Salto a Bolivia ✏️ Diarios de Viajes de Peru

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Después de diez días en Perú, llega la hora de dar el salto y cruzar a Bolivia.

Esta parte del viaje nos costó unas cuantas discusiones a mi chico y a mí. No me preguntéis porqué, pero Perú no resultaba un destino suficientemente atractivo para él , y sólo conseguí que accediera a ir si incluíamos el Salar de Uyuni en el viaje. Específicamente el Salar de Uyuni, es decir, que Bolivia como destino tampoco le convencía (de nuevo ).
Su idea siempre fue coger un avión desde La Paz hasta Uyuni y “llegar, ver y vencer”. Vamos, visitar Uyuni y media vuelta.

La bromita nos sale cara, porque el avión de marras cuesta unos 360USD por persona. Además, tal como organizamos el viaje, ajustamos los plazos al puro límite: el día 16 de Agosto volamos a La Paz, el 17 cogemos el primer vuelo a Uyuni (6am), y ese mismo día iniciamos el tour de tres días por Uyuni. Me negué a hacer el viaje por menos de tres días, y nos parecía que el cuarto no aportaba mucho más a la experiencia. Además, no podíamos añadir un día más sin desajustar el resto del itinerario.
La vuelta a La Paz la tenemos con el último vuelo que sale desde Uyuni, a las ocho y media de la noche.

Conclusión; cualquier mínimo imprevisto nos dará al traste con TODO el plan. Vale, que los tours por Uyuni empiezan a las diez de la mañana y terminan a las seis de la tarde….. supuestamente tenemos margen, pero….. como que Bolivia no es España. Ni siquiera es Perú. Y con lo que me gusta ponerme a mí en lo peor…… No perdí el temor a que algo saliera mal hasta que todo fue saliendo razonablemente bien.

A pesar del pastizal que nos cuesta el avión, descartamos prácticamente desde el principio hacerlo por carretera, porque esto nos suponía añadir dos días, uno para ir y otro para volver, de absoluta NADA, es decir, de viaje por carretera. La única forma de dedicarle más días a Bolivia sería dejar de lado el resto de Perú, es decir, terminar el viaje en Bolivia y coger únicamente un avión de vuelta a Lima para volver a España. Pero como que todo lo que Bolivia nos tenía que ofrecer (Sucre, Potosí, Oruro), no le llamaba mucho la atención a mi chico. Y hacernos el viaje por carretera porque sí, sin ver nada, me parece una auténtica matada..... Así que hicimos de tripas corazón y pagamos el puñetero avión, que para algo curramos todo el año por un mes de vacaciones

A pesar de todo, dejando de lado tanto el tema económico como el logístico, lo que más rabia me daba al organizar este engendro de plan es recorrer 1.700 kilómetros en cuatro días para cruzar casi de punta a punta un país que, por lo que creo, tiene bastante que ofrecer. Considerando además que para visitar esa zona pequeña, aunque espectacular, que es Uyuni, dejamos de lado bastantes cosas que Perú podía ofrecernos. Por ejemplo, toda la zona al norte de Lima. Para mi desgracia, no fui capaz de ofrecerle a mi chico una alternativa, dentro de Perú, que fuera logística y / o económicamente más sencilla, y que le convenciera tanto como el Salar. Así que no me quedó más remedio que aguantarme, y meter el Salar en el viaje.

Como me daba mucha rabia cruzar a Bolivia por tan “poco” (entiéndase el poco con todas las comillas del mundo, que el Salar es una maravilla y eso no lo puedo discutir), metimos de paso un par de días en Copacabana para visitar la parte boliviana del Titicaca, ya que el rollo de Puno y las islas peruanas no nos atraía demasiado a ninguno de los dos.

Después de todo el berrinche que me llevé…… ¿mereció la pena la “excursión” boliviana? Definitivamente SÍ, sin ninguna duda. No puedo valorar si lo que no vimos en Perú merecía la pena más o menos…… pero el Salar fue una experiencia bellísima, uno de los lugares más alucinantes en los que hemos estado nunca, y sin ninguna duda el TOP 1 del viaje. A pesar de todos los pesares, repetiría sin dudarlo. Y el norte de Perú….. pues bueno. Ya volveremos en otro momento (quién sabe….)

