la cima, hay que contemplarla en la distancia. Se ha cortado el acceso, que anteriormente tenía, para preservar la formación que, al parecer, notaba la afluencia de visitantes, . No obstante se sube lo suficiente (a esta altura ya notamos un viento más que fuerte) para disfrutar de estos cráteres y de todo el entorno que los rodea.
El sendero de regreso vuelve a pasar por entre otras formaciones de basalto más lejanas al río pero también interesantes.
La lluvia, persistente pero no muy fuerte, nos da un pequeño respiro que aprovechamos para tomarnos el bocadillo frente a uno de estos edificios que reproduce en abundancia y en distintos tamaños alas extendidas de ángel o de ave. Por aquí, como en otros puntos del conjunto, los senderos están delimitados por cuerdas para no molestar la precaria vegetación que lucha por sobrevivir en un ambiente tan hostil. Hay carteles con esta indicación en la entrada y algún recordatorio por el camino.
Nos ponemos de nuevo en marcha para alcanzar el objetivo más lejano de hoy, el cañón de Asbyrgi, “el castillo de los dioses”. Es la parte final del cañón Jökulsargljufur.
Es una enorme garganta en forma de herradura que mide 3,5 km. de largo y 1 km. de media de anchura. Resguardada por altos acantilados enfrentados, que en algunas partes pueden medir hasta 100 m. la preservan del fuerte viento logrando que la vegetación sea bastante frondosa. Hay árboles de cierto porte, abedules, sauces, serbales, y también vegetación de bajo porte con gran variedad de flores. Hasta tiene una isla rocosa en el centro, Eyjan.
Hay dos teorías sobre su formación, cada cual más increíble. La leyenda dice que se formó porque Sleipnir, el caballo del dios escandinavo Odín, de ocho patas, que normalmente se movía por el aire, accidentalmente tocó en esta zona con la pezuña de una de sus patas formando la garganta en forma de herradura. La teoría científica afirma que se formó, al igual que todo el cañón Jökulsargljufur, por una gran inundación catastrófica, una gran jökulhaup, ocasionada por una gran actividad volcánica debajo del glaciar Vatnajökull que derritió tal cantidad de agua glaciar (se ha calculado que aproximadamente se transportó un total de 10 km. cúbicos) que recorrió 170 km. en un día o dos.
No teníamos una idea clara de que ruta hacer exactamente ya que no contábamos con mucho tiempo. Así que comenzamos a caminar por un sendero detrás del centro de interpretación que al poco se dirigió hacia el acantilado de la izquierda. Vimos una escalera metálica muy empinada que subía hasta lo alto del acantilado y decidimos subir para tener mejores vistas. Esta subida, además de la escalera, cuenta con un tramo de subida en el que hay que ayudarse con una cuerda.
Arriba del acantilado nos encontramos con otro sendero que seguimos durante una media hora. Las vistas eran muy bonitas pero siempre eran las mismas. Además, comenzó de nuevo a llover, así que regresamos por el mismo sitio y luego nos alegramos porque la lluvia se transformó en torrencial.
Posteriormente comprobamos que este sendero es el inicio de la ruta de Asbyrgi a Dettifoss.
Estuvimos un rato en el centro de interpretación, sin objetivo definido pues habíamos recorrido ya el cañón. Observamos unos avisos a campistas sobre una tormenta prevista para ese mismo día en la zona de Myvatn y parte del cañón. Luego nos enteraríamos que había sido importante. Suerte que estuvimos todo el día eludiendo a la misma.
Como seguía lloviendo, decidimos hacer en coche el recorrido de toda la garganta.
Después de repostar, el coche y nosotros, en la gasolinera N1 y en la cafetería adjunta, en la que también tenían una pequeña tienda, seguimos por la carretera 85 para incorporarnos a la 864 y volver a Vogahraun por el lado este del cañón. Con la que estaba cayendo nuestras esperanzas de ver las cascadas en el lado opuesto al de la mañana eran casi nulas. Pero el día nos tenía reservado un último premio maravilloso.
