Bella Coola Valley (British Columbia, Canadá) ✏️ Diarios de Viajes de Canada

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Volvió a amanecer completamente despejado y con una temperatura muy agradable, 15°C. A pesar de lo mal que había acabado el día anterior, había conseguido descansar. Como hoy cambiábamos de sitio (tocaba cruzar a Canadá) volvimos a organizar maletas y dejamos todo listo para poder marchar nada más desayunar. Michelle, la anfitriona, había tenido que marchar a trabajar, pero Bill nos preparó un rico desayuno (¡¡¡al menos los granos y la fiebre no me habían quitado el apetito!!!).

Pasadas las 9 de la mañana, metimos todos los trastos en el coche, nos despedimos y pusimos rumbo a Sumas, pueblo donde estaba el puesto fronterizo.

Durante el viaje hablamos de la posibilidad de acudir a un médico para que me viera la pierna. ¡Para eso habíamos pagado un seguro! ¿no?. Como era la primera vez que nos pasaba algo así no teníamos claro la forma de proceder. ¿Sería mejor ir al médico en Estados Unidos o en Canadá? Al final decidimos que, cuando llegáramos a Sumas, llamaríamos al seguro para que nos dijeran qué debíamos hacer.

Al llegar a Sumas, paramos en una gasolinera y llamamos al seguro. No tardaron nada en contestar. Les explicamos lo que me había pasado y que nos gustaría que lo viera un médico. Me tomaron los datos y me dijeron que nos llamarían en unos minutos. Mientras esperábamos, aprovechamos para echar gasolina ($3,68/galón x 9,39 galones = $34,5) y comprar unos cafés y algo para picar.

Habían pasado algo más de 15 minutos desde nuestra llamada al seguro y no habíamos recibido respuesta, volvimos a llamar. Nos dijeron que habían apuntado mal nuestro número de teléfono así que ¡¡podíamos haber estado esperando y esperando…..!!

La persona que nos atendió nos dijo que daba igual el país donde acudiésemos al médico. Que eligiéramos el hospital más cercano. También nos explicaron como teníamos que pedir el informe médico para luego solicitar el reembolso del importe que abonásemos.

Como a nosotros también nos daba igual, miramos en el GPS y buscamos el hospital más cercano. A pocos kilómetros, pero ya en Canadá, estaba el Hospital regional de Abbotsford, así que decidimos probar la tan comentada amabilidad canadiense.

Cogimos el coche y nos dirigimos al paso fronterizo. Había un poco de tráfico para cruzarla y mientras llegábamos, estuvimos entretenidos sacando fotos desde el coche.



Cuando estábamos a una distancia prudencial, dejamos de sacar fotos para preparar los pasaportes y poner nuestra mejor cara.



Al llegar nuestro turno, entregamos los pasaportes y nos preguntó cuál era el motivo de nuestro viaje y nuestro destino dentro del país. Con mi inglés de andar por casa le fui describiendo cual iba a ser nuestra ruta. Mientras hablábamos parece que se percató de que Anna tenía la cámara encima de las piernas y en ese momento su actitud amable sufrió un cambio radical. Con un tono súper-seco nos preguntó si habíamos sacado fotos. Anna y yo nos mirados como preguntándonos qué hacer y contestamos la verdad, que sí, pero que desde lejos. ¡En buena hora!

Nos increpó diciendo que no estaba permitido sacar fotos. Nosotros le respondimos con cara de “acojonados” que no lo sabíamos y que no teníamos ningún problema en borrarlas. De hecho, se las enseñamos para que viera que no habíamos sacado detalles concretos ni personas.

Nos volvió a decir que no estaba permitido sacar fotos, así que Anna se puso a borrarlas. Siguiendo con su actitud seca nos insistió en que quería ver como las borrábamos. No tuvimos problema en enseñárselo.

Cuando acabamos de borrarlas (apenas habíamos sacado media docena) nos preguntó si veníamos a Canadá para trabajar. ¿Qué? ¿En serio?

Le dijimos que no y le repetimos que estábamos de vacaciones, a lo que él respondió: ¿seguro? Siiiiiiiiii… somos españoles, estamos de vacaciones, hemos pasado unos días en Estados Unidos y ahora vamos a recorrer los parques de la costa oeste… Creednos que tuvimos que repetirle dos veces nuestro itinerario.

Con cara de pocos amigos, al final, se puso a mirar todos los papeles y su pantalla y nos dijo que aparcásemos el coche nada más pasar y entráramos en la oficina de inmigración. ¡jo***! ¡A ver si además van a registrar el coche!

Finalmente en la oficina sólo nos sellaron el pasaporte y nos dejaron seguir. ¡¡No tenemos claro por qué nos hizo hacerlo así y no nos selló el mismo el pasaporte, pero alguna razón habrá!!

Al montar en el coche nos entró una especie de flojera por el mal rato.

Las que hemos puesto en el diario son dos de las fotos que borramos. Coincidiréis con nosotros en que son totalmente inocentes, pero una y no más!!!

Intentamos olvidarnos del incidente y seguir adelante ya que teníamos que ir al hospital. Más tarde y en plan de risa comentamos entre nosotros que si el policía me llega a ver la pierna, igual piensa que es algo infeccioso y no nos deja entrar en Canadá, jejeje

En cuanto llegamos al hospital (no tardamos ni cinco minutos desde la frontera), fuimos a la zona de urgencias, a la ventanilla de admisiones. Tras explicarles brevemente lo que pasaba, nos tomó los datos y seguido nos enseñó la tarifa que tendríamos que pagar.



