El día comenzaba para nosotros sobre las ocho de la mañana. Teníamos claro que el primer destino al que queríamos ir era Formentor y no sabíamos exactamente cuánto íbamos a tardar, ya que nos dirigíamos al extremo norte de la isla. Desde allí, queríamos ir al mayor número posible de sitios y así "ir liberando el resto de días".
Teníamos muchas ideas en mente después de ir a Formentor, ya que deseábamos ver un poco el faro, Alcudia, Pollentia, un par de calas, Pollença, etc. Y si pudiese ser, acabar en el monasterio de Lluch, principal sitio de culto de la isla y de gran belleza, pero íbamos muy comprimidos ya para ese día.
Pero, mientras tanto, tocaba preparar cosas e ir a desayunar. Comprobamos que había bastante gente en el comedor, principalmente familias, y es que el hotel "Son Antillas Barbados" se nutría principalmente de ese sector, es decir, gente muy tranquila en general y de todos los países, no sólo alemanes o ingleses, ya también había franceses, portugueses, italianos, españoles, etc. Vamos, la ONU.
En cuanto al desayuno, típico de un buffet de estas características, con una chica atendiendo la cocina en vivo y sirviendo huevos fritos y tortitas, aunque a nivel de bollería iba un poco "justito", los zumos eran de máquina y el café también con ese inevitable chorrito de agua cuando estás echando leche. Tras acostumbrarnos a sitios donde te servían el café, era como un atraso, pero bueno tampoco nos vamos a quejar, que estábamos de vacaciones.
Así que tras desayunar, cogimos las cosas típicas para ir a la playa: Las palas, las gafas y tubos de snorkel, unas zapatillas del "Decathlon" para poder meterte en el agua donde el fondo era pedregoso y una sombrilla. Así que bajamos con todo eso a nuestro flamante Fiat Punto y primera sorpresa... El retrovisor derecho movido Es lo que tiene ir a sitios con "guiris" borrachos aunque estuviésemos fuera de la zona más "conflictiva". Afortunadamente sólo lo movieron y bastaba con volverlo a su posición original.
Salimos de Magalluf, siendo sobre las nueve, en dirección a la autovía Ma-1, deshaciendo el camino realizado el día anterior. Primero había que ir hacia Palma, para coger su carretera de circunvalación y con un tráfico enorme digno de cualquier gran ciudad y teniendo que estar plenamente concentrado en la carretera.
Desde esa circunvalación (Ma-20), salen todas las carreteras principales de la isla, y nosotros para ir al norte, teníamos que coger la carretera con dirección a Inca y Port de Alcudia. Una vez la alcanzamos, todo el ajetreo de coches se relajó, con lo bueno de tratarse igualmente de una autovía de unos 40 kilómetros de largo, por la que se va muy cómodo.
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Autovía de circunvalación de Palma (adevaherranz.es)
Pasamos Inca, que es una de las localidades más grandes de la isla, pero sin atractivos turísticos, más allá de sus fábricas de calzado y que suele ser un punto donde las excursiones organizadas hacen "paradas comerciales", pero a nosotros no nos llamaba en absoluto. Si en este punto nos hubiésemos desviado a la izquierda, ascenderíamos por una carretera local hacia el Monasterio de Lluch, pero nuestra prioridad era ir ya hasta Formentor.
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Inca (mallorcaweb.com)
Llegamos al final de la autovía, donde salen dos carreteras con dirección a Alcudia y Pollença, cogiendo nosotros esta última. Se trataba de un vial ancho y sin demasiado tráfico, llegando a unos diez kilómetros a Pollença y un poco más adelante alcanzando el Port de Pollença, puerta de entrada a la península de Formentor.
FORMENTOR: UNA PLAYA IDÍLICA ...PERO MUY MASIFICADA
A la altura del Port de Pollença vamos rodeando la localidad por la lzquierda por una carretera llena de glorietas hasta que llegamos a la de Formentor, llena de curvas y estrecha, pero al menos con suficiente ancho para haber una raya en el medio de la calzada y que cupiesen sobradamente dos coches.
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Port de Pollença (simpsontravel.com)
Bastaba con ir un poco tranquilos para llegar bien a nuestro destino, sin prisas para evitar mareos por las curvas, pero no era una carretera peligrosa si estas acostumbrado a las de montaña en la península. El primer ascenso era para llegar al mirador al que iríamos a la vuelta y, posteriormente ya bajamos hacia la playa de Formentor, unos 11 kilómetros después de Port de Pollença.
Eran sobre las diez y diez de la mañana y lo cierto es al final llegamos antes de lo previsto y respetando los límites de velocidad Pero la pregunta era... ¿Y ahora donde aparcamos?
Por intuición nos desviamos de la carretera, y fuimos por otra que iba en paralelo a la propia playa, pero que estaba lleno de señales de "prohibido aparcar". Al final llegamos a una especie de parking, pero que era del hotel "Barceló" y un hombre nos dijo que si no éramos clientes, teníamos que pagar diez euros.
Pegamos media vuelta en dirección a la carretera y nada más llegar nos encontramos otro párking, que tenía un coste de nueve euros Un auténtico robo, pero estábamos de vacaciones y la otra alternativa era dejar el coche aparcado de cualquier forma en las cunetas y preferimos pagar y estar tranquilos.
¡¡Así, que a disfrutar ya de la playa!! No nos complicamos mucho y nos fuimos a la parte más cercana a la carretera, justo a la derecha del muelle donde aparcan los barcos turísticos. Vimos que había unos baños públicos, por lo que aprovechamos para cambiarnos con tranquilidad.
Hay que decir que no eran ni siquiera las diez y media, por lo que llegamos con muy poca gente aún en la playa, por lo que fácilmente encontramos sitio libre para echar la toalla y poner la sombrilla.
Aquel paraje es maravilloso, lleno de pinares que llegan casi a una playa bastante alargada pero estrecha, por lo que se masifica rápido. Las vistas de la bahía de Pollença merecen la pena, aunque no tanto algún edificio que se veía construyendo muy cerca de la playa Pero lo mejor eran lo cristalinas que estaban sus aguas
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En el momento que nos metimos, lo hicimos ya con las gafas para comprobar que se veía el fondo perfectamente, aunque al ser arena no había mucha "fauna marina" que ver Para los que no les gusta el oleaje, es una playa muy tranquila, al tratarse de un entrante de mar y muy caliente (como todas las playas de Mallorca).
Sin embargo la paz se acabaría rápido, ya que sobre las once ya empezaron a llegar montones de barcos con turistas (principalmente alemanes) que se lanzaban a ocupar la playa. Y la masificación fue cuestión de minutos. Mientras, nosotros a lo nuestro: tumbarnos en la toalla y al agua, sin alejarnos mucho, tampoco dio la sensación de ser un sitio donde sea fácil que nos roben las pertenencias, ya que la franja de arena es estrecha y lo tienes controlado si estás cerca.
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Finalmente estaríamos hasta la una del mediodía más o menos, lo cual puede parecer suficiente tiempo, pero se nos hizo hasta corto. Quizás deberíamos haber disfrutado Formentor más, pero el deseo era el de conocer las mayores cosas posibles y luego veríamos que quizás de alguna podíamos haber prescindido.
Además, no estuvimos siempre en el mismo sitio de la playa. De hecho, desmontamos la sombrilla y fuimos al “sector central”. Digamos que la playa está dividida en tres partes si miras los planos, y estábamos más a la derecha. Cruzamos el pequeño muelle donde llegan los barcos de turistas a todas horas y nos fijamos en los restaurantes que hay por allí. Como os podéis imaginar, el precio era prohibitivo, con lo que lo mejor parece en esos casos irse con el bocadillo hecho de casa y si puedes también con una nevera con refrescos porque si no “te van a clavar”.
Caminamos hasta este nuevo punto en la playa y ahí sí que ya era a esas alturas, sobre las doce y algo, la pelea por tu porción de arena. Al final nos pusimos delante de unas hamacas, porque no había espacio para más, ya que la playa está practicamente copada por las hamacas.
Así que tocó tumbarse un poco, jugar con las palas y meterse un chapuzón tranquilamente. Casí con un poco de pena nos fuimos de allí, no sin antes cambiarnos de ropa en el mismo baño donde nos pusimos los bañadores a la mañana. Ahora nos encontramos con que había una cestita a la entrada para dejar propinas, algo muy típico en otros países europeos y sobre todo en Alemania (donde eran la mayoría de personas que estaban en Formentor), ya que estás recompensando a una persona encargada de tener los baños limpios y cuidados en todo momento. Sin embargo, allí no había nadie y mucha gente pasó de largo, mientras en nuestro caso aún dejamos algún “centimillo”.