Nuestro periplo boliviano empieza en La Paz un domingo 16 de Agosto, después de otro mega-madrugón para coger el avión desde Cusco. Tenemos reservado, para hoy y para el día de vuelta, un B&B en el barrio de Sopocachi, con algunas reservas porque hemos leído que La Paz es una ciudad insegura y no queremos liarla.

Este es realmente un día de transición, porque al día siguiente cogemos el avión a Uyuni. Podríamos haberlo enlazado este día, y evitar algún riesgo de retraso..... pero afortunadamente no lo hacemos ya que Uyuni, el pueblo, no vale nada. Y este día tranquilo en La Paz me termina gustando más de lo que esperaba.

Es un día curioso en La Paz porque es domingo y la ciudad muestra una cara mucho más amable de la que veremos dentro de unos días cuando volvamos a cruzarla para coger el autobús a Copa. Prácticamente no hay tráfico, y en muchas zonas de la ciudad hay cantidad de gente paseando. Me gusta estar en ciudades en las se nota que es domingo, que el ritmo baja, las tiendas están cerradas..... Algo que cada vez es menos común en nuestras ciudades europeas, por desgracia.

He diseñado un pequeño itinerario que incluye el parque Laikakota, un par de miradores, y un paseo por el Mercado de las Brujas. También me planteo coger el teleférico, así en plan turístico, pero finalmente no lo hacemos.

Terminamos pasando bastante de mi itinerario. El paseo por el parque Laikakota se alarga y se alarga, en parte porque vamos muy despacio (la altitud se nota mucho más aquí que en Cusco, y estamos bastante cansados) y en parte porque estamos a gusto. No es que haya mucho que ver, pero el ambiente es muy agradable y disfrutamos del paseo y de mezclarnos con los locales. Todo está lleno de familias que se mueven por allí con sus críos y sus cestas de picnic. Alucinamos con la cantidad de espacios públicos y gratuitos que tienen para hacer deporte, y que están todos a reventar.


Desde el parque, vamos caminando más o menos sin rumbo, buscando algún lugar para cambiar dinero. No queremos arriesgarnos a tener que hacerlo en Uyuni y pagar un mal cambio, o, en el peor de los casos, no tener donde hacerlo. Acabamos haciendo un par de cambios en dos cambistas callejeras, la primera nos tima un poco pero conseguimos que la segunda nos haga un cambio decente.

Ya con dinerito boliviano en el bolsillo, nuestro paseo sin rumbo nos ha llevado a la zona del Mercado de las Brujas. Nos decepciona un poco porque resulta ser otro mercado lleno de “artesanía” clon……. Ojeamos alguna tienda, pero como no somos muy de comprar finiquitamos rápido esta zona.
En una callejuela lateral cerca del propio mercado encontramos un garito pequeño que sirven bocatas donde por muy poco comemos estupendamente!! Como no tenemos mucho que hacer, nos compramos un par de helados y nos sentamos en una plaza a dejar pasar el rato…..
Básicamente es todo lo que hacemos esa tarde; callejear, y cuando nos cansamos, sentarnos en alguna plaza y dejar pasar la vida….. Un plan perfecto, vaya!!!


Nos recogemos pronto porque al día siguiente toca súper – madrugón (otro más..... )

Nuestro avión a Uyuni sale, sobre el papel, a las seis de la mañana. Os imagináis que si digo “sobre el papel” es porque la realidad es muy diferente. Tenemos hora y pico de retraso, y la zona de salidas de Amaszonas es un auténtico caos. Mis malos presagios se van cumpliendo…. Menos mal que tenemos mucho margen.

Hemos reservado la excursión a Uyuni desde España, y la gente de la agencia nos va a recoger al aeropuerto. Como llegamos con tanto retraso no las tengo todas conmigo, pero después de esperar unos minutos allí están. Supongo que están curados de espanto……

El tema de las agencias que organizan tours por Uyuni es un mundo. Había leído cosas bastante malas, y os aseguro que todas, o casi todas, reflejan fielmente la realidad. Nosotros tuvimos mucha suerte y no tuvimos ninguna incidencia, salvo un ligero retraso en la hora de salida del tour (supuestamente empezábamos a las diez y terminado saliendo bastante más tarde de las once). Nuestro conductor era bastante responsable, aunque no excesivamente agradable, y conducía de forma prudente. Pero nos cruzamos con gente que había tenido que sufrir conductores borrachos, que no estaban en condiciones de conducir, que algún día directamente no se levantaron para llevarles a donde tocaba……. Y esa gente había contratado con la misma agencia que nosotros!!!

