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El día comienza bien prontito, a una hora indeterminada de la noche, cuando Marisa se despierta sobresaltada debido a los impresionantes golpes que un ser está dando sobre el ventanal que da acceso al balcón de la habitación. Yo sólo recuerdo entre sueños a Marisa despértandome desencajada diciendo que el mono viejete quería entrar a no sabemos muy bien qué. Se queda acojonada y decepcionada porque a la nada yo estoy durmiendo otra vez ignorando los golpes, que no son horas, y pensando que si el mono violador entra en la habitación, va a estar más interesado en ella que en mi jajajajaja.
Debido a la intensiva noche, nos levantamos con menos horas dormidas de las recomendadas, así que bajamos a desayunar medio zombies. El dueño de la guesthouse nos negocia un coche hasta Ella, nuestro destino de hoy, por 2.500 LKR. Podemos ir en tuktuk por 1.500 LKR, pero le decimos que preferimos la comodidad del coche a ir encajonados en un tuktuk con las maletas por esas carreteras.
Nada más terminar de desayunar, aparece un viejete que debe tener la misma edad que el mono, diciendo que va a ser nuestro conductor jajaja. Pues vale, esperemos que tenga la agilidad suficiente
Nos despedimos de los dueños de la guesthouse, que nos instan a que hablemos en internet de las bondades de su casa. Yo le digo que OK, que contaremos lo rica que estaba la tortilla anoche, pero también que la reencarnación homínida de Charles Manson ha intentado entrar por la noche a nuestra habitación jajajajaja.De Haputale hasta Ella hay muy poca distancia, unos 30 minutos a velocidad normal, 40 si tu conductor tiene 200 años, que es nuestro caso. El camino es bonito y volvemos a pasar por Bandarawela, que vuelve a estar igual de animado que a la ida. El agüelete nos propone visitar Dowa Temple antes de llegar a Ella, a lo cuál nosotros aceptamos encantados, porque es uno de los planes del día, y así luego nos ahorramos volver hasta el templo desde Ella, ya que está a unos 6 km antes del llegar al pueblo.
El Dowa Temple es otro de los lugares Patrimonio de la Humanidad del país, y no nos extraña. Nada más aparcar bajamos unas escaleras hasta que llegamos a una pequeña caseta donde podemos descalzarnos ¡GRATIS! Sí, gratis, no es coña.
Desde fuera el templo no parece gran cosa, pero una vez dentro… ¡qué maravilla! Lo primero que sorprende es el empacho de color de paredes, suelos, estatuas… todo. Una pared en la que se representa la vida de Buda, en otra se representan los horrores del infierno, el techo lleno de mosaicos de mil colores y formas distintas, mientras cada pequeña estancia está decorada con decenas de budas antiquísimos.
Por si fuera poco, la mitad del templo está excavado en la roca, justo al lado del río, por lo que en todo momento se oye el tronador sonido del agua. Ya estamos acostumbrados a visitar los monumentos sólos, pero es que encima en cada sitio que vas tienes guía privado, porque los monjes que custodian los templos te acompañan mientras te cuentan la historia del lugar. En este caso un monje bastante mayor nos cuenta que el templo tiene 2.300 años, y que la joya de la corona es el Buda tallado en la piedra que hay en el exterior, por lo que salimos, subimos a una pequeña colina y allí está: un enorme buda de piedra, de más de 4 metros de alto, tallado sobre la roca, y que lleva allí más de 2.000 años. Impresionante, ¡qué sitio más bonito! ¡Y gratis!
Nosotros le damos al monje 300 LKR, pero la visita al templo es gratis, y es un imprescindible. Desde luego este país está lleno de joyas desconocidas, aunque bueno, este templo no será tan desconocido cuando es Patrimonio de la Humanidad ¿no?