Nos íbamos de la playa de Formentor, una preciosidad sin lugar a dudas y con una merecida bandera “azul”. El problema de estos sitios es el de siempre, que cuando coge fama es imposible estar tranquilo allí y la masificación es enorme, sobre todo en verano. Es por eso que los propios habitantes de las Baleares guardan en secreto una serie de “calas secretas” que prácticamente no conoce nadie.
CALA FIGUERA. UN ACCESO A PIE DANTESCO Y LARGO PARA METERSE UN BAÑO BREVE
Como decimos, salimos sobre las 13:15 de la playa de Formentor, estando el parking ya mucho más masificado, y según avanzamos en dirección al faro ya vimos una larguísima fila de coches apilados en las cunetas, hasta dos kilómetros más lejos.
Eso ya va en lo que quiera cada uno, pero en nuestro caso teníamos claro que aunque sea caro nueve euros, no merece la pena dejar el coche muy lejos para ahorrarte el dinero y menos que lo roces en alguna parte o recibir algún golpe de alguien que no lo vea, más cuando es de alquiler.
Nuestro plan era bastante ambicioso y sabíamos que íbamos a ir pillados. En ese tiempo quería ir hasta la cercana Cala Figuera, meternos un chapuzón y luego ir rápidamente a sacar unas fotos al faro antes de regresar a Port de Pollença o algún sitio así para comer. Nos daba igual que fuese tarde, pero tampoco mucho, ya que el horario de cena finalizaba a las 21:30 h. y estábamos lejos de Magalluf.
Haríamos unos 4 o 5 kilómetros por carretera en un tramo llano y con bastantes rectas, justo antes de empezar la última subida de curvas al faro, que es donde encontramos ya el aparcamiento para dicha Cala Figuera (no confundir con el pueblo del mismo nombre que está en el otro extremo de Mallorca).
Recordaba en cierta manera a las calas de Menorca, con los párking de tierra, y algún bache y piedras que tienes que tener cuidado si no quieres desgraciar los bajos del coche. Se veía incluso algún conductor novato que iba con mucho miedo por allí. Aparcamos y la sorpresa desagradable vino a continuación, ya que pensábamos que no teníamos que andar mucho para llegar a la cala (iluso de mí).
No sabíamos bien por donde se accedía, pero habíamos visto una señal un poco antes en la carretera, así que caminaríamos unos 200 metros o así por la carretera y la encontramos, llevándonos a una senda por la que comenzamos a caminar, sucediéndose las piedras. Al poco nos encontramos la primera visión de la cala comprobando que estaba muuuuuuuyyyyyy abajo
¿Qué hacemos? ¿Continuamos o pegamos la vuelta? Pues ya que estábamos allí, vamos a continuar ¿no? La bajada la hicimos con mucha dificultad, ya que a las piedras se añadía la pendiente y tramos donde había que bajar con mucho cuidado. Y claro, con chanclas que llevábamos como que mal. . Tuvimos que tomar precauciones porque nos resbalaba el calzado, pero llegó un momento que nos juntamos con otra senda que bajaba directamente del aparcamiento de coches y había unos cuantos "valientes" que tampoco sabían dónde se habían metido (esa senda tenía más maleza y pendiente) y alguno iba hasta con colchonetas pasándolas canutas.
Al final llegamos a esta cala y lo que más nos sorprendió era que allí mismo había una pista de tierra y un todotorreno ¿De donde había salido? Bueno, pues al final, todo el recorrido para estar 15 minutos nada más.
La cala es de piedrecitas y guijarros, así que nos sacamos el calzado para meternos en este tipo de playitas, y el paraje es bonito, muy escarpado, ya que estás en plena sierra de Tramontana, pero la sorpresa desagradable fue encontrarnos todo lleno de algas en la orilla, que sólo con que seas un poco escrupuloso ya no te quieres meter.
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Así que nos acabamos dirigiendo a donde estaba la mayoría de la gente, en uno de los laterales donde están los peñascos y un pequeño embarcadero. Después de toda la caminata, había que meterse al agua ¿no? Pues así lo hice, pero el problema era el oleaje un poco bravo en el sentido de que te llevaba contra esas rocas y tenías que tener un poco de cuidado al entrar y al salir. Mi novia se metió pero rápidamente salió por esa circunstancia. Y yo, pues aún pude disfrutar de una cala que en esa zona sí que tenía las aguas completamente límpias y de gran belleza. Para hacer snorkel es muy buena, ya que desde allí ya cubre bastante y al no ser una cala arenosa, ves una buena gama de peces. Para entretenerse un buen rato sin duda.
El tema es que teníamos mucho que hacer en este día y si no te gusta el oleaje no lo disfrutas, así que tras unas particulares fotos, serían sobre las dos y cuarto o incluso y media, ya decidimos emprender el camino de vuelta.
Tras la experiencia al bajar, decidimos seguir con ese calzado que te permite caminar entre guijarros en la playa, porque nos cubría todo el pie y agarraba mejor. Aún así con el calor que hacía no resultó muy agradable regresar al coche, esta vez por la senda que llevaba directamente al aparcamiento.
El camino muy empinado y en algún tramo con bastante maleza, por lo que si no tienes un cierto fondo físico puedes acabar agotado. Así, con esfuerzo alcanzamos nuestro Fiat Punto de alquiler
¿Mereció la Pena? En frío la respuesta es "No". Lo primero es que cuando vas con el programa tan apretado te descoloca bastante bajar a esa cala. Te lleva bastante tiempo y esfuerzo; y si no vas concienciado ni con el calzado adecuado puedes pasar hasta miedo por caerte. Lógicamente si te gustan ese tipo de calas, hacer Snorkel y dedicarle al menos una mañana o una tarde, lo puedes considerar. Pero si tienes pocos días y lo que quieres es conocer Mallorca a fondo, no lo recomendaría. Sólo si ya has estado y quieres ir allí a "tiro fijo".
DESCARTADO EL FARO DE FORMENTOR, NOS FUIMOS A COMER AL MIRADOR DE "SA CREUETA"
Con todo y después de cambiarnos, ya eran sobre las tres menos cuarto, y el "experimento" ya nos había hipotecado la mañana. Hasta el faro de Formentor todavía nos quedaban unos seis kilómetros o así de curvas, con lo que la prioridad era casi salir de allí y ponernos a comer en alguna población cercana como pudiera ser Port de Pollença, y después planificar un poco más la tarde.
Así que regresamos por donde habíamos llegado esa mañana, volviendo a pasar por la Playa de Formentor (a esas horas, los coches apilados en las cunetas eran inmensos) y ascendiendo hacia el mirador que hay allí, recordamos que a la mañana vimos bastantes coches y turistas sacando fotos, por lo que la intención era de parar a tomar alguna imagen de forma muy rápida.
No me había informado de ese lugar, pero por casualidad, llegamos a otro de los atractivos de Formentor, donde suelen también hacer parada los autobuses de las excursione contratadas para ir a la playa. El mirador tiene el nombre de "Sa Creueta" y justo donde el aparcamiento hay ya un espacio donde se pueden sacar fotos, pero lo que no me esperaba es que de allí saliese un paseo donde se extendía el mirador y los turistas iban sacando fotos.
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Dio la casualidad de que allí había un chiringuito, y comprobamos que los bocadillos y hamburguesas sin ser baratas, tampoco eran caras en comparación con lo que era Mallorca, por lo que decidimos no buscar más y sentarnos a comer. Luego veríamos más tranquilamente el mirador.
Al final dos baguettes de pollo y dos botellines pequeños de agua nos salió por seis euros. Y encima pudimos coger mesa a la sombra, que era algo que se agradecía a esas horas donde más calienta el sol.
Comimos tranquilamente y luego ya nos pusiemos a recorrer el mirador. El sitio es bonito, con una primera explanada para tirar fotos según dejas el coche, y luego ya vas por un camino labrado en roca y con escaleras, que te lleva al otro extremo. Se dice que todo lo diseñó el ingeniero Antonio Parietti hace casi cien años; la misma persona responsable de la construcción de la carretera al faro.
De camino hay una explanada intermedia y luego, en la final, ya tienes el premio de sacar una gran panorámica de la península de Formentor en su globalidad, desde diversas alturas. Es uno de esos sitios donde realmente merece la pena sacar fotos.
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Eso sí, cuidado con asomarse más de la cuenta a lo largo del camino, ya que desde allí hay una caída vertical de 200 metros en medio de los acantilados.
