Selva Negra y Frankfurt. 8 días. ✏️ Diarios de Viajes de Alemania

[align=justify]8 DÍAS EN LA SELVA NEGRA Y FRANKFURT 15 a 23 MAYO

Día 1.

Es domingo por la tarde, el vuelo sale desde Valencia a Frankfurt Hahn a las 17:40 con Ryanair, y la llegada es puntual, 20.10 bajando del avión. La sensación de humedad y frío se nota nada más bajar del avión, son las 8 de la tarde y es de día, nos sorprendió gratamente ver que anochece muy tarde para ser mayo, de no ser porque está prácticamente nublado durante las 24 horas, el día alarga bastante, cosa positiva pensando en hacer contra más cosas mejor durante la estancia.
El aeropuerto de Frankfurt Hahn muy pequeño, me sorprende, pensaba que era más grande. Vamos a la ventanilla de Herz, la compañía que nos alquila el coche, una vez resueltos los trámites, importante, piden para pagar tarjeta de crédito, la de débito no vale, nos disponemos a conducir aproximadamente 230 km hacia el sur en dirección Baden Baden, a las puertas, de la Selva Negra. 200 km de autovía, verde, todo verde claro, pero aproximadamente un 30 km a través de una carretera entre un bosque que desde la oscuridad de la noche se intuía maravilloso. Aprovechamos los tramos de carretera que podemos para darle a las largas del coche y ver todo lo que podamos del trayecto, impresionante… Llegamos a Baden Baden, nos sorprende la cantidad de coches de lujo y alta gama que se ven por las calles, restaurantes, tiendas, e incluso casinos, nos damos cuenta de que estamos en un pequeño Mónaco del suroeste de Alemania. Llegamos al hotel, hotel Löhr, 100 euros los 3, bastante bien, cómodo, buen desayuno, no nos podemos quejar.

Día 2.

Y ya por la mañana amanecemos en el pequeño Mónaco con ganas de dar un paseo. Nos fijamos en que es día festivo en Alemania el 16 de mayo, y que, o bien por la festividad o porque el pueblo es solitario de por sí, no vemos a mucha gente, estando por supuesto además todo cerrado por las calles. Decidimos dar una vuelta por el paseo Lichtentaler Allee, jardines al más puro estilo versallesco junto a al rio Oos, lugares preciosos donde echarse unas fotos y sentarse un rato a contemplar las preciosas casas que hay junto al paseo. Poco después nos adentramos en la zona céntrica de Baden Baden, donde se observa el nivel de vida que hay en esa localidad, restaurantes, tiendas de ropa cara, cochazos de todo tipo etc. Nos adentramos en busca de una oficina de turismo que nos cuesta mucho encontrar, y que, además se encuentra cerrada en lunes. Así que optamos por adentrarnos en la Selva Negra por fin, cogemos el coche y nos vamos en dirección a Mummelsee en busca del lago y de esas maravillosas vistas. Se encuentra a unos 20 km de Baden Baden. De camino paramos en un pequeño pueblo llamado Geroldsau, en el que observamos en un cristal de un comercio un mapa de la zona, encontramos en él unos senderos bien marcados para dar un paseo, y siguiendo las indicaciones nos adentramos en el bosque, un lugar maravilloso, donde hay terneros pastando y caballos galopando en los pastos. Caminamos alrededor de media hora y después decidimos volver ya que empieza a llover y estamos adentrados en el bosque. A la llegada a la civilización observamos justo donde habíamos aparcado el coche un restaurante que tiene buena pinta. Nos sentamos a comer y la verdad es que salimos muy contentos, un caldito y unos trozos de carne con ensalada, precio bien y calidad buena, Gasthaus Auerhahn se llama el sitio. Continuamos la carretera y subimos el puerto de montaña en el que hay varios apeaderos para echarse unas fotos y contemplar las vistas pero claro, esto es Alemania y qué casualidad que está lloviendo, pero además empiezo a comprender el por qué del nombre de Selva Negra al lugar, la niebla se apodera totalmente de la zona, impidiendo ver a más allá de 20 metros, e incluso copos de nieve llegan a caer además de una potente lluvia, la carretera está mojada y vamos bajando un puerto, no se puede correr demasiado pero extremo la prudencia, vamos en un coche de alquiler y un accidente puede resultar carísimo. Llegamos a Mummelsee y la niebla junto a los pequeños copos de nieve que caen nos impiden ver nada, ni si quiera parar, por lo que vista el agua que cae sin cesar, optamos por seguir la ruta y buscar alojamiento por que tiene pinta de que el día seguirá igual. La ruta sigue hasta Kniebis un pequeño pueblo de estos donde no se ve un alma por la calle, con 4-5 lugares para dormir, algunos pone “Pension” otros pone “Zimmer”. Optamos por preguntar en uno que pone Pension, la habitación sin demasiados lujos nos convence, lo lleva un matrimonio muy simpático, nos cobra 90 euros por una habitación para 4. Durante la tarde optamos por dar un paseo a pie y adentrarse en el bosque, realmente es magnífico pasear por esas zonas, un verdadero lujo. También nos vamos a una oficina de turismo que hay a unos 2 km del pueblo, en plena carretera junto a una especie de teleférico para esquiadores, allí nos dan toda la información que necesitamos para moverse por la zona y visitara pueblos y lugares durante esta semana. Volvemos al hotel, cena, ducha y a dormir que el día de mañana seguro que es largo.

