VARSOVIA ✏️ Diarios de Viajes de Polonia

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Desayunamos en el hotel Polonia Palace (un desayuno espectacular, por cierto, como todo en este hotel) y a primera hora Javi y yo llevamos las maletas hasta el nuevo hotel que tendremos, el Novotel, al otro lado de la calle. Para hacer ese trayecto tan corto tuvimos que dar mucha vuelta por esa manía de no tener semáforos y hacerte pasar por el pasadizo subterráneo.

Dejamos las maletas en consigna y volvimos al Polonia Palace. A las 9 de la mañana Rafa, el primer guía que tuvimos en el circuito y que se marchó a la boda, vino para acompañar en coche al aeropuerto a Fina y Manolo. Para orientarles un poco nosotros fuimos con ellos. El aeropuerto Frederic Chopin apenas está a 6 km y llegamos en 15 minutos.

Después de dejarles allí buscamos el modo de volver al centro de la ciudad. Está bien comunicada con el bus 175 pero para más seguridad porque teníamos un poco de prisa nos decantamos por un taxi (50zl hasta el Palacio de cultura). Como llegamos a las 10:10 y aún teníamos tiempo nos decidimos a entrar en un centro comercial con una llamativa cúpula de vidrio que hay por detrás de la estación. Las tiendas no son muy diferentes a las que encontramos en Barcelona (y sorprendentemente los precios tampoco; muy caros para el nivel de vida polaco).

A las 11 estábamos ante la oficina de turismo. Como dije contratamos el Chopin Pass, que consistía en el traslado en coche hasta Zelazowa wola, donde está la casa natal del compositor, entrada con audioguía a la casa y al parque, regreso a Varsovia y entrada al museo Chopin.

La casa donde nació Chopin está a 53 km de Varsovia, por lo que tardamos alrededor de una hora en llegar. El compositor polaco más célebre nació en una finca propiedad del conde Skarbek, en la aldea de Zelazowa Wola, porque Chopin padre era preceptor de los hijos de la familia. Ellos vivían en una casita anexa a la casa del conde. Cuando apenas tenía 7 meses la familia se trasladó definitivamente a Varsovia aunque las dos familias mantuvieron un contacto cordial siempre.

Se cree que la casa de los Skarbek se destruyó en un incendio. El caso es que a finales del siglo XIX sólo pervivía el anexo pero en estado de ruina. Fue en 1894, gracias a la intervención de un pianista que era gran admirador de Chopin, que se erigió un monumento en su memoria que ahora vemos al final del parque. En 1928 se compró el terreno, gracias a la contribución del público, y se arreglaron los interiores de la casa como estaban en tiempos de los Chopin. Además se recurrió a un prestigioso arquitecto para remodelar el edificio y diseñar el precioso parque que vemos hoy en día. Es por eso que nadie puede ir allí esperando ver grandes recuerdos del compositor pero sí un lugar precioso en el que, de vez en cuando, se escucha su música gracias al audioguía. También dispone de tienda de recuerdos y un hotel con un restaurante donde comimos (qué ricos pierogis rellenos de ricotta con salsa dulce y qué bueno también el batido de fresa; pedimos también 2 sopas frías y un plato con pollo rebozado con patatas y ensalada y con la bebida nos salió todo por 96zl). Estuvimos allí dos horas, tiempo más que suficiente para la visita y la comida, y a las 14:10 salimos para volver a Varsovia e ir a ver el museo Chopin. Olvidé decir que la aldea se podría entender que se sitúa en las inmediaciones del Parque Nacional de Kampinos, uno de los más grandes del país y que tiene la mayor extensión de dunas interiores de Europa, casi todas cubiertas de árboles altísimos.