¡Sólo por el ingreso para la consulta $720! (al cambio, unos 500€). Esto es para los que no valoran nuestra Seguridad Social. En esos momentos comprendimos lo importante que era viajar con un seguro de viaje.



Tras esperar unos 20 minutos en sala espera, nos hicieron pasar a otra sala donde me examinaron un par de enfermeras (¡vaya caras ponían cuando les enseñaba la ampolla!), rellenaron un informe, me pusieron una pulserita de esas con código de barras (que guardo de recuerdo) y me llevaron a los boxes. A Anna le permitieron acompañarme en todo momento para que hiciese la traducción de lo que me iban diciendo y preguntando.

Una vez dentro, me dijeron que me tenía que quedar en ropa interior y me dieron una bata de esas que se ata por detrás … ¡pero si sólo me tienen que mirar la pierna!

El médico no tardo en venir y por suerte hablaba un poco de español. No mucho, pero entre su español y nuestro inglés, conseguimos arreglarnos bastante bien.

En cuanto me examinó nos dijo que parecía algún tipo de infección de la piel (celulitis vascular) y que la ampolla habría sido por el roce de la zapatilla. Nos explicó que aunque una opción era esperar a que la ampolla se secara por ella misma, al estar de vacaciones se acabaría rompiendo y se podía infectar, por lo que nos recomendó romperla allí mismo. Tras dar nuestro consentimiento, cogió una jeringuilla para vaciar el líquido (Anna lleva muy mal todo este tema de enfermería así que medio mareada seguía atenta a lo que iba contando el médico… jejeje) y una vez desinflada, corto la piel con mucho cuidado, limpio todo la zona con suero y la protegió con una especie de apósito cicatrizante (nos dio unos cuantos más para que pudiéramos continuar con la cura nosotros mismos). Para el tema de la infección no nos quiso dar nada y nos dijo que controláramos la posible fiebre con paracetamol.

A la hora de hacer el informe médico (necesario para reclamar al seguro) le pedimos que, por favor, no utilizara códigos para describir el diagnóstico ya que así nos los habían pedido los del seguro. Parece ser que los códigos son diferentes entre Estados Unidos/Canadá y Europa. El médico no nos puso ninguna pega e incluso puso una nota para el seguro de que si tenían alguna duda se podían poner en contacto con él a través del correo electrónico. ¡Un 10 para el médico!

Con el informe en la mano, volvimos a recepción a saldar deudas. La chica de recepción llamó al médico y tras hablar con él unos segundos, nos dijo lo que teníamos que abonar. $720 del ingreso + $120 de la consulta médica, total: $840 (unos 600€). No quisimos ni pensar en algo más peliagudo o que te tengan que operar de urgencia…

Bueno… ya me había visto un médico, ya se nos había pasado el disgusto al cruzar la frontera. ¡Empezaba nuestra aventura canadiense!

El paso por el hospital había trastocado un poco nuestros planes. Eran más o menos las 2 de la tarde cuando salimos del hospital y teníamos casi 500 km, por delante.

Teníamos que coger la Trans Canada Hyw 1 hasta Cache Creek y luego la Caribou Hyw 97 hasta Williams Lake donde haríamos noche de camino a nuestro destino, Bella Coola. Las siguientes fotos resumen lo que fue el viaje.




Cuando pasábamos por Yale nos cruzamos con el TransCanadian. Igual que sucede con los camiones, los trenes también son enormes. Alguna vez llegamos a contar más de 130 vagones.



Sobre las 6 de la tarde llegamos al cruce con la carretera 97 y seguimos hacia el norte, hacia 100 Mile House.




Para que no se hiciera demasiado pesado el viaje, hicimos varias paradas técnicas. Y de vez en cuando, aprovechamos para sacar alguna foto de los paisajes que nos íbamos encontrando.



Pasadas las 7 de la tarde llegamos a 100 Mile House y poco después las luces del atardecer nos anunciaron que estábamos llegando a nuestro destino. A pesar de los km. que habíamos hecho, como todos los sitios y paisajes por dónde íbamos pasando eran desconocidos, el viaje no se hizo pesado.




Cuando llegamos a Williams Lake ya era noche cerrada pero “Maripuri” nos llevó hasta el hotel sin problema. Aprovechando que en el mismo edificio del hotel había un restaurante de la cadena Deny’s, cenamos allí mismo. El importe de la cena nos lo cargaron en la cuenta del hotel (mucho más cómodo).



Aunque con algunas nubes, amaneció bastante despejado y con una temperatura más que agradable, 18°C. Como el planing para el día consistía sólo en llegar a Bella Coola, nos los tomamos con mucha calma a la hora de recoger la habitación y bajar a desayunar. Cuando fuimos a entregar las llaves de la habitación, la chica de la recepción nos preguntó hacia dónde íbamos. Al decirle que a Bella Coola nos dijo que era un sitio muy bonito, pero que tuvieramos cuidado con la carretera. En aquellos momentos no entendimos muy bien porqué nos hizo ese comentario.

Hotel Sandman, Williams Lake

. Ubicación: centro de la ciudad. Tenía cerca un centro comercial y otros servicios.

. Estado del hotel: habitaciones bien cuidadas

. Servicios: wifi y parking gratuitos.

. Precio: $99 (2 personas)

. Trato recibido: Correcto.

