A pesar de pasar una noche un poco regular, nos levantamos por la mañana con muchas ganas ¡porque ya había empezado en serio el viaje!
TÁNGER
Después de haber pasado la noche anterior, ver la ciudad por la mañana era como ver una ciudad fantasma. Prácticamente vacía, con todo cerrado, y dándote cuenta de los edificios: grandes casas victorianas, palacetes abandonados, todo vestigios de lo que debió ser.
En cuanto a lo que es Tánger en si, habría que destacar algunas callejuelas de la Medina y sobre todo la Kasbah, que está en un sitio incomparable, con toda la vista al estrecho. No pudimos entrar al museo (que recomiendan en las guías) porque el horario "ramadaniego" habría a mediodía.
Tuvimos mucha suerte, porque ese día era el día que las bereberes bajaban a la ciudad a vender sus frutas y verduras, asi que en medio de una plaza nos encontramos un improvesado mercado lleno de mujeres con el traje típico bereber (gorro de paja muy llamativo, blusas, faldas largas y el mandil a franjas blancas y rojas):
Por entonces, no teníamos muy claro a donde ir, si continuar el viaje por la costa Atlántica o atravesar el Rif y bajar al Sur por el interior. Leímos en la guía que la medina de Tetuán era Patrimonio de la Humanidad, asi que decidimos ir a verla, a ver que tal.
Antes de salir de Tánger, paramos en el que probablemente sea el único supermercado que vimos, creo que se llamaba Sabrine, pero más bien parecía un autoservicio de los de los ochenta y a precios de escándalo.
Fue entonces cuando empezó la otra parte del viaje: LA CARRETERA. A pesar de encontrarnos en una nacional que une dos ciudades del tamaño de Tánger y Tetuán, mas bien parecía una comarcal, por la que todo el mundo podía transitar libremente, desde camiones hasta burros o niños en bici. Claro está, ¡¡imagináos el cuidado con el que hay que ir!!
TETUÁN
Tetuán nos sorprendió gratamente. Nos encontramos con una ciudad llamativamente más limpia que Tánger y con una zona moderna, construída durante el protectorado, que podría encontrarse en cualquier ciudad de Andalucía, con una calle central con palmeras y casas de estilo español.
Paseando por dicha calle (Mohamed V creo que se llama) nos encontramos con el primer "lugareño excesivamente amable" que en un correctísimo español, se acercó a nosotros y nos ofreció acompañarnos por la medina.
La medina sí que merece la pena, puesto que tiene el ambiente típico de las medinas originales, sin que se haya visto afectada por el turismo. Pero además, prácticamente todas las callejuelas están arregladas, con alcantarillado y las paredes recién encaladas, dando un aspecto de higiene que ya quisieran otras.
La principal característica de esta medina es la combinación de paredes encaladas, con tejados y tejadillos de teja verde, junto con la clásica organización en gremios y venta de comida en medio de la calle.
Fué aquí donde tuvimos nuestra primera experiencia con las curtidurías marroquíes, ¡¡madre mía!! no me creo que esa gente pueda trabajar ahí mas de un año, creo que es de los peores trabajos que he visto. La verdad es que me dejó bastante impresionado, y eso que es bastante pequeña (miedo me empezaron a dar las de Fez).
Después de dar el paseo, nuestro acompañante nos llevó (como precio a su compañía, claro está) a una tienda de alfombras de un amigo y a la farmacia (herboristería) de otro, pero de muy buenos modos rechazó nuestra oferta a sentarnos y a comprar.
Según volvíamos a donde habíamos aparcado el coche, nos paramos a comprar unos higos chumbos, que nunca los habíamos probado, y están buenos, oye!
CHEFCHAUÉN
Nos dirigimos hacia Chefchauén (también llamado Chauén a secas) pasando por todo el valle del Rif, donde nos encontramos por el camino con lo más florido de la zona. Por un lado las mujeres y los niños de las montañas y los campos se acercan a al carretera a vender sus cosas (cebollas, pimientos, higos chumbos...) y por otro, los hombres se tiran bajo un árbol a descansar o bien intentan venderte kif por todos los medios, no se si es habitual, ¡pero uno nos estuvo siguiendo media hora, dándonos las ráfagas y pitando, para que parásemos a comprarle!!.
Pero bueno, antes de anochecer llegamos a Chefchauén, y nos acercamos a ver algunos hoteles, quedándonos al final en uno moderno pero en plan decorao (Lowbar creo que se llama) antes de acercarnos a cenar a la medina.
Después de aguantar a otro cazaturistas, acabamos cenando en un restaurante agradable con unos mochileros italianos un tajín de kefta (albóndigas con huevos) y un zumo de naranja cojonúo.