La agencia con la que nosotros contratamos es Esmeralda Tours, pero una vez allí, en el grupo que juntaron, cada uno habíamos contratado con una agencia. Realmente, entre ellas se van juntando los grupos para llenar los coches al máximo, y ese fue el motivo por el que salimos tarde (estábamos esperando una persona para completar nuestro coche). Nos fastidió un poco que salieran otros coches de la agencia y no nos metieran a nosotros, que teníamos el viaje reservado desde España pero aun así tuvimos que quedarnos esperando, y finalmente fuimos en un grupo de gente que había reservado el tour en el mismo momento.
Conclusión: ¿nos sirvió de algo tener el viaje reservado? Pues no. Bien es cierto que no habíamos adelantado pasta, pero podíamos haberlo reservado directamente allí, y al menos le hubiésemos visto la pinta al coche donde nos iban a meter. Así que, salvo que queráis algo muy especial, no merece la pena reservar con antelación. Hay montones de agencias en la única calle que tiene el pueblo, y raro sería que os quedaseis sin plaza.

Todos los tours son calcados, y ofrecen lo mismo. En nuestro caso, escogimos el de tres días. Primer día Salar, segundo día Lagunas, y tercer día volcanes, con salida y regreso en Uyuni.

Según sales de Uyuni, te llevan primero al cementerio de trenes. No es más que una colección de trenes abandonados que datan de finales del siglo XIX y principios del XX, cuando Uyuni era una importante población minera. Está a petar de gente porque todas las excursiones hacen el mismo recorrido. Y hace un frío de la pera, a pesar de que pega bien el sol. El viento es absolutamente helador. Empiezo a valorar el gorro de lana que me he comprado en Uyuni, mientras matábamos el tiempo esperando que saliera nuestra excursión. La verdad, mi vida hubiera sido mucho más difícil estos tres días de no ser por el gorrito que me compré casi por casualidad!!!!!


La gente se lo pasa bien por allí subiéndose a los trenes y haciéndose fotos. A mí me resulta algo absurdo que, teniendo tan cerca una maravilla natural como el Salar, me traigan a perder el tiempo a este vertedero que ni es bonito ni me aporta nada. Total, que después de un rato me harto de pasar frío y me voy al coche.
La siguiente parada es el pueblo de Colchani. ¿Por qué no el Salar? Pues porque nos tienen que llevar a ver si compramos algo. Supuestamente aquí hay museo de las figuritas que hace la gente con la sal que se extrae del salar…… y montones de puestos de la consabida “artesanía”. Medio minuto de vuelta……. Y al coche!!!!! Que yo quiero irme ya al Salar……

Y por fin llegamos..... Tengo algo de miedo de que mis expectativas sean tan altas que el sitio me decepcione. Ya sé, por la época del año en la que estamos, que no voy a disfrutar del famoso efecto espejo porque el salar está seco. Pero sigo esperando que sea espectacular. ¿Lo será?

Nos vamos adentrando en la enorme planicie de sal, y lo primero que me choca es que, en los primeros kilómetros, no es tan blanca como yo esperaba. Estamos en la zona que se explota como salina y vemos los montones de sal que forman los trabajadores……


Durante la mañana, básicamente avanzamos entre la sal, haciendo pequeñas paradas para sacarnos fotos y pasear. Vemos otros coches, pero no llego a tener sensación de ir “en rebaño”. Bien.
A medida que vamos alejándonos de la entrada, el paisaje se va volviendo cada vez más blanco, cada vez más irreal…….. Mola. Esto empieza a ser MUY chulo.


Eso sí, la cara de frío que tengo en la mitad de las fotos habla por sí sola......

Paramos a comer en una especie de chiringuito de sal que tienen allí montado, donde hay un montón de excursiones diferentes. Tienen una escultura de sal para conmemorar que este año va a pasar por aquí el Dakar (sigo sin saber si esta idea me convence o no……..).