En nada y menos llegamos a Ella. El conductor nos pide el nombre del alojamiento y llama al número para preguntar cómo llegar. Hasta ahora casi todos los alojamientos son un poco difíciles de encontrar, pero en éste ya nos doctoramos, y es que desde la calle principal subimos una cuesta y empezamos a recorrer un pequeño carril que poco a poco se va cerrando en selva, se vuelve a abrir otra vez para que pase la vía del tren, y se vuelve a cerrar en una selva frondosa donde lo único que hay es un pequeño camino.
Al kilómetro y poco llegamos a nuestro destino: Idyll Homestay, una adorable bungalow con 2 habitaciones preciosas, que da a una balconada desde donde hay una vista maravillosa de los campos de té y de una cascada cercana. El sitio es precioso, nada más llegar nos sentamos en una de las hamacas de la terraza y desde allí sólo se oye el rubor de la cascada y los sonidos de la selva tropical.
El conductor exige algo más de lo acordado debido a que el sitio está un poco en Mordor, así que le damos 100 LKR más, porque algo de razón lleva. Soltamos los trastos en la habitación y lo primero que hacemos es preguntarle a la chica de la guesthouse cómo llegar a la cascada que se vé desde la habitación. Nos dice que se tarda unos 20 minutos en llegar, y empieza a darnos indicaciones, pero vemos que no es muy fácil llegar, así que decidimos dejarlo para la tarde si nos da tiempo. Decidimos bajar hasta el pueblo dando un agradable paseo. El camino está lleno de monos y alimañas de todo tipo, pero ya estamos acostumbrados jajajaja.
En cuanto bajamos al pueblo nos damos cuenta de que es el primer lugar que vemos 100% orientado al turista. Está lleno de guiris, con restaurantes para guiris, tiendas para guiris y cosas de guiris. Que no es que vayamos buscando las hordas de turistas, pero después de una semana recorriendo el país agradecemos un lugar con un poco de vida.
Nuestra prioridad ahora es sacar los billetes de tren para mañana, así que vamos andando hasta la estación, que está a la entrada del pueblo. Nos acercamos hasta la taquilla y nos dicen que no hay asientos juntos en 1ª clase, que sólo hay en 2ª, así que sacamos 2 billetes de 2ª clase por 600 LKR cada uno. La diferencia de precio es desproporcionada de reservarlo el día de antes a sacar los billetes el mismo día, pero a fin de cuentas el billete sale a 4€ al cambio, y así nos evitamos sorpresas mañana.
Con los billetes en nuestro poder, nos vemos en una pequeña encrucijada. Queremos subir al Little Adams Peak pero si lo hacemos ahora vamos a comer tardísimo, porque no vamos a tardar menos de 2-3h en subir y bajar. Decidimos que mejor comer antes de subir, pero como no tenemos hambre, mientras tanto hacemos hora dando un paseo por el pueblo estudiando qué opciones hay para comer. Como comentaba antes, es el primer lugar donde hay amplia oferta de restauración para todos los gustos, aunque el pueblo entero no deja de ser una calle. En plena búsqueda empieza a chispear, así que acabamos refugiándonos en el Dream Cafe, un pequeño bar con una terraza techada muy bonita. En cuanto pillamos mesa empieza a diluviar salvajemente, además, la calle principal está en obras, por lo que está semiasfaltada, y en cuestión de minutos es un barrizal de los que hacen historia. Desde luego que hemos tenido una potra que no nos lo creemos ni nosotros, nos pilla este diluvio subiendo al Little Adams Peak y nos ahogamos…
Miramos la carta y ¡oh sorpresa! ¡Hay gazpacho! Jajajaja entre la tortilla de patatas de ayer y el gazpacho de hoy… así que gazpacho para mi señora y un hamburguesón de mil demonios para mi, que hay que recobrar fuerzas jejeje. La comida un poco cara, pero muy muy rica. Terminamos de comer y poco a poco va saliendo el sol, pero no nos fiamos, así que mientras Marisa se queda en el Dream Cafe tomando un té, yo subo hasta la guesthouse para coger los chubasqueros, no vaya a ser que el tiempo se cruce de nuevo.
