Después del desayuno buffet, donde el grupo de japoneses que se encontraba allí había arrasado con toda la comida, nos trasladamos al centro de la ciudad para comenzar con la visita panorámica. La ciudad de Nóvgorod, fundada en el siglo IX, fue independiente hasta el siglo XV. Debido a su situación a orillas del río Volkhov se convirtió en una ciudad estratégica para las comunicaciones entre Escandinavia y el Mar Egeo, desarrollando una importante actividad comercial. Su conspiración contra Ivan el Terrible (masacró a los habitantes de la ciudad) y el posterior auge de San Petersburgo contribuyeron a su decadencia.
Nuestra primera visita del día sería la fortaleza o Kremlin, con su muralla ovalada de ladrillo rojo coronada con torreones en varios tramos. Entramos al Kremlin por una larga explanada donde se encontraba el Monumento del Milenio, una estatua con forma de campana que se construyó 1000 después de la fundación de la ciudad. La estatua está decorada con figuras de personajes importantes en la historia de Nóvgorod y de Rusia. Seguimos después por la Catedral de Santa Sofía, la iglesia más grande y antigua de Nóvgorod (siglo XI), de estilo bizantino, con escasa decoración y pocas ventanas, para evitar el frío. Contemplamos un mosaico original sobre la fachada de la catedral y también la puerta labrada en bronce procedente de la ciudad sueca de Sigtuna como botín de guerra. Después pasamos al interior, destacable por tener algunos de los iconos más antiguos de Rusia. No pudimos estar mucho tiempo porque se estaba celebrando una misa ortodoxa y había que estar en completo silencio. De hecho por un par de susurros alguna de las fieles asistentes nos echó una reprimenda. Cerca de la catedral estaba el campanario del siglo XV, en cuya base se mostraban las campanas fabricadas entre los siglos XVI y XVII. Subimos al campanario, desde donde podíamos ver el río Volkhov y la corte de Yaroslav al otro lado. Salimos del Kremlin para cruzar el río hacia la Corte de Yaroslav. En este punto pude hacer una foto de parte de la muralla y algunos de sus torreones, aunque no tengo los nombres de cada una de las torres. Precisamente en esta parte del río se encuentra la playa de la ciudad.
La corte de Yaroslav es donde se encontraba la sede oficial de los príncipes. Desaparecido el palacio principal aún se mantienen varias iglesias. Pudimos ver la Iglesia de St Procopius, del siglo XV y financiada por un mercader moscovita; la Iglesia de St Paraskeva Piatnisa, construida en el siglo XIII y dedicada al patrón del comercio; la Catedral de San Nicolás (siglo XII), que fue un símbolo del poder de los príncipes y por último la arcada donde se desarrollaba la actividad comercial (Gostini Dvor). Teniendo ya tiempo libre para comer decidimos visitar en el interior del Kremlin el Museo de Historia, Arquitectura y Arte, que guardaba una importantísima colección de iconos de la escuela de Nóvgorod de los siglos XII-XVII, así como documentos de incluso el siglo XI que describían escenas de la vida cotidiana que reflejaban el alto nivel cultural de la época en la ciudad. El recorrido que hicimos fue muy rápido, de 1 hora más o menos, insuficiente para disfrutar de las joyas del museo, pero es lo que ocurre a veces en los viajes organizados: la falta de tiempo. Creo recordar que se podían hacer fotos en el museo, previo pago de una cantidad para tener el derecho a fotografiar. Sin duda considero este museo una visita imprescindible en Nóvgorod. Tras salir del museo buscamos un restaurante en el Kremlin.
Después del almuerzo nos fuimos en autocar hasta las afueras de la ciudad para ver el Monasterio Yúriev, el más grande de la zona, fundado en el siglo XI. Destacaba en su interior la Catedral de San Jorge (siglo XII) con sus tres cúpulas asimétricas. Durante la restauración del siglo XIX se perdió la mayor parte de la decoración mural interior.