. Calificación: 8 sobre 10. Recomendable






Antes de marchar de Williams Lake, pasamos por una gasolinera para llenar el depósito (36,8 l x $1,36/l = $50) y de paso comprar algún zumo y algo de picar para el camino.

Muy cerca del hotel estaba el cruce donde teníamos que coger la carretera que nos llevaría directos a Bella Coola, la Chilcotin – Bella Coola Hyw 20.



Según fuimos avanzando, el paisaje se volvió cada vez más inhóspito y las edificaciones empezaron a brillar por su ausencia, apenas unas granjas cada muchos kilómetros. Incluso la carretera dejó de tener señalización.





En todos los carteles de la carretera habíamos visto que anunciaban siempre Nimpo Lake, así que pensamos que sería un pueblo un poco grande y que un buen sitio para comer.

Al llegar, no eran más que un puñado de granjas desperdigadas . Pero por lo menos había un restaurante y una gasolinera en la carretera. El restaurante se llamaba Dutchman y lo regentaba una señora mayor que nos atendió muy bien. Comimos unos sándwiches y unos refrescos.




Como tampoco es que viéramos muchas gasolineras por el camino, jejeje pensamos que era mejor volver a llenar el depósito para llegar a Bella Coola con gasolina suficiente y no tentar la suerte.(36,2 l x $1,50/l = $54,25).

Al de poco de reanudar la marcha y llegar a Anahim Lake nos llevamos una nueva sorpresa. Lo que hasta ahora había sido una carretera sin marcas, se convirtió en una pista de tierra. La verdad es que era muy ancha y no estaba nada mal con lo que pudimos mantener un buen ritmo.




Sobre las cuatro y media de la tarde, entramos en el Tweedsmuir Provincial Park. ¡Ya no nos quedaba casí nada!. Esta es la zona más elevada del parque, a unos 1.500 mts de altitud y teníamos que bajar hasta el nivel del mar.



Y es cuando empezamos a bajar que nos dimos cuenta del porqué de la recomendación de la recepcionista del hotel de Williams Lake cuando nos dijo que tuviéramos cuidado en la carretera.¡¡Pista de tierra de unos 25 km. sin ningún tipo de protección en los laterales y desniveles que llegaban al 12%. ¡y da un poco de mieditis!.




Menos mal que decidimos hacer noche en Williams Lake para llegar a Bella Coola de día. Si llegamos a hacer este tramo de noche, creo que directamente nos habríamos bajado del coche y nos habríamos echado a llorar, jejeje

Cuando bajamos y llegamos hasta los 300 mts. de altitud, recuperamos la carretera asfaltada y de verdad que fue un auténtico alivio.

Nuestra idea era que en cuanto estuviéramos instalados en el hotel, intentaríamos localizar la plataforma de la que habíamos oído hablar para ver los osos en el río.

Permitirnos un pequeño paréntesis para que os contemos cómo supimos de este sitio. Buscando información para preparar el viaje, dimo con el diario del compañero Mikes y decidimos entonces escribir a la oficina de Turismo de Bella Coola pidiendo información. Nos contestaron pero curiosamente diciéndonos que no conocían que existiera dicha plataforma. Nos remitieron a las empresas locales que organizan tours. La verdad es que nos quedamos un poco extrañados, pero pensamos que malo sería que no encontráramos el lugar por nuestra cuenta una vez en el valle.

Así que mientras nos acercábamos al lodge donde teníamos reservada la estancia, en el cauce del río vimos un pájaro que nos llamó la atención por el tamaño que tenía. Paramos el coche en el arcén y pudimos ver que era un águila calva (más tarde supimos que era un ejemplar joven porque durante los dos primeros años tienen la cabeza de color marrón y en edad adulta, blanca).



No estábamos demasiado cerca, pero durante el tiempo que estuvimos observándola, permaneció inmóvil.

Seguimos nuestro camino y unos pocos kilómetros más adelante, todavía dentro de los límites del parque, vemos una cartel en la carretera que anunciaba lo que ellos llaman “Wildlife view station”. ¡¡¡No podía ser!!!. Tanto misterio y la plataforma ¿estaba señalizada en la carretera?
¡¡Pues iba a ser que sí!! En una pequeña explanada que hacía las labores de parking, los rangers tenían instalada una pequeña carpa y salieron a recibirnos en cuanto vieron llegar nuestro coche.

Amablemente, nos preguntaron si queríamos acceder la plataforma y nos explicaron unas normas de seguridad (la más importante es que no se podía entrar o salir de la plataforma si no te acompañaba uno de ellos).

Seguido llamaron por walkie al compañero que estaba en la plataforma y nos vino a buscar. Apenas había 25 mts. desde la carpa hasta la plataforma, pero esa era una zona de paso de los osos y es una forma de evitar correr riesgos.

Una vez en la plataforma vimos que había más gente (no demasiada y casi todos fotógrafos). Se trataba en realidad una porción de tierra rodeada por una valla electrificada desde donde se podía ver un pequeño tramo del cauce del río Atnarko. Todos los allí presentes estaban en silencio o hablando muy bajito, así que como dice el refrán: “allí donde fueres, haz lo que vieres”.




Nuestra intención era sólo entramos para ver cómo funcionaba el tema de la plataforma, pero cuando de repente alguien “grita en bajito” ¡a bear! ¡No podía ser verdad, si acabamos de llegar! y lo peor ¡estamos sin las cámaras!

