Jueves 30 de julio
Cuando planeamos el viaje, decidimos dedicar un dia entero a hacer una excursión por el Parque Nacional de la Garganta de Samaria, uno de los lugares más especiales de Creta.
La garganta esta situada al oeste de Creta, entre las Montañas Blancas (Lefka Ori) y el Monte Volakias y discurre paralela al rio Omalos. Su importancia radica en que es el desfiladero más largo de Europa, con una longitud de unos 16 km, y un descenso de unos 1.200 metros a lo largo del recorrido. La parte más ancha de la garganta mide 150 metros y la parte más estrecha 3 metros.
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El problema para hacer la ruta es logístico ya que la garganta tiene su inicio en Xyloskalo, a 1.227 metros sobre el nivel del mar, en la Meseta de Omalos, y desemboca en el mar, en el pueblo de Agia Roumeli, en al costa sur de la isla. Si se va en coche, hay que dejarlo arriba y luego volver a por él es una odisea ya que abajo no hay carreteras, hay que coger un ferry desde Agia Roumeli hasta Sougia al oeste o Loutro al este y luego un autobus público hasta Chania y luego otro de nuevo hasta la garganta .
Así que hay muchas empresas que hacen excursiones organizadas: te recogen el hotel, te dejan arriba, un guia te acompaña en la bajada, te recogen abajo y luego te llevan en barco y autobus de nuevo a tu hotel.
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Despues de comparar precios nosotros la reservamos por email en una agencia local de Kissamos llamada Balos Travel. El precio era de 30€ por adulto y 15€ por niño. Luego aparte habia que pagar la entrada al parque (5€ por adulto, niños gratis) y el ticket del barco a Sougia (9€ adulto y 4.5€ niño). En total nos salió por 108€ + comidas.
En la web encontramos otras ofertas: esta y esta pero nos quedamos con la de Kissamos por el precio y porque la agencia estaba cerca de nuestro hotel.
Otro problema de la excursión es que nos obligaba a madrugar un montón. El autobus hacia una ruta por toda la costa entre Kissamos y Chania pasando por muchos hoteles recogiendo excursionistas. Y ¿adivinais por donde empezaba?. Efectivamente, empezaba por Kissamos. Asi que habiamos quedado a las 5 de la mañana frente a nuestro hotel. Nos despertamos apenas 10 minutos antes, metimos la cabeza en agua fría, nos vestimos y salimos en plena noche sintiendonos bastante ridículos por este madrugón superlativo en plenas vacaciones.
El autobus ya nos estaba esperando a la puerta del hotel, gruñimos un kalimera al conductor y nos acomodamos en los asientos más cómodos que vimos con la idea de intentar seguir durmiendo. Entonces comenzó un lento peregrinar por la turistica costa de Creta. Hicimos unas 15 paradas recogiendo excursionistas de las más diversas nacionalidades, la mayoria adultos, aunque tambien había algún que otro padre inconsciente que habia embarcado a sus retoños en la sacrificada excursión. Mi hijo y mi mujer se durmieron de nuevo enseguida pero yo me mantuve despierto mientras iba contando hoteles.
Un poco antes de las 6:30 llegamos a Chania que empezaba a despertarse. Lo que vi de Chania no me llamó mucho la atención. Allí en una plaza en medio del pueblo acabamos de llenar el autobus y enfilamos hacia el sur en un viajecito de algo menos de una hora por estrechas carreteras ascendentes hasta llegar al corazón de las Montañas Blancas. Las vistas desde el autobus eran fantásticas aunque el sueño y el hambre me impedían disfrutarlas como se merecían.
En Chania se había montado el que iba a ser nuestro guía, un cincuentón con cara de alcohólico que se presentó como el único guía oficial de montaña de Creta que se prestaba a hacer estas excursiones turísticas por la garganta. El tío era un siete machos, un testosterónico chulo de manual que tras presentarse comenzó a explicarnos lo que ibamos a recorrer en griego y en inglés. Despues de un rato comprobé que tenia un doble objetivo: reirse de nosotros y acojonarnos. Nos contó que la excursión, aunque era toda en bajada, era fisicamente muy exigente y que al final de la mañana ibamos a estar reventados y que la mayoría del autobus eramos unos amateurs, no como él que era un Dios del montañismo. Estuvo un rato riendose de nuestro calzado poco apropiado, de nuestra escasa forma física y de nuestra caracter urbanita. Todo de una manera muy sutil y socarrona, pero nos puso a caer de un burro. Y luego empezó a acojonarnos. Primero nos marcó los tiempos claramente. Nos dijo que dado que el dia iba a ser caluroso, teniamos que bajar deprisa, llegar al punto medio del descenso antes de las 12 y al pueblo de Agia Roumeli antes de las 2 de la tarde si queriamos sobrevivir al calor cretense. Luego nos dejo caer que todos los dias habia que evacuar a varios turistas por caidas y accidentes y que con toda probabilidad ese día alguno de nosotros tendría que ser descendido en burro por este motivo hasta la playa. Y por último nos recomendó un lugar en el pueblo de Agia Roumeli donde comer al terminar la excursion, donde probablemente le darían una sabrosa comisión por cada turista incauto que arrastrara.