Bueno, pues con todo, ahora había que ocupar la tarde. ¿Y qué hacemos?
En esa zona hay dos poblaciones importantes que quería conocer: Alcudia y Pollença, y dentro de la primera los restos de la villa romana de "Pollentia", que aparecen en diversas guías de Mallorca y que varios viajeros me habían recomendado. Quería ir allí antes que a los puestos de las dos localidades y no dejar de ir a otra cala (a lo que habíamos ido a la isla principalmente era a disfrutar de la playa ).
PARADA EN LA VILLA MEDIEVAL DE ALCUDIA... ¿Y ESTOS PRECIOS?
El primer sitio de la tarde al que iríamos sería Alcudia, ya que nos aseguraban que merecía la pena realmente dar un paseo por la villa y sus calles... Pues nada, allí que fuimos.
Fue dejar Formentor y llegar a Port de Pollença, y desde allí había que girar a la izquierda, yendo por una carretera en paralelo a la bahía de Pollença. Lo que más me llamó la atención era ir con el coche casi tocando el mar, y una infinidad de playa, eso sí, muy estrecha, estando del otro lado de la bahía Formentor, de donde precisamente veníamos.
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Allí había bastante gente haciendo Kite-surf, la prueba de que en hacía aire y dejamos a nuestra derecha la "albufereta". Así, unos siete kilómetros después del Port de Pollença, ya llegamos a Alcudia y de forma inmediata nos vimos en pleno centro y con su famosa muralla.
Allí estaba una de sus puertas, la de Sant Sebastiá en una especie de plaza llamada "Port de Mallorca" y justo al lado, un amplio aparcamiento público y gratuíto. Cosa que sin duda se agradece para no dar vueltas y perder más tiempo.
Así que salimos del coche y después de contemplar esta puerta de entrada a través de la muralla (construída según los datos en el siglo XIII), accedimos adentro y a su casco antiguo.
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Hay que decir que Alcudia no tiene pérdida, ya que se trata de ir de una puerta a otra de la muralla y si quieres perderte un poquito por sus callejuelas. Eran sobre las cuatro y algo de la tarde, apretaba el sol y no había mucha gente Ya sé que lo ideal es ir de calas y luego dejar el turismo a última hora, pero para ese día teníamos muchas cosas planificadas. Quizás demasiadas
En cualquier caso, la calle principal es la Major (original nombre ), que conecta la dos puertas y es la típica de un casco histórico, abundando las tiendecitas de souvenirs, ropa y calzado pero con precios nada baratos. Se notaba que la ciudad estaba muy enfocada al turismo alemán principalmente, ya que los que había en la calle eran sobre todo de esa nacionalidad.
Aparte, los precios marcados para tomarte un refresco o un helado completamente prohibitivos Uno de hielo, que te puede costar normalmente un euro, allí te costaban más de dos, y los de más alta gama se iban a los cuatro Eso sí, como hacía bastante calor, hubo que pasar por el aro y acabamos comprando unos granizados en un vaso muy pequeño, por el "módico" precio de 2,5 euros
Por el camino, nos encontramos con la "casa consistorial", y franqueando sus puertas dos cabezudos, con los que no pudimos resistir la tentación de sacar unas fotos.
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Según parece, en todas las Baleares hay muchísima tradición de sacar gigantes y cabezudos durante las fiestas.
Siguiendo nuestro camino, llegamos hacia la otra puerta de la muralla, llamada "del Moll", con lo que nuestro recorrido por el casco antiguo había casi finalizado, no sin antes querer recorrer algún tramo de la muralla restaurado. Allí curiosamente estaban montando un escenario, con lo que no sé si serían fiestas por aquel entonces.
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Deshicimos nuestros pasos, aunque antes de llegar a la puerta más cercana a donde estaba nuestro coche (la de Sant Sebastiá), decidimos desviarnos unos metros, al ver que estaba cerca la principal iglesia de Alcudia, llamada de Sant Jaume, de estilo gótico mallorquín, pero que en ese momento estaba cerrada, por lo que nos limitamos a sacar alguna foto desde el exterior.
Finalizado este recorrido, nuestro próximo destino sería "Pollentia".
"POLLENTIA", UNA CIERTA DECEPCIÓN
Todas las guías turísticas recomiendan en Mallorca la visita a las ruinas de la villa romana de "Pollentia", y realmente gente cercana nos había recomendado encarecidamente su visita, así que casi lo estaba deseando yo como agua de mayo.
Sin embargo, el primer contratiempo, fue que nos perdimos para encontrar el sitio Habíamos prescindido del GPS en Mallorca y como en la dirección ponía "carretera de Port de Alcudia", pues allí que nos dirigimos, siguiendo las señales.
En fin, que callejeamos por pleno casco urbano de Alcudia, con unos cuantos semáforos de por medio, y al final llegamos a Port de Alcudia y a su llamativa central térmica y ni rastro de "Pollentia" por el camino". Acabamos volviendo a Alcudia por otra carretera que iba por fuera del casco urbano y al final ya descubrimos lo que parecía unos restos romanos, pero nuestra sorpresa fue cuando vimos que la entrada estaba ¡¡¡¡al mismo lado de la muralla y de la puerta de Sant Sebastiá!!!!"
Es decir, habíamos perdido entre 15 y 20 minutos en coche para volver al sitio donde veníamos, y todo por no preguntar antes.
El cierre de "Pollentia" estaba para las 20:00 h., pero la idea era verlo con calma ya que no sabíamos bien lo que nos íbamos a encontrar. Claro que lo primero que nos mosqueó fue pagar los tres euros cada uno de entrada y ver que éramos los únicos que estábamos dentro. Un detalle considerable era que pasaban ya de las cinco de la tarde y hacía un calor considerable. El hombre que nos atendió en la taquilla se limitó a darnos unos trípticos y a caminar.
Bueno, lo cierto es que caminar por unas ruínas romanas casi sin sombra y sin más gente alrededor podéis entender que no es agradable Aún así comenzamos el recorrido por lo que se supone que era la zona residencial de los nobles y luego una segunda que era el foro de la localidad.
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Lo que nos encontramos son restos arqueológicos y alguna columna, pero principalmente ruínas. No niego el valor arqueológico del sitio, pero no es más completo que otras cosas que tenemos en Castilla y León como Uxama, Numancia, y ya no digamos Las Médulas, la ciudad prerromana de Tiermes y la villa de La Olmeda.
Claro que está situado en Mallorca y es mucho más fácil de vender turísticamente, pero a nivel de patrimonio romano lo hay mucho mejor en cualquier punto de la península. Parece ser que lo más atractivo de "Pollentia" es su teatro romano, pero en nuestro caso vimos que había que caminar mucho y era tal el cansancio que llevábamos, un poco de decepción y las ganas de irnos a una playa, que lo descartamos.
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Con la entrada, se podía ir al "Museo monográfico de Pollentia", donde hay objetos encontrados en las excavaciones, pero esa opción ya ni nos la planteamos.
¿Merece la pena? Depende de lo que quieras. Pero si tienes siete días y tu prioridad es ir de playas, no. O si te gusta mucho el patrimonio, claramente hacerlo a primera hora de la mañana o a última de la tarde, pero aún así te tiene que gustar mucho. Eso sí no lleves altas espectativas de lo que te vas a encontrar ni busques comparaciones porque saldrás decepcionado. Lo mismo con esto que con los restos prehistóricos de las navetas y los talaiots.
Y LLEGAMOS A LA CALA SANT VINCENÇ
Después de esas visitas, lo teníamos claro, ¡queríamos ir a una cala!, y también si había tiempo conocer un poco Pollença, así que la opción era ir a la más cercana a esta localidad, la Cala Sant Vincenç.
Y lo cierto es que el acceso es muy fácil, ya que en todo momento estaba señalizada en la carretera, con lo cual esperábamos no encontrarnos lo de la Cala Figuera Se trataba simplemente de regresar a Port de Pollença y a partir de ahí ir en dirección a Pollença y ya nos encontrábamos el desvío a Sant Vincenç, por una carretera ancha y sin muchas curvas para llegar cómodamente.
Realmente lo que vimos es que es una urbanización, y como ya pasaban de las seis de la tarde, no quedaban muchos coches Eso sí, me dio la sensación de ser un complejo venido un poco a menos, con varios locales abandonados, pero bueno, la cala en sí era bonita.