Paso a recoger a Marisa y comenzamos la subida hasta el Little Adams Peak. Para llegar hasta el comienzo de la subida hay que girar a la izquierda en Main Street, seguir toda esa calle recta durante unos 10 minutos hasta que se llega a Ella Flower Garden Resort, y justo ahí, se gira a la derecha y ya se empieza a subir. De todas formas es mejor ir preguntando por el camino porque es fácil que os paséis el desvío, ya que no está señalizado y se trata de un pequeño camino al borde de la carretera.
Poco a poco vamos ascendiendo bajo un sol abrasador, cualquiera diría que hace un rato estaba cayendo la del pulpo… de todas formas la subida es muy agradable, se podría decir que es un falso llano. La ruta va pasando entre enormes campos de té salpicados por pequeñas motas de color, que no son ni más ni menos que las famosas recolectoras de té tamiles. ¿Y por qué tamiles? Pues básicamente porque cuando los ingleses colonizaron el país y empezaron a plantar té, no se fiaban de los cingaleses, así que se trajeron muchísimas familias del norte de India para trabajar en sus estancias, y esa tradición ha seguido durante muchas generaciones hasta llegar al día de hoy intacta.
Éstas mujeres trabajan de sol a sol por una miseria de sueldo, recogiendo las preciadas hojas de té y guárdandolas sobre los sacos que llevan colgados a su espalda, y que imaginamos que deben pesar una tonelada. Visten sus coloridos saris típicos, por lo que tampoco llevan la indumentaria más cómoda, pero le dan un toque de alegría muy bonito a un paisaje tan verde. Es obvio que trabajan en condiciones muy duras, pero a veces olvidamos que aquí en España los agricultores trabajan muchas veces en condiciones similares, y estas valientes mujeres al menos se ganan la vida de manera que no tienen que depender de sus maridos, algo es algo.
El paisaje es bonito, aunque el de ayer nos los pareció más, creo que porque nos resultaba más auténtico, más rural. Pero por contra ayer, al ser domingo, no había apenas vida, y sin embargo hoy los campos de té están llenas de trabajadoras recolectando la hoja del té a una velocidad impresionante! Tras un rato de caminata llegamos hasta unas escaleras, ahí hay 2 opciones, o subir por las escaleras hasta la cima o seguir el camino por la derecha de modo que vas subiendo por pequeños senderos. Nosotros estamos hasta el gorro de escaleras, así que optamos por el sendero aunque tardemos un poco más, aunque aviso a navegantes, no está nada señalizado y hay que dejarse llevar un poco por la intuición, pero bueno, tampoco tiene mucha pérdida. En cuestión de 10-15 minutos llegamos a la cima, y la recompensa es fantástica: un pequeño llano en el que hay un banco para sentarse y disfrutar de las maravillosas montañas que tenemos enfrente, y a cada lado, pequeños senderos que llevan hasta 2 miradores naturales.
La vista es genial, y se está agustísimo, así que pasamos un rato allí disfrutando del paisaje y estirando las piernas.
Para bajar decidimos hacerlo por las escaleras, para reafirmar nuestra acertada decisión de no haber subido por ellas. Desandamos el camino hasta el pueblo, recorriendo la misma carretera que a la ida, por la que ya avisan que no pueden correr ni los tuktuks ni los tractores jajajaja.
Hemos tardado unas 2 horas y media en subir, estar un rato en la cima y bajar, por lo que llegamos al pueblo a media tarde. Nos acordamos de que esta mañana dejamos pendiente la visita a la cascada que hay al lado de la guesthouse, así que aprovechamos que aún nos queda un rato de luz para recorrer parte del camino. El camino es muy frondoso y bonito, con granjas con pequeños huertos a cada lado del sendero, hasta que llegamos a una zona sin asfaltar que termina en unas plantaciones en balconadas, con la cascada al fondo.
