El día que llegamos a Koyasan al ir a nuestras habitaciones en el templo de Ekoin nos ofrecieron la posibilidad de asistir a los oficios que celebraban por la mañana, nosotros les dijimos que si, o sea que a las 5:30 ya estábamos en pie para arreglarnos y preparar las bolsas ya que a las 6:00 venia un monje a buscarnos.
A las 6 en punto llamaron a nuestra puerta y un monje nos llevó junto con otros turistas a través de un montón de pasillos y pasarelas de madera ( hasta ese momento no me había dado cuenta de lo bonito que era el templo en el que estábamos) hasta una sala con muchos adornos donde estaban tres monjes, uno más mayor dirigía la ceremonia y los otros dos le seguían en los cánticos y de vez en cuando usaban instrumentos que tenían a los pies.
Como estaba amaneciendo no había mucha luz y las velas junto con la cantinela de los monjes le daban un ambiente muy especial a la escena.
Esta ceremonia duró media hora, a continuación otro monje nos guió a otras dependencias, que estaban en la parte exterior del templo donde haríamos un ritual de fuego. Básicamente era parecido al anterior pero el monje que dirigía hacia unos rezos mientras alimentaba una hoguera que tenía delante. Muy bonito también.
Acabó un poco antes de las 7 y ya nos fuimos a nuestra habitación, donde ya habían recogido los futones y servido el desayuno ( que era muy muy parecido a la cena), desayunamos lo que pudimos y como teníamos tiempo hasta las 11 que teníamos que dejar libre la habitación nos fuimos a ver el cementerio de Okuno-in, pero esta vez con más luz.
Aunque ya no tenia esa atmósfera tan especial que tenia por la noche fue un paseo muy bonito, eran casi dos kilómetros hasta el final del camino, en el que se alzaba un templo. A lo largo del camino tumbas a ambos lados hasta donde se perdía la vista rodeadas de árboles inmensos.
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Cuando acabamos del cementerio volvimos a nuestra habitación y recogimos nuestros trastos para ir a la estación de autobuses, pero de camino vimos una tienda de ropa y compramos algo que queríamos conseguir desde que llegamos a Japón, unas ropas de trabajo de monje, samue creo q se llaman. Había una tienda solo de ropa de esta y aunque no nos salio barata salimos satisfechos xq era de muy buena calidad.
De aquí si que ya emprendimos nuestro periplo de viajes y trasbordos, pero en sentido inverso, la ruta fue Koyasan-Gokurabashi-Osaka-Kyoto, y cuando bajamos del tren en Kyoto eran las tres de la tarde. Durante el viaje coincidimos con otras dos parejas de Españoles y estuvimos todo el rato de charreta comparando anécdotas y dando información de los sitios a los q ya habíamos ido y los demás no, fue un gusto poder conversar con alguien después de una semana.También en la parada en la estación de Osaka aprovechamos para reservar los trenes de Shinkansen que usaríamos al día siguiente.
Resulta que nuestro alojamiento en Kyoto estaba muy cerca de la estación de tren así que fuimos andando y en 10 min de nada estábamos en el J-Hoppers, por fuera tenia muy buena pinta. Como no podíamos entrar ya que la recepción estaba cerrada, decidimos ir a ver un par de sitios y aprovechar la tarde ya que nuestra estancia en Kyoto estaba muy apretada. Cogimos un plano que traíamos de casa y pillamos el metro, en un plis estábamos en Nijo.jo, el castillo de Kyoto, también aprovechamos para comer algo en las maquinas expendedoras de la estación. Una cosa que nos llamó la atención era la gran cantidad de turistas que había, hasta ahora no habíamos notado mucho turismo pero aquí había muchos muchos.
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Dejamos los bártulos en unas taquillas inmensas que había en la puerta y entramos, el complejo era bastante grande pero en todo momento había unos carteles que decían route y te llevaban por una visita más o menos organizada y coherente. Los jardines nos gustaron un montón y el interior del castillo tb ya que en cada habitación había un cartel que te decía para que la empleaban y en algunas había representaciones con maniquíes por lo que no era difícil dejar volar la imaginación e imaginarse al señor recibiendo a sus emisarios en la sala de audiencias, a mi me gustó mucho.*** Imagen borrada de Tinypic ***
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De Nijo-jo queríamos ir a ver el Templo dorado, preguntamos en la taquilla del castillo y nos indicaron una parada de autobús que estaba cerca. Aquí pasó algo que marcó nuestra estancia en Kyoto, como os dije estaba lleno de turistas y el autobús no era una excepción, íbamos como en una lata de sardinas pasando muchísimo calor ( cada vez que paraba en una parada o un semáforo apagaban el aire) y entre el trafico y las paradas para bajar y subir gente tardamos 50 minutos en llegar a nuestro destino. Nos quedamos súper decepcionados, ya que estábamos malacostumbrados con Tokyo donde ibas cómodamente en metro o en la Yamamote a cualquier lado en nada de tiempo. Además para rematar la ciudad de Kyoto no nos gustó mucho, nos pareció muy triste y apagada ya no solo comparada con Tokyo sino con las otra s que veríamos después ( Osaka, Okayama, Hiroshima...).*** Imagen borrada de Tinypic ***
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Después de otros interminables 40 minutos de bus llegamos al hostal y....sorpresa!!! nos estaban esperando nuestras maletas de una pieza después de su viaje desde Tokyo. La chica de recepción fue muy amable y nos explico como funcionaban los buses y metros en Kyoto, como llegar a los sitios que queríamos ver y todo lo que le preguntamos, además en sus mostradores había planos por un tubo y toda la información que quisieras, no sólo de Kyoto sino de muchos otros sitios. Hasta aquí lo bueno del Jhoppers, lo malo era que estábamos en un 5º con unas escaleras superestrechas, x lo que no pudimos subir nuestras maletas, no nos gusto nada eso, nosotros en el 5º y nuestras maletas en la planta baja, ya os podréis imaginar que era bastante incomodo, además el baño estaba en el 3º y nuestra habitación era muy muy pequeña, la verdad es que no estamos acostumbrados a ir a sitios de mucho lujo, pero la comparación del Jhoppers con nuestra acogedora habitación en Tokyo o la del templo en Koyasan....Con todo esto estábamos bastante decepcionados con Kyoto, la ciudad no nos acababa de gustar, el Jhoppers solo se salvaba por sus encargados y si teníamos que tardar casi hora y media entre visita y vista por el transporte se nos acortaba bastante las visitas que podíamos hacer en Kyoto. Así que tomamos una postura radical, como solo nos quedaban cuatro días en Japón y los queríamos aprovechar bien reducimos aun más la vista a Kyoto y nos centramos en el resto de sitios.
Nos duchamos, preparamos los futones y nos fuimos a la que seria una de las cosas que más nos gustaron de Kyoto, las calles de Pontocho y Gion. Cogimos otros bus y al cabo del rato estábamos en Gion al acecho por si veíamos alguna Geisha, por desgracia sólo vimos una y muy a lo lejos, pero disfrutamos de un magnifico ambiente, con sus callecitas estrechas e iluminadas y mucha más vida de la que habíamos visto en el resto del día en Kyoto.
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