Es un sitio concurrido, pero principalmente de turismo español y de gente de la zona, vamos que no es Formentor , y se llega inmediatamente por unas escaleritas desde la carretera. La cala situada en el litoral norte de la isla, es de arena pero no fina del todo,sinó que según entras en el agua aún te encuentras algo de gravilla, por lo que entramos con las zapatillas.
Llama la atención que a la izquierda hay una especie de cuevas, que investigando pone que tienen origen prehistórico, aunque la realidad (al parecer) es que hace muchos años se usaron como refugio de contrabandistas.
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En lo que respecta a nuestra estancia, la disfrutamos porque no había mucha gente a esa hora y tuvimos espacio para tumbarnos en la toalla con comodidad (sin llevar la sombrilla porque el sol ya no "pegaba" tanto), darnos un baño, hacer un poco de Snorkel e incluso jugar algo a las palas.
No quedamos más de una hora, pero fue suficiente y ahora, para despedir el día, nos quedaba ir hasta Pollença.
POLLENÇA, UN PUEBLO BONITO ENCLAVADO EN EL EXTREMO ESTE DE LA SIERRA DE TRAMONTANA
Ni que decir tiene que a estas alturas ya habíamos descartado la visita al Monasterio de Lluch. Lo cerraban a las seis de la tarde y, aunque sólo visitar su exterior merecía mucho la pena, esto nos suponía meternos en plenas carreteras secundarias y de curvas hacia la Sierra de Tramontana y no llegar a cenar a nuestro hotel.
Aún así, apretamos el horario, con nuestra intención de ir hacia Pollença, que lo teníamos muy cerca de la cala Sant Vincenç y además no quedaba de camino en nuestro regreso.
Hay que decir que el pueblo es bonito y no está "estropeado" por el turismo. A mí me gustó mucho, además de la tranquilidad que tiene y con unas construcciones que no desentonan, por el gran entorno natural, ya que es la puerta de entrada por el este a la sierra de Tramontana.
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Vista aérea de Pollença
El problema para los turistas (bendición para la gente natural de allí) es que no hay sitio para aparcar y eso es un desafío. Accedimos a Pollença por la primera entrada que hay según vienes de Formentor, la cual luego nos dimos cuenta que no es la mejor, porque te metes en una sucesión de callejuelas estrechas donde no puedes dejar el coche. Fuimos a dar a plena Plaza Mayor, pero ahí no se puede tampoco dejar el automóvil
Así pues, todavía tuvimos que callejear un poco más, salirnos de ese laberinto y llegar a cerca de una gasolinera donde ya pudimos aparcar. Luego nos enteraríamos que en vez de haber llegado por donde lo hicimos, lo mejor hubiera sido seguir la carretera y coger la siguiente salida, que nos dejaba más cerca del centro histórico y con sitio para aparcar.
El caso es que eran las 19:10 y teníamos como mucho 45 minutos para recorrer la localidad si no queríamos llegar muy justos al hotel.
Caminando aún tardamos unos diez minutos para llegar a la plaza Seglars, donde había bastante gente paseando de forma agradable ya que estaba atardeciendo. Había muchas terrazas y desde allí era el comienzo de uno de los principales atractivos de la ciudad: El camino al Calvario con sus 256 escaleras
Pero lo primero que hicimos fue entrar a un pequeño supermercado que allí había y que vendía bebidas frescas, con la sorpresa agradable de que una botella de medio litro de Coca Cola nos costaba 1,5 euros ¡Viva Pollença!
Nos abastecimos de un par de ellas antes de afrontar la subidita, y es que desde abajo veíamos lo que nos esperaba, aunque los primeros escalones no eran muy empinados y poco a poco se iba subiendo, alternando con algunas tiendas principalmente de artesanía y alguna de licores donde nos invitaban a hacer una degustación, pero no teníamos mucho tiempo.
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Poco a poco dejábamos los edificios y seguíamos subiendo, al tiempo que echabas la vista atrás y tenías una panorámica de la zona monumental de Pollença con su iglesia de "Nostra Senyora dels Àngels" y su torreón . Cuando ya podíamos ir cansados, teníamos la propina al final de los últimos escalones, más empinados y como acceso a la cumbre donde estaba la iglesia del "Calvario", que por cierto, nombre más adecuado después de los 256 peldaños es difícil de encontrar
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Se trata de una iglesia pequeñita con una serie de cruces alineadas en su exterior, como si realmente fuese el monte Calvario y tuviesen por misión crucificar. En cualquier caso, lo que sin duda más merecía la pena eran las diferentes vistas desde esa colina a la que habíamos subido
La panorámica general de Pollença, sencillamente era espectacular, con las montañas de fondo, y luego donde mirases tenías otras buenas panorámicas, para tirar todas las fotos que deseabas. Después de todo, y recrearnos un poco en el paisaje, ahora tocaba bajar, aunque después del esfuerzo casi entraban ganas de tirarse y bajar rodando.
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Poco a poco deshicimos nuestro camino y tras pasar la plaza Seglars nos entraban ganas de tomar algo en una de sus terrazas pero ya íbamos justos de tiempo. Pasamos por delante de la iglesia principal del pueblo, "Nostra Senyora dels Ángels" y la plaza Mayor comprobando que había movimiento en las calles adyacentes y alguna tienda que visitar, pero ya teníamos que volver al coche, para no llegar muy pillados de tiempo a cenar. Así que unas fotos y en directos a nuestro automóvil. Eso sí, lo que habíamos visto nos gustó y nos prometimos a nosotros mismos que si teníamos tiempo haríamos una parada un poco más calmada en Pollença.
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VUELTA AL HOTEL, CENAR Y TOMAR ALGO ANTES DE IR A DORMIR
Serían sobre las 19:50 cuando estábamos saliendo de Pollença, para llegar a una hora prudente a Magalluf y no andar en tensión y a la carrera para cenar. Bueno, el caso es que donde teníamos el coche realmente estaba al lado de una de las salidas a la carretera de Palma (nos lo aprendimos para otra ocasión ) y desde allí apenas había 50 kilómetros hasta la capital mallorquina, de los cuales sólo los primeros eran por una carretera convencional que no tenía mucho tráfico.
El resto ya era todo autovía, justo por donde habíamos venido a la mañana y bordeando nuevamente Inca, estando poco transitada y sólo hubo un poco de agobio cuando llegamos a la circunvalación de Palma de Mallorca (Ma-20), que la verdad es que era hora punta de regreso del trabajo y de los turistas que regresábamos a nuestros hoteles. Pero bueno, ya por lo menos no nos pilló de sorpresa y fuimos tranquilos e intentando anticipar si algún conductor hacía alguna maniobra imprevista .
Total, que cuando llegamos a Magalluf, fue hasta más pronto de lo previsto y sin ir con exceso de velocidad. Serían sobre las 20:40, es decir, tardamos apenas 50 minutos desde Pollença. En esa zona del hotel siempre había sitio para aparcar, pero igual tenías tres o cuatro minutos de subida andando hasta que llegabas.
Total, que según llegamos todavía nos dio tiempo a ducharnos tranquilamente y prepararnos para cenar. Quizás nos dimos mucha calma
El hecho es que bajamos al comedor sobre las nueve y diez, sabiendo que a y media se cerraba, pero bueno, supuestamente si estábamos dentro podíamos quedarnos hasta la hora que terminásemos sin agobios.
Craso error Entre que esperamos a que nos sirviesen el agua y luego fui a por un plato de spaguettis a la cocina en vivo, cogí también en la otra zona en vivo algo de carne. Pero cuando me di cuenta y quise ir a por pescado a las nueve y media, el cocinero ya se había ido.
Y a las nueve y veinticinco ya tienes camareros montando las mesas que quedan libres para el desayuno, con lo que ya te sientas un poco incómodo, como que te invitan a que termines rápido. Eso sí, una cosa no quita la otra, y la amabilidad de los camareros es de lo mejor que he visto en un hotel de estas características.
Así que terminamos y fue ir a la habitación y luego con la intención de ir al espectáculo nocturno. Esa noche, creo recordar que en lo que consistía simplemente era en un DJ poniendo música chill out y disco en el patio que da a los dos hoteles ("Antillas" y "Barbados"), y con los animadores intentando mover a adultos y niños. Vamos, que estaba bien en plan familiar, pero a nosotros no nos llamaba mucho, y lo peor ya fue cuando empezaron a poner los éxitos latinos, que lo siento, pero yo no puedo con ello.
Así que nada, la opción fue coger unos cócteles e irnos a unas tumbonas al lado de la piscina a tomárnoslos con tranquilidad, pero sin despistarnos mucho.