A lo lejos se podía ver una hembra de Oso Grizzly… ¡y no estaba sola! Estaba con tres oseznos (cubs en inglés). Corrí donde el ranger y le pregunté si podía salir al coche para buscar la cámara. No me puso ninguna pega, me acompañó hasta la salida y me espero a que volviera con la cámara para volver a entrar. ¡Creo que nunca he corrido tanto! De vuelta, la osa seguía allí con sus crías junto a un tronco caído en la orilla del río.



De vez en cuando los oseznos se giraban hacia nuestra posición como dándose cuenta de que alguien les estaba observando. Y mientras nos deleitábamos con los pequeños, un poco más adelante, apareció otro oso. Éste estaba solo y por lo que comentaron parecía un ejemplar joven.



Estuvo observando y de vez en cuando echaba una carrera dentro del agua persiguiendo salmones (o por lo menos eso pensábamos). Y por fin, después de unas cuantas carreras infructuosas, tuvo su recompensa. Una vez lo tenía bien atrapado se volvió a la orilla para degustarlo tranquilamente, jejeje


Emocionadísimos, sólo por lo que acabábamos de ver ya nos había merecido la “paliza” de coche que nos acabábamos de dar para llegar hasta aquí.

Antes de desaparecer definitivamente, nos ofrecieron esta bonita estampa. ¿Qué estarían mirando con tanta atención?¿quizá un salmón chapoteando en el río?



Cuando quedaban pocos minutos para las siete de la tarde, el ranger nos avisó de que teníamos que ir abandonando la plataforma. Pudimos ver a la salida un cartel con el horario: de 07:00 a 19:00h. A partir de esa hora la plataforma no estaba vigilada y tampoco estaba permitido el acceso a la misma.

Con una emoción difícil de explicar volvimos al coche y seguimos camino del lodge. Al llegar, nos registramos en recepción y subimos todas las cosas a la habitación porque aquí pasaríamos los próximos tres días.

Una duda que teníamos era si yo podría hacer la excursión que habíamos contratado para el día siguiente con el problemilla que tenía en la pierna (para que no me rozara, llevaba puestas unas zapatillas bajas, no demasiado aptas para andar por el monte). Llamaron a la guía encargada de realizar la salida con nosotros y tras comentar con ella la situación, nos dio el ok. No íbamos a escalar y creía que siendo cuidadoso, no tendría problema. ¡Menos mal porque nos apetecía mucho hacer esa excursión!

Como no teníamos nada para cenar, bajamos al restaurante del propio lodge. Unas pizzas artesanales y unos refrescos, $45. No nos entretuvimos mucho porque nos pasarían a buscar a las 7h30’ y en la web ponía que eran aproximadamente 3 horas y media de paseo por la orilla del río.



Bella Coola Mountain Lodge


. Ubicación: Haggensborg, Bella Coola Valley. Naturaleza en estado puro

. Estado del hotel: Tipo rústico, de madera. Más que habitaciones, parecían apartamentos (al menos la nuestra que contaba con cocina equipada).

. Servicios: wifi y parking gratuitos. Organizan excursiones andando y en bote a lo largo del río Atnarko.

. Precio: $145 (2 personas). Quizás más de lo que solemos pagar, pero en septiembre hay mucha demanda y no demasiada oferta.

. Trato recibido: Muy bueno. Ambiente muy cordial.

. Calificación: 8 sobre 10. Recomendable




Aunque el desayuno no estaba incluido en el precio del alojamiento, al contratar la caminata, nos ofrecieron un desayuno continental gratis.

Cuando se hizo la hora salimos al parking y casi seguido llegó la guía junto con otra pareja, que serían nuestros compañeros de aventura esa mañana. Tras las presentaciones, montamos en la furgoneta y nos pusimos en camino. Mientras conducía, Holly nuestra guía, fue explicándonos que haríamos varias paradas y que luego bajaríamos al cauce del río. Nos explicó y remarcó las normas de seguridad en caso de tener éxito y ver osos: siempre a su lado, nada de correr, gritar, hacer aspavientos, mantener la calma, hablar bajito……. (Nosotros no teníamos ninguna intención de separarnos de ella que era la que llevaba los sprays anti osos!!!!!)

Relajados y calentitos dentro de la furgoneta, al pasar por una zona donde había una gran pradera verde, Anna me dice: ¡mira, tres osos! ¿Qué? ¡Había tres osos de pie en la mitad de la pradera! Se lo dijimos a Holly que paró de inmediato la furgoneta. Pero aunque echó marcha atrás, los osos parecieron darse cuenta de la maniobra y desaparecieron entre la hierba alta. ¡Qué lástima!!!

Seguimos hacia delante e hicimos la primera parada. ¿A qué no sabéis dónde? Si, justo, en la plataforma y pudimos reconocer algunas de las personas que habíamos visto la tarde anterior.



El día había amanecido fresquito y con niebla bastante baja. Para andar ¡perfecto! pero parece que a los osos no les gustó demasiado, porque durante el tiempo que estuvimos en la plataforma no vimos ninguno.



Como comentamos antes, fuimos parando en diferentes sitios. La guía aprovechaba para explicarnos cosas relacionadas con la fauna y la flora del Valle de Bella Coola. Nos comentó que en 2010 hubo importantes inundaciones y que por eso el cauce del río estaba lleno de ramas y árboles caídos. Por supuesto los osos siempre estaban presentes en la conversación. Cada vez que bajábamos a la orilla del río, la guía bajaba primero para confirmar que era seguro evitando los recovecos.