Por último fuimos al Museo de la Arquitectura de Madera, al aire libre, donde había un conjunto de casas e iglesias típicas de las zonas rurales de Rusia. Había un itinerario señalizado para hacer el recorrido correctamente. Se podía acceder a la mayoría de las casas, donde además se mostraban objetos típicos de uso cotidiano. En todas las casas había mujeres vestidas con traje típico, muy simpáticas y con las que te podías hacer fotos o a las diferentes estancias de la vivienda, previo pago de una cantidad, claro está. Para ello ya estaba la sargento de turno vigilando ojo avizor para que ningún incauto tuviera la ocurrencia de hacer alguna foto sin haber pasado por caja. Cosa que no entenderé nunca, puesto que si ya se había pagado la entrada al acceder al museo para que había que soltar dinero también para hacer fotos dentro de las casas.
Antes de irnos vimos cerca de una iglesia un columpio formado por un palo vertical de madera de la que colgaban varias cuerdas con un lazo. Te pasabas la cuerda entre las dos piernas, echabas a correr en círculos y a volar como si fuera en un tío vivo. Lo único es que el aterrizaje era algo brusco y que la cuerda iba en sitio incómodo, jajaja. Fue una pena no hacer fotos que inmortalizaran el momento haciendo el ganso.
Volvíamos de camino a Nóvgorod cuando vimos por la carretera a un señor completamente borracho que se tambaleaba de un lado para el otro. Ya sabía yo antes del viaje de la afición de la gente en estos países a beber grandes cantidades de alcohol o de vodka en particular, por cultura, tradición, por las bajas temperaturas invernales o por una mezcla de todo, pero no me imaginaba que a cualquier hora del día se pudiera ver gente en ese estado. El día anterior en Pskov habíamos visto a otro hombre tumbado en el suelo boca abajo en mitad de una calle. El guía nos comentó que aparte de vodka, si subía mucho el precio o la gente que tenía pocos medios para subsistir, llegaban a beber colonia, alcohol de farmacia o líquido anticongelante. Bueno, fue una sensación entre risa por ver a alguien en ese estado y también un poco de pena.
Ya en el centro de la ciudad un grupo se fue a hacer un crucero de 1 hora por el río Volkhov y otros nos fuimos andando tranquilamente hasta el hotel, pasando de nuevo junto al Kremlin, el río y viendo tiendas. Hasta el hotel habría unos 4 km. Ya en el hotel y tras un breve descanso quedamos para cenar en una pizzería cercana. Preguntamos por una mesa y los camareros que no tenían ni la más mínima idea, y no nos entendían ni con el idioma de la mímica que queríamos una mesa para comer, el número de personas que éramos y que además nos apetecía cenar en la calle. Uff, a veces ni con buena voluntad es suficiente. Menos mal que llamaron a un encargado que sí que chapurreaba un poco. Al margen de la mayor o menor rapidez con la que nos atendieron todo el tiempo, la cena estuvo bien y barata, salvo por el vino. Ésta o cualquier otra bebida de la que te sirvan una marca de importación es muy caro. De hecho una simple copa de vino fue casi tan cara como el resto de la cena.
A eso de las 11 nos retiramos ya al hotel. Al día siguiente nos marchábamos a San Petersburgo y había que hacer el equipaje. Estos dos días que habíamos pasado hasta el momento me habían sorprendido gratamente, ya que no me esperaba encontrarme los monumentos que había visto en Pechory, Pskov y por último Nóvgorod. Sin duda alguna le hubiera dedicado algún día más a la zona para conocer más a fondo estas ciudades y otros lugares de la región.
A eso de las 11 nos retiramos ya al hotel. Al día siguiente nos marchábamos a San Petersburgo y había que hacer el equipaje. Estos dos días que habíamos pasado hasta el momento me habían sorprendido gratamente, ya que no me esperaba encontrarme los monumentos que había visto en Pechory, Pskov y por último Nóvgorod. Sin duda alguna le hubiera dedicado algún día más a la zona para conocer más a fondo estas ciudades y otros lugares de la región.