Esta excursión contratada la recomiendo fue genial, el guía se llamaba Rodrigo, desde aquí le mando un saludo fortísimo, ya que nos hizo pasar muy, muy buen día, era un cachondo, y sin prisa ninguna, de hecho éramos los últimos en llegar a todas partes, porque pasábamos más tiempo que el resto que iba con otras vans, y eso se agradece muchísimo, el que puedas disfrutar del tiempo, y no vayas con prisas de un lado para otro.
Nos vino a recoger una van al Tropical, con otra pareja con dos hijos (Madre y Padre, ya que Rodrigo les llamó madre y padre y el resto éramos los hijos), y ya todo el día con el cachondeo llamándola Madre, por lo que no sabíamos si coincidiríamos con la gente con la que habíamos quedado el primer día en la reunión, así que de ahí nos fuimos a por los del Beach, donde recogimos a las tres chicas que habíamos conocido el primer día, y otras dos chiquitas muy majas, éramos 11, fue un grupo majísimo y lo pasamos muy, muy padre.
En la van, Rodrigo no paraba de explicarnos lo que íbamos viendo y de hacer comentarios graciosos, por lo que el viaje fue muy ameno, además al ir hacia Cobá es cuando se ve la vida real de algunas de las aldeas mayas, aunque pese a la pobreza, todos deberíamos aprender de ellos, ya que se les ve aparentemente felices, todo está muy limpio a comparación con otros países, cuidan muchísimo la naturaleza, con la basura orgánica hacen carbón y el resto lo queman, por lo que no se ven ni plásticos, ni basuras, a pesar de no tener servicios de recogida.
Nos vino a recoger una van al Tropical, con otra pareja con dos hijos (Madre y Padre, ya que Rodrigo les llamó madre y padre y el resto éramos los hijos), y ya todo el día con el cachondeo llamándola Madre, por lo que no sabíamos si coincidiríamos con la gente con la que habíamos quedado el primer día en la reunión, así que de ahí nos fuimos a por los del Beach, donde recogimos a las tres chicas que habíamos conocido el primer día, y otras dos chiquitas muy majas, éramos 11, fue un grupo majísimo y lo pasamos muy, muy padre.
En la van, Rodrigo no paraba de explicarnos lo que íbamos viendo y de hacer comentarios graciosos, por lo que el viaje fue muy ameno, además al ir hacia Cobá es cuando se ve la vida real de algunas de las aldeas mayas, aunque pese a la pobreza, todos deberíamos aprender de ellos, ya que se les ve aparentemente felices, todo está muy limpio a comparación con otros países, cuidan muchísimo la naturaleza, con la basura orgánica hacen carbón y el resto lo queman, por lo que no se ven ni plásticos, ni basuras, a pesar de no tener servicios de recogida.
Aquí hacen carbón
Casa típica de aldea Maya de camino hacia Pachén
¿Qué os parece?, si es que la naturaleza es sabia, jejeje
Aprovechan todos los sustentos que la naturaleza les brinda, y ya poco a poco, en gran parte, gracias al turismo, ya que en estas aldeas es donde se realiza la mayoría de la artesanía que luego vemos en los hoteles, en las tiendas de playa del Carmen, etc. Son verdaderos artesanos, unos artistas, y a mí es que la madera me encanta, colgantes, hamacas, etc., y así poco a poco van teniendo sus coches, e incluso casas de construcción los más afortunados, porque se necesita el aire acondicionado para poder soportar el calor en las casas de cemento, el resto son cabañas de madera, que dejan pasar el aire para no pasar tanto calor, utilizando hamacas cómo cama. A los niños se les veía aparentemente felices, jugando unos detrás de otros, con el tirachinas, peleas de piedras....
Lo que me dio más pena, eran las escuelas, muy pequeñitas y sin recursos, la escuela de una de las aldeas era “Teleescuela”, los niños van y tienen una televisión por medio de la cuál les van enseñando, y luego una vez a la semana se acerca un profesor. Pese a todo, debemos aprender de ellos, de su paz, de su respeto hacia la naturaleza, y dejar de quejarnos, ya que aquí somos todos mucho más materialistas, y no le damos valor a todo lo que tenemos, cómo por ejemplo, un simple interruptor de luz, un grifo, etc., el egoísmo no nos deja ver lo realmente importante.
