El techo de La Palma fue buena elección para despedir unos días inolvidables. Las vistas tienen más interés cuando ya se ha estado pateando ese pequeño mundo de ahí abajo. Reconocimos la Cumbre Nueva, la Cumbre Vieja, la ladera de la que brotan las nacientes, el Barranco de las Angustias…
La carretera de acceso no es tan espeluznante en vueltas y revueltas como cuando se la ve sobre el mapa. El ancho es bueno y soy conductora paciente. Cerca de la cumbre hay que estar atentos a un pequeño espacio donde apartar el coche a la derecha con el rótulo “Degollada de los Franceses” y varias barandas de madera en el lado izquierdo. Es Mirador de Los Andenes, un doble balcón sensacional sobre el interior de la Caldera y el Pinar de Garafía.
La desviación al Roque de los Muchachos está bien visible en la carretera. Desde allí al aparcamiento median 3,7 Km. Desde los miradores del entorno del Roque presenciamos el asalto del mar de nubes a la Caldera. Las nubes –te habrás dado cuenta- son una presencia dinámica, casi viva, en el paisaje. En un momento truecan un valle luminoso en un escenario embrujado. O se entretienen en tejer otro mar sobre el mar. O -su especialidad- se remansan en la Caldera donde una pócima secreta parece que se cuece a fuego lento ciertos días. Debe de ser la rara pócima de la calma, a juzgar por sus efectos sobre toda la isla.
El mar de nubes entrando a la Caldera
La idea inicial era caminar un rato sobre la cresta de la Caldera por la senda del bastón, volviendo luego sobre nuestros pasos ya que por la tarde teníamos el vuelo de regreso. Pero el viento no invitaba y, saboreadas las vistas, consideramos poner rumbo a Garafía. En esto llegó el encargado de la pequeña oficina de turismo a abrirla con retraso (será la pócima ) ganas de tertulia y ánimo guasón. Nos invitó a pasar dentro de su cubículo “que afuera hace mucho calor ” y allí desgranó para nosotros algunos consejos sobre el norte de La Palma. Alguno bastante curioso pero aquel minúsculo espacio de madera debe estar afectado por el secreto de confesión y ahí lo dejaremos. Si te lo encuentras, a ver que te cuenta a ti.
Ya en ruta, el piloto de la reserva de combustible encendido decidió el desvío a la derecha en el cruce con la LP-1 en busca de la gasolinera. Los yacimientos arqueológicos de La Zarza y La Zarcita nos brindaron sus puertas abiertas unos metros después. No estaban en mi plan del día pero sí en la mochila de los por si acaso. Me gustaron. Los recomiendo para ir con niños. No hay que caminar mucho y es cuestión de implicarlos en encontrar petroglifos en la selva. El entorno natural es una explosión de verdor y el hecho de que estuviéramos solos le daba un aura de película de aventuras que para qué.
Pero estos aventureros han de tomar su avión. Aun queda tiempo para un capricho: demorarnos por la antigua carretera LP-111 Muy bonita pero estrecha. Eso sí, poco transitada. El mirador de La Tosca sobre los dragos, las piscinas naturales de La Fajana, la Playa Nogales…son otras joyitas de la ruta norte que, para nosotros, quedaron para otra ocasión.
Con sentimiento me despido de este pequeño continente, de este mundo como recién nacido.
Pero un viaje es mejor con un buen puerto al que volver
Te paso el testigo a ti, futuro viajer@ a La Palma. Buen viaje y recuerda: Para cuando la fealdad te asalte o la calma te dé esquinazo, guarda un poco de la Isla Bonita en tu corazón.
Me encantará si dejas tu comentario.
P. D.: Han pasado casi dos años. Estos días arde la isla de la Palma por una bobada. Ha fallecido Francisco José Santana Álvarez, agente forestal, mientras trabajaba en las labores de extinción; muchos otros se han visto desplazados de sus hogares sin saber qué encontrarán a la vuelta y van cerca de 5000 Ha arrasadas en la Dorsal de Cumbrevieja y zonas aledañas. Me doy cuenta de que ese bello ejemplar de pino canario que abrazo en la foto, hacia el final de la Ruta de los Volcanes, probablemente ya no exista. Trabajosamente y a pesar nuestra, los montes terminan por regenerarse. Mal que bien, los bienes se reponen. Las vidas cobradas ya no se recuperan.
Estas son las circunstancias y los sentimientos que me llevaron a escribir:
Prevención de incendios forestales. Nuestro papel como viajeros.