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Hace un tiempo hicimos un viaje a la capital de Alemania desde Munich , lugar de nueestra residencia actualmente.Lo primero que nos llamó la atención fue la cantidad de grúas que se ve por todos lados. La ciudad está llena de solares y descampados, tanto por causa de la guerra como del terreno que los soviéticos dejaron libre como "zona prohibida" alrededor del muro.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
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Teníamos el hotel cerca de la avenida Kurfürstendamm, llamada coloquialmente Ku´Damm, la calle más popular de Berlín junto a Unter den Linden.
Después de dejar las maletas en el hotel, fuimos hacia la Puerta de Brandemburgo, uno de los monumentos más emblemáticos de la ciudad y de toda Alemania. Situada junto a la Pariser Platz, a escasos metros del derribado muro, es uno de los mejores lugares para comenzar la visita a Berlín. Conocida hasta 1914 como Viereck (4 esquinas), tras la derrota de las tropas napoleónicas pasó a llamarse Plaza de París. Durante los últimos años de la Segunda Guerra Mundial los edificios de la plaza acabaron destruidos por los bombardeos, quedando en pie solamente la Puerta de Brandemburgo.
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Tras la guerra, llegó la construcción del Muro de Berlín que terminó destruyendo completamente la plaza, dejando que se convirtiera en parte de la zona de la muerte tras el muro.
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En 1990, tras la reunificación, se decidió reconstruirla, incluyendo el prestigioso Hotel Adlon (donde Michael Jackson enseño a su hijo por la ventana), para formar el perfecto conjunto arquitectónico que acompaña a la Puerta de Brandemburgo.
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En esta plaza termina el principal boulevard de la ciudad, Unter den Linden (Bajo los tilos) donde se puede ver la Academia de Arte y las embajadas de Francia y Estados Unidos.
La puerta tiene 26 metros de altura. Las columnas que la conforman son dóricas y estriadas, delimitando con cinco zonas de paso cuya parte superior e inferior están recubiertas con relieves en los cuales se representa a reconocidos personajes mitológicos como es el caso de Hércules, Minerva y Marte. La edificación esta coronada por una cuadriga de bronce con más de cinco metros de altura donde se personifica a la diosa alada de la Victoria junto con un carro de cuatro caballos.
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Hicimos multitud de fotos de la emblemática puerta. Tanto de día como de noche. Por allí encontramos gente disfrazada de ruso, francés o americano para hacer las típicas fotos…
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Caminamos hasta el cercano edificio del Parlamento alemán.
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Habíamos reservado online esta visita con un par de meses de antelación y la teníamos para el día siguiente.
Luego tomamos la calle Ebertstrasse para llegar hasta el Monumento al Holocausto, en la calle Cora-Berliner 1, cuya entrada es gratuita. Se edificó entre los años 2003 y 2005 en memoria de los judíos asesinados en Europa.
Para algunos, este Monumento es una experiencia impresionante pues se recorren los pasillos rodeado por bloques cada vez más altos; y, para otros, se trata de un lugar bastante feo, pero hay que verlo. Se trata de una cuadrícula formada por 2.711 bloques de hormigón de diferentes alturas, que permite que los visitantes elijan su camino de entrada y salida. Las inclinaciones pretenden reflejar la desorientación sufrida por las víctimas de los terribles crímenes de esa época.
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Se puede acceder a un espacio subterráneo en el que se ubica el centro de información donde se explica la política nacionalsocialista de exterminio llevada a cabo entre 1933 y 1945. También se pueden leer los testimonios de algunas personas e historias de diferentes familias antes, durante y después de la persecución. En una de las salas hay paredes cubiertas con los nombres y años de nacimiento y muerte de las víctimas del holocausto. La lectura de los nombres y biografías de la forma en la que se presentan, podría durar más de 6 años.
A pesar de que muchos opinen que este tipo de construcciones no sirven para poder reflejar el horror sufrido durante el régimen nazi, también es cierto que estas obras permiten reconocer la culpa y rememorar un pasado al que nadie quiere volver.