Una vez en las ruinas de Cobá, nos juntamos con las otras parejas, ya que el guía era común para las dos vans que íbamos más o menos juntas, el guía nos fue explicando todo, (juego de pelota típico, observatorio, creencias mayas, etc.), era un buen guía y estaba muy bien preparado, luego Toni y yo nos quedamos hablando con él un ratillo, ya que él es muy místico, y le preguntó sobre las profecías mayas y demás, así que el guía nos contó algunas cosillas, y alguna anecdotilla muy interesante, y luego ya hacia la pirámide Nohoch Mul , se podían alquilar bicis, pero no quedaban para todos, así que nos fuimos andando, que tampoco estaba tan lejos, son unos 2 Km. hasta la pirámide, además íbamos todos charlando dando un paseo agradable por la sombra. (Lo de las bicis lo digo por algunos foreros que dicen que lo de las bicis depende de si lo tienes contratado por hotel o con gente de allí, decirles que no tiene nada que ver, hay las que hay, y no se reservan para nadie, es suerte de que cuando llegues haya bicis disponibles o no, independientemente de con quién hayas contratado la excursión).
Que decir de la pirámide, impresionante, mejor que no mires hacia abajo hasta que no subas los 120 escalones, porque yo una vez arriba, se sube muy bien no es para tanto, pero al darme la vuelta, me entró el tembleque en las piernas y me tuve que sentar del vértigo que me dio mirar hacia abajo, que inmensidad de selva, es cómo mirar el océano pero en jungla, todo está cubierto de diferente tonalidades de verde, no se ve ni una sola construcción, o edificio que rompa aquel paisaje tan exuberante.
Para el descenso, bajé todas las escaleras de culo, sentada, jajaja, era lo más seguro, porque bajar da bastante más miedo que subir, y las escaleras están bastante desgastadas por algunos sitios, así que me agarré a la cuerda, y bajé los escalones sentada. Una vez abajo, ya nos esperaban los guías, para ir de vuelta a las vans, así que todos los del grupo nos cogimos un taxi maya (45 pesos por los dos sólo la vuelta), te sientes un poco señorito pero no había bicis y era para ahorrar tiempo y no volver a hacer el paseo de vuelta, a mi es que me daba bastante palo ir ahí sentados repanchingados mientras que el amable mexicano iba pedaleando con nosotros montados. Son majísimos, se abren a todos los turistas, contándote su trabajo, lo que ganan, cómo viven, etc., nosotros hablábamos con todos los que podíamos para aprender más de su cultura y forma de vida.
Así que a las vans, a refrescarnos, llevábamos una nevera con hielo y mucha agua fresquita, que después de las ruinas entraba sóla, y de camino hacia la aldea de Pamchén.
Una vez allí, dejamos todo en las taquillas que hay justo al lado de una laguna, incluso las cámaras de fotos, que fue lo que más sentí, porque vimos hasta una tarántula, caimanes, etc.
Primero te montas en canoas, que nosotros pensábamos que en canoa se hacía un recorrido y de ahí llegabas a otro sitio, y no simplemente das una vuelta por la laguna a tu aire, nosotros nos la recorrimos entera ya que ya habíamos montado en piragua más veces, y parece que no, pero se nota, porque había mucha gente que veías que volcaba (por eso te dicen que dejes las cámaras, además de que llevas a un fotógrafo de ellos durante toda la excursión que nos va haciendo fotos a todos), y luego nos dimos un chapuzón en la laguna mientras volvía el resto, el agua estaba muy buena, y con el calor se agradecía muchísimo, allí también vimos a muchos niños bañándose en la laguna, y la forma de vida de los mayas de las aldeas.
El paisaje y la exuberancia de la vegetación era impresionante, durante el resto de la excursión nos acompañaba un hombre maya muy agradable y reservado, que iba ayudando a Rodrigo en las explicaciones de sus costumbres, vegetación típica de allí, etc. Además de ayudarnos a ponernos los arneses, etc.
