Nuestro vuelo salía a las 11:25 con destino a Beijing, vuelo directo, con Air China. El espacio entre asiento y asiento era correcto y el menú aceptable.
Llegamos al Aeropuerto Internacional de Beijing a las 4:55, al ser tan pronto no había nada abierto. Tomamos un tren que nos llevaría a la terminal donde cogeríamos el equipaje.
Una vez que teníamos todo el equipaje, nos dirigimos hacia el Airport Express, un tren que te deja en el centro de Beijing, allí luego tomaríamos el metro hasta nuestro hotel. El Airport Express no abre hasta las 6:20 por lo que nos tocó esperar hasta su apertura, como unos 40 min. Allí comenzaron los primero apretones, en ese momento entendí lo que decían de los chinos que no les gusta esperar cola. En el momento que se abre la taquilla todos contra la ventanilla y para no quedarme el último y poder tomar el tren, tuvimos que poner codos y meternos entre todos para poder comprar los billetes (25 Yuanes por persona).
En el trayecto hasta el hotel el cansancio ya hacía mella, cuando llegamos eran las 8:30 y estábamos agotados del viaje. Nuestro primer hotel sería el Park Plaza Wangfujing Hotel, aunque sabíamos que el check in no se hace hasta las 14:00, pedimos nuestra habitación por si las moscas pero nos indican que no hay hasta dicha hora. Horrorrrr, necesitábamos una ducha y descansar. El hotel nos ofreció las duchas y toallas del gimnasio para que nos cambiásemos, entre tanto, intentarían tener la habitación cuanto antes y así hicimos, nos duchamos para espabilarnos y decidimos salir a hacer turismo por Beijing. Al fin y al cabo era a lo que habíamos venido, jajaja.
El hotel bastante confortable y muy céntrico, teníamos justo debajo una parada de metro y un Starbucks (muy socorrido en estos casos). Otra cosa que tenía el hotel también es que cambiaban dinero al mismo valor que el Bank of China, por lo que era más cómodo cambiar el dinero allí.
Después de desayunar en el Starbucks que había, finalmente decidimos comenzar nuestro periplo turístico por China. Primera visita La Ciudad Prohibida (60 Yuanes por pers.), uno de los lugares más famosos de China, era domingo por lo que os podéis imaginar como estaba de gente. Era algo increíble, mucho turista por todos los lados casi imposible sacar una buena foto sin nadie delante y el 90% turismo local.
Una de las cosas que más me llamó la atención son las calzadas de mármol que hay, son rampas talladas con dragones que servían para que el carruaje del emperador subiese hasta las diferentes estancias del palacio. También las calderas de bronce que se llenaban de agua por si había incendios, allí todo el mundo las tocaba en señal de buena suerte.
Tampoco hay que dejar de visitar el Jardín Imperial con sus pabellones y su jardín de rocas y árboles. Así como el Muro de los Nueve Dragones, el cual nosotros no vimos en Beijing porque luego lo veríamos en Datong.
Decidimos volver al hotel para descansar un poco y tomar una pequeña siesta, llevábamos más de 27 horas sin dormir.
Como última visita del día y por no cansarnos demasiado, fuimos a visitar el Mercado Nocturno de Wangfujing que nos pillaba cerca del hotel y en la misma dirección. La variedad de insectos, reptiles y demás que se puede comer. Un festival de olores (algunos agradables, otros no tanto) adornado con farolillos y gente.