Pudimos ver carteles de advertencia sobre la presencia de osos en los cuales dejaban bien claro que ese es su territorio, prima su bienestar y nosotros somos intrusos que debemos respetarles. Es decir, sí te encuentras con un oso, deja que siga su camino, no le toques las narices….¡está en su casa!


En una de las ocasiones que bajamos al cauce del río pudimos ver varias huellas de oso, pero… ¿dónde se habían metido?





En una zona donde agua estaba muy tranquila, vimos un banco bastante grande de salmones. Estaban parados, como esperando su turno para desovar. También pudimos ver un montón de mejillones que parece ser que son comida alternativa para los osos cuando no encuentran salmones.




A media mañana tuvimos la oportunidad de almorzar en compañía de otro naturalista amigo de Holly. ¡Ambos conseguían contagiarte su entusiasmo!. Estuvo con nosotros durante un rato hablando sobre los osos, el debate de siempre: explotación turística vs. mantenimiento del hábitat. Está claro que para él primaba el bienestar de los animales, aunque también entendía que era necesario el dinero aportado por los turistas. Explotación sostenible.



Y para acabar, nos entretuvimos un rato, sacando fotos a unos renacuajos que nadaban en la orilla del río.




Aunque en la web ponía que la excursión duraba aproximadamente unas tres horas, nosotros estuvimos casi seis. Ni que decir tiene que mereció totalmente la pena a pesar de no ver ningún oso. Holly hizo un trabajo sobresaliente e hizo que la excursión fuera más que amena.

Cuando nos dejaron de vuelta en el lodge casi eran las dos de la tarde y como no teníamos nada de comer, nos fuimos hasta un supermercado cercano y compramos algo para hacernos unos sándwiches y comer tranquilamente en la habitación.

Tras una mini siesta y un poco de descanso para mi pierna, volvimos al coche y regresamos a la plataforma (serían alrededor de las cinco de la tarde). Comprobamos que casi todos los que estaban eran los mismos a los que habíamos visto por la mañana. Entablamos conversación con una pareja de alemanes jubilados que parecían muy majos. La señora era aficionada a la fotografía y una apasionada de los osos (de hecho había hecho un libro con fotografías de osos hechas durante sus visitas a Bella Coola).

Nos comentaron que ellos llevaban ocho años viniendo a Bella Coola. Como tenían una auto-caravana, se pasaban 15 días aquí y otros 3 meses recorriendo otras zonas de Canadá. ¡De mayores queremos ser como ellos!!!!

El tiempo fue pasando y los osos no aparecían. Nuestros amigos alemanes nos dijeron que por la mañana tampoco se habían dejado ver mucho. Sólo uno pero muy de lejos. ¡vaya plan!!!

Casi eran las seis, cuando alguien pronuncia la palabra mágica “bear”. Todos dirigimos la vista hacia la dirección que señalaba y allí estaba… un precioso ejemplar. Estaba solo y venía andando por el río hacia nuestra posición.




Cuando casi estaba debajo de la plataforma y tan cerca que apenas nos entraba en la foto con el teleobjetivo, sumergió la cabeza en el agua y ….¡¡¡ premio!!! un delicioso y jugoso salmón!



Tras ese pequeño aperitivo, se paseó por delante de nosotros tranquilamente, como si nadie le estuviera observando.¡¡ Lo tuvimos realmente cerca!!



Poco a poco se fue alejando y cuando no pudo seguir por la orilla, se echó a nadar y cruzó el rio. De vez en cuando metía la cabeza debajo del agua, pero no nos pareció que volvió a pescar nada.





Bueno, bueno … la tarde, finalmente, no había resultado ir nada mal. Aunque sólo habíamos visto un oso, lo tuvimos muy cerca, así que disfrutamos de lo lindo.

De camino a casa, nos encontramos con un cervatillo que estaba al borde la carretera y aunque tienden a asustarse con las luces de los coches, este ejemplar, tuvo a bien posar para nosotros sin moverse y sin dejar de mover el hocico!!!



Antes de ir al lodge, pasamos por el supermercado a comprar la cena y algo para desayunar. Mientras sacábamos las cosas del coche dejé inconscientemente las llaves en el maletero. En un momento dado, oí como si el cierre centralizado se activara, pero no le di importancia. Cuando bajé el portón y me di cuenta de que el resto de las puertas también estaban cerradas, pregunté: ¿dónde están las llaves?. Un escalofrío me recorrió todo el cuerpo. ¡NO podía ser!. Primero la herida en la pierna, luego se estropea la cámara pequeña, después el paso por la aduana y ahora ¿esto? ¡¡De verdad que no me lo creía!!

Entre los dos, suelo ser el que mantiene la calma en este tipo de situaciones, pero esta vez no. Literalmente, me bloqueé: sólo podía pensar en el tiempo que tardarían en llegar hasta aquí los de la empresa de alquiler. ¡Estábamos a 1.000 kms. de Vancouver! ¡y el coche era de Estados Unidos!. Y lo peor de todo, ¿cómo iríamos al día siguiente a la plataforma? Jajajaja.

Mientras mi frustración iba en aumento, Anna entró en el lodge y les contó lo que nos había pasado. No parecieron extrañarse mucho y comentaron que no era la primera vez que pasaba. Cuando regresó donde yo estaba, me tranquilizó y me dijo que el guía que hablaba un poco de español, iba a llamar a un mecánico amigo suyo para que nos abriera el coche.

