Hoy vamos más tranquilos y hemos podido levantarnos un poco más tarde: a las 9’00 h. Tenemos previsto visitar Ollantaytambo y a las 4’30 tenemos que coger el tren que nos llevará a Aguas Calientes donde dormiremos y mañana visitaremos Machu Pichu. Dejaremos el coche y las maletas en el hotel de forma que después de Machu Pichu volveremos a Ollantaytambo a dormir y recogerlo. El acceso a Machu Pichu solo se puede hacer andando por el Camino del Inca o con el tren.
La entrada a las ruinas se puede comprar combinada con el boleto turístico del Valle Sagrado. Hay distintas opciones. Compramos un boleto parcial de dos días para usarlo hoy y el día que volvamos de Machu Pichu para visitar Moray, Maras y Pisac pero como tienen que ser días consecutivos, la chica de la taquilla nos pone fecha de mañana. A mi hija pequeña (tiene 14 años) por ser estudiante le da el boleto turístico de 10 días.
Las ruinas son inmensas y se dividen en tres partes; la fortaleza (con el fantástico templo al sol), los andenes (las terrazas) y la ciudad baja con los baños y sistemas de irrigación. Hay que subir escaleras para llegar a la cima y visitas todas las construcciones superiores.
También puedes salir extramuros y escalar hasta la cima de la montaña donde hay los restos de lo que era la prisión. Este ejercicio sirve de entrenamiento para la subida que hemos reservado a Wayna Pichu. Es dura la visita pues la altura hace que te canses más de lo que ya te cansas, pero las vistas en las alturas son espectaculares. Si no tienes vértigo vale la pena sentarse con los pies colgando hacia fuera, la sensación de grandeza es impresionante.
Vale la pena fijarse en las técnicas constructivas incaicas ya que se aprecia perfectamente el sistema de construcción tan perfecto y encajado.
Después de más de 3 horas paseando por las ruinas, salimos a visitar la ciudad. Esta se estructura como en época inca, de hecho Ollantaytambo es una ciudad inca que nunca ha dejado de estar habitada desde los tiempos del imperio. Si paseáis por ella fijaros en el adoquinado y las canalizaciones que son como eran en el tiempo de los incas hace más de 600 años.
En la calle Chachqcomqjoc descubrimos unas casas donde pudimos entrar y vimos cómo vivían los vecinos y constatamos que aún vivían como en época inca. Eran casa de una sola estancia sin pavimentar con los cobayas corriendo sueltos por el suelo, donde en las paredes se podían ver hornacinas con altares conmemorativos a los antepasados muertos (había los cráneos de los familiares) y amuletos y sacrificios de animales. Buscarlo y meteros sin miedo porque es interesantísimo de ver.
Fuimos a comer al lado del mercado en una cevicheria chicharroneria llamada Los manglares de Tumbas donde comimos los mejores chicharrones que comimos en todo Perú.
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Fuimos al hotel a dejar algunas compras que habíamos hecho y dejamos el coche y las maletas que cambiamos por dos pequeñas mochilas para ir a Aguas Calientes a pasar la noche e ir a la mañana siguiente a visitar el codiciado Machu Pichu.
Para ir a Aguas Calientes compramos billete en el Inca rail. Son carísimos pues cuesta 57 USD la ida y otro tanto la vuelta. Hay que llevar la tarjeta con la que se compraron los billetes pues te las piden para dártelos en taquilla. Yo no sé si le caímos bien al chico de la taquilla pero nos dio billetes de primera clase cuando habíamos comprado turista y fuimos a cuerpo de rey. Sobre todo a la vuelta que nos dieron cena de autor con camarero privado para nosotros cuatro. Aun hoy no entendemos bien que pasó.
A las 4’36 sale el tren en dirección a Aguas Calientes. Es un tren antiguo que circula por una sola vía y en algunos tramos debemos parar porque la vía se desdobla para el cruce con el tren de bajada. Es un viaje relajante que te transporta a otra época.
