Tras el desayuno cogimos el metro pero esta vez entrarmos por la parada de Ploschad Vosstaniya, para coger la línea 1 hasta la parada ABTOBO. Esta parada de metro es considerada como uno de las mejores estaciones de metro de San Petersburgo, cuenta con un diseño único y unas hermosas columnas adornadas con vidrio.
Tras ver la estación salimos en busca de alguno de los siguientes buses 200, 210 o minibús K224, K300, K424 Y K424A. Cruzamos la calle por el paseo subterráneo y cuando salimos no se que minubús cogimos, pues fue subir las escaleras del paseo subterráneo y ya nos estaban diciendo “Peterhof Palace” así que no montamos, pagamos 60 rublos (el precio lo tenían escrito en un cartel al lado del conductor) y rumbo al palacio. Teníamos que bajarnos en la parada Pravlenskaya Ulitsa que se encuentra justo al lado del Palacio de Pertehof y cerca de la majestuosa de la Iglesia de San Paul, que visitaríamos a la salida, cuando llegamos el conductor paró y nos avisó, fuimos los únicos que nos bajamos allí. A la hora de pagar debes decir tu destino a el conductor en el caso de los minibús y al revisor en el caso de los bus grande, ellos te avisarán cuando llegues, así que no debes preocuparse por eso.
Nos bajamos y nos encontramos de frente con el palacio, nos dirigimos a comprar las entradas que estaban por el lado de las fuentes, osea por la parte trasera del donde habíamos entrado. Qué pena que las fuentes estaban vacías, porque aquello debe ser hermoso, sin duda alguna. Compramos las entradas solo para ver el Palacio por dentro 500 rublos, porque ofrecían varias cosas más para visitar, pero hablando con una guía nos dijo que al palacio que era lo más bonito que lo demás no era esencial, así que compramos solo para el palacio.
Palacio Peterhof
Entramos dentro y solo puedo decir “Increíblemente hermoso, pomposo , DIVINO” no tengo palabras para describirlo, para mí, mucho más bello que el Catalina Palace, es que todo era increíble, las paredes, los cuadros, las decoración, eran habitaciones más pequeñas y no esas grandes salas que podías ver en el Palacio de Catalina (que también las había), pero todo absolutamente todo era hermoso. Disfrutamos de cada sala prácticamente solos, pues íbamos detrás de un grupo, cuando ellos terminaban y pasaban a otra sala, pasábamos nosotros. No se pueden hacer fotos en su interior y la seguridad en el interior es máxima, como tocaras las cuerdas que delimitaban las zonas enseguida saltaban las alarmas, en cada sala una persona observando que no se hiciera nada que no se deba hacer como sacar fotos.
Salí fascinada del lugar me había enamorado del palacio, sin duda el más hermoso que había visto por los detalles de cada sala, sus paredes, colores, cuadros, todo era perfecto. Paseamos por los jardines que sin duda, son hermosos y nos acercamos a la playa que estaba congelada, desde ahí se supone que salen los barcos que van a el Hermitage.
Ahora caminamos hasta la catedral de San Peter y San Paul,actualmente en obras, donde se encuentra los restos de los últimos zares, antes del golpe bolchevique. Dimos una vuelta por la zona, almorzamos en un mercado que había al lado de la iglesia y regresamos en bus nuevamente hasta ABTOBO. Esta vez cogimos el bus, era más barato creo recordar unos 30 rublos, pero más lento pues va haciendo muchas paradas y casi todo el trayecto lo hicimos de pie, así que , recomendable coger el minibús aunque haya que pagar más.
Ahora que estábamos en Abtobo (línea 1) aprovechamos para ver las dos siguiente estaciones Kirovsky Zavod y la Navskaya,que son otras de las estaciones consideras como museo. La verdad que parecen palacios bajo tierra, otras de las cosas curiosas del metro en Rusia es que la profundidad que hay en algunas estaciones es increíble.
Nos bajamos en el centro y paseamos por la zona, callejeamos un poco y ya de noche caminamos hasta el hotel, este era nuestro último día en San Petersburgo, nos quedaban algunas horas del día de mañana, pues nuestro tren salía a las 13:00 horas para Moscú. Cenamos en el KFC, hicimos las maletas para no tener la mañana más ocupada y a dormir.