Día 3.

Nos levantamos, ducha, desayuno rico y nos montamos en el coche, tenemos decidido ir a la ciudad de Freudenstat ya que la chica que nos atendió en la oficina de turismo nos dio algunas indicaciones de qué visitar en esa ciudad. Vamos en carretera, siempre mirando asombrados a ambos lados de la carretera los paisajes, el camino es corto, apenas 10 km pero plagado de verde. Ya en la ciudad hay que seguir las indicaciones para llegar a la Marktplatz, la zona céntrica de la ciudad, está rodeada de casas bonitas de principios de siglo pasado, está el ayuntamiento, bastantes tiendas, una fuente, una zona por la que dar un pequeño paseo. Y en la misma plaza, una oficina de turismo, importante por estos lugares, allí nos indican con planos de la ciudad qué pequeños detalles observar, donde poder comprar y donde poder comer un trozo de la deliciosa tarta Black Forest o Schwarzwald que llaman ellos. Nos indica también la amable señorita de la oficina qué pueblos podemos visitar durante el día, y a ello que vamos, nos montamos en el coche y vamos en dirección a Alpirsbach hacia el sur. Bonito pueblo en el que visitamos una pequeña plaza donde hay una abadía y una fábrica donde los monjes hacían cerveza ya hace 900 años. Nos da por husmear por el pueblo y seguimos la calle de la abadía hacia las montañas, y unos 3 km después vemos que se acaba el camino y que hay un improvisado parking, un cartel, y varias sendas por las que hacer un corto rato de senderismo, ideal, ya que es lo que estamos buscando. Nos adentramos en el bosque y damos un paseo agradable, echamos unas fotos y nos volvemos que hay muchas cosas que ver. Seguimos hacia el sur, el siguiente pueblo es Schiltach, simplemente maravilloso, un pueblo con casa de entramado de madera, algunas centenarias, una plaza del mercado y un museo de la madera y oficios preciosos. En la plaza del mercado había un restaurante y una cafetería, así que buscamos alguno más en dirección a donde tenemos aparcado el coche y no vemos ninguno, así que preguntamos a un chico que pasa por la calle, nos comenta que un buen lugar para comer es el pueblo de al lado, Wolfach, otro pueblo precioso. Pasamos por la calle principal que estaba engalanada con banderas al haber sido festivo unos días antes en el país y entramos a preguntar en una oficina de turismo que hay en esa misma calle, el señor nos informa de senderismo y demás actividades a realizar por la zona, y de paso cogemos información varia, además en español. Finalmente comemos en una cafetería que había frente a nosotros, una buena ensalada nos saca del apuro, comemos además el trozo de tarta, que no falte.
Decidimos coger el coche y viajar hasta el monte Kandel, el cual el plano marca con 1241 metros, ya que el día en el que estamos es soleado, no hace frío y no hay niebla. Kandell, muy cercano al pueblo de St Peter, en el que la subida de 11 km por el puerto de montaña es simplemente espectacular, hay apeaderos casi en cada curva para parar y echarse unas fotos, adentrarse entre los árboles, o simplemente respirar. Si la subida es espectacular, la cima es todavía mejor, desde arriba se puede ver decenas y decenas de km de bosque, de pueblos, de verde, simplemente espectacular, y espectacular es ver como los parapentistas aprovechan para echarse desde arriba y volar como los pájaros.
Se hacen las 6 de la tarde y decidimos buscar un pueblo donde alojarnos, decidimos que sea Triberg, ya que es un pueblo en el que al día siguiente podemos realizar alguna visita. El desplazamiento por carreteras de montaña es largo, lento e incluso pesado, llegamos pasadas las 7 de la tarde. Con el GPS del coche no es difícil encontrar lugares donde alojarse, o simplemente caminando van saliendo los hoteles, pensiones, zimmers etc. Encontramos un hotel llamado Hotel-Central en el que nos atiende una chica bastante arisca, pero que poco a poco va cogiendo mejor humor conforme le decimos que nos queremos alojar finalmente en él. No quedan habitaciones triples, pero nos acopla a los tres en dos habitaciones dobles y nos hace algo de rebaja que se agradece, al final unos 120 euros. La habitación que me toca amplia, un balconazo, limpia y la cama enorme. Nos bajamos a cenar al restaurante de en frente, se llama Tresor, nos tratan bien y nos dan de comer bueno y barato.

Día 4.