Decidimos no continuar, porque estamos en un sitio perdido en la zona más rural de Sri Lanka y no es plan que se nos haga de noche volviendo… así que regresamos a la guesthouse, nos pegamos una ducha y le decimos a la dueña que nos pida un tuktuk para bajar al pueblo a cenar, porque Marisa se niega a recorrer el camino andando siendo ya noche cerrada, por miedo a todas las alimañas que nos puedan salir por el camino jajajaja. Ella por la noche es totalmente distinto al resto de sitios en los que hemos estado, hay turistas por las calles, sitios chulos donde comer y hasta donde tomarte una copa, ¡el acabose!
Para cenar decidimos hacerlo en el Chill Cafe, sin duda el sitio más “cool” de todo el pueblo. El típico garito que lo peta, y que está a reventar de guiris. Cuando llegamos sólo queda una mesa libre, así que nos sentamos y disfrutamos de una agradable cena a base de pizza y pasta. La cuenta nada barata, como era de esperar, pero el sitio lo merece. Vemos que también sirven copas, pero queremos tomárnoslas en la terraza de cara a la calle, así que decidimos dar una vuelta por el pueblo mientras se queda alguna mesa libre, el problema es que el pueblo no tiene nada de nada, es una simple calle llena de restaurantes jajajaja, así que a la nada estamos de vuelta en el Chill Cafe, afortunadamente más vacío, así que nos sentamos en una de las mesas de la terraza y nos pedimos 2 mojitos, ¡mojitos en Sri Lanka! Si nos lo dicen 2 días antes no nos lo creemos, porque en el resto de sitios a las 20:00 está todo muertísimo. Los mojitos nos los sirven en 2 botes de alubias vacíos, muy hipster y ecológico todo jajajaja.
Terminamos nuestros mojitos y buscamos un nuevo tuktuk para subir a la guesthouse. Una vez allí nos sentamos en las hamacas de la terraza, allí se está increíble, hace una temperatura buenísima, es de noche total y sólo se oye el rubor de la cascada. Un momento mágico digno del mejor viaje
Al poco de estar allí llega de trabajar el marido de la dueña de la guesthouse, con el que tenemos la que probablemente sea la conversación más enriquecedora de todo el viaje. Nos cuenta que ha sido transportista toda la vida, pero que hace un tiempo se quedó sin trabajo y tuvieron que empezar de cero, así que construyeron esa casita en Ella y él siguió haciendo trabajos esporádicos como transportista. Le decimos que venimos de tomar algo en el pueblo y que nos ha sorprendido la diferencia entre Ella y Haputale, y nos comenta que Haputale es musulmana y Ella no… y que con eso ya nos hagamos una idea, que en Haputale todos son muy cerrados, y aunque haya negocio para el turismo, ellos no quieren explotarlo, y nos vuelve a confirmar los enormes problemas que tienen en el país con los musulmanes. También hablamos de España, del potencial turístico de Sri Lanka, de lo bien que les está funcionando la guesthouse desde que la construyeron, etc. Son esos momentos en los que te alegras de haber elegido una humilde guesthouse en vez de impersonal hotel, el poder mezclarte con la gente, dormir en sus camas, desayunar en sus cocinas, algo único que ningún hotel ni viaje organizado podrá darte nunca.Satisfechos del día de hoy nos vamos a la cama, mientras afuera sólo se oye el sonido de la jungla y la omnipresente cascada. Mañana por fin cogeremos el tren que recorre las Tierras Altas, la que dicen que es una de las rutas en tren más bonitas del mundo…
Gastos del día:
Furgoneta Ella: 2.600 LKR
Donación Dowa Temple: 300 LKR
Reserva tren 2ª clase Ella - Nanu Oya: 1.200 LKR (600 x 2)
Dream Cafe (Hamburguesa + gazpacho + té): 1.892 LKR
Propina tea pluckers: 20 LKR
Tuktuk: 200 LKR
Chill Cafe: (Pizza + pasta): 1.750 LKR
2 Mojitos: 1.210 LKR
Tuktuk: 200 LKR
Idyll Homestay (alojamiento y desayuno): 3.500 LKR
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