Y seguimos camino. Vamos haciendo paradas para sacarnos las típicas fotos haciendo el bobo, saltando, sentados, tumbados……. Y el paisaje es cada vez más y más irreal. Estamos disfrutando a tope. Es curioso que nos resulte tan atractivo un sitio en el que no hay nada….. pero es realmente precioso. No quiero ni pensar en cómo tiene que ser cuando se aprecia el efecto espejo


A media tarde llegamos a la isla Incahuasi. Hay que pagar una pequeña entrada por pasar, y el guía nos deja pasear a nuestro aire.

La “isla” es una pequeña montaña bastante rocosa llena de cactus, algunos de ellos enormes. Resulta algo complicado caminar por aquí, sobre todo por el viento, que a medida que subimos es cada vez más fuerte, y en algunos momentos llega a hacerme perder el equilibrio.
Pero las vistas desde arriba son espectaculares. Vemos el Salar extenderse frente a nosotros en todas direcciones. El blanco del suelo, que desde aquí arriba es realmente blanco y cegador, contrasta con el intenso cielo azul, y una no puede dejar de mirar y mirar…..


De vez en cuando, algún coche se aleja en la distancia, y a medida que los vemos avanzar y avanzar mientras parece que prácticamente no se mueven, nos damos cuenta de la enormidad de lo que tenemos delante.


Hace un frío del copón, pero no queremos marcharnos de aquí. Tanto para mi chico como para mí, este lugar y este momento son lo mejor del viaje. Entre los tres lugares más alucinantes en los que nunca hemos estado.


Pero llega el momento de marcharse.

Poco a poco nos encaminamos a la salida del Salar, ya que a partir de mañana nuestra excursión nos lleva por otros paisajes. Ahora nos da un poco de pena, aunque mañana volveremos a flipar con lo que nos espera en este rincón perdido de Bolivia….

El conductor aún nos deja un rato más, a medida que anochece, para que saquemos las últimas fotos. La idea inicial es ver anochecer antes de marcharnos, pero el frío es cada vez más intenso a medida que baja el sol. ¿Por qué no me habré puesto las mallas térmicas que llevo en la mochila?

Llega un momento en que ninguno de los seis que componemos la excursión aguanta más, así que nos marchamos.
Con mucha pena, le decimos adiós al salar…. O, quién sabe, quizá sólo hasta la próxima!!!!


Esa noche nos alojamos en lo que llaman el “hotel de sal”, que es un edificio pequeñito construido con bloques de sal en el que tenemos habitaciones dobles y baño compartido….. con agua fría y sin luz, así que os aseguro que lo uso más bien poco.

Aunque la sal es buen aislante, y en la cama duermo razonablemente, os aseguro que el frío es intensísimo, y no me quito ni el gorro ni los guantes para cenar. Ponerse el pijama para meterse en el saco es un acto de mucha voluntad!!!!

En nuestro segundo día por el altiplano boliviano, ya fuera del Salar, visitamos las lagunas.

Ya desde el coche, vamos disfrutando del paisaje, que no es el Salar, pero resulta igualmente atractivo. Atravesamos vías de tren abandonadas, enormes llanuras desérticas y al fondo montañas nevadas……


Nuestra primera parada es el volcán Ollagüe, que nos recibe con su fumarola activa y su decorado de azufre y nieve.


Desde allí, visitamos varias lagunas en las que viven flamencos, los únicos animales que pueden soportar las aguas saladas y llenas de químicos. No recuerdo los nombres de todas, sólo sé que la última que visitamos era la laguna Hedionda, que a pesar de su desafortunado nombre nos regala unas fotos espectaculares.

El reflejo del sol y las montañas nevadas en el agua, los flamencos, los colores alucinantes de las piedras….. Tenemos que confesarlo: esto no es el Salar, pero…… mola!!!!


Hace un frío y un viento de la pera. A pesar de que me he puesto las mallas térmicas, tengo aún más frío que ayer, y eso que hace sol. Sufro por el trocito de pierna que queda al aire entre los calcetines y las mallas……

A pesar del viento, comemos en las mesas habilitadas junto a la laguna Hedionda. El paisaje es espectacular, pero la experiencia no es demasiado agradable…… Eso sí, me sirve para descubrir una nueva delicia culinaria: pasta fría y pasada, con kétchup!!!! Ummmmm Este viaje va a ser memorable, pero no precisamente por la comida.

