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Hoy nos levantamos pronto, que toca visitar La Explanada de las Mezquitas (Haram esh-Sharif) y, de paso, el barrio árabe y luego visitaremos el museo de La Torre de David y los barrios cristiano y armenio.
Nos presentamos en la sala común para el desayuno y ¿a quién creéis que me encontré?
.Vamos, vamos, sed imaginativos, no os cortéis, pensad. ¡A los mismos calvinistas de Qumran! Os lo juro, no daba crédito 
. Ellas habían abandonado su mandil y su toca pero mantenían el vestido largo, aunque ellos conservaban sus barbas y sus pantalones de tirantes. Había dos parejas, a los otros no los vi ni ese día ni los siguientes. Bueno, el desayuno: normalito tirando a flojo, pero suficiente: huevos, una clase de ese fiambre de vaca, algo de queso, tostadas, mermelada, mantequilla, tomates, pepinos, aceitunas, pan, café, te, cacao y leche. ¿para qué mas?
Y, ¡por fin! Nos vamos a visitar Jerusalén, la ciudad “reconstruida con zafiros y esmeraldas, de piedras preciosas sus murallas y de oro puro sus torres”.
El hotel está bastante cerca de la puerta de Jaffa, así que nos vamos andando y admirando la ciudad. Lo que más me llama la atención son los escaparates de ropa, son todos iguales o casi: maniquíes pasados de moda vestidos con ropas insulsas y más bien “pitutas”, con vestidos largos, mangas largas, cuellos cerrados y pañuelos a la cabeza: el uniforme para las mujeres ortodoxas que son las que habitan por la zona. Incluso hay vestidos de fiesta, con grandes escotes y tirantes pero debajo hay una camiseta color carne
.
La calle está llena de vida, gentes que vienen y van, unos con vestimentas occidentales, otros con trajes ortodoxos, otros con chilabas, las tiendas llenas, un tráfico denso, el tranvía pasando, etc.
El hostel se encuentra muy cerca del barrio de Mea She’Arim, así que es normal ver a los judíos ultraortodoxos paseando por allí, con sus llamativos gorros de piel y sus levitas. Es habitual ver a los hombres empujando los carritos de los bebés, o con los niños en brazos y se les ve muy tiernos y dulces con las criaturas, no se porqué siempre creí que serían estrictos con los niños y no es eso lo que he visto durante este viaje.
Por fin llegamos a las murallas de Jerusalén, pero sus torres no son de oro ni de piedras preciosas sus murallas
. Accedemos por la Puerta de Jaffa, que es la más cercana y la que da acceso a los barrios cristiano y armenio. Y atravesamos la puerta y entramos de lleno en el Jerusalén que vieron los cruzados, los romanos, los mamelucos, los omeyas, …., no creo que haya pueblo que no hay pasado por aquí.
A mis ojos se abre un mundo abigarrado, colorido, bullicioso, sucio, mágico
.Nos dirigimos directamente a visitar el Museo de la Torre de David para aprovechar el tiempo antes de ir a visitar la Explanada de las Mezquitas.
El Museo de la Torre de David.
Interesantísimo museo que nos muestra la historia de Israel desde los tiempos más remotos hasta la actualidad.
El nombre del museo nos da una idea de lo que aquí se nos muestra: la historia vista desde la óptica del pueblo judío, pero bastante fiel a los sucesos históricos reales sólo que divididos según los intereses de este pueblo: antes del Primer Templo (periodo cananeo), durante el Primer Templo, destierro, Segundo Templo, Periodos romano y bizantino, Periodos islámico, cruzado, ayubí, Rebelión Asmonea, Mamelucos y Otomanos, Ocupación británica, Actualidad.
Las distintas estancias de esta fortaleza sirven como alojamiento para una exposición museística muy bien documentada e interesante. Al mismo tiempo los diferentes carteles nos explican de qué época es cada uno de los restos y la función que tuvieron en su momento.
Además, en la torre principal, en lo más alto, se contemplan preciosas vistas de la ciudad de Jerusalén, de la ciudad moderna y de la antigua, de los barrios árabes y de los monumentos extramuros. Realmente merece la pena la visita.
Al terminar nos vamos hacia las mezquitas, a buscar la puerta de los moros que es la única permitida a los infieles para acceder a la explanada. Por el camino, como la ser aprieta, nos paramos en un chiringuito situado en unos antiguos establos y nos tomamos un zumo de sandía (al menos yo), exprimidito delante de mí, dulce, dulce, jugoso, fresco. ¡qué placer!
Haram Ash-Sharif
es.wikipedia.org/ ..._Mezquitas
Como los horarios de visita son muy estrictos y cortos y solo hay una entrada accesible para los infieles, aquí estamos todos, en una larga cola, esperando a que abran las puertas y nos dejen entrar. Y mientras esperamos oímos una amplia algarabía de chirimías, tambores y panderetas y todos nos asomamos a ver que es eso que suena. Y lo que vimos fue una procesión con algunos adolescentes que eran conducidos por las familias bajo palio, cada uno con su correspondiente cortejo y acompañamiento de música. Nadie nos contó que era exactamente pero parecía como una ceremonia de iniciación de algún tipo. Desde luego, ellos, los muchachos, iban encantados y todos reían y acompañaban a la música con palmas, así que, digo yo, que estarían celebrando algo.