El mecánico apenas tardó diez minutos en llegar (resulta que era el dueño del taller que veíamos todos los días cuando íbamos al supermercado). Con una varilla alargada, una varilla plana y un brazalete parecido al que utilizan los médicos para tomar la tensión. ¡Alucinante! En menos de un minuto abrió el coche sin causar ningún daño.

Nos cobró $30, pero le habríamos pagado todo lo que nos hubiera pedido.¡¡Os lo aseguro!!!



Aún no había amanecido cuando sonó el despertador a las seis de la mañana. Como la plataforma abría a las siete, queríamos estar desde primera hora. Hicimos los preparativos de cámaras, un termo de chocolate para el camino y un poco de bollería que habíamos comprado el día anterior.

Cuando llegamos a la plataforma, sólo pasaban unos minutos de las siete pero no éramos los únicos ni los primeros en llegar. Nuestra amiga alemana ya estaba allí así que le preguntamos por su marido y nos dijo que estaba durmiendo en la auto caravana hasta una hora más “prudente” ¡así cualquiera!.

La temperatura era fresquita, 8°C, así que el “hot chocolate” nos vino de perlas. Sin casi tiempo para comentar qué tal el día anterior, uno oso apareció entre ramas, al borde del rio (esta vez por nuestra derecha). Llegó hasta el extremo del árbol que se ve en la foto y estuvo allí mirando hacia un lado y al otro, como buscando algún salmón en el rio. Parece ser que no vio nada interesante, porque se retiró y desapareció entre la maleza por el mismo sitio por donde había salido.



La visita había sido muy breve, aunque para empezar no había estado mal, pero queríamos más, jejeje. ¡Dicho y hecho! Un águila calva vino volando y se posó en una rama. Se quedó allí, inmóvil, vigilando todo.



Y de repente, desplegó las alas y se lanzó hacia el agua. Menos mal que teníamos preparada la cámara porque todo sucedió en unos pocos segundos. Desgraciadamente, en esta ocasión no pescó nada.



Y cuando ni siquiera eran las ocho, se oye comentar: “a bear with cubs”. Si… eso es. ¡una hembra con tres crías! Habían aparecido por nuestra izquierda por lo que lo más probable era que vinieran andando hacia nosotros siguiendo el curso del río. Son las hembras las que ocupan de criar y a alimentar a las crías y se encargan de mantener alejados a los machos.





Podéis imaginar el ambiente y la excitación de todos en la plataforma!!!! Mamá osa y los tres oseznos cada vez estaban más cerca. Cuando se encontraban prácticamente enfrente de nosotros, la osa se metió al rio y ¡zas! ¡salmón al cesto!





Según nos explicó el ranger, lo primero que hacen las osas es comer las huevas, que es la parte con más grasa y proteínas. Luego le dejan el resto a las crías para que se coman la carne.




Como en cualquier familia, aquí los hermanos también se pelean y el más débil siempre se queda un poco más al margen. Nos pareció increíble el sonido que pueden llegar a hacer los oseznos cuando se están peleando. De las tres crías que vimos, sólo dos de ellas se pelearon pon el salmón. La otra estuvo casi todo el rato pegado a la madre.





Para que os hagáis una idea de a qué distancia nos encontrábamos, fijaos en la siguiente foto. La del gorro es Anna, jejeje



Cuando terminaron de dar los últimos bocados al rico salmón, continuaron su camino por el cauce del río y se fueron alejando, no sin antes despedirse con una mirada hacia la plataforma.



Sólo os podemos decir una cosa: ¡¡¡la experiencia fue increíble!!!!. Hay quien dice que visto un oso vistos todos, pero nosotros no podemos compartir esa opinión.

Los planes que teníamos para la tarde era la excursión en bote por el río, pero hasta las dos y media teníamos tiempo para hacer un poco de turismo por Bella Coola.



Al entrar en el pueblo nos encontramos con este cartel de bienvenida con lo que creemos que eran grafías de los primeros pobladores de Bella Coola, los Nuxalk.



El pueblo en sí no es muy grande, más bien todo lo contrario, con apenas media docena de calles con casitas individuales, así que nos acercamos hasta final de la carretera donde está el puerto y el terminal de ferry. Paramos en algunas tiendecitas del pueblo e hicimos unas comprillas de recuerdos. También aprovechamos para comprar algo de comida.



A las dos y media nos recogieron del lodge y nos llevaron hasta la rampa desde donde comenzaban las excursiones en bote. Había dos tipos, bote de seis personas y bote “privado” para dos personas. A pesar de la diferencia de precio, elegimos el bote privado por la comodidad de ir sólo los dos en el bote junto con el guía.



El viaje en barca no tiene un tiempo estimado de antemano. De hecho al principio estuvimos casi una hora parados esperando a que apareciera algún oso. Como está prohibido utilizar motor en los botes, no debíamos avanzar demasiado ya que luego no podríamos retroceder.

Aprovechamos para charlar con el guía sobre Bella Coola, los osos y Canadá en general. Nos preguntó a donde iríamos después de Bella Coola y cuando le dijimos que íbamos a ir a los parques de Jasper y Banff, nos comentó que eran como parques de atracciones. Más adelante entendimos qué nos quiso decir.

El guía nos dijo que nos íbamos a ir moviendo poco a poco y sólo fue decirlo y un oso apareció entre ramas, se lo pensó un poco y se lanzó al río.