Después de comer, atravesamos el Desierto Siloli. Las piedras tienen unos colores que no parecen de este planeta, y de nuevo, no podemos parar de mirar y de hacer fotos a pesar del intenso viento frío.


Nuestro conductor nos dice que habitualmente, cuando en el Altiplano se levanta este tipo de viento, dura tres días, y hoy es el tercero. Así que dentro de lo malo tenemos suerte. Mañana vamos a estar aún más al Sur y aún más altos, lo que nos garantiza unas temperaturas aún más “agradables”……
Si por lo menos para el viento, igual logramos sobrevivir!!

A pesar de todo, os aseguro que merece la pena estar aquí. En este momento, no querría estar en ningún otro sitio del mundo.


La siguiente parada de la ruta es la zona del Árbol de Piedra, un lugar en el que se acumulan varias formaciones rocosas de formas curiosas debido a la erosión del viento y el frío. Entre ellas, la más famosa es una cuya forma recuerda precisamente a un árbol.


Pasamos bastante rato aquí, aunque a mí personalmente es lo que menos me aporta de todo lo que vemos. Como no deja de hacer frío y encima ahora se ha escondido el sol, mi chico y yo nos dedicamos a hacer un poco el cabra, subiendo y bajando por las dunas a ver si conseguimos entrar algo el calor…… y sacando alguna foto de paso.
Hasta que nos hartamos y nos vamos al coche.


Poco después entramos en la Reserva Eduardo Abaroa, pagando para ello una pequeña entrada que, al igual que la de la Isla Incahuasi, no está incluida en el precio de la excursión.

Aquí nos espera la Laguna Colorada, con más flamencos y más paisajes de quitar el hipo….


La segunda (y última ) noche de nuestro tour la pasaremos en una casa compartida con más grupos. Cada grupo de seis personas tiene una habitación compartida, una mesa en el comedor compartido y un baño para todos, de nuevo sin luz ni agua caliente. Evidentemente nadie se ducha, jijiji (al menos que yo sepa!!)

No confraternizamos mucho con el resto de grupos, aunque sí tenemos tiempo de escuchar algunas historias para no dormir sobre conductores borrachos y otras lindezas……. Nos alegramos bastante de la suerte que hemos tenido.

Como nos dejan bastante pronto en el refugio (llamarlo “hotel” me parece mucho decir), tenemos tiempo de charlar entre los miembros del grupo. Hemos tenido suerte y son todos gente muy maja: una argentina y un mejicano que viajan solos, y dos chicas francesas, una de las cuales habla perfectamente español. Pasamos un rato muy agradable.

La cena es aún peor que la comida (espaguetis con salsa de tomate aguada y fría), y se nota muchísimo más frío que la noche anterior. De hecho, yo me niego a ponerme el pijama y duermo con las mallas térmicas, porque la idea de desvestirme ahí……. Buf.

Pero sigue sin importarnos . Como tampoco nos importa que al día siguiente tengamos que madrugar mucho. Saldremos a las cinco de la mañana dirección sur hacia la zona de geysers y la frontera con Chile y Argentina. Es nuestro último día en el Altiplano y queremos aprovecharlo a tope!!!

Ese último día empieza cuando aún no ha amanecido. Desayunamos lo más rápido que podemos porque el frío y la leche en polvo no son demasiado agradables a estas horas. Cuando nos montamos en el coche el día está naciendo. Demasiado tarde me doy cuenta de que anoche no salí a contemplar el cielo estrellado como tanta ilusión me hacía….. cosas de la temperatura bajo cero que hemos disfrutado

Seguimos camino rumbo sur, hacia la frontera con Chile y Argentina. Nuestra primera parada es en la zona de geysers, que tampoco es que sean muy espectaculares, pero nos sirven para hacer un rato el bobo saltando por encima y esas cosas.

De allí, nos paramos en la zona volcánica, el punto más alto que visitamos en el viaje, casi cinco mil metros. Por suerte, la predicción de nuestro guía sobre el viento se ha cumplido, y aunque sigue haciendo frío, es mucho más soportable que ayer. Bueno, igual también influye que hoy llevo tres pares de calcetines!!! Incluyendo unos de mi chico para tapar el trocito de piel entre las mallas térmicas y mis calcetines.