Lo cierto es que la recogida fue pronto, ya que al día siguiente también teníamos un día cargado, donde nuestra primera intención era ir a "La Calobra", y queríamos coger el tranvía en Sóller a las nueve de la mañana, con lo que tocaba madrugar.
Teníamos muchas ideas en mente después de ir a Formentor, ya que deseábamos ver un poco el faro, Alcudia, Pollentia, un par de calas, Pollença, etc. Y si pudiese ser, acabar en el monasterio de Lluch, principal sitio de culto de la isla y de gran belleza, pero íbamos muy comprimidos ya para ese día.
Pero, mientras tanto, tocaba preparar cosas e ir a desayunar. Comprobamos que había bastante gente en el comedor, principalmente familias, y es que el hotel "Son Antillas Barbados" se nutría principalmente de ese sector, es decir, gente muy tranquila en general y de todos los países, no sólo alemanes o ingleses, ya también había franceses, portugueses, italianos, españoles, etc. Vamos, la ONU.
En cuanto al desayuno, típico de un buffet de estas características, con una chica atendiendo la cocina en vivo y sirviendo huevos fritos y tortitas, aunque a nivel de bollería iba un poco "justito", los zumos eran de máquina y el café también con ese inevitable chorrito de agua cuando estás echando leche. Tras acostumbrarnos a sitios donde te servían el café, era como un atraso, pero bueno tampoco nos vamos a quejar, que estábamos de vacaciones.
Así que tras desayunar, cogimos las cosas típicas para ir a la playa: Las palas, las gafas y tubos de snorkel, unas zapatillas del "Decathlon" para poder meterte en el agua donde el fondo era pedregoso y una sombrilla. Así que bajamos con todo eso a nuestro flamante Fiat Punto y primera sorpresa... El retrovisor derecho movido Es lo que tiene ir a sitios con "guiris" borrachos aunque estuviésemos fuera de la zona más "conflictiva". Afortunadamente sólo lo movieron y bastaba con volverlo a su posición original.
Salimos de Magalluf, siendo sobre las nueve, en dirección a la autovía Ma-1, deshaciendo el camino realizado el día anterior. Primero había que ir hacia Palma, para coger su carretera de circunvalación y con un tráfico enorme digno de cualquier gran ciudad y teniendo que estar plenamente concentrado en la carretera.
Desde esa circunvalación (Ma-20), salen todas las carreteras principales de la isla, y nosotros para ir al norte, teníamos que coger la carretera con dirección a Inca y Port de Alcudia. Una vez la alcanzamos, todo el ajetreo de coches se relajó, con lo bueno de tratarse igualmente de una autovía de unos 40 kilómetros de largo, por la que se va muy cómodo.
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Autovía de circunvalación de Palma (adevaherranz.es)
Pasamos Inca, que es una de las localidades más grandes de la isla, pero sin atractivos turísticos, más allá de sus fábricas de calzado y que suele ser un punto donde las excursiones organizadas hacen "paradas comerciales", pero a nosotros no nos llamaba en absoluto. Si en este punto nos hubiésemos desviado a la izquierda, ascenderíamos por una carretera local hacia el Monasterio de Lluch, pero nuestra prioridad era ir ya hasta Formentor.
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Inca (mallorcaweb.com)
Llegamos al final de la autovía, donde salen dos carreteras con dirección a Alcudia y Pollença, cogiendo nosotros esta última. Se trataba de un vial ancho y sin demasiado tráfico, llegando a unos diez kilómetros a Pollença y un poco más adelante alcanzando el Port de Pollença, puerta de entrada a la península de Formentor.
FORMENTOR: UNA PLAYA IDÍLICA ...PERO MUY MASIFICADA
A la altura del Port de Pollença vamos rodeando la localidad por la lzquierda por una carretera llena de glorietas hasta que llegamos a la de Formentor, llena de curvas y estrecha, pero al menos con suficiente ancho para haber una raya en el medio de la calzada y que cupiesen sobradamente dos coches.
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Port de Pollença (simpsontravel.com)
Bastaba con ir un poco tranquilos para llegar bien a nuestro destino, sin prisas para evitar mareos por las curvas, pero no era una carretera peligrosa si estas acostumbrado a las de montaña en la península. El primer ascenso era para llegar al mirador al que iríamos a la vuelta y, posteriormente ya bajamos hacia la playa de Formentor, unos 11 kilómetros después de Port de Pollença.
Eran sobre las diez y diez de la mañana y lo cierto es al final llegamos antes de lo previsto y respetando los límites de velocidad Pero la pregunta era... ¿Y ahora donde aparcamos?
Por intuición nos desviamos de la carretera, y fuimos por otra que iba en paralelo a la propia playa, pero que estaba lleno de señales de "prohibido aparcar". Al final llegamos a una especie de parking, pero que era del hotel "Barceló" y un hombre nos dijo que si no éramos clientes, teníamos que pagar diez euros.
Pegamos media vuelta en dirección a la carretera y nada más llegar nos encontramos otro párking, que tenía un coste de nueve euros Un auténtico robo, pero estábamos de vacaciones y la otra alternativa era dejar el coche aparcado de cualquier forma en las cunetas y preferimos pagar y estar tranquilos.
¡¡Así, que a disfrutar ya de la playa!! No nos complicamos mucho y nos fuimos a la parte más cercana a la carretera, justo a la derecha del muelle donde aparcan los barcos turísticos. Vimos que había unos baños públicos, por lo que aprovechamos para cambiarnos con tranquilidad.
Hay que decir que no eran ni siquiera las diez y media, por lo que llegamos con muy poca gente aún en la playa, por lo que fácilmente encontramos sitio libre para echar la toalla y poner la sombrilla.
Aquel paraje es maravilloso, lleno de pinares que llegan casi a una playa bastante alargada pero estrecha, por lo que se masifica rápido. Las vistas de la bahía de Pollença merecen la pena, aunque no tanto algún edificio que se veía construyendo muy cerca de la playa Pero lo mejor eran lo cristalinas que estaban sus aguas
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En el momento que nos metimos, lo hicimos ya con las gafas para comprobar que se veía el fondo perfectamente, aunque al ser arena no había mucha "fauna marina" que ver Para los que no les gusta el oleaje, es una playa muy tranquila, al tratarse de un entrante de mar y muy caliente (como todas las playas de Mallorca).
Sin embargo la paz se acabaría rápido, ya que sobre las once ya empezaron a llegar montones de barcos con turistas (principalmente alemanes) que se lanzaban a ocupar la playa. Y la masificación fue cuestión de minutos. Mientras, nosotros a lo nuestro: tumbarnos en la toalla y al agua, sin alejarnos mucho, tampoco dio la sensación de ser un sitio donde sea fácil que nos roben las pertenencias, ya que la franja de arena es estrecha y lo tienes controlado si estás cerca.
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Finalmente estaríamos hasta la una del mediodía más o menos, lo cual puede parecer suficiente tiempo, pero se nos hizo hasta corto. Quizás deberíamos haber disfrutado Formentor más, pero el deseo era el de conocer las mayores cosas posibles y luego veríamos que quizás de alguna podíamos haber prescindido.
Además, no estuvimos siempre en el mismo sitio de la playa. De hecho, desmontamos la sombrilla y fuimos al “sector central”. Digamos que la playa está dividida en tres partes si miras los planos, y estábamos más a la derecha. Cruzamos el pequeño muelle donde llegan los barcos de turistas a todas horas y nos fijamos en los restaurantes que hay por allí. Como os podéis imaginar, el precio era prohibitivo, con lo que lo mejor parece en esos casos irse con el bocadillo hecho de casa y si puedes también con una nevera con refrescos porque si no “te van a clavar”.
Caminamos hasta este nuevo punto en la playa y ahí sí que ya era a esas alturas, sobre las doce y algo, la pelea por tu porción de arena. Al final nos pusimos delante de unas hamacas, porque no había espacio para más, ya que la playa está practicamente copada por las hamacas.
Así que tocó tumbarse un poco, jugar con las palas y meterse un chapuzón tranquilamente. Casí con un poco de pena nos fuimos de allí, no sin antes cambiarnos de ropa en el mismo baño donde nos pusimos los bañadores a la mañana. Ahora nos encontramos con que había una cestita a la entrada para dejar propinas, algo muy típico en otros países europeos y sobre todo en Alemania (donde eran la mayoría de personas que estaban en Formentor), ya que estás recompensando a una persona encargada de tener los baños limpios y cuidados en todo momento. Sin embargo, allí no había nadie y mucha gente pasó de largo, mientras en nuestro caso aún dejamos algún “centimillo”.