Cuando llegamos al pequeño aparcamiento para la cascada Hafragilsfoss deja de llover. Hay un sendero que sube hasta una pequeña colina en la que volvemos a contemplar las aguas de esta cascada que en este lado tienen una visión un poco más amplia. Volvemos a admirar el entorno del cañón y el que nos rodea. Estas colinas siguen perteneciendo a la misma hilera de cráteres de Raudholl, como en el lado opuesto, pero las mismas son más coloristas, predominando los tonos de la escoria roja. Vemos de nuevo, pero de frente, la pequeña cala de Fossvogur con las mismas tonalidades que nos habían encantado. Por encima de esta cala hay un terraplén de rocas sueltas sobre el que hay marcado un sendero muy estrecho. Este caminito forma parte de la ruta Asbyrgi – Dettifoss y por ello tiene la calificación de difícil en este tramo en particular, se ve estrecho y bastante expuesto. Al igual que en la visita del otro lado en la mañana, disfrutamos del entorno en total soledad.
Al alcanzar la cascada Dettifossaparece de nuevo el sol. En el aparcamiento hay un par de familias haciendo el pic-nic de la cena, nadie más.
El sendero, con muchas piedras y no tan preparado como en su lado oeste, baja hasta el mismo filo de la cascada, donde sus aguas comienzan a caer. Incluso se puede adentrar algo más en el curso del río saltando sobre piedras, no tiene ningún tipo de protección. El sol ilumina la parte superior de la cascada, la neblina de rocío no nos moja en este lado y observamos como sigue el curso del cañón hasta su extinción total.
Desde el otro lado se ve la caída de agua de frente, en este de forma lateral. Pero desde aquí se ve más de cerca el inicio del despeñe de las aguas y toda la V en su conjunto.
No podría decir cual lado es más bonito, creo que son complementarios. Creo además que este lado en el que estamos es menos turístico, se disfruta casi en soledad, tiene un tono más salvaje.
Desde aquí sigue el sendero, son 1,4 km. más hasta Selfoss. Es ya tarde, sobre las 10 quizá, pero no podemos desaprovechar este regalo que el día nos está dando. Sigue el camino sorteando muchas rocas de gran tamaño a las que te tienes que subir en muchas ocasiones, por lo que no puedes ir rápido, ya llegando a la cascada se normaliza un poco. Seguimos estando solos, nos acompaña el canto agradable de un pájaro.
En esta orilla se ven de frente todos los saltos de la pata de la U más larga, (que por la mañana veíamos lateralmente). Conté unos 25 saltos fuera de la curvatura normal de la U. La neblina de agua que provocan las caídas aquí nos pilla de frente y es muy grande, casi que nos empapa. El sol se ha medio ocultado entre unas nubes asemejando una puesta de sol. Los colores del cielo con estos contrastes son increíbles. Momentos mágicos, irrepetibles.
La carretera 864 es de tierra, pero tiene un firme, en muchos tramos, ondulado. El coche va dando traqueteos y no se puede ir a más de 30 km. Termina por ser exasperante, sobre todo al conductor.
Y no resultó tan pesado porque veníamos embelesados con la visión de un cielo ya totalmente cubierto a excepción de un rayo de sol que iluminaba únicamente una lejana montaña, del tipo "Table Mountain", y que no dejó de brillar en todo el camino, desde nuestra última parada. Al día siguiente nos enteramos que la llaman Montaña Azul.
Pero bueno, lo damos por bien empleado por todo lo que hemos disfrutado viendo las cascadas en su lado este, su lado más salvaje, diría yo.
Llegamos al alojamiento a las 11:30, todo está cerrado, y no son horas de ponerse a manejar cacharros en la cocina porque al lado están durmiendo.
Estamos algo cansados. Entre una ruta y la otra, a lo tonto hemos andado algunos kilómetros (6,5 en Holmatungur, 5 hasta Raudholar, el acceso a todas las cascadas en ambas orillas, el poquito de Asbyrgi..), pero el balance del día es más que positivo, ha superado todas nuestras expectativas. Nos tomamos una barrita y a la cama.
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