Nos pasamos un rato largo haciendo el tonto entre las fumarolas, que están muy activas y huelen realmente mal. No me explico muy bien porqué, pero me entusiasman este tipo de paisajes. Ya sé que no se pueden definir como bonitos, pero todos los lugares que tienen este aura de irrealidad….. me fascinan.


Seguimos avanzando. El guía nos explica que habitualmente en los tours se suele ir hasta el final del trayecto, a la Laguna Verde y el volcán Licancabur, frontera natural entre Bolivia, Chile y Argentina, y desde allí deshacer camino visitando el resto de cosas del día. Pero por algún motivo él tiene la idea feliz de que hoy es mejor hacerlo al revés. Luego veremos que eso nos salvó el día.

Así que, mientras el resto de todoterrenos que han salido con nosotros de la zona volcánica nos deja atrás, nos paramos en el llamado Desierto Salvador Dalí. No me quedó muy claro si lo llaman así por los colores de las montañas o las pequeñas formaciones rocosas, pero es verdad que toda la zona parece absolutamente irreal…… Espectacular, muy difícil de describir con palabras. Ni siquiera las fotos le hacen toda la justicia que merece esta zona (al menos, las nuestras no)


Seguimos camino hasta la Laguna Blanca, en mi opinión la menos llamativa de todas las que hemos visto, y finalmente la Laguna Verde y el volcán Licancabur.
Por desgracia el día no está claro y la Laguna Verde no se ve verde, pero nos da igual. Es preciosa.


Resulta curioso pensar que al otro lado del volcán está Chile y el desierto de Atacama, y también Argentina…… Qué envidia esa gente que pueda continuar viaje hacia el sur!! Nosotros por desgracia tenemos que iniciar la vuelta……

Desandamos el camino, y sólo ahora vemos la suerte que hemos tenido de que nuestro conductor haya decidido alterar el orden habitual del tour. En poco más de una hora, un día razonablemente despejado se convierte en un puro día de invierno. El desierto Salvador Dalí ha desaparecido bajo la niebla!!


En esta parte, el tour incluye un baño en una zona de aguas termales. Confieso que me da auténtica pereza pensar en ponerme el bañador ahora, y luego tener que secarme, guardar la ropa mojada. Buf. Además, aún tengo cercano el recuerdo del baño que nos dimos en el Manu, y que fue una experiencia más bien asquerosilla.

Afortunadamente me dejo convencer para bañarme y es un momento increíble del viaje. Se ha puesto a nevar y hace muchísimo frío…. Pero el agua está calentita y el contraste es delicioso!!


Nuestro periplo por el Altiplano va tocando a su fin.
El viaje de vuelta a Uyuni es largo y poco interesante, porque no lo hacemos por donde hemos venido, sino por una carretera bastante insulsa. Paramos en un pueblo muy pequeñito, a comer en una casa particular que tiene habilitado un pequeño comedor. Nos emocionamos cuando vemos carne colgada de una cuerda, sujeta con pinzas de tender la ropa, pensando que nos van a dar eso para comer. La realidad es bastante más triste, porque seguimos bajando el listón y esta es con mucha diferencia la peor de las comidas (parecía imposible, pero no!! ): arroz blanco frío, tomate natural y una especie de ensalada de atún con mayonesa.
En fin….. menos mal que el viaje ha merecido la pena.

Supongo que para hacer la vuelta menos tediosa, nos paran en un lugar llamado Valle de Rocas, donde hay las típicas rocas erosionadas. Nada demasiado interesante, teniendo en cuenta de dónde venimos.


En mi opinión, pasamos demasiado tiempo aquí, pero supongo que algo tenemos que hacer hasta la hora marcada para regresar a Uyuni.
Hacemos una última parada en San Cristóbal, un pueblo moderno surgido al calor de la industria minera en la zona. Hay una iglesia, cerrada, y un mercado. No parece haber mucho que ver, pero el paseo por el mercado, y ver a los críos saliendo del colegio nos proporcionan entretenimiento durante un rato.

