Un Bai es un claro en la selva, una zona en la que, debido a los minerales acumulados en el suelo, no crecen árboles y en consecuencia, una zona a la que acuden muchos animales en busca de los minerales que necesitan ingerir, bebiendo de las aguas o riachuelos que cruzan dicho claro.
Dzanga Bai, es sin duda alguna, uno de los más conocidos y espectaculares bais que existen, la seguridad de que sea el día que sea, encontraras docenas de elefantes y otros animales allí, lo convierten en algo excepcional.
Debido a esta “regularidad” en la presencia de elefantes en Dzanga Bai, este lugar se convirtió ya hace tiempo, en un lugar de estudio de estos animales y una de las mayores especialistas en los elefantes de selva, Andrea Turkalo, construyó una plataforma de observación en los lindes del bai, desde la que es posible observar todo lo que allí ocurre. Por desgracia, la guerra expulsó a Andrea de este lugar y de momento, no ha regresado aun. Pero nosotros vamos a poder aprovechar dicha plataforma para pasar el día allí, observando a los animales sin ningún peligro.
El peligro, básicamente, viene de los elefantes. Encontrarse un elefante en medio de la selva, a pesar de su imagen de calma y “bonacheria”, es de lo peor que te puede ocurrir. A diferencia de la sabana, donde puedes ver desde lejos a los elefantes y estos a ti, aquí te puedes dar de bruces con uno de ellos de golpe, la densa vegetación les oculta y tú no te das cuenta de que están ahí hasta que es demasiado tarde, pero ellos te llevan oyendo y oliendo desde hace rato, así que, desde su punto de vista, tú te estas dirigiendo hacia él, a saber con qué intenciones y te está controlando todo el rato, por lo tanto, en cuanto te acercas demasiado, inicia una carga, que en el caso de que no reacciones rápido y puedas encontrar algún árbol o piedra o tronco, detrás del que esconderte, tienes un problema grave, que podría muy bien ser tu último problema.
Al tener que ir hasta el bai, que como ya he mencionado antes, es un lugar que atrae diariamente a muchos animales, entre ellos docenas de elefantes, implica que el peligro de encontrarte con uno de ellos por el camino, sea bastante elevado, así que antes de salir, nos dicen que observemos siempre lo que hacen los rangers que nos acompañan y que ante cualquier situación de peligro, hagamos exactamente lo que ellos hagan o dicho de otra manera, si ellos salen corriendo, corred detrás de ellos como si os fuera la vida en ello, porque probablemente os esté yendo.
Por suerte, en nuestro acercamiento al bai, solo nos encontramos con un elefante y fue en una zona abierta, de manera que nos vimos, él y nosotros, desde lejos. Fue en un riachuelo que debíamos seguir durante un rato y allí estaba el elefante, bebiendo tranquilamente. El incidente quedó saldado con un intercambio de amenazas sin más consecuencias. Los rangers, cogiendo algunas ramas grandes, empezaron a golpear en el agua con ellas, para hacer ruido, intentando que el elefante se fuera, pero en lugar de esto, el elefante se puso también a golpear el agua con su trompa, como si aquello fuera una especie de desafío en plan “a ver quien la tiene más grande”, como en este caso, la cosa estaba bastante clara, salimos del rio, nos metimos en la selva y dimos un pequeño rodeo hasta reencontrar el camino, pudiendo llegar hasta Dzanga Bai y encaramarnos a la plataforma sin más incidentes.
Y allá arriba pasamos unas horas increíbles, observando como los elefantes van y vienen, se acercan a los charcos, meten la trompa dentro, pero antes de beber, soplan con fuerza para remover el lodo del fondo, de manera que los minerales que andan buscando queden en suspensión en el agua y así poder ingerir mayor cantidad de ellos al beber.
Vimos acercarse al lugar a machos solitarios, hembras con crías de diferentes edades, en pequeños grupos o de uno en uno, algunos los teníamos muy cerca, otros más lejos.
Y no solo pasaron elefantes por allí, vimos también búfalos bebiendo y revolcándose en el barro
Y tuvimos también la suerte de poder ver a un grupo de Sitatungas, animales muy difíciles de poder observar.
Finalmente, con la caída de la tarde y con la antelación suficiente para que la oscuridad no nos sorprenda andando por la selva, debemos irnos de Dzanga Bai. Para regresar a donde nos esperan los vehículos, deberemos tomar rutas alternativas, ya que esta es la hora punta en la circulación de elefantes entrando y saliendo del bai. Así que nos tendremos que meter por en medio de la selva, cruzando por bastantes partes de selva anegada por el agua, pero finalmente llegamos sanos y salvos a los vehículos y sin tener ningún encuentro desafortunado.