Tras ver la estación salimos en busca de alguno de los siguientes buses 200, 210 o minibús K224, K300, K424 Y K424A. Cruzamos la calle por el paseo subterráneo y cuando salimos no se que minubús cogimos, pues fue subir las escaleras del paseo subterráneo y ya nos estaban diciendo “Peterhof Palace” así que no montamos, pagamos 60 rublos (el precio lo tenían escrito en un cartel al lado del conductor) y rumbo al palacio. Teníamos que bajarnos en la parada Pravlenskaya Ulitsa que se encuentra justo al lado del Palacio de Pertehof y cerca de la majestuosa de la Iglesia de San Paul, que visitaríamos a la salida, cuando llegamos el conductor paró y nos avisó, fuimos los únicos que nos bajamos allí. A la hora de pagar debes decir tu destino a el conductor en el caso de los minibús y al revisor en el caso de los bus grande, ellos te avisarán cuando llegues, así que no debes preocuparse por eso.
Nos bajamos y nos encontramos de frente con el palacio, nos dirigimos a comprar las entradas que estaban por el lado de las fuentes, osea por la parte trasera del donde habíamos entrado. Qué pena que las fuentes estaban vacías, porque aquello debe ser hermoso, sin duda alguna. Compramos las entradas solo para ver el Palacio por dentro 500 rublos, porque ofrecían varias cosas más para visitar, pero hablando con una guía nos dijo que al palacio que era lo más bonito que lo demás no era esencial, así que compramos solo para el palacio.
Palacio Peterhof
Entramos dentro y solo puedo decir “Increíblemente hermoso, pomposo , DIVINO” no tengo palabras para describirlo, para mí, mucho más bello que el Catalina Palace, es que todo era increíble, las paredes, los cuadros, las decoración, eran habitaciones más pequeñas y no esas grandes salas que podías ver en el Palacio de Catalina (que también las había), pero todo absolutamente todo era hermoso. Disfrutamos de cada sala prácticamente solos, pues íbamos detrás de un grupo, cuando ellos terminaban y pasaban a otra sala, pasábamos nosotros. No se pueden hacer fotos en su interior y la seguridad en el interior es máxima, como tocaras las cuerdas que delimitaban las zonas enseguida saltaban las alarmas, en cada sala una persona observando que no se hiciera nada que no se deba hacer como sacar fotos.
Salí fascinada del lugar me había enamorado del palacio, sin duda el más hermoso que había visto por los detalles de cada sala, sus paredes, colores, cuadros, todo era perfecto. Paseamos por los jardines que sin duda, son hermosos y nos acercamos a la playa que estaba congelada, desde ahí se supone que salen los barcos que van a el Hermitage.
Ahora caminamos hasta la catedral de San Peter y San Paul,actualmente en obras, donde se encuentra los restos de los últimos zares, antes del golpe bolchevique. Dimos una vuelta por la zona, almorzamos en un mercado que había al lado de la iglesia y regresamos en bus nuevamente hasta ABTOBO. Esta vez cogimos el bus, era más barato creo recordar unos 30 rublos, pero más lento pues va haciendo muchas paradas y casi todo el trayecto lo hicimos de pie, así que , recomendable coger el minibús aunque haya que pagar más.
Ahora que estábamos en Abtobo (línea 1) aprovechamos para ver las dos siguiente estaciones Kirovsky Zavod y la Navskaya,que son otras de las estaciones consideras como museo. La verdad que parecen palacios bajo tierra, otras de las cosas curiosas del metro en Rusia es que la profundidad que hay en algunas estaciones es increíble.
Nos bajamos en el centro y paseamos por la zona, callejeamos un poco y ya de noche caminamos hasta el hotel, este era nuestro último día en San Petersburgo, nos quedaban algunas horas del día de mañana, pues nuestro tren salía a las 13:00 horas para Moscú. Cenamos en el KFC, hicimos las maletas para no tener la mañana más ocupada y a dormir.