Saliendo de este pueblo, vivimos la experiencia surrealista del viaje. Nos paran unos policías, en lo que parece un control rutinario, y le piden los papeles al conductor. ¿Adivináis? El tío no lleva encima el carnet de conducir. Total, los policías le mandan apartarse de la carretera y nos tienen allí un rato. Yo empiezo a ponerme nerviosa porque tenemos el avión de retorno a La Paz ese mismo día a las ocho de la tarde. ¿Y si no llegamos a tiempo y lo perdemos? Con lo que cuesta el billete de marras……

Mi chico empieza a meterse conmigo por ponerme siempre en lo peor, mientras mis dos compañeros de viaje sudamericanos me ponen aún más nerviosa contando historias de terror de lo que nos puede pasar en un país con una policía tan corrupta…..
Al cabo de lo que parece una eternidad, se acerca un policía al coche, mientras el conductor jura y perjura que tiene licencia, pero se la ha dejado en casa. Otro rato más muertos de asco allí parados, hasta que al final el conductor se baja y entra en la comisaría. Tarda un rato en salir, y cuando lo hace se le ve enfadado, no nos habla ni contesta a nuestras preguntas pero finalmente nos vamos. Suponemos que pagó alguna mordida…. Pero nunca lo sabremos.

A pesar de los incidentes, llegamos a Uyuni sobrados de tiempo. Incluso nos da tiempo a cenar antes de coger un taxi para el aeropuerto.

Uyuni es pequeño, pero nos volvemos locos!!!! buscando la parada de taxi que nunca encontramos…… Finalmente, paramos por la calle un taxi cualquiera, que nos lleva al aeropuerto por un camino sin asfaltar y sin encender las luces.... Total, para qué! Sólo es noche cerrada….. Madre mía. Bolivia!!

Por supuesto, el nuestro es el único vuelo que sale del aeropuerto. Aquí no hay ni mostrador para facturar, ni tarjeta de embarque…… vamos, que justo justo pasan el equipaje por un escáner que parece de juguete……. Pero el vuelo sale puntualmente sin retrasos, y pasada la medianoche estamos de nuevo en La Paz, en un taxi camino de nuestro hotel.

Nuestro segundo paso por el 12th Floor B&B es fugaz, porque a la mañana siguiente bien temprano estamos cogiendo un taxi para ir a la estación de autobuses donde cogeremos en bus a Copacabana.

Y ahora sí que sí. Ahora sí vemos lo que es realmente el tráfico de La Paz. Y da miedito….


Coger el autobús resulta ser otra experiencia curiosa. Nada más llegar a la zona de la que salen, nos asaltan literalmente varias mujeres para vendernos billetes. Incluso después de que ya hemos comprado uno, nos siguen acosando. Que si el mío es más barato, que si el mío sale antes……

El viaje dura unas tres horas, y el paisaje no es especialmente interesante, hasta que empezamos a acercarnos al lago. Madre mía. Es posible que exista un agua tan azul???


Llegamos a Copa a mediodía. Hace un día precioso de sol y cielo azul, pero se nota que estamos muy altos porque no hace ni pizca de calor.

Al día siguiente vamos a visitar la Isla del Sol, sin dormir en ella. No tenemos muchos planes para esta tarde más allá de comprar los billetes para el ferry de mañana y callejear por Copacabana.

El pueblo es muy tranquilo, y nos cruzamos con muy poca gente, más allá de algún turista en los bares cercanos al lago. Ni el pueblo ni la orilla del lago son especialmente bonitos, pero todo tiene un aire decadente y como algo abandonado, que no sé por qué pero me resulta encantador.


Nos comemos unas hamburguesas y nos damos un tranquilo paseo por la orilla del lago….. esto es vida!!! Me alegro muchísimo de haber parado aquí, y no en la orilla peruana del lago (aunque más me alegraré un par de días más tarde cuando compruebe en nuestra parada técnica en Puno que la ciudad es un rato fea)

Callejeamos por el pueblo, que no tiene mucho que ver, y acabamos en la plaza de la catedral, uno de los templos más visitados de Bolivia, aunque no sé si eso es mucho decir.
Terminamos el día subiendo al cerro del Calvario, y aquí es donde mi cuerpo de repente decide que ya le vale de altura. En ningún momento del viaje hasta ahora me había sentido tan cansada, si bien es cierto que tampoco habíamos estado tan alto durante tanto tiempo seguido y además haciendo ejercicio físico. Me cuesta muchísimo subir hasta lo alto del cerro, y al menos en dos ocasiones estoy a punto de darme la vuelta y bajar porque me encuentro mal.
Menos mal que las vistas desde arriba compensan…



Nuestra idea inicial era quedarnos a ver anochecer desde arriba, pero entre el frío y las pocas ganas que tengo de bajar de aquí de noche…..acabamos marchándonos de aquí antes de lo pensado.

