Era el día en el que tocaba volver a casa. Queríamos visitar la aldea de Sortelha y el pueblo de Belmonte, pero suponía subir al norte para luego tener que ir al sur para el viaje de vuelta. Y con lo cortos que son los días en esta época no nos merecía la pena. Así que nos quedamos a visitar Castelo Branco antes de volver. No es un pueblo turístico, pero decidimos darle una oportunidad, ya que nos alojábamos allí.
Comenzamos la visita justo al lado del hotel, por las ruinas del castillo templario. La verdad es que del castillo queda poco. Y las vistas son parecidas a las que teníamos desde el hotel.
Bajamos por las empinadas callecitas, donde hay casas con portadas de piedra antiguas, algunas incluso con símbolos templarios. Llegamos hasta la Plaza de Camões o Plaza Vieja. Aquí hay algunas casas palaciegas interesantes, como el Solar dos Cunha, el Celeiro da Ordem do Cristo, o el Arco del Obispo. Estaba en obras, lo que le restaba encanto al conjunto.
Continuamos hasta la Sé Concatedral y desde allí hasta el Jardín de los Obispos, pasando por el Cruzeiro de São João, construido en granito en el siglo XVI, de estilo manuelino. El jardín, anexo al Palacio Episcopal, es uno de los ejemplos más originales del barroco portugués. Entre los setos hay estanques y sobre todo estatuas. De reyes portugueses (las estatuas de los 3 reyes españoles son de un tamaño considerablemente menor), de los obispos de Castelo Branco, de los arcángeles, los signos del zodiaco, las estaciones, las virtudes,… Una visita interesante. El precio es de 2 euros.
Frente a la entrada del palacio está el Parque Municipal, con un agradable paseo entre sus fuentes. En el edificio del Palacio Episcopal está el museo Francisco Tavares Proença Júnior, al que no entramos. Según he leído hay bordados preciosos allí.
Después dimos una vuelta por la zona más moderna del pueblo, la Plaza del Municipio, la Cámara Municipal, ...
Finalmente, antes de dar por finalizada la visita y volver a casa, entramos al Museo Cargaleiro, que expone obras del Manuel Cargaleiro, un pintor y ceramista nacido en la región. Pinta sobre cerámica y otros materiales, con colores vivos y jugando con distintas geometrías. A mí me gustó, y eso que no soy muy fan del arte contemporáneo. En el museo no dejaban hacer fotos, dejo alguna de Wikipedia para que os hagáis una idea del tipo de obras de este autor. Este panel de azulejos está en metro de Paris Champs Elysées-Clemenceau.
Con esto dimos por finalizada la visita a Castelo Branco. Volvimos a por el coche y nos fuimos a comer a un restaurante en las afueras que se llama “O Espeto”. En este restaurante hay un buffet frío y una zona donde se hacen espetos, además de un buffet de postres, y se paga al peso. Interesante concepto y en general todo lo que probamos estaba muy bueno. Nos salió por 24 euros con dos copas de vino. Creo que probamos todos los postres
CONCLUSIONES FINALES
Esta escapada improvisada nos ha sentado fenomenal. Teniendo Portugal tan cerca, era imperdonable no conocer la ruta del Patrimonio. Los 3 monasterios son impresionantes. Los castillos muy cuidados, aunque quizá esta fuese la parte que menos nos sorprendió, ya que vivimos cerca de la frontera y en esta zona que conocemos bien hay muchos pueblos fortificados. Las aldeas históricas nos gustaron mucho, tan diferentes las 3 que visitamos, y muy recomendables.
Lo más prescindible de lo que vimos fue el Castillo de Porto de Mós y Castelo Branco. Este último ya nos lo esperábamos, pero nos sirvió para echar un vistazo al Portugal menos turístico.
Espero que os haya gustado este modesto diario de una breve escapada. Y os animo a conocer Portugal. El país vecino tiene mucho que ofrecer, sus gentes son muy amables y se come bien y barato.
Hasta la próxima
RESUMEN FOTOGRÁFICO DE LOS LUGARES VISITADOS
BATALHA
PORTO DE MÓS
ALCOBAÇA
ÓBIDOS
PENICHE
LEIRIA
TOMAR
IDANHA-A-VELHA
MONSANTO
PENHA CARCIA
CASTELO BRANCO
PORTO DE MÓS
ALCOBAÇA
ÓBIDOS
PENICHE
LEIRIA
TOMAR
IDANHA-A-VELHA
MONSANTO
PENHA CARCIA
CASTELO BRANCO
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