Siempre digo que a partir del tercer día ya empiezas a estar habituado al nuevo país. Y esta vez no es una excepción. Llevamos poco más de 48 horas en Dubai pero tengo la sensación de que llevamos una semana. Buena señal.
La cena del día anterior fue magnífica. El restaurante del hotel es todo un descubrimiento. Los mezzes árabes deliciosos, la carne de cordero, todo. En este país el alcohol no está bien visto, y aunque en los restaurantes de los hoteles se sirve alcohol (los únicos locales con licencia para hacerlo), no vemos la necesidad de pedirlo, y preferimos integrarnos en el ambiente árabe, pidiendo una maravillosa limonada.
Eso sí, al acabar la cena pedimos una shisha y fumamos tranquilamente mientras comentamos el día ( y el niño juega con el móvil, aunque a veces también corretea travieso entre las mesas arrancando las sonrisas de los amabilísimos camareros.
Que maravilla. Es el mejor momento del día. La shisha es magnífica. El aroma, el humo denso...Mi mujer y yo somos muy aficionados a este ancestral ritual de fumar pipa de agua. Cuando vamos a algún país árabe, no puede faltar, e incluso en España conocemos algún local donde se puede fumar, aunque. claro, no es lo mismo.
Pero sigamos. Eso fue ayer y hoy tenemos el plan estrella. Sí, sí, sin duda el plan estrella no es ni siquiera el Burj Khalifa, sino la excursión al desierto.
A las 15 h. puntualmente nos avisan desde recepción de que ya nos espera nuestro guía. Nos subimos a un 4x4 y vamos antes a recoger a otros 2 ocupantes más. Resultan ser 4, no 2. Son una pareja de hindús con sus 2 hijas. No son muy habladores, e intento entablar conversación con el guía, que es un dubaití bastante simpático.
En cuanto te alejas un poco de la ciudad comienza en seguida el desierto, un desierto de arena muy rojiza, que me parece muy sugerente. Al cabo de aproximadamente una hora llegamos al punto de encuentro con otros 4x4 que también harán el raid por las dunas. Esa es la primera atracción del día.
Pero previamente, antes de que empiece el eso, nos dejan un poco ir a nuestro aire y subir, bajar y explorar las espectaculares dunas. Es increíble. Me siento un poco Lawrence de Arabia.
Mi mujer no comparte tanto mi entusiasmo aventurero, y se queda dentro del coche con el aire acondicionado puesto. Estamos a unos 40 grados.
Hay algunos españoles, y converso un poco con ellos. Vascos, madrileños...un variadito


Todas as actividades que os iré contando las llevada contratadas previamente por internet, unas con www.civitatis.com y otras con www.getyourguide.es/.
Bueno, menos cháchara. Comienza la aventura. Nos subimos en el 4 x 4 y empieza el tour por las dunas. A nosotros nos lo hacen un poquito más suave, porque hay niños, pero aun así es muy bestia por momentos. Parece que vayamos a volcar. Acelerones, caídas casi verticales, derrapes...es impresionante. Intento ir haciendo fotos y algún vídeo, aunque es difícil.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Los 4x4 y los guías emiratís
El niño se ríe bastante y se lo pasa bien. Sin duda está siendo inolvidable. Al cabo de un rato llegamos al campamento donde nos subiremos a un camello para dar un paseo. Ya lo habíamos hecho en Lanzarote, y Tenerife (incluso con el niño nos subimos en elefante en Singapur, pero ese ya es otro viaje). Sin embargo, por mucho que lo hayas hecho, es una experiencia única y muy divertida.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
El bello desierto emiratí.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Y ahí tenéis un camello con a lomos del que cualquiera se sentiría Lawrence de Arabia
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Fijaros en las pezuñas que tiene el animalito. El famoso camel toe

Después del paseo en camello llega el momento de la fiesta beduína. Cena en el desierto, con baile y espectáculo. Hay cerveza, pero se paga aparte. No me puedo resistir, y por primera vez en días me pillo una birra. Creo que será la única en todo el viaje.
La comida es magnífica. Mezzes variados que se pueden repetir sin límite y una exquisita parrilla de carne a la brasa, también sin límite. La verdad es que tengo hambre y repito varias veces


El espectáculo también es magnífico. Bailarinas vestidas con vistosos colores nos deleitan con danzas sugestivas que te transportan a otra época.
Después, algunos atrevidos entre el público salen a bailar también. Nosotros para ese momento ya hemos comenzado a fumar shisha. Me apoyo en unos cojines y sobre la arena del desierto fumamos shisha mirando a las estrellas. ¡Momentazo!
El momento es ideal, pero la fiesta va finalizando y es hora de volver. Casi a las once de la noche regresamos. La pareja de hindús ya parecen más comunicativos. Bueno, el hombre, porque la mujer es sumamente reservada. Como ocurre con las mujeres árabes. Las mujeres no hablan con extraños, ni si quiera otras mujeres. Eso sí, sonríe constantemente a nuestro hijo.
En cambio los hombres sí que hablan libremente. Me comenta que él es un expatriado hindú que trabaja en la Dubai. En la guía he leído que las autoridades del emirato les retienen los pasaportes por si causan el más mínimo problema. Así el trámite de la deportación es inmediato. Esta es la parte no tan amable de Dubai, pero hay que contarlo todo.
Bueno, ha sido un día inolvidable, pero mañana nos esperan más aventuras. Espero que estéis aquí fieles y puntuales para leerlas.