Durante el tremendo desayuno en el Witsieshoek Mountain Lodge no divisábamos nada desde los enormes ventanales. La niebla se había apoderado del paisaje, y los 2200 m de altura a los que nos ubicábamos no nos permitían distinguir el valle al fondo, ni las montañas al otro lado.
El objetivo era subir al Anfiteatro y contemplar la segunda cascada más alta del mundo, Tugela Falls,de 950 m de altura. Para ello deberemos llegar hasta el Sentinel Car Park por una pista sólo apta para 4x4, y por eso contratamos un transfer en el hotel.
Nos acompañaba una pareja de rubios ingleses, y su guía, una negra rechoncha de cara redonda y rastas recogidas en un moño. Al menos no estaremos solos. Eso siempre es bueno en las montañas, y más si están perdidas entre la niebla. En absoluto coincidía el tiempo real con la previsión meteorológica. Si se predecía un día claro y soleado, la realidad es que la niebla no permitía ver nada más que las florecillas que íbamos encontrando. Florido otoño.
Después de caminar hora y media engullidos por las nubes, al ver que se iban disipando y al enfrentarnos de repente al paisaje montañoso,……..¡guau!...........la sorpresa es mucho mayor. Son peculiares estas montañas revestidas de verde hierba, y con esa configuración de pliegues y lomitas, y de surcos a imitación de ríos de lava.
Es también cuando empieza la trepada…………terrible. Las manos son continuamente necesarias y mi zancada casi insuficiente para escalar los peñascos.
Finalmente, conseguíamos alcanzar la cima plana a 3100 m de altura, con vistas a la característica silueta del Anfiteatro. Si las montañas siempre ejercen una irresistible atracción, éstas emiten un misterio especial.
Drakensberg se traduce como la montaña del dragón. Siempre pienso que un viaje lleva a otro viaje, y tal vez, el destino nos ha traído hasta las montañas del dragón tras nuestro último viaje por Bután, el país del dragón. Y también aquí hay leyendas de dragones voladores.
La tormenta nos amenazaba, los truenos ensordecían y las nubes volvían a enturbiar. Pero lo peor era que empezaba a nevar, eso ni nos habíamos imaginado que podía ocurrir. Nosotros nos estábamos quedando tan blancos y helados como la montaña. Tugela Falls, la segunda cascada más alta del mundo, estaba muy cerca. Habíamos pasado lo más difícil, y en teoría sólo quedaba lo fácil. Pero, la principal preocupación era la supervivencia, y escapar cuanto antes de aquella ventisca de nieve. Nos estábamos encontrando en apuros. La nieve se acumulaba en ropa, cabeza, manos, y por más que nos sacudíamos, en pocos segundos se volvía a acumular……… pantalón de verano……….guantes empapados………manos congeladas…………..ropa empapada. Invisible se había quedado el camino, todo blanco en poco tiempo……….truenos, rayos, niebla………y un frío que nos mataba.
Atajando camino y gracias a la imprescindible ayuda del GPS conseguimos llegar a las Chain Ladders. Bajarlas ya no parecía tan difícil como presentíamos, a pesar del hielo en cada peldaño. Lo que habíamos pasado era mucho peor, esto era nuestra salvación.
La montaña siempre es impredecible en cualquier lugar del mundo.
Pocos podrán contar que han estado bajo una nevada africana!!!
Recibíamos el sol con alegría en cuanto descendimos un par de cientos de metros. El sendero fácil y las bonitas vistas al verde entorno montañoso nos hacían disfrutar la marcha mientras nuestra ropa se iba secando y los dedos se iban descongelando.
Mi cámara de fotos, congelada por la nevada, había entrado en coma. La cámara de repuesto estaba salvada.
Desde el View Point resultaba imponente la vista del Anfiteatro. ¡Tremenda caída vertical!
Estaba claro que todo se había confabulado en contra y habíamos pillado la tormenta en el peor momento, justo en la cima.
Descargable para GPS: es.wikiloc.com/ ...d=10126368
En el parking nos esperaba el 4x4 para devolvernos al Witsieshoek Mountain Lodge. Ahora podíamos apreciar el privilegiado lugar en el que se ubica este lodge, y contemplar las vistas que antes ocultaba la niebla.
Nuestro alojamiento para esa noche se encontraba al otro lado de las montañas, lo que obliga a dar un gran rodeo por carretera de casi 2 horas, y a cambiar de la provincia Free State a Kwazulu-Natal. Lucía el sol y conducíamos mirando las verdes montañas del Dragón, protagonistas de tantas historias y leyendas.
Cruzábamos el pueblo de Phuthaditjhaba bajo un sol radiante. Su origen, como capital del territorio segregado para los basotho durante el apartheid, ha generado una alta concentración humana. Entre verdes prados se desparrama su gran extensión de casitas de ladrillo o de barro, la mayoría con su placa solar y su depósito de agua en el tejado………otras, de hojalata, en las que no faltaba su antena parabólica. Ningún blanco. Algunos atendían al partidillo de fútbol de los chavales. Los niños sonreían. Se palpaba un ambiente alegre. Los bordes de la carretera se convertían en la pasarela sobre la que lucir sus galas de domingo; ellos trajeados, ellas sobre altos taconazos…..antes muerta que sencilla.
En las praderas acariciadas por el sol pastaban cientos de cabezas de ganado. Y es que el ganado forma parte de la historia de Sudáfrica tanto como sus batallas o su colonización. La propiedad de las bestias marcaba el poder en las tribus indígenas. Muchas batallas se debían al robo de ganado.
Las obras en la carretera R74 nos obligaban a una pausa de un buen rato, junto con otros coches. Un niño negrito me pedía agua y me sonreía mientras rellenaba su botella con la mía. No hablaba inglés, pero el mundo de las señas, de las sonrisas y de los agradecimientos es universal. Supongo que hablaba alguna de las once lenguas oficiales que coexisten en Sudáfrica; ello da idea del conglomerado de diferentes comunidades y culturas que conviven en el país. Diversidad idiomática y diversidad religiosa.
Después, iban surgiendo pequeñas montañitas. Resultaba curioso……..la llanura, y las pequeñas colinas que emergen de repente, forradas de verde y coronadas por peñascos ocres y rojizos.
Y de nuevo en las Drakensberg, carretera de curvas y paisaje más verde, ahora adornado por algunos árboles bajo un atardecer africano.
Nuestro alojamiento es el Tower of Pizza en Royal Natal National Park, con un restaurante muy animado en el que niños blancos y negros jugaban juntos, y donde triunfan las pizzas. Estaban bastante ricas, peeeero ¡es que la tarta de chocolate era puro vicio!.
Noche de Vía láctea y cielo estrellado. Me gusta.