Nos íbamos de la playa de Formentor, una preciosidad sin lugar a dudas y con una merecida bandera “azul”. El problema de estos sitios es el de siempre, que cuando coge fama es imposible estar tranquilo allí y la masificación es enorme, sobre todo en verano. Es por eso que los propios habitantes de las Baleares guardan en secreto una serie de “calas secretas” que prácticamente no conoce nadie.
CALA FIGUERA. UN ACCESO A PIE DANTESCO Y LARGO PARA METERSE UN BAÑO BREVE
Como decimos, salimos sobre las 13:15 de la playa de Formentor, estando el parking ya mucho más masificado, y según avanzamos en dirección al faro ya vimos una larguísima fila de coches apilados en las cunetas, hasta dos kilómetros más lejos.
Eso ya va en lo que quiera cada uno, pero en nuestro caso teníamos claro que aunque sea caro nueve euros, no merece la pena dejar el coche muy lejos para ahorrarte el dinero y menos que lo roces en alguna parte o recibir algún golpe de alguien que no lo vea, más cuando es de alquiler.
Nuestro plan era bastante ambicioso y sabíamos que íbamos a ir pillados. En ese tiempo quería ir hasta la cercana Cala Figuera, meternos un chapuzón y luego ir rápidamente a sacar unas fotos al faro antes de regresar a Port de Pollença o algún sitio así para comer. Nos daba igual que fuese tarde, pero tampoco mucho, ya que el horario de cena finalizaba a las 21:30 h. y estábamos lejos de Magalluf.
Haríamos unos 4 o 5 kilómetros por carretera en un tramo llano y con bastantes rectas, justo antes de empezar la última subida de curvas al faro, que es donde encontramos ya el aparcamiento para dicha Cala Figuera (no confundir con el pueblo del mismo nombre que está en el otro extremo de Mallorca).
Recordaba en cierta manera a las calas de Menorca, con los párking de tierra, y algún bache y piedras que tienes que tener cuidado si no quieres desgraciar los bajos del coche. Se veía incluso algún conductor novato que iba con mucho miedo por allí. Aparcamos y la sorpresa desagradable vino a continuación, ya que pensábamos que no teníamos que andar mucho para llegar a la cala (iluso de mí).
No sabíamos bien por donde se accedía, pero habíamos visto una señal un poco antes en la carretera, así que caminaríamos unos 200 metros o así por la carretera y la encontramos, llevándonos a una senda por la que comenzamos a caminar, sucediéndose las piedras. Al poco nos encontramos la primera visión de la cala comprobando que estaba muuuuuuuyyyyyy abajo
¿Qué hacemos? ¿Continuamos o pegamos la vuelta? Pues ya que estábamos allí, vamos a continuar ¿no? La bajada la hicimos con mucha dificultad, ya que a las piedras se añadía la pendiente y tramos donde había que bajar con mucho cuidado. Y claro, con chanclas que llevábamos como que mal. . Tuvimos que tomar precauciones porque nos resbalaba el calzado, pero llegó un momento que nos juntamos con otra senda que bajaba directamente del aparcamiento de coches y había unos cuantos "valientes" que tampoco sabían dónde se habían metido (esa senda tenía más maleza y pendiente) y alguno iba hasta con colchonetas pasándolas canutas.
Al final llegamos a esta cala y lo que más nos sorprendió era que allí mismo había una pista de tierra y un todotorreno ¿De donde había salido? Bueno, pues al final, todo el recorrido para estar 15 minutos nada más.
La cala es de piedrecitas y guijarros, así que nos sacamos el calzado para meternos en este tipo de playitas, y el paraje es bonito, muy escarpado, ya que estás en plena sierra de Tramontana, pero la sorpresa desagradable fue encontrarnos todo lleno de algas en la orilla, que sólo con que seas un poco escrupuloso ya no te quieres meter.
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Así que nos acabamos dirigiendo a donde estaba la mayoría de la gente, en uno de los laterales donde están los peñascos y un pequeño embarcadero. Después de toda la caminata, había que meterse al agua ¿no? Pues así lo hice, pero el problema era el oleaje un poco bravo en el sentido de que te llevaba contra esas rocas y tenías que tener un poco de cuidado al entrar y al salir. Mi novia se metió pero rápidamente salió por esa circunstancia. Y yo, pues aún pude disfrutar de una cala que en esa zona sí que tenía las aguas completamente límpias y de gran belleza. Para hacer snorkel es muy buena, ya que desde allí ya cubre bastante y al no ser una cala arenosa, ves una buena gama de peces. Para entretenerse un buen rato sin duda.
El tema es que teníamos mucho que hacer en este día y si no te gusta el oleaje no lo disfrutas, así que tras unas particulares fotos, serían sobre las dos y cuarto o incluso y media, ya decidimos emprender el camino de vuelta.
Tras la experiencia al bajar, decidimos seguir con ese calzado que te permite caminar entre guijarros en la playa, porque nos cubría todo el pie y agarraba mejor. Aún así con el calor que hacía no resultó muy agradable regresar al coche, esta vez por la senda que llevaba directamente al aparcamiento.
El camino muy empinado y en algún tramo con bastante maleza, por lo que si no tienes un cierto fondo físico puedes acabar agotado. Así, con esfuerzo alcanzamos nuestro Fiat Punto de alquiler
¿Mereció la Pena? En frío la respuesta es "No". Lo primero es que cuando vas con el programa tan apretado te descoloca bastante bajar a esa cala. Te lleva bastante tiempo y esfuerzo; y si no vas concienciado ni con el calzado adecuado puedes pasar hasta miedo por caerte. Lógicamente si te gustan ese tipo de calas, hacer Snorkel y dedicarle al menos una mañana o una tarde, lo puedes considerar. Pero si tienes pocos días y lo que quieres es conocer Mallorca a fondo, no lo recomendaría. Sólo si ya has estado y quieres ir allí a "tiro fijo".
DESCARTADO EL FARO DE FORMENTOR, NOS FUIMOS A COMER AL MIRADOR DE "SA CREUETA"
Con todo y después de cambiarnos, ya eran sobre las tres menos cuarto, y el "experimento" ya nos había hipotecado la mañana. Hasta el faro de Formentor todavía nos quedaban unos seis kilómetros o así de curvas, con lo que la prioridad era casi salir de allí y ponernos a comer en alguna población cercana como pudiera ser Port de Pollença, y después planificar un poco más la tarde.
Así que regresamos por donde habíamos llegado esa mañana, volviendo a pasar por la Playa de Formentor (a esas horas, los coches apilados en las cunetas eran inmensos) y ascendiendo hacia el mirador que hay allí, recordamos que a la mañana vimos bastantes coches y turistas sacando fotos, por lo que la intención era de parar a tomar alguna imagen de forma muy rápida.
No me había informado de ese lugar, pero por casualidad, llegamos a otro de los atractivos de Formentor, donde suelen también hacer parada los autobuses de las excursione contratadas para ir a la playa. El mirador tiene el nombre de "Sa Creueta" y justo donde el aparcamiento hay ya un espacio donde se pueden sacar fotos, pero lo que no me esperaba es que de allí saliese un paseo donde se extendía el mirador y los turistas iban sacando fotos.
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Dio la casualidad de que allí había un chiringuito, y comprobamos que los bocadillos y hamburguesas sin ser baratas, tampoco eran caras en comparación con lo que era Mallorca, por lo que decidimos no buscar más y sentarnos a comer. Luego veríamos más tranquilamente el mirador.
Al final dos baguettes de pollo y dos botellines pequeños de agua nos salió por seis euros. Y encima pudimos coger mesa a la sombra, que era algo que se agradecía a esas horas donde más calienta el sol.
Comimos tranquilamente y luego ya nos pusiemos a recorrer el mirador. El sitio es bonito, con una primera explanada para tirar fotos según dejas el coche, y luego ya vas por un camino labrado en roca y con escaleras, que te lleva al otro extremo. Se dice que todo lo diseñó el ingeniero Antonio Parietti hace casi cien años; la misma persona responsable de la construcción de la carretera al faro.
De camino hay una explanada intermedia y luego, en la final, ya tienes el premio de sacar una gran panorámica de la península de Formentor en su globalidad, desde diversas alturas. Es uno de esos sitios donde realmente merece la pena sacar fotos.
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Eso sí, cuidado con asomarse más de la cuenta a lo largo del camino, ya que desde allí hay una caída vertical de 200 metros en medio de los acantilados.
Bueno, pues con todo, ahora había que ocupar la tarde. ¿Y qué hacemos?
