A las 6 de la mañana suena la alarma. Me levanto con intención de ver amanecer desde la terraza trasera del hotel, ya que al parecer es espectacular; pero no hubo suerte ya que llovía intensamente. Me vuelvo a la cama con intención de dormir un poco más pero entre el ruido de la lluvia y los chillidos de varios monos cerca de nuestra habitación. Aprovecho para darme una larga ducha y organizar un poco el día.
Después de prepararnos, nos ponemos rumbo a Cape Vidal ya que el forero FLOTAS me lo había recomendado como SI o SI; pero antes de eso paramos en una playa solitaria de Santa Lucía, que aunque el día no acompañaba nada no quería dejar de ver esas playas tan salvajes de la zona, es increíble esa sensación que uno tiene al tener para ti solo esas inmensas playas.
Pusimos rumbo ahora sí a Cape Vidal (pagando 131 rands de entrada). Os seré sincero, sabía que Cape Vidal tenía unas playas fabulosas, pero la parte de la fauna me la salté por alto, y no me arrepiento. El recuerdo que tengo de ver a las primeras cebras al nuestro es sensacional. Me encantan las cebras, me parecen muy bonitas y graciosas y con esos culos tan grandes que en cuanto tenían oportunidad nos enseñaban.
Justo al lado de las cebras pudimos ver nuestro primer ñu.
No os hacéis una idea de lo emocionados que estábamos ¡! Y esto era solo el principio…
Estuvimos un buen rato haciendo fotos a las cebras y cuando arrancamos descubrimos que pocos metros más allá… RINOCERONTES ¡!!! PARAAAAA ¡!!! Madre mía… peri que animal tan bonito ¡!!! Es increíble ver un animal de aspecto prehistórico (y que además está corriendo grave peligro) tan cerca de ti… casi mirándote…
Nos recreamos mucho tiempo, porque además apenas nos cruzamos con más coches.
Pocos metros después nos encontramos con nuestro primer facóquero y una pequeña manada de hembras kudus.
Llegamos a las playas de Cape Vidal y salimos a echar un vistazo a la inmensidad de esas playas del Índico…
Y cuando volvimos al coche, un chico que estaba dentro de un coche nos avisó de que teníamos una de las ruedas traseras desinfladas… TERROR ABSOLUTO…. Afortunadamente estábamos a 5 metros de la gasolinera de Cape Vidal… Hinchamos la rueda y rezamos todo lo rezable para que no estuviese pinchada…
Deshicimos todo el camino que habíamos hecho para salir hacia Swazilandia y llegar al Parque Nacional Hlane ya que teníamos un largo camino por delante (más de lo esperado…) no sin antes ir parando a deleitarnos con los maravillosos rinocerontes y las bonitas cebras
Por cierto que justo antes de salir de Cape Vidal pudimos divisar otro de los Big Five: el búfalo.
Respostamos, y empezamos el largo camino. Cuando llegamos a la frontera yo pensaba que los trámites serían más rápidos pero tardamos más de media en salir del país; porque además cuando habíamos pasado el primer trámite e íbamos a salir, nos miraron el carnet de conducir internacional durante un buen rato haciéndonos miles de preguntas…
Finalmente entramos en Swazilandia y pusimos rumbo a Hlane, pero cometimos el error de confiar solo en el gps que resultó que no encontraba el lugar… vamos, que estábamos perdidos porque no sabíamos si íbamos o no por la carretera correcta, porque ni un cartel al respecto ni nada… Como os podéis imaginar, y los que me conocen ya saben por dónde voy…
Al entrar en Swazilandia si que notamos que estábamos en Africa, porque hasta ahora no habíamos visto esa visión que teníamos del continente Africano.
Como el GPS seguía sin encontrar Hlane ni nada que se le pareciese, al final entramos en una reserva privada que encontramos por el camino para preguntarles el camino (si os digo la verdad creo que se rieron de nosotros… debieron pensar, menudos pardillos).
Nos dieron un mapa de carreteras y nos indicaron el camino correcto…
Por cierto mucha cuidado con este tramo de carretera, ojo con las velocidades porque es de las peores carreteras que encontramos en todo el viaje, llena de potholes algunos verdaderamente grandes.
Ahora sí que si nos fuimos directos al parque (entrada incluida en la Wild Card) y fuimos directamente a hacer el check in y a ver si teníamos suerte para hacer el Sunset Drive… pero nos dijeron que estaba completo… nuestro gozo en un pozo… Así que reservamos el siguiente drive para las 6 de la mañana por 650 rands los dos.
Fuimos a la habitación (la reservamos en la web del parque, habitación con baño privado pero sin electricidad) a dejar las maletas, y casi en la puerta de la habitación nos esperaba este amigo.
Nos acercamos a la charca y flipamos con la cantidad de rinocerontes que había tan solo a unos metros del restaurante ¡! De verdad que animales tan increíbles ¡!
Teníamos algo de tiempo hasta que se hiciese de noche así que cogimos el coche e hicimos unos caminos por libre dentro del parque…
Casi nos alegramos en el fondo de no haber cogido el sunset drive porque además que no se vería bien el atardecer nos perderíamos un momento increíble y fue ver un rinocerente bebé con su madre…
Que emoción tan grande y que cosa tan bonita… Y cómo aprenden desde chiquitines, nos miraba con mucho recelo y por supuesto siempre bajo la atenta mirada de su madre…
Así que después de unas bonitas fotos, nos fuimos que no queríamos molestarlo mucho… y mucho menos a su enorme madre…
Divisamos a una cebra de lejos y a un animal que nos pareció muy bonito… el ñala.
Regresamos a la charca a ver cómo se iban retirando los rinocerontes que quedaban y fuimos a la habitación a descansar un poco antes de la cena. Cena que hicimos allí mismo en el restaurante escuchando el sonido de la naturaleza…
La sensación de satisfacción y emoción cada día que pasaba iba a más… pero es que ahora si que venía el plato fuerte de todo el viaje: al día siguiente nos poníamos rumbo a Kruger.