A medida que el oso se movía, el guía fue moviendo el bote para no molestarle. Como si no quisiera saber nada de nosotros, nos rodeó y se dirigió hacia la plataforma.



Nosotros seguimos rio abajo; por el camino pudimos ver varios bancos de salmones y una plataforma privada que pertenecía a un lodge.




Y cuando no quedaba mucho para llegar al final de la excursión, disfrutamos de la visita de otra familia de osos. Estaba la madre con tres crías (no sabemos si serían las mismas que las que vimos a la mañana).




Estuvimos una rato sacándoles fotos y cuando pensamos que desaparecían entre la maleza, mamá oso se asomó entre ramas. ¡Estaba tan cerca que no nos entraba entera en la fotografía! ¡otro subidón de adrenalina!



Además de osos pudimos ver un águila calva y un martín pescador y también aprovechamos para sacar algunas fotos de los paisajes a nuestro alrededor.






Seguimos navegando por el río hasta un segundo embarcadero donde finalizaba nuestro viaje. Tan contentos estábamos por la experiencia que aunque somos poco amigos de salir en las fotos, pensamos que necesitábamos tener un recuerdo de este momento así que le pedimos al guía que nos hiciera un par de fotos.



Eran más de las seis de la tarde y nos llevaron de nuevo al lodge en la furgoneta. Como estaba empezando a anochecer decidimos cenar en la habitación unos sándwiches que habíamos comprado al mediodía. Además teníamos que descargar unos cuantos gigas de fotos, jejeje

Os dejamos aquí un vídeo dónde podéis ver un poco la experiencia de la tarde narrada por los guías que conocimos y con los que compartimos muchos buenos momentos:





¡Qué rápido se había pasado la noche!. Eran las 6 de la mañana y el despertador estaba sonando. Era nuestro último día completo en Bella Coola y nuestra intención era volver a la plataforma y después visitar una piscifactoría que había en el pueblo. Nos comentaron que la visita era gratuita y te explicaban todo lo relacionado con los salmones.

En cuanto tuvimos todo listo (cámaras, café, etc…) nos pusimos rumbo a la plataforma. Como los demás días, a pesar de llegar pocos minutos más tarde de las siete, ya había madrugadores.

Casi sin tiempo para sacar la cámara de la mochila tuvimos la primera visita. Era un oso solitario en busca de su desayuno. Fue una pena porque no se acercó demasiado y tampoco estuvo durante mucho tiempo a la vista (lo suficiente para comerse el salmón que llevaba en la boca).



Tras la breve visita, estuvimos sin ver nada prácticamente hasta las nueve pero no nos aburrimos ya que estuvimos hablando y contando batallas (en voz muy muy baja) con nuestros amigos alemanes y unas señoras canadienses muy majas a las que cariñosamente acabamos apodando “las ladies”.



Y sin darnos cuenta (la verdad es que nos pilló a todos por sorpresa), apareció de nuevo la familia de osos, la madre y los tres oseznos cruzando el rio justo enfrente de nosotros. En esta ocasión localizó un salmón muerto en la orilla del río y después de pegarle unos mordiscos, lo dejó para que lo oseznos pudieran disfrutar.






Después de un rato donde nos hicieron disfrutar de lo lindo a los que estábamos en la plataforma, desaparecieron entre la maleza.



Sobre las diez nos fuimos de la plataforma y pusimos dirección a Hassenborg donde se encuentra el vivero Snootli Hatchery. Nos fuimos entreteniendo sacando fotos de paisajes a lo largo del camino.



Al llegar al criadero, fuimos directamente a la recepción y le preguntamos al chico que nos atendió por las visitas guiadas. Nos dijo que, como no había nadie esperando, podíamos comenzar la visita en ese momento.

Antes de entrar a la zona de cría, en los pasillos tenían colgados cuadros con los diferentes tipos de salmones que hay en los ríos de la zona del Valle de Bella Coola. El guía nos explicó las diferencias entre ellos. Además en la [url=ttp://www.pac.dfo-mpo.gc.ca/sep-pmvs/projects-projets/snootli/bg-rb-eng.htm]web del vivero[/url] se puede encontrar mucha más información.

Ya en la zona de cría nos enseñaron las diferentes etapas de la cría del salmón. Según nos explicaron, la razón de ser de este vivero no es comercial, sino de sostenibilidad de la especie. Técnicos sacan ejemplares adultos del río antes de que desoven y tras sacarles las huevas, las crían hasta que se convierten en salmones jóvenes y son de nuevo devueltos al río.




Hablando de osos con nuestro guía nos comentó que al amanecer, sus compañeros se habían encontrado varios ejemplares de osos a lo largo de la carretera. No os hemos comentado que aquí la gente cuando sale a pasear, además del perro, lleva en la cintura su spray anti osos como un complemento más de su vestimenta.

De vuelta y en dirección al lodge, tuvimos la oportunidad de ver un oso justo al lado de la carretera pero cuando pasamos, se adentró en la rivera del río. Podríamos decir que lo dejamos estar, pero NO.

Fuimos con el coche por un camino que iba paralelo al río. Llegamos al final pero no vimos al oso, así que dimos media vuelta. Y al reanudar la marcha para salir a la carretera, teníamos al oso entre la maleza a unos pocos metros. Creemos que él estaba tan sorprendido como nosotros y no pasó ni medio segundo, volvió a desaparecer.

