RURRENABAQUE: COMO FRANK, POR LA JUNGLA ✏️ Diarios de Viajes de BoliviaHay más de 30 agencias que organizan excursiones por la selva del Madidi y los humedales del río Yacuma. En Barcelona había consultado las diferentes opciones que algunas de ellas ofrecen por internet. Opté por Mashaquipe que, aparte de ofrecer...Diario: BOLIVIA: Recorrido de 40 días por libre, de la Amazonia al Altiplano⭐ Puntos: 4.9 (13 Votos) Etapas: 19 Localización: BoliviaHay más de 30 agencias que organizan excursiones por la selva del Madidi y los humedales del río Yacuma. En Barcelona había consultado las diferentes opciones que algunas de ellas ofrecen por internet. Opté por Mashaquipe que, aparte de ofrecer una buena información, se molestaron en responder a mis correos dando toda la información que precisaba: si podía salir al día siguiente de mi llegada, las diferentes formas de pago (los bancos sólo cambian dólares en el interior del país y las casas de cambio ofrecen un tipo bastante bajo, casi parejo al dólar) o si necesitaba de algún material que no llevase en mi pequeña mochila. Al día siguiente conocí a mis compañeros de viaje, Scott y Alanna, una joven pareja canadiense de 28 años, con sólo cuatro meses de matrimonio, de los cuáles dos habían estado viajando por Ecuador y Perú. Comento al gerente de la compañía mis problemas de logística, que resuelve rentándome una linterna y prestándome un libro: Regreso al Tuichi, cuyo argumento explica solidariamente al programa de viaje. Iniciamos temprano el viaje. A las 08:30h ya estábamos en el bote remontando el río Beni, para después seguir el Tuichi. Entonces Luís, nuestro guía, continúa explicándonos la historia de un israelita que junto a tres amigos, por los años 80, deciden adentrarse en la selva siguiendo este río, se separan en dos grupos. De ellos, dos desaparecieron, uno llegó a la civilización por sus propios medios y el judío fue rescatado. La historia está documentada en un libro redactado por este último, del cuál es el protagonista. Su popularidad ha hecho que éste sea un destino turístico israelí, lo que explica la existencia de muchos carteles en hebreo en esta parte de Bolivia. Cuando llegamos al lodge, se nos presenta el personal de la compañía y, con el boato típico de las series sudamericanas, nos explican su función. Resulta algo cómico, sobretodo cuando el administrador, Don Ignacio, les hace recitar la cena y desayuno a los turistas. El parque nacional tiene una zona de acceso restringido y otra pública. En esta última se permite el acceso turístico, así como el asentamiento de comunidades indígenas por razones históricas evidentes. Después de comer nos acercamos a conocer a una familia que reside al otro lado del río. La excusa de la excursión es la de recolectar caña de azucar y hacer jugo con un molino tradicional, que resulta algo ridículo. Sin embargo, lo interesante fue la conversación con la familia. El turismo ha traído recursos a la región, de modo que cada comunidad tiene escuela y campo de fútbol. Ellos están a dos horas en bote de la comunidad más próxima, la de la mujer. Por ese motivo el hijo mayor, de 5 años, reside de domingo a viernes con sus abuelos y el viernes regresa a casa, para el domingo volver a la comunidad de camino a la feria de Rurrenabaque en la que se vende los productos cultivados. De regreso, tras la puesta de sol, cenamos puntualmente a las 19:30h y enseguida nos fuimos a dormir. El día siguiente nos despertamos a las 06:00h, desayunamos copiosamente e iniciamos nuestro recorrido por la selva. Por el camino Luis nos explicaba las diferentes características de la naturaleza que nos encontrábamos. Mostraba un gran conocimiento ya que él se ha criado en una de estas comunidades. Los nombres eran tan sugerentes como el árbol que camina, las hormigas de fuego o el árbol de agua para explicar las características de un árbol que se desplaza con la generación de nuevas raices, unas hormigas cuya picadura produce sarpullidos como quemaduras o un árbol hueco con forma de cántaro que contiene agua en su interior. ¿Para qué complicarse la vida?. A pesar de que la conversación a lo largo de la caminata trataba de los avistamientos de grandes animales como jaguares o tapires, lo cierto es que no vimos ninguno. Cuando llegamos al punto de acampada, ya estaba Sergio cocinando. Cuando acabamos de cenar ya era de noche y dimos una vuelta alrededor del campamento para avistar tarántulas envueltos en los sugerentes ruidos de la selva. Nos sentamos un buen rato en un tronco con las linternas apagadas viendo las estrellas y una tormenta a lo lejos. ¿Lloverá esta noche? pregunto. Si sopla de sur, si, responde Luis. En la mañana del tercer día nos levantamos a las 05:00h para ascender al mirador, un punto alto desde donde se tenía una buena vista de la selva y donde a primera hora se acercan varios tipos de aves. De las que entre todas, destacaban los guacamayos cuyo vuelo refulgía sobre los plomizos colores del amanecer. Después de desayunar nos acercamos a la playa del Tuichi para armar una balsa con palos de madera liviana y unas cinchas de corteza de árbol. Luís comentaba que ése