Ni que decir tiene que el tio nos cayó fenomenal y se ganó la propina instantáneamente .
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Un poco antes de llegar al parking paramos en un pequeño restaurante donde nos sirvieron un saludable desayuno (de pago aparte, claro está) consistente en café, zumo y bolleria industrial y una especie de porras grasientas cretenses que no probamos. En el sitio vendian gorras y bastones y por supuesto nuestro guía, ganándose otra comision logicamente, nos recomendó encarecidamente que compraramos dicho material para aumentar nuestras posibilidades de supervivencia.
Y sin tiempo de reposar el desayuno y con cierta sensación de estar comandados por Clint Eastwood en el Sargento de hierro, volvimos al bus y en apenas 5 minutos llegamos al parking donde empezaba el descenso.
Allí nos topamos con varios autobuses con guias menos profesionales que el nuestro pero con una pinta mucho más simpática y con un atasco de entrada en la garita del parque. Otros grupos llevaban ya pagada la entrada pero nosotros tuvimos que hacer la cola religiosamente y pagar los 5€ por persona que nos franqueaba el paso.
Nada más pasar la garita comenzaba el sendero de descenso por la garganta. Desde lo alto el paisaje era anonadante aunque las fotografías no pueden hacerle justicia pero no dedicamos mucho tiempo a contemplarlo. Por delante de nosotros teniamos 16 kilometros de descenso que debiamos hacer "siguiendo el horario previsto". Si habeis leído mis otros diarios ya sabréis que nos gusta el senderismo y que estamos acostumbrados a marchas largas pero el tío habia conseguido asustarnos y decidimos que teniamos que bajar como posesos para evitar morir en Samaria .
Aquí teneis en Wikiloc la ruta en gps y un mapa con perfil de la misma
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A eso de las 7:30 nos lanzamos hacia abajo como alma que lleva el diablo para intentar alejarnos del atasco monumental de turistas que comenzaban la excursion al mismo tiempo que nosotros. El sendero no tiene pérdida pero tiene mucha pendiente y el firme es muy irregular, con muchas rocas asi que hay que ir mirando el suelo continuamente para no tropezar lo que impide que puedas ir contemplando el maravilloso paisaje como se merece. Por supuesto unas botas de montaña son imprescindibles pero con nostros iba mucha gente con sandalias y zapatillas de deporte. Incluso vimos una familia de rusos que iban con unas tristes chanclas de playa. Todo ello nos hizo entender que probablemente el guía tenía parte de razón en asustarnos y tras darnos protección solar, decidimos hacerle aún más caso en descender rápido.
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El Parque Nacional de Samaria es excepcionalmente rico en flora y fauna. En él se dan aproximadamente 450 tipos de plantas y animales, todas ellas protegidas por ley para conservar el delicado ecosistema de Samaria. En el descenso se atraviesan grandes bosques de ciprés y pino. A lo largo de la bajada nos encontramos cada kilómetro con rudimentarios mojones que indicaban los kilometros de ruta que llevabamos recorridos.
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La primera parte del recorrido se desciende muy rápido y el camino lleva mucha pendiente y va zigzagueando por entre un espeso bosque de pinos. De hecho los primeros metros se hacen practicamente bajando escaleras por un camino protegido por vallas. Luego el camino ya es natural y sin protecciones pero en ningún momento es peligroso.
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Entre el frescor de la mañana y la espesa sombra de los árboles, pasamos algo de frío en ese tramo y nos dejamos puestos los polares pero enseguida empezó a apretar el calor y no los volvimos a usar en todo el día. Esta parte de la garganta es muy ancha, prácticamente un valle aunque a medida que desciende se va estrechando.
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En el trayecto nos topamos con algunos burros-ambulancia preparados para evacuar turistas torpes. Cada vez que veíamos uno acelerábamos aún más la marcha .