Decidimos no tentar a la suerte y salimos a la general para bajar hasta el supermercado donde íbamos a comprar la comida y aprovechar para llenar el depósito en la gasolinera junto a él. (39,5 l x $1,52/l = $60).

Comimos junto a una casa/museo en honor a los primeros europeos que se asentaron en Bella Coola en 1894, de origen noruego.



De nuevo en la plataforma, la verdad es que la tarde fue muy aciaga en lo que se refiere a ver osos. Sólo vimos al que aparece en la siguiente foto y apenas se dejó ver unos minutos.



De vuelta al lodge paramos un par de veces para sacar unas fotos.




Y cuando pensábamos que el día ya no podía dar más de sí, en una gran recta vimos unas manchas marrones en la carretera que parecían moverse. ¡No podía ser! otra mamá oso junto con sus dos crías venía andando por la mitad de la carretera.



Paramos en el arcén de la carretera para ver qué hacían y darles “espacio”. Al darse cuenta de nuestra presencia, la madre intentó buscar una ruta de huida, cruzó la carretera para ver si podía escapar por el río, pero llevaba mucha agua en esa zona y lo descartó al momento. Volvió junto a sus pequeños y como tampoco podían subir hacia el monte (justo estaban en una zona de piedra), decidió que la mejor opción posible era seguir adelante, hacia nosotros.



Nos retiramos un poco para dejarles sitio para seguir avanzando y en cuanto vieron un hueco para adentrarse en el bosque, desaparecieron pero no antes de ofrecernos esta bonita postal.



Era nuestro último día en Bella Coola y no podía haber acabado de una manera mejor. ¡¡¡Tenemos que confesar que la emoción tardó en desaparecer un buen rato!!!

Para cenar, fuimos al súper y compramos unos sándwiches y una ensalada.



Este iba a ser nuestro último madrugón en Bella Coola. La noche anterior dejamos todo preparado, así que sólo tuvimos que calentar el termo del chocolate y cargar las maletas en el coche. El cielo, aún oscuro, se veía estrellado y hacía fresquito, 4°C.

Queríamos pasar una última vez por la plataforma y así poder despedirnos de nuestros amigos alemanes. Comentando con ellos nuestro itinerario, nos recomendaron que pasáramos a ver el cañón Farwell que estaba antes de llegar a Williams Lake. Así que tomamos nota por sí llegados a ese punto, podíamos hacer ese pequeño desvío.



Durante que el tiempo que pudimos quedarnos nos visitó un oso y un águila calva que sobrevolaba el río buscando salmones. Seguramente sería otro gran día pero nosotros ya no contábamos con más oportunidades.




Cuando dieron las diez, con tristeza, recogimos las cámaras, nos despedimos de toda la gente de la plataforma y pusimos rumbo a Williams Lake. Como teníamos todo el día para hacer el camino, queríamos tomárnoslo con calma.




Como cuando llegamos a Bella Coola no disfrutamos mucho de la carretera (recordad que lo pasamos bastante mal), decidimos que la subida la haríamos tranquilamente disfrutando de las vistas.





Desde lo alto de “The Hill” (así se llama la carretera que nosotros bautizamos “de la muerte”, jejeje) y antes de salir de los límites del parque Tweedsmuir paramos para sacar unas fotos. En medio del bosque, la carretera solitaria serpenteaba entre árboles.


A la altura de Nimpo Lake, decidimos hacer una parada parada técnica en la misma gasolinera donde habíamos parado a la ide. Casualidades de la vida nos encontramos con una pareja a la que habíamos visto en la plataforma los días anteriores.

Recordamos con añoranza lo bien que lo habíamos pasado viendo Grizzlys.
!!Ainssss!!

Cuando llegamos a Less Corner, hicimos caso a la recomendación que nos habían hecho y tomamos la desviación hacia la Hanceville Canoe Creek Road. La carretera se volvió a transformar en pista de tierra y durante un montón de kilómetros sólo nos cruzamos un par de camiones que transportaban troncos.



La verdad es que el camino por aquella carretera se nos hizo bastante pesado. La sensación de no saber muy bien dónde vas y las carreteras sin señalización, no ayudaban a aliviar la situación. Aprovechamos este bonito lago para hacer otra paradita técnica. El nombre del lago, Rushes Lake.



Sobre las tres y media, llegamos al cañón Farwell y no nos queda más remedio que reconocer que las vistas nos hicieron olvidar lo largo que se nos había hecho llegar hasta ese lugar.




Después de recrearnos con el paisaje, seguimos nuestro camino hacia Williams Lake. Sólo nos quedaban veinte kilómetros para volver a la carretera general y desde allí 50 para llegar a Williams Lake. Fue entonces cuando nos dimos cuenta de que habría sido mucho mejor ir por la carretera general hasta Riske Creek y luego retroceder los 20 kms. hasta el cañón en vez de coger el desvío en Hanceville y recorrer 70 kms. por una pista de tierra.

Llegando a Williams Lake, vimos estas bonitas de un viaducto sobre el río Fraser y no pudimos dejar pasar la oportunidad de parar para sacar alguna foto.



Antes de ir al hotel llenamos el depósito del coche (56,85 l x $1,36/l = $77) y compramos unas cosillas para el día siguiente.

Una vez registrados en el hotel (el mismo donde habíamos estado hacía unos días), bajamos a cenar al Deny’s. Unas hamburguesas, patatas, refrescos y tarta de postre, $43.



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