Y ¡Por fin!, se abren las puertas y entramos todos a mogollón
Aquí nos encontramos con el censor de turno que opina que los bermudas de Kristina no son “decentes” y tiene que comprar un pañuelo para taparse ¿el qué? Y a mí me piden que me ponga en la cabeza el pañuelo que llevo al cuello.
Una anécdota. Al entrar en la explanada me pareció ver una cosa rara un poco más allá, algo así como un hombre con el culo al aire. Lógicamente me acerqué para comprobar que era aquello exactamente y me encontré con un hombre grande con pantalón corto que se había puesto un pañuelo palestino para taparse las rodillas, pero como era tan grande no le daba el pañuelo, así que por delante llevaba tapadas las rodillas pero por detrás parecía otra cosa. A veces es peor el remedio que la enfermedad.
La explanada es entrar en otro mundo. Amplitud, espacio, árboles, color, luz, limpieza. Se nota que es un lugar sagrado, de oración, de estudio. Y, sin embargo, el lugar está lleno de turistas, de niños de las escuelas, de mujeres y hombres de paseo, de grupos que escuchan atentamente al ulema.
Y la belleza de la Mezquita de La Roca, bella por dentro y por fuera, con sus maravillosos azulejos del XVI, sus mosaicos del VII y su cúpula dorada. Desgraciadamente hoy no se puede acceder al interior, que siempre hay algún jilipollas que la caga y nos afecta a todos.
Y la Mezquita de Al Aqsa, la más antigua de todo el conjunto, construida a principios del siglo VIII, el lugar más santo del Islam, en todo Israel.
Sin olvidar la pequeña y coqueta Mezquita de la Cadena con su impresionante decoración en la que podemos admirar varios capiteles de anteriores construcciones.
Y la cantidad de edificios que se encuentran en esta explanada, principalmente “madrazas” que se encuentran en activo y que nos muestran la historia de la arquitectura musulmana a lo largo de los siglos.
Y los 8 “qanatir” que culminan los 8 tramos de escalera que conducen a los más alto de la explanada y que, algunos, ostentan capiteles y columnas de la época romana.
Y, bueno, ya no puedo contaros más de esta visita que me entusiasmó.
Después nos fuimos a comer, que nos dio la hora y el hambre aprieta. Nos volvimos por las callejuelas abovedadas, entre medias de los diferentes zocos, viendo tiendas coloridas, a buscar un lugar donde saciar el hambre. Y lo encontramos. Otro recinto abovedado, fresco y agradable donde comimos comida árabe, riquísima y nada cara.
Al terminar nos fuimos al hotel, a descansar un poco y por el camino vamos viendo los zocos, las calles, todo el color del mundo junto.
Por la tarde mi hijo y su novia se fueron a recorrer la ciudad por su cuenta, mi otro hijo se quedó tirado en la habitación jugando al ordenador y mi marido y yo nos fuimos a recorrer los alrededores del hotel, que está en la zona oeste y tiene mucho que ver con muchos edificios del XIX y de principios del XX, como la antigua residencia del gobernador inglés, un monumento al famoso mortero Davidka utilizado en la guerra del 48,
la calle Ha Nevim, señorial con sus bellos edificios en piedra,
La iglesia Etiope, monísima y modesta pero en donde no pudimos acceder al interior
La Catedral de la Sagrada Trinidad, de estilo moscovita y construida a finales del XIX, la iglesia armenia
Y por la noche quedamos con los tortolitos en la Puerta de Jaffa y nos fuimos todos a cenar a una taberna que conocía mi hijo de sus correrías por Jerusalén. Por cierto que allí nos encontramos con una nueva utilidad para la Puerta de Jaffa: Auditorio de Conciertos.
La Taberna Armenia.
Restaurante, taberna, café, bar de copas. De todo. Y museo. Un estupendo museo de artes decorativas israelíes: muebles con incrustaciones de nácar, taraceas, maderas talladas, metales labrados, cristal soplado, bordados. Y todo allí expuesto y puesto para tu uso.
Elegimos el rincón más bonito del lugar y allí nos aposentamos los 5 con tranquilidad y calma. Y pedimos la comida
Riquísima, estupenda y menudas risas que nos echamos con el plato que pidió mi hijo, típico armenio, con una pinta bastante sospechosa.
Y aquí venden cervezas del lugar y de importación (belga y alemana), y vino y licores. Como son unos infieles descreídos (vamos cristianos armenios) pues pueden vender alcohol.
Vamos, que nos fuimos bien comidos, mejor bebidos, estupendamente conversados, felices y contentos.
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