TÁNGER
Después de haber pasado la noche anterior, ver la ciudad por la mañana era como ver una ciudad fantasma. Prácticamente vacía, con todo cerrado, y dándote cuenta de los edificios: grandes casas victorianas, palacetes abandonados, todo vestigios de lo que debió ser.
En cuanto a lo que es Tánger en si, habría que destacar algunas callejuelas de la Medina y sobre todo la Kasbah, que está en un sitio incomparable, con toda la vista al estrecho. No pudimos entrar al museo (que recomiendan en las guías) porque el horario "ramadaniego" habría a mediodía.
Tuvimos mucha suerte, porque ese día era el día que las bereberes bajaban a la ciudad a vender sus frutas y verduras, asi que en medio de una plaza nos encontramos un improvesado mercado lleno de mujeres con el traje típico bereber (gorro de paja muy llamativo, blusas, faldas largas y el mandil a franjas blancas y rojas):
Por entonces, no teníamos muy claro a donde ir, si continuar el viaje por la costa Atlántica o atravesar el Rif y bajar al Sur por el interior. Leímos en la guía que la medina de Tetuán era Patrimonio de la Humanidad, asi que decidimos ir a verla, a ver que tal.
Antes de salir de Tánger, paramos en el que probablemente sea el único supermercado que vimos, creo que se llamaba Sabrine, pero más bien parecía un autoservicio de los de los ochenta y a precios de escándalo.
Fue entonces cuando empezó la otra parte del viaje: LA CARRETERA. A pesar de encontrarnos en una nacional que une dos ciudades del tamaño de Tánger y Tetuán, mas bien parecía una comarcal, por la que todo el mundo podía transitar libremente, desde camiones hasta burros o niños en bici. Claro está, ¡¡imagináos el cuidado con el que hay que ir!!
TETUÁN
Tetuán nos sorprendió gratamente. Nos encontramos con una ciudad llamativamente más limpia que Tánger y con una zona moderna, construída durante el protectorado, que podría encontrarse en cualquier ciudad de Andalucía, con una calle central con palmeras y casas de estilo español.
Paseando por dicha calle (Mohamed V creo que se llama) nos encontramos con el primer "lugareño excesivamente amable" que en un correctísimo español, se acercó a nosotros y nos ofreció acompañarnos por la medina.
La medina sí que merece la pena, puesto que tiene el ambiente típico de las medinas originales, sin que se haya visto afectada por el turismo. Pero además, prácticamente todas las callejuelas están arregladas, con alcantarillado y las paredes recién encaladas, dando un aspecto de higiene que ya quisieran otras.
La principal característica de esta medina es la combinación de paredes encaladas, con tejados y tejadillos de teja verde, junto con la clásica organización en gremios y venta de comida en medio de la calle.
Fué aquí donde tuvimos nuestra primera experiencia con las curtidurías marroquíes, ¡¡madre mía!! no me creo que esa gente pueda trabajar ahí mas de un año, creo que es de los peores trabajos que he visto. La verdad es que me dejó bastante impresionado, y eso que es bastante pequeña (miedo me empezaron a dar las de Fez).
Después de dar el paseo, nuestro acompañante nos llevó (como precio a su compañía, claro está) a una tienda de alfombras de un amigo y a la farmacia (herboristería) de otro, pero de muy buenos modos rechazó nuestra oferta a sentarnos y a comprar.
Según volvíamos a donde habíamos aparcado el coche, nos paramos a comprar unos higos chumbos, que nunca los habíamos probado, y están buenos, oye!
CHEFCHAUÉN
Nos dirigimos hacia Chefchauén (también llamado Chauén a secas) pasando por todo el valle del Rif, donde nos encontramos por el camino con lo más florido de la zona. Por un lado las mujeres y los niños de las montañas y los campos se acercan a al carretera a vender sus cosas (cebollas, pimientos, higos chumbos...) y por otro, los hombres se tiran bajo un árbol a descansar o bien intentan venderte kif por todos los medios, no se si es habitual, ¡pero uno nos estuvo siguiendo media hora, dándonos las ráfagas y pitando, para que parásemos a comprarle!!.
Pero bueno, antes de anochecer llegamos a Chefchauén, y nos acercamos a ver algunos hoteles, quedándonos al final en uno moderno pero en plan decorao (Lowbar creo que se llama) antes de acercarnos a cenar a la medina.
Después de aguantar a otro cazaturistas, acabamos cenando en un restaurante agradable con unos mochileros italianos un tajín de kefta (albóndigas con huevos) y un zumo de naranja cojonúo.