El día siguiente es nuestro último día en Bolivia
Vamos a dedicarlo a visitar la Isla del Sol. Al planear el viaje decidimos no hacer noche aquí, porque nos complicaba la vuelta a Perú del día siguiente. Una vez pasada la experiencia, me alegro de la decisión. La Isla del Sol es bonita, pero para apreciar el paisaje sirve el paseo de día. En teoría la magia de pernoctar en la Isla es hacerlo en casas locales y compartir la cultura de la gente de allí. Pero mi chico y yo no somos muy "fans" de este tipo de turismo, que siempre nos tiene un tufillo a turistada bastante serio. Así que para nosotros estuvo bien el plan así.

Cogemos el ferry de la mañana, que sale a las 8:30 de Copa, y nos plantamos en la parte norte de la Isla, con la intención de atravesarla a pie hasta el lado sur, donde cogeremos el ferry de vuelta. El camino completo son 10 kilómetros, y hay que salvar un desnivel bastante considerable, que unido a la altura hace que la caminata no sea un paseíto. Además, aunque hace frío, pega un sol de justicia, y una no sabe muy bien si llevar la chaqueta puesta o no...

La Isla del Sol es considerada un lugar sagrado, se dice que en ella fue donde el dios Viracocha creó de nuevo la humanidad después del gran diluvio.
En la Isla viven tres comunidades diferentes: la yumani en la zona sur, la ch'alla en el centro y la challapampa en el norte. Cada una de ellas te cobra una pequeña entrada por acceder a su territorio (entre 5 y 10 bolivianos, nada serio).
La comunidad challapampa te incluye en el precio una ruta guiada hasta las ruinas de la zona norte de la isla. Nuestro guía sale a recibirnos nada más bajamos del barco. Da la sensación, no se si fundada o no, de que no hay forma de recorrer el camino por tu cuenta, sino que tienes que unirte al grupo obligatoriamente. Aunque no nos hace mucha gracia, nos disponemos a ello.

Atravesamos el pequeño poblado en el que habitan los challapampa, después de visitar el “museo”, por llamarlo de alguna manera, que tienen allí montado y al que no prestamos demasiada atención.


Al salir del poblado empezamos a subir y las vistas empiezan a molar.



Al principio, aún prestamos algo de atención al guía, a pesar de que nosotros somos bastante más de ir por libre que en rebaño. Mientras nos va contando cosas sobre los modos de vida tradicionales de su comunidad, y sobre la agricultura de la zona, aún resulta medianamente interesante. Pero cuando llegamos a la zona de la Mesa de Ceremonias y nos empieza a hablar de los dioses y los espíritus, empezamos a desconectar.


Cuando llegamos a las ruinas, ya estamos bastante hartos de él. Y cuando nos dice que nos pongamos en círculo, que nos va a purificar, nos largamos sin pensarlo dos veces. Además, la visita está durando ya demasiado, y no queremos tener que recorrer el resto del camino deprisa y corriendo por entretenernos demasiado al principio. Así que abandonamos al grupo y empezamos a subir, en dirección a la orilla sur.

En cualquier caso, las ruinas tampoco valen para mucho, como podéis ver.


Sin ninguna duda lo mejor que la Isla del Sol tiene que ofrecernos es la impresionante vista sobre el Titicaca.


A pesar de que el paisaje es espectacular, también es bastante monótono. Además, hace un sol de justicia y no hay ni una sombra donde cobijarse. Los diez kilómetros de paseo se hacen largos al final, y nos alegramos cuando empezamos a avanzar entre pequeños hospedajes que nos indican que estamos cerca del puerto de la zona sur.
Se nota que esta parte es bastante más turística. Hay muchos alojamientos y varios bares y restaurantes. Mientras esperamos a que llegue nuestro ferry, comemos un par de sándwiches, y con bastante pena nos vamos despidiendo de Bolivia…… mañana emprendemos el viaje de vuelta a Perú.

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