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Durante el descenso atravesamos varias veces el cauce del río Omalos mediante plataformas y puentes. El rio llevaba tan poco caudal que prácticamente se podía saltar de piedra en piedra y en algunas zonas directamente iba seco.
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En el camino hay fuentes cada poco tiempo asi que el agua no es problema. En una de estas fuentes nos encontramos con una pareja de las famosas cabras salvajes de Creta, llamadas “kri-kri” por los habitantes de la zona. Este tipo de cabra es una especie endémica de Creta (70 de las especies del Parque son propias de la isla).
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A medio camino cruzamos un puente para llegar a las ruinas del antiguo pueblo de Samaria que debe su nombre a una iglesia cercana del siglo XIV llamada Osia Maria (Santa María). Los antiguos habitantes de Samaria abandonaron el pueblo en 1962, cuando fue declarado el parque natural. La ruinas no tienen gran interés y actualmente las casas sirven de refugio a los guardias.
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La ruta tambien atraviesa de vez en cuando otras ruinas y casetas forestales donde se puede hacer un alto a descansar.
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Si la primera parte del recorrido es más de montaña convencional con un descenso muy pronunciado con vistas majestuosas, la segunda parte es la garganta en sí. La ruta se va estrechando progresivamente y el camino tiene ya muy poca pendiente y discurre por un cauce seco de grandes piedras que en verano apenas lleva agua, flanqueado por altas paredes de roca pulida.
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El punto culminante de la garganta son las Sideroportes, las "Puertas de Hierro", el punto más estrecho de la garganta de apenas 3 metros de ancho con paredes de 350 metros de altura a los lados que se cruza pasando por una endeble plataforma de tablas de madera.
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Tras atravesar este punto la ruta se hace más ancha y sigue un poco más. Aunque sigue siendo espectacular, una vez pasadas las sideroportes, el cansancio ya va haciendo mella y se disfruta un poco menos.
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Este es un pequeño video del cauce del rio en su parte más ancha:
Y este otro de la parte más estrecha de la garganta:
A los 14 kilometros de ruta se llega a la caseta de control de la salida del parque. Junto a ella hay un bar a la sombra pero decidimos seguir la ruta. Aqui se acaba lo bueno. Los últimos 2 kilómetros sobran, la verdad. El camino se convierte en una pista de tierra que serpentea ente huertas y granjas rodeadas de cabras ramoneando en semilibertad. El ultimo kilómetro directamente se hace por una carretera asfaltada a pleno sol que terminó con nuestras escasas fuerzas.
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Pero el caso es que habíamos cumplido con creces las exigencias de nuestro guía y habíamos cubierto el recorrido en apenas 5 horas, habiendo llegado a Agia Roumeli a las 12:30 con hora y media de adelanto sobre las 14h que era la hora tope que teníamos.
El camino es fácil, requiere cierta forma física, pero no ofrece dificultades importantes y lo único que exige es tener un buen calzado y equilibrio para no caer al andar entre las rocas y unas rodillas a prueba de bombas ya que se desciende continuamente durante 16 kilometros y eso es mortal para los meniscos.
La ruta nos pareció muy bonita pero no tan espectacular como la presuponíamos. En ese sentido, la ruta que habíamos hecho el año pasado en Arizona por el cañón de The Narrows en el parque Zion nos pareció mucho más espectacular en cuestion de gargantas. Además el cabrón del guía nos habia metido tanto miedo de llegar tarde y de pasar calor que hicimos la ruta a mucha mas velocidad de la que nos habría gustado lo que nos impidió disfrutarla más.
Agia Roumeli es un pequeño pueblo de, calculo yo, apenas 100 habitantes al que no se puede llegar más que por barco y que vive del turismo de la garganta de Samaria. Por eso está lleno de tiendas, bares y restaurantes. Cuando nosotros llegamos apenas habia gente pero nos tiramos en unas sillas del primer restaurante que vimos, llamado Rousios y que era casualmente donde habiamos quedado con el grupo. Allí vimos con estupor que únicamente nos había adelantado la familia de rusos en chanclas! Si es que estos rusos son muy, muy brutos...
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Tras reponer liquidos adecuadamente con una bebida de malta fermentada pedimos una comida con abundantes hidratos de carbono y allí estuvimos reposando mientras veiamos como nuestros compañeros de autobus iban llegando con diversos grados de cansancio y deshidratacion. Allí llegó nuestro guía que ejercía de coche escoba y que comió en el mismo local que nosotros y allí mismo también empezó a recaudar el dinero para sacar los billetes del barco de vuelta.