Después del paseo llegamos a una tirolina de unos 25 metros de altura nos dijeron, (tengo que decir que fui la última en saltar, ya que la altura me dio miedo y en principio no quería, y cómo “Madre” no iba a saltar tampoco, en principio me volvía con ella andando hasta el otro lado de la laguna con el hombre maya), pero al final, Rodrigo nos convenció, y menos mal, porque cuando lo haces ves que es una tontería, ahora lo volvería hacer sin pensármelo, incluso aunque fuera más alta, no sé, cómo nunca lo había hecho me dio un poco de miedo, pero luego una vez te tiras te das cuenta de que está chupao, así que si saltaba Madre tenía que saltar yo, jajaja. Para sorpresa de todos al llegar al otro lado había dos pedazos de caimanes en la orilla, eso no nos lo habían dicho, sino, no saltamos ninguno.
De ahí seguimos caminando por la selva, hasta llegar al Cenote “Jaguar”, en la foto podéis ver cómo al entrar la luz en esas aguas tan transpartentes verde esmeralda, la luz asemeja cómo los dos ojos de un jaguar.
Antes de bajar, los mayas tienen que pedir permiso a los Dioses para bajar al ultramundo, así que nos hicieron una especie de ritual, que aunque no sea real porque está todo muy preparado, pues también es muy curioso escuchar el lenguaje de los mayas, mientras Rodrigo nos iba traduciendo un poco lo que el maya iba diciendo.
Una vez concedido el permiso de los dioses, a bajar haciendo rapel al cenote, tampoco había hecho nunca rapel, pero es facilísimo no tienes que hacer nada de fuerza, y bajas sólo, además al llevar doble cuerda por mayor seguridad, aunque soltaras de repente no pasaría nada. Una vez abajo, las aguas son alucinantes, aunque en las fotos no se aprecie el color del agua, es totalmente transparente y con la luz del sol se ve cómo de color esmeralda, por dentro era bastante grande y cubría un montón, además de que se agradece el bañito en esas aguas que yo esperaba más frías, pero no lo son tanto, están fresquitas.
Estuvimos un buen ratillo todos disfrutando de esas aguas, y para arriba de nuevo, a las chicas nos suben (jejeje que señoritas), y los chicos suben unas escalerillas de cuerda altísimas, que casi lo veía yo más difícil subir por la escalerilla que bajar haciendo rapel.
Después del baño refrescante, ya nos dirigíamos de nuevo otra vez al punto de partida, donde las taquillas para comer, en una palapa abierta, con las mesas de madera, muy típico de allí, estaba todo muy logrado, y era comida típica mexicana cocinada allí en la aldea, estaba todo muy bueno, y fue muy agradable, desde las mesas ves toda la laguna, las cabañas, hay una zona donde tejen las hamacas, etc.
Después de comer a por las mochilas, y hacernos una fotos de grupo de recuerdo, te llevan a una chocita donde venden artesanía hecha en la aldea, era un poco más caro que en el hotel (aunque nos dijeran lo contrario), pero a nosotros nos daba igual, ya que ves allí a los niños, y la gente tan simpática y agradable que compramos varias cosillas allí, yo lo prefiero antes de darles el dinero a los mayoristas de las tiendas de los hoteles, y cómo no íbamos a ir a Playa del Carmen, y no sabía el tiempo que te dejaban en Chichén para comprar.
De aquí te llevan a otro sitio donde hay ordenadores, para que todos pudiéramos ver las fotos, al final caímos y compramos el CD con todas, más fotos de paisajes de allí y videos de cenotes, y otras rutas, porque te pones a mirar las fotos y te gustan todas, así que al final lo cogimos 39 €. Este no se pagaba allí, sino, en una tiendecilla que está más cercana al hotel donde habíamos parado por la mañana también, así que nos fuimos para allá, además ya llegábamos super tarde, tuvieron que llamar de Altournative a Rodrigo al móvil porque todavía no habíamos aparecido por allí.
Cuando llegamos tenían preparados unos chupitos de tequila (Tequila para turistas, jajaja), brindamos, otra vez a la van, y al hotel.
Nos fuimos a duchar a la habitación, que hoy también había sido un día movidito, aunque no llegamos tan cansados cómo el día anterior.
Cenamos en el buffet, unas copillas después de cenar y a dormir que al día siguiente íbamos a Xel-há, y yo quería irme muy prontito para aprovechar al máximo los días.