En esa zona hay dos poblaciones importantes que quería conocer: Alcudia y Pollença, y dentro de la primera los restos de la villa romana de "Pollentia", que aparecen en diversas guías de Mallorca y que varios viajeros me habían recomendado. Quería ir allí antes que a los puestos de las dos localidades y no dejar de ir a otra cala (a lo que habíamos ido a la isla principalmente era a disfrutar de la playa ).
PARADA EN LA VILLA MEDIEVAL DE ALCUDIA... ¿Y ESTOS PRECIOS?
El primer sitio de la tarde al que iríamos sería Alcudia, ya que nos aseguraban que merecía la pena realmente dar un paseo por la villa y sus calles... Pues nada, allí que fuimos.
Fue dejar Formentor y llegar a Port de Pollença, y desde allí había que girar a la izquierda, yendo por una carretera en paralelo a la bahía de Pollença. Lo que más me llamó la atención era ir con el coche casi tocando el mar, y una infinidad de playa, eso sí, muy estrecha, estando del otro lado de la bahía Formentor, de donde precisamente veníamos.
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Allí había bastante gente haciendo Kite-surf, la prueba de que en hacía aire y dejamos a nuestra derecha la "albufereta". Así, unos siete kilómetros después del Port de Pollença, ya llegamos a Alcudia y de forma inmediata nos vimos en pleno centro y con su famosa muralla.
Allí estaba una de sus puertas, la de Sant Sebastiá en una especie de plaza llamada "Port de Mallorca" y justo al lado, un amplio aparcamiento público y gratuíto. Cosa que sin duda se agradece para no dar vueltas y perder más tiempo.
Así que salimos del coche y después de contemplar esta puerta de entrada a través de la muralla (construída según los datos en el siglo XIII), accedimos adentro y a su casco antiguo.
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Hay que decir que Alcudia no tiene pérdida, ya que se trata de ir de una puerta a otra de la muralla y si quieres perderte un poquito por sus callejuelas. Eran sobre las cuatro y algo de la tarde, apretaba el sol y no había mucha gente Ya sé que lo ideal es ir de calas y luego dejar el turismo a última hora, pero para ese día teníamos muchas cosas planificadas. Quizás demasiadas
En cualquier caso, la calle principal es la Major (original nombre ), que conecta la dos puertas y es la típica de un casco histórico, abundando las tiendecitas de souvenirs, ropa y calzado pero con precios nada baratos. Se notaba que la ciudad estaba muy enfocada al turismo alemán principalmente, ya que los que había en la calle eran sobre todo de esa nacionalidad.
Aparte, los precios marcados para tomarte un refresco o un helado completamente prohibitivos Uno de hielo, que te puede costar normalmente un euro, allí te costaban más de dos, y los de más alta gama se iban a los cuatro Eso sí, como hacía bastante calor, hubo que pasar por el aro y acabamos comprando unos granizados en un vaso muy pequeño, por el "módico" precio de 2,5 euros
Por el camino, nos encontramos con la "casa consistorial", y franqueando sus puertas dos cabezudos, con los que no pudimos resistir la tentación de sacar unas fotos.
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Según parece, en todas las Baleares hay muchísima tradición de sacar gigantes y cabezudos durante las fiestas.
Siguiendo nuestro camino, llegamos hacia la otra puerta de la muralla, llamada "del Moll", con lo que nuestro recorrido por el casco antiguo había casi finalizado, no sin antes querer recorrer algún tramo de la muralla restaurado. Allí curiosamente estaban montando un escenario, con lo que no sé si serían fiestas por aquel entonces.
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Deshicimos nuestros pasos, aunque antes de llegar a la puerta más cercana a donde estaba nuestro coche (la de Sant Sebastiá), decidimos desviarnos unos metros, al ver que estaba cerca la principal iglesia de Alcudia, llamada de Sant Jaume, de estilo gótico mallorquín, pero que en ese momento estaba cerrada, por lo que nos limitamos a sacar alguna foto desde el exterior.
Finalizado este recorrido, nuestro próximo destino sería "Pollentia".
"POLLENTIA", UNA CIERTA DECEPCIÓN
Todas las guías turísticas recomiendan en Mallorca la visita a las ruinas de la villa romana de "Pollentia", y realmente gente cercana nos había recomendado encarecidamente su visita, así que casi lo estaba deseando yo como agua de mayo.
Sin embargo, el primer contratiempo, fue que nos perdimos para encontrar el sitio Habíamos prescindido del GPS en Mallorca y como en la dirección ponía "carretera de Port de Alcudia", pues allí que nos dirigimos, siguiendo las señales.
En fin, que callejeamos por pleno casco urbano de Alcudia, con unos cuantos semáforos de por medio, y al final llegamos a Port de Alcudia y a su llamativa central térmica y ni rastro de "Pollentia" por el camino". Acabamos volviendo a Alcudia por otra carretera que iba por fuera del casco urbano y al final ya descubrimos lo que parecía unos restos romanos, pero nuestra sorpresa fue cuando vimos que la entrada estaba ¡¡¡¡al mismo lado de la muralla y de la puerta de Sant Sebastiá!!!!"
Es decir, habíamos perdido entre 15 y 20 minutos en coche para volver al sitio donde veníamos, y todo por no preguntar antes.
El cierre de "Pollentia" estaba para las 20:00 h., pero la idea era verlo con calma ya que no sabíamos bien lo que nos íbamos a encontrar. Claro que lo primero que nos mosqueó fue pagar los tres euros cada uno de entrada y ver que éramos los únicos que estábamos dentro. Un detalle considerable era que pasaban ya de las cinco de la tarde y hacía un calor considerable. El hombre que nos atendió en la taquilla se limitó a darnos unos trípticos y a caminar.
Bueno, lo cierto es que caminar por unas ruínas romanas casi sin sombra y sin más gente alrededor podéis entender que no es agradable Aún así comenzamos el recorrido por lo que se supone que era la zona residencial de los nobles y luego una segunda que era el foro de la localidad.
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Lo que nos encontramos son restos arqueológicos y alguna columna, pero principalmente ruínas. No niego el valor arqueológico del sitio, pero no es más completo que otras cosas que tenemos en Castilla y León como Uxama, Numancia, y ya no digamos Las Médulas, la ciudad prerromana de Tiermes y la villa de La Olmeda.
Claro que está situado en Mallorca y es mucho más fácil de vender turísticamente, pero a nivel de patrimonio romano lo hay mucho mejor en cualquier punto de la península. Parece ser que lo más atractivo de "Pollentia" es su teatro romano, pero en nuestro caso vimos que había que caminar mucho y era tal el cansancio que llevábamos, un poco de decepción y las ganas de irnos a una playa, que lo descartamos.
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Con la entrada, se podía ir al "Museo monográfico de Pollentia", donde hay objetos encontrados en las excavaciones, pero esa opción ya ni nos la planteamos.
¿Merece la pena? Depende de lo que quieras. Pero si tienes siete días y tu prioridad es ir de playas, no. O si te gusta mucho el patrimonio, claramente hacerlo a primera hora de la mañana o a última de la tarde, pero aún así te tiene que gustar mucho. Eso sí no lleves altas espectativas de lo que te vas a encontrar ni busques comparaciones porque saldrás decepcionado. Lo mismo con esto que con los restos prehistóricos de las navetas y los talaiots.
Y LLEGAMOS A LA CALA SANT VINCENÇ
Después de esas visitas, lo teníamos claro, ¡queríamos ir a una cala!, y también si había tiempo conocer un poco Pollença, así que la opción era ir a la más cercana a esta localidad, la Cala Sant Vincenç.
Y lo cierto es que el acceso es muy fácil, ya que en todo momento estaba señalizada en la carretera, con lo cual esperábamos no encontrarnos lo de la Cala Figuera Se trataba simplemente de regresar a Port de Pollença y a partir de ahí ir en dirección a Pollença y ya nos encontrábamos el desvío a Sant Vincenç, por una carretera ancha y sin muchas curvas para llegar cómodamente.
Realmente lo que vimos es que es una urbanización, y como ya pasaban de las seis de la tarde, no quedaban muchos coches Eso sí, me dio la sensación de ser un complejo venido un poco a menos, con varios locales abandonados, pero bueno, la cala en sí era bonita.
Es un sitio concurrido, pero principalmente de turismo español y de gente de la zona, vamos que no es Formentor , y se llega inmediatamente por unas escaleritas desde la carretera. La cala situada en el litoral norte de la isla, es de arena pero no fina del todo,sinó que según entras en el agua aún te encuentras algo de gravilla, por lo que entramos con las zapatillas.