El trayecto dura una hora y media y llegas a Aguas Calientes que es un enclave feo, feo donde se duerme para poder acceder con los autocares o a pie a Machu Pichu. La entrada a las ruinas se puede comprar combinada con el boleto turístico del Valle Sagrado. Hay distintas opciones. Compramos un boleto parcial de dos días para usarlo hoy y el día que volvamos de Machu Pichu para visitar Moray, Maras y Pisac pero como tienen que ser días consecutivos, la chica de la taquilla nos pone fecha de mañana. A mi hija pequeña (tiene 14 años) por ser estudiante le da el boleto turístico de 10 días.
Las ruinas son inmensas y se dividen en tres partes; la fortaleza (con el fantástico templo al sol), los andenes (las terrazas) y la ciudad baja con los baños y sistemas de irrigación. Hay que subir escaleras para llegar a la cima y visitas todas las construcciones superiores.
También puedes salir extramuros y escalar hasta la cima de la montaña donde hay los restos de lo que era la prisión. Este ejercicio sirve de entrenamiento para la subida que hemos reservado a Wayna Pichu. Es dura la visita pues la altura hace que te canses más de lo que ya te cansas, pero las vistas en las alturas son espectaculares. Si no tienes vértigo vale la pena sentarse con los pies colgando hacia fuera, la sensación de grandeza es impresionante.
Vale la pena fijarse en las técnicas constructivas incaicas ya que se aprecia perfectamente el sistema de construcción tan perfecto y encajado.
Después de más de 3 horas paseando por las ruinas, salimos a visitar la ciudad. Esta se estructura como en época inca, de hecho Ollantaytambo es una ciudad inca que nunca ha dejado de estar habitada desde los tiempos del imperio. Si paseáis por ella fijaros en el adoquinado y las canalizaciones que son como eran en el tiempo de los incas hace más de 600 años.
En la calle Chachqcomqjoc descubrimos unas casas donde pudimos entrar y vimos cómo vivían los vecinos y constatamos que aún vivían como en época inca. Eran casa de una sola estancia sin pavimentar con los cobayas corriendo sueltos por el suelo, donde en las paredes se podían ver hornacinas con altares conmemorativos a los antepasados muertos (había los cráneos de los familiares) y amuletos y sacrificios de animales. Buscarlo y meteros sin miedo porque es interesantísimo de ver.
Fuimos a comer al lado del mercado en una cevicheria chicharroneria llamada Los manglares de Tumbas donde comimos los mejores chicharrones que comimos en todo Perú.
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Fuimos al hotel a dejar algunas compras que habíamos hecho y dejamos el coche y las maletas que cambiamos por dos pequeñas mochilas para ir a Aguas Calientes a pasar la noche e ir a la mañana siguiente a visitar el codiciado Machu Pichu.
Para ir a Aguas Calientes compramos billete en el Inca rail. Son carísimos pues cuesta 57 USD la ida y otro tanto la vuelta. Hay que llevar la tarjeta con la que se compraron los billetes pues te las piden para dártelos en taquilla. Yo no sé si le caímos bien al chico de la taquilla pero nos dio billetes de primera clase cuando habíamos comprado turista y fuimos a cuerpo de rey. Sobre todo a la vuelta que nos dieron cena de autor con camarero privado para nosotros cuatro. Aun hoy no entendemos bien que pasó.
A las 4’36 sale el tren en dirección a Aguas Calientes. Es un tren antiguo que circula por una sola vía y en algunos tramos debemos parar porque la vía se desdobla para el cruce con el tren de bajada. Es un viaje relajante que te transporta a otra época.
Aprovechamos para comprar los billetes del autobús para mañana a las 6’00 h estar en las paradas y poder subir cuanto antes a Machu Pichu para ver cómo va subiendo el sol y para poder visitar la ciudadela antes de afrontar la subida a Wayna Pichu que tenemos reservada para las 11’00 h. (solo 400 personas al día están autorizada para hacer la subida)
Aguas Calientes parece una estación turística llena de restaurantes, hoteles, y casas de masajes y baños. Cenamos, mal y nos vamos a dormir para descansar para la ascensión de mañana.
Algunos gastos:
- Boletos turísticos parcial a ruinas: 24€
- comida en Los manglares de tumbas: 22€