era el método tradicional de desplazarse por el río corriente abajo o jalando desde la orilla en dirección contraria. El trayecto fue muy divertido, con un chapuzón (en chaleco salvavidas) incluído. Llegamos al lodge a la hora de comer y tras una sista en hamaca fuimos a pescar. Primero nos acercamos a un riachuelo a capturar lo que Luis llamaba sardinas, un pez pequeño. Para ello corta una caña y extrae una larva que corta en varios pedazos para hacer de carnada, ante la cara de asco de Alanna. Había soplado de sur y lloviznaba. Despues de conseguir cuatro sardinas, bajamos al Tuichi y las lanzamos como cebo en un anzuelo ligado a un pequeño guijarro con un rudimentario sedal. El sol dibujó un pequeño arcoiris del que salieron un millón de mosquitos que se cebaron en Alanna y en mí. Scott pescó un enorme pescado de unos 6kg, del que se podía sacar 12 tajadas bolivianas (cuatro españolas para hacer a la plancha con un chorrito de aceite y sal). Luís se admiraba de la captura diciendo repetidamente: es de los mejores pescados, tiene una carne muy sabrosa, hemos tenido mucha suerte. De regreso al lodge, fuimos la envidia de todos los que allí estaban y se lamentaban de no poder comerlo, la cena estaba lista. El cuarto día regresamos a Rurrenabaque para de allí tomar el coche hacia Santa Rosa, en el Área Protegida de las Pampa del Yacuma. Aquí se sumaron Sarah y Giselle, dos amigas inglesas muy divertidas. Sara sabía español de haber trabajado como voluntaria en Guatemala ocho años antes. Scott y Alanna habían estudiado por tres meses antes de viajar, así que empezamos hablando en español. Llegamos a la hora del almuerzo, a tiempo de incluir el pescado, que resulto muy sabroso. Lástima de que estuviese incorporado en un guiso de pollo, porque a la plancha tenía que ser espectacular. Por la tarde remontamos el río. El Yacuma es un río poco caudaloso, con una sección de unos 10m. En esta época del año, al final de la estación seca, tiene poco caudal y las bancadas son altas, de unos 5m que daría un aspecto de encauzamiento artificial, si no fuera por la presencia de mucha vida animal: capibaras, caimanes, tortugas, delfines e infinidad de aves que se cruzan a nuestro paso. Una maravilla. A media tarde paramos en una orilla y pescamos pirañas. Giselle captura la primera y pide regresarla al río. Luís le advierte que si lo hace ahuyenta al resto. Accede a condición de que sirva de comida. Acabamos el recorrido en un alto, en el punto justo de poder ver la puesta de sol. El quinto y último día bajamos el río en dirección contraria. El paisaje tenía la misma belleza, sin el aliciente de la novedad. Paramos en unas charcas para tratar de avistar unas anacondas que nunca vimos. De regreso, almuerzo y otras dos horas de carretera en las que me dió tiempo casi de terminar el libro. Ya en Rurrenabaque regreso al hotel, me acomodo, acabo el libro y me pongo al día del panorama patrio. Ceno pizza y me acerco a un bar del que nos habían dado una invitación en la agencia. Tomo una caipirinha ante un letrero que dice: ‘No se aceptan borrachos, nosostros los hacemos!’ No se en qué día vivo y debo comprobar la fecha en la que estoy. Jueves, 23 de octubre de 2014. Me levanto pronto y me pongo al día con el diario, pero según me cuenta la señora del hotel, la internet no funciona bien por la mañana. Desayuno y me doy un paseo por el pueblo. El pueblo se levanta perezoso y sólo se ve la actividad en las agencias donde turistas se van acomodando en sus transportes y otros desayunan en la pastelería francesa donde sirven unos crusanes deliciosos. El mercado apenas presenta actividad y son pocos los puestos que se establecen en la escalinata. Llego a mi agencia y entrego el libro prestado. El libro no solo ha resultado interesante por la descripción de la zona que visitamos, sino que tiene una recapitulación final que, además de dar sentido al libro, lo hace también del viaje. Yossi Ghinberg, que así se llama el israelita, regresó aquí a los seis años de su rescate y colaboró en la implantación del primer lodge en la selva, siguiendo criterios de ecoturismo que hoy es un referente en la región: El Chalalán. El recinto es propiedad de una comunidad indígena que la dirige en régimen de cooperativa. Con el éxito de este proyecto, otras comunidades han montado empresas similares estableciendo hasta seis recintos ecológicos en las márgenes del río Tuichí. Una experiencia interesante. El mismo autobús que te lleva del pueblo al bungalow que hace las funciones de aeropuerto, también hace de jardinera y carga las maletas, dejándote a pleno sol en el extremo de la pista de aterrizaje esperando el aterrizaje del vuelo. Índice del Diario: BOLIVIA: Recorrido de 40 días por libre, de la Amazonia al Altiplano
01: COMENTARIOS GENERALES
02: CRUZANDO LA FRONTERA
03: LAS CALZADAS ROJAS DE CHIQUITOS
04: LA LLAMABAN TRINIDAD
05: RURRENABAQUE: COMO FRANK, POR LA JUNGLA
06: LA PAZ EN EL CIELO
07: TIHUANACO: OH, BOLIVIA!
08: HUAYNA POTOSÍ: EXCLAVO DE TUS PALABRAS, DUEÑO DE TUS SILENCIOS.
09: LA PAZ DE TODOS LOS SANTOS
10: LA CARRETERA Y LA MUERTE
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