Tras una agradable sobremesa nos dispusimos a dar una vuelta por el pueblo y a intentar disfrutar un rato de la playa de Agia Roumeli. Habíamos metido toallas y bañadores en nuestras mochilas pero a mi se me habia olvidado meter el mío asi que en una de las tiendas del pueblo me compre una aceptable falsificación de un bañador de Polo Ralph Lauren por 20 euros y nos fuimos a la playa.
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En medio del pueblo hay un pequeño embarcadero que usan los ferries que traen y llevan a los turistas tanto a Sougia al oeste como a Loutro al este. Habiamos leido que Loutro es un muy agradable pueblo de pescadores pero nuestro destino era Sougia, aunque teniamos tiempo libre hasta las 6 de la tarde, hora de salida del barco. Al este del embarcadero hay una pequeña playa de cantos sembrada con estructuras de hormigón para contener las olas que no parecia muy agradable.
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Asi que nos fuimos al este que tenía la habitual playa de cantos con hamacas, sombrillas y varios chiringuitos. Al menos en esta no tuvimos que pagar la hamaca y simplemente nos tumbamos al sol disfrutando de unas bebidas. La playa es muy bonita y las aguas son cristalinas, muy apropiadas para el snorkel aunque el fondo es pedregoso y se necesitan zapatos acuáticos para no despellejarte las plantas. En poco rato las hamacas se llenaron de excursionistas derrengados que dormitaban en las hamacas reponiendo fuerzas.
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Cuando llegó la hora, nos encaminamos al ferry. Estuvimos un rato haciendo tiempo tomando un café en una cafeteria frente al puerto. Alli asistimos a una lipotimia de una señora americana de unos 50 años victima del cansancio y de la hipotensión propia de los esfuerzos asociados a deshidratación. Me ofrecí a ayudarla, la tumbamos en el suelo, le levantamos los pies y en breve se recuperó. Su marido y su familia estaban de los nervios pero los camareros del local actuaron con una calma y una tranquilidad propia del que está acostumbrado a ver estos desmayos a diario.
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Tardamos aproximadamente una hora en llegar a Sougia. El viaje en ferry es bonito pero como estabamos tan cansados se nos hizo eterno. La costa sur de la isla es muy escarpada con acantilados, montañas y grandes rocas y con pequeñas calas con playa. Un lugar perfecto para ir en barco de cala en cala y así vimos unas cuantas embarcaciones haciendo el recorrido.
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Una vez en Sougia nos esperaban una decena de atuobuses. Nos costó un poco encontrar el nuestro entre la marabunta de excursionistas agotados que buscaba el medio de volver a sus respectivos hoteles. El viaje de vuelta, de nuevo por serpenteantes carreteras de montaña también es precioso pero se disfruta mucho más si no te duelen hasta las pestañas. Nos llevó practicamente otra hora hasta llegar a Chania. En el viaje, el guía nos felicitó a todos por nuestra obediencia y nos comunicó que ese día "solo" habían tenido que evacuar a 3 excursionistas por accidentes, ninguno de nuestro autobus, por supuesto gracias a sus sabios consejos.
Afortunadamente en Chania nos dividieron en dos minibuses que hacían un recorrido distinto para tardar menos en llegar a nuestros hoteles. Aun así no fue hasta las 8:30 que llegamos a nuestro hotel, tras 16 horas y media de excursión de las cuales únicamente 5 habian sido por la garganta.
La ruta por la garganta es bonita, las vistas desde al autobus son preciosas y el viaje en barco es agradable pero tengo que decir que, aunque no nos arrepentimos, una vez hecha la excursión no nos pareció que fuera imprescindible, principalmente porque ir y volver de la garganta se hace muy pesado y la ruta no es realmente imponente. Así que si vais a pasar muchos dias en Creta, yo si la haría, pero si vais justos de tiempo, se puede emplear en otras cosas, aunque todo depende del gusto de cada cual, claro está.
En el hotel nos pegamos un baño en la piscina al atardecer (con bronca incluída del personal porque ya estaba cerrada pero con el cansancio que traiamos no estabamos para tonterias y finalmente tampoco nos echaron, jajaja ). Nos duchamos, nos arreglamos minimamente y nos fuimos directamente a cenar a un restaurante en la playa cerca del hotel que habíamos descubierto la noche anterior llamado Maria Beach. Cenamos muy bien en un agradable porche junto al mar y volvimos al hotel a descansar, que merecido lo teniamos!