Continuando por la misma calle llegamos a Potsdamer Platz. Potsdamer Platz fue el lugar del desarrollo de una densa actividad comercial y cultural durante el siglo XIX y aún se conservan algunos restos de esa evolución, como es el primer semáforo de toda Europa, que funcionaba manualmente.
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Quedó arrasada durante la Segunda Guerra Mundial y partida en dos por el Muro de Berlín. Tras la guerra y la posterior construcción del Muro se convirtió en un terreno vacío olvidado junto a éste.
Fue tras la caída del Muro de Berlín cuando la plaza se convirtió en una atractiva área urbanizable que los arquitectos utilizaron para edificar una serie de edificios representativos del nuevo Berlín unificado. La actual arquitectura del lugar no recuerda en nada la original.
Sólo un edificio de los que formaban parte de la plaza logró sobrevivir a la Segunda Guerra Mundial. Se trata de la Haus Huth (Alte Potsdamer Strasse, 5), una construcción de seis plantas que soportó los bombardeos gracias a su estructura de acero, algo revolucionario para la época.
En la plaza también se conservan algunos restos del lujoso Grand Hotel Esplanade del que sólo pudo salvarse un 10% tras la II Guerra Mundial. En la entrada del Sony Center desde Postdamer Platz se puede ver parte de la fachada del hotel y algunas habitaciones que representan el modo de vida de la alta clase de Berlín antes de la guerra.
Aunque aún se conservan algunos restos del muro para su recuerdo, la plaza fue reconstruida recientemente para pasar a formar parte del Berlín moderno.
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El Sony Center se caracteriza por su enorme cúpula de cristal y acero iluminada con luces de colores cambiantes. En sus terrazas y restaurantes se dan cita multitud de berlineses y turistas.
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Vimos, como no, el simpático Appelman, el clásico muñequito del semáforo del Berlín comunista. Este símbolo de la ciudad se encuentra en todas las tiendas de souvenirs. Los berlineses de ese lado decían bromeando que Appelman era el único trabajador que iba contento al trabajo.
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Otro de los grandes mitos que vimos en Berlín es el Trabant, el típico coche de la RDA. Trabant significa "compañero viajero". Más popularmente conocido como Trabbi, fue el automóvil comunista por excelencia, un pequeño vehículo de bajo coste que prácticamente poseía el monopolio automovilístico de la República Democrática Alemana. La carrocería estaba fabricada con cartón y resina de Moscú y un motor de dos cilindros que era capaz de transportar a cuatro adultos con su equipaje.
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De regreso al hotel pasamos por la Iglesia Memorial Káiser Wilhelm en el barrio de Charlottenburg en Breitscheidplatz, junto a la avenida de Kurfürstendamm. La entrada es gratuita.
La Iglesia neo románica Kaiser-Wilhelm-Gedächtniskirche (iglesia en recuerdo del emperador Guillermo) fue construida bajo el mandato del Káiser Guillermo II en honor a su abuelo, el Káiser Guillermo. Sin embargo, la iglesia cobró más importancia al ser destruida durante la Segunda Guerra Mundial, cuando tras un bombardeo sólo quedó en pie su torre central.
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En 1950 pensaron hacer una demolición total del edificio, pero los ciudadanos se negaron y se mantuvo la ruina de la torre como monumento conmemorativo de la guerra. Su exterior ruinoso y ennegrecido pretende recordar la insensatez de la guerra. En el interior, hay una pequeña exposición con algunas fotos cuando la iglesia quedó destrozada por los bombardeos.
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Frente a la entrada de la iglesia se construyó una moderna capilla llamada Iglesia Nueva, formada por cristales azules que reflejan una preciosa luz en su interior.
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En la parte trasera de la iglesia, se encuentra un edificio octogonal repleto de ventanales azules que se construyó como campanario en 1960. Actualmente alberga una tienda de souvenirs.
Por su forma los tres edificios son llamados de forma coloquial: "la polvera, la muela picada y el pintalabios".
Y de aquí al hotel a descansar…
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