El Museo Chopin, muy interesante (y mucho más si te gusta su música) se encuentra en el Palacio de los Ostrogski, un edificio barroco muy bonito. Cuenta con la colección más grande del mundo de objetos relacionados con Chopin (autógrafos, notas, cartas, manuscritos, un piano, etc). También se puede ver una máscara mortuoria y mucha información relacionada con su vida, su familia y las mujeres que tuvieron relación con él, en especial George Sand. Y por supuesto se puede escuchar mucha, muchísima música de Chopin. Es un museo entretenido e interactivo.

Después de la visita fuimos caminando hasta la palmera artificial y la estatua de Charles de Gaulle. Otra extensión de la Vía Real es la calle Nowy Swiat, que data de mediados del siglo XVII y se compara con los Campos Elíseos de París. Es un largo bulevar flanqueado por tiendas, cafeterías y restaurantes. Su interés principal es haber alojado a multitud de personalidades del mundo artístico y literario polaco, como Joseph Conrad, autor, entre otras obras, de “El corazón de las tinieblas” o “Lord Jim”. En la confluencia entre Nowy Swiat y Jerozolimske, se encuentra la rotonda del General de Gaulle, donde se alza una estatua del general francés y en el centro una palmera artificial, como homenaje a la ciudad de Jerusalén. El motivo de la presencia de de Gaulle allí es porque él colaboró cuando Polonia quiso independizarse de Rusia en la Primera Guerra Mundial. También se puede ver la antigua sede del Partido Comunista Polaco, típica muestra de arquitectura soviética, que ironías del destino pasó a acoger la Bolsa tras la caída del régimen.

Seguimos caminando hasta el Novotel (donde nos alojamos) y compramos en una máquina un billete de transportes de 24 horas (por 15 zl/pax). Pero antes de coger ningún autobús fuimos a ver el Fotoplastikon. Está muy escondido y resulta complicado de encontrar. A pesar de que aparentemente está en la Avda. Jerozolimskie se tiene que pasar por un pasadizo hasta un patio y buscar dónde indica un cartel. Cuesta 4zl entrar. El Fotoplastikon es un aparato de principios del siglo XX que permite a los espectadores ver una serie de fotografías en tres dimensiones y cuenta con una colección de más de 3.000 fotos de Varsovia y de diferentes rincones del mundo. Nosotros vimos algunas sobre la época nazi en Varsovia.

Luego fuimos al metro de Centrum para ir hasta Dworcec Gdanski. Nuestro objetivo es ver lo que podríamos llamar “monumento de las cruces”. En realidad es el Monumento a los caídos y asesinados en el este, con forma de vagón de ferrocarril (ahora sí que se ve la forma) en la que los polacos eran deportados desde su país a Siberia (ya vemos que no sólo los nazis se cebaron con los polacos). Está lleno de cruces que simbolizan a esas personas que murieron en los campos de concentración rusos.

Javi pretendía que viéramos alguna cosa más sobre el pasado de los judíos y los nazis en Varsovia pero dije que no. En cambio cogimos un transporte y volvimos al casco antiguo. Como despedida de la ciudad me parece mucho mejor. Dimos un paseo por zonas que ya habíamos visto pero esta vez entramos en la Iglesia de santa Ana. Maravillosa. Javi también subió a la torre (5zl). Volvimos a entrar en la catedral, paseamos por las murallas, por la Barbacana y fuimos hacia la ciudad nueva.

Más tarde paseamos por la zona de la calle Miodowa, viendo diversos palacios, en su mayor parte barrocos. Terminamos la visita en la Plaza del teatro, antiguo corazón de Varsovia. A un lado vemos el enorme edificio del teatro, neoclásico. La fachada está decorada con un friso que representa el regreso de Edipo de los Juegos olímpicos. Delante vemos las estatuas de Moniuszko, padre de la ópera polaca, y de Boguslawski, promotor de la construcción del teatro. Es la sede de la Ópera nacional y el Teatro Nacional. Enfrente estaban una pequeña iglesia consagrada a san Andrés y el Palacio Jablonowski, que se usó como ayuntamiento desde 1817 a 1819. Aún se ve hoy en día.

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