Llama la atención que a la izquierda hay una especie de cuevas, que investigando pone que tienen origen prehistórico, aunque la realidad (al parecer) es que hace muchos años se usaron como refugio de contrabandistas.
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En lo que respecta a nuestra estancia, la disfrutamos porque no había mucha gente a esa hora y tuvimos espacio para tumbarnos en la toalla con comodidad (sin llevar la sombrilla porque el sol ya no "pegaba" tanto), darnos un baño, hacer un poco de Snorkel e incluso jugar algo a las palas.
No quedamos más de una hora, pero fue suficiente y ahora, para despedir el día, nos quedaba ir hasta Pollença.
POLLENÇA, UN PUEBLO BONITO ENCLAVADO EN EL EXTREMO ESTE DE LA SIERRA DE TRAMONTANA
Ni que decir tiene que a estas alturas ya habíamos descartado la visita al Monasterio de Lluch. Lo cerraban a las seis de la tarde y, aunque sólo visitar su exterior merecía mucho la pena, esto nos suponía meternos en plenas carreteras secundarias y de curvas hacia la Sierra de Tramontana y no llegar a cenar a nuestro hotel.
Aún así, apretamos el horario, con nuestra intención de ir hacia Pollença, que lo teníamos muy cerca de la cala Sant Vincenç y además no quedaba de camino en nuestro regreso.
Hay que decir que el pueblo es bonito y no está "estropeado" por el turismo. A mí me gustó mucho, además de la tranquilidad que tiene y con unas construcciones que no desentonan, por el gran entorno natural, ya que es la puerta de entrada por el este a la sierra de Tramontana.
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Vista aérea de Pollença
El problema para los turistas (bendición para la gente natural de allí) es que no hay sitio para aparcar y eso es un desafío. Accedimos a Pollença por la primera entrada que hay según vienes de Formentor, la cual luego nos dimos cuenta que no es la mejor, porque te metes en una sucesión de callejuelas estrechas donde no puedes dejar el coche. Fuimos a dar a plena Plaza Mayor, pero ahí no se puede tampoco dejar el automóvil
Así pues, todavía tuvimos que callejear un poco más, salirnos de ese laberinto y llegar a cerca de una gasolinera donde ya pudimos aparcar. Luego nos enteraríamos que en vez de haber llegado por donde lo hicimos, lo mejor hubiera sido seguir la carretera y coger la siguiente salida, que nos dejaba más cerca del centro histórico y con sitio para aparcar.
El caso es que eran las 19:10 y teníamos como mucho 45 minutos para recorrer la localidad si no queríamos llegar muy justos al hotel.
Caminando aún tardamos unos diez minutos para llegar a la plaza Seglars, donde había bastante gente paseando de forma agradable ya que estaba atardeciendo. Había muchas terrazas y desde allí era el comienzo de uno de los principales atractivos de la ciudad: El camino al Calvario con sus 256 escaleras
Pero lo primero que hicimos fue entrar a un pequeño supermercado que allí había y que vendía bebidas frescas, con la sorpresa agradable de que una botella de medio litro de Coca Cola nos costaba 1,5 euros ¡Viva Pollença!
Nos abastecimos de un par de ellas antes de afrontar la subidita, y es que desde abajo veíamos lo que nos esperaba, aunque los primeros escalones no eran muy empinados y poco a poco se iba subiendo, alternando con algunas tiendas principalmente de artesanía y alguna de licores donde nos invitaban a hacer una degustación, pero no teníamos mucho tiempo.
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Poco a poco dejábamos los edificios y seguíamos subiendo, al tiempo que echabas la vista atrás y tenías una panorámica de la zona monumental de Pollença con su iglesia de "Nostra Senyora dels Àngels" y su torreón . Cuando ya podíamos ir cansados, teníamos la propina al final de los últimos escalones, más empinados y como acceso a la cumbre donde estaba la iglesia del "Calvario", que por cierto, nombre más adecuado después de los 256 peldaños es difícil de encontrar
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Se trata de una iglesia pequeñita con una serie de cruces alineadas en su exterior, como si realmente fuese el monte Calvario y tuviesen por misión crucificar. En cualquier caso, lo que sin duda más merecía la pena eran las diferentes vistas desde esa colina a la que habíamos subido
La panorámica general de Pollença, sencillamente era espectacular, con las montañas de fondo, y luego donde mirases tenías otras buenas panorámicas, para tirar todas las fotos que deseabas. Después de todo, y recrearnos un poco en el paisaje, ahora tocaba bajar, aunque después del esfuerzo casi entraban ganas de tirarse y bajar rodando.
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Poco a poco deshicimos nuestro camino y tras pasar la plaza Seglars nos entraban ganas de tomar algo en una de sus terrazas pero ya íbamos justos de tiempo. Pasamos por delante de la iglesia principal del pueblo, "Nostra Senyora dels Ángels" y la plaza Mayor comprobando que había movimiento en las calles adyacentes y alguna tienda que visitar, pero ya teníamos que volver al coche, para no llegar muy pillados de tiempo a cenar. Así que unas fotos y en directos a nuestro automóvil. Eso sí, lo que habíamos visto nos gustó y nos prometimos a nosotros mismos que si teníamos tiempo haríamos una parada un poco más calmada en Pollença.
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VUELTA AL HOTEL, CENAR Y TOMAR ALGO ANTES DE IR A DORMIR
Serían sobre las 19:50 cuando estábamos saliendo de Pollença, para llegar a una hora prudente a Magalluf y no andar en tensión y a la carrera para cenar. Bueno, el caso es que donde teníamos el coche realmente estaba al lado de una de las salidas a la carretera de Palma (nos lo aprendimos para otra ocasión ) y desde allí apenas había 50 kilómetros hasta la capital mallorquina, de los cuales sólo los primeros eran por una carretera convencional que no tenía mucho tráfico.
El resto ya era todo autovía, justo por donde habíamos venido a la mañana y bordeando nuevamente Inca, estando poco transitada y sólo hubo un poco de agobio cuando llegamos a la circunvalación de Palma de Mallorca (Ma-20), que la verdad es que era hora punta de regreso del trabajo y de los turistas que regresábamos a nuestros hoteles. Pero bueno, ya por lo menos no nos pilló de sorpresa y fuimos tranquilos e intentando anticipar si algún conductor hacía alguna maniobra imprevista .
Total, que cuando llegamos a Magalluf, fue hasta más pronto de lo previsto y sin ir con exceso de velocidad. Serían sobre las 20:40, es decir, tardamos apenas 50 minutos desde Pollença. En esa zona del hotel siempre había sitio para aparcar, pero igual tenías tres o cuatro minutos de subida andando hasta que llegabas.
Total, que según llegamos todavía nos dio tiempo a ducharnos tranquilamente y prepararnos para cenar. Quizás nos dimos mucha calma
El hecho es que bajamos al comedor sobre las nueve y diez, sabiendo que a y media se cerraba, pero bueno, supuestamente si estábamos dentro podíamos quedarnos hasta la hora que terminásemos sin agobios.
Craso error Entre que esperamos a que nos sirviesen el agua y luego fui a por un plato de spaguettis a la cocina en vivo, cogí también en la otra zona en vivo algo de carne. Pero cuando me di cuenta y quise ir a por pescado a las nueve y media, el cocinero ya se había ido.
Y a las nueve y veinticinco ya tienes camareros montando las mesas que quedan libres para el desayuno, con lo que ya te sientas un poco incómodo, como que te invitan a que termines rápido. Eso sí, una cosa no quita la otra, y la amabilidad de los camareros es de lo mejor que he visto en un hotel de estas características.
Así que terminamos y fue ir a la habitación y luego con la intención de ir al espectáculo nocturno. Esa noche, creo recordar que en lo que consistía simplemente era en un DJ poniendo música chill out y disco en el patio que da a los dos hoteles ("Antillas" y "Barbados"), y con los animadores intentando mover a adultos y niños. Vamos, que estaba bien en plan familiar, pero a nosotros no nos llamaba mucho, y lo peor ya fue cuando empezaron a poner los éxitos latinos, que lo siento, pero yo no puedo con ello.
Así que nada, la opción fue coger unos cócteles e irnos a unas tumbonas al lado de la piscina a tomárnoslos con tranquilidad, pero sin despistarnos mucho.
Lo cierto es que la recogida fue pronto, ya que al día siguiente también teníamos un día cargado, donde nuestra primera intención era ir a "La Calobra", y queríamos coger el tranvía en Sóller a las nueve de la mañana, con lo que tocaba madrugar.