Nos levantamos en Triberg, desayuno rico y nos echamos a la calle, día soleado, en la acera de enfrente a unos 100 mts hacia arriba hay varias tiendas de relojes de cuco artesanos, en especial una que tiene en lo alto de la fachada un reloj de cuco gigantesco en movimiento y que a cada hora empiezan sus personajes a moverse emitiendo una musiquita graciosa. Dentro de la tienda hay cientos de relojes de cuco a la venta de varios tamaños, algunos verdaderamente impresionantes y a precios escandalosos, además de souvenirs varios. En la misma calle hacia arriba nos damos de frente con la entrada principal de las Wasserfalls, las cascadas de Triberg. Un lugar maravilloso que merece la pena visitar y echarse unas fotos, puedes comprar en la entrada por 1 euro un paquete de cacahuetes para poder dar de comer a las ardillas que se acercan sin miedo a pedirlas. La entrada es gratuita si en el alojamiento que estás pides un bono para entrar al parque. Varias actividades de la Selva Negra son gratuitas si pides el bono de entrada en la recepción de allí donde estés hospedado. Al rato decidimos ir al pueblo de Gütenbach, donde un amable empleado de una oficina de turismo nos dijo que allí hay buenas rutas para practicar senderismo. En la salida del pueblo por la zona sur, a mano izquierda hay un giro de una calle que parece sin salida, donde hay un cartel bastante escondido que marca las rutas de senderismo de prácticamente toda la comarca. En él descubrimos que desde ese mismo punto la ruta de senderismo tiene una distancia de 16 km, quizá demasiado, así que decidimos buscar en coche el punto intermedio de la ruta, donde además marca un parking y un lugar para comer y esa es quizá la mejor decisión que hemos tomado desde que estamos en la Selva Negra. Seguimos la carretera de Gütenbach hacia el sur y nos marcamos el gps en dirección a Wildgutach donde se coge la carretera K5731, a partir de ahí quizá las mejores imágenes que tenemos de la Selva Negra, una carretera muy estrecha, en la que sólo pasa un coche, en un valle, acompañando a un río, árboles enormes, verde de varios colores, un trayecto de unos kms inolvidable, lo mejor hasta el momento. Llegamos finalmente al punto donde marca el mapa de senderismo, ahí hay un restaurante a mano izquierda donde nos dan de comer maravillosamente. Está lleno de gente, de moteros concretamente, los moteros son los camioneros en España, allá donde veas moteros para, será bueno bonito y barato. El lugar se llama Hexenloch, y justo detrás del restaurante empieza una de los senderos que nos animamos a recorrer, aproximadamente una hora de caminata haciéndonos fotos maravillosas en ese marco incomparable.
Acabado el senderismo decidimos conducir hacia el sur buscando un pueblo donde nos den alojamiento, probamos en Feldberg ya que sabemos que hay un teleférico que queremos visitar. Pronto nos damos cuenta de que es un lugar pijo y caro, las pistas de esquí, sin nieve, están casi metidas dentro el pueblo y los precios de los hoteles y pensiones son como si aun estuviera la nieve en sus laderas, así que decidimos movernos a un pueblo que se llama Titisee donde hay un lago precioso y al fondo se ven las montañas aun con la poca nieve que queda, preguntamos por alojamiento en las afueras y finalmente nos quedamos en una pensión un pelín chapucera de una pedanía cercana, 87 euros una habitación para 4, es lo más barato que podíamos encontrar por la zona contando que queremos llegar pronto al hotel para ver el fútbol, hoy es la final de la Europa League. Nos cuentan que en la pensión no podemos ver el partido ya que lo echan por un canal de pago alemán, así que optamos por adentrarnos en la pedanía por si en algún bar echan el partido. Alemania no es España donde hay un bar en cada esquina, aquí hay poquísimos por la zona rural. Al final vemos uno con una pantalla grande, preguntamos al dueño si lo va a poner y si nos da de cenar, y allí nos quedamos. El bar está lleno de borrachines, pero a nosotros no nos importa, de hecho son muy amables con nosotros. En Alemania se pasan la prohibición de fumar en los locales por el arco del triunfo, y años después, me voy a la cama oliendo a tabaco.

Día 5.

Nos levantamos en la pensión chapucera y desayunamos como campeones, el desayuno en Alemania es muy variado. Día frío y lluvioso, tenemos pensado ir hasta Feldberg para subir al teleférico, pero el mal tiempo nos hace cambiar de opinión y finalmente nos acercamos a Titisee ya que está sólo a unos kilómetros. Vamos al lago, allí vemos que está todo preparado para el turisteo, un lago bonito, un marco incomparable eso sí, pero se ve a la legua que es un saca cuartos, tiendas a derecha e izquierda con souvenirs, restaurantes, tiendas de ropa, parkings habilitados con ticket, barquitas para dar una vuelta, barco que te da un tour por el lago, vamos un negocio. De hecho al llegar vemos un grupo de jubilados bajando de autobuses, poco después al marcharnos oímos que son españoles, ejemplo total de que es un lugar de turisteo. Pero bueno, el lugar es bonito para echarse unas fotos y ver un paisaje precioso, pero sólo estamos un ratito ya que hace un frio que pela.
Cogemos el coche y decidimos ir a Friburgo, pasando previamente por un valle que tenemos marcado en una guía de la Selva Negra, el valle está justo cuando empieza el pueblo de Kirchzarte, desde la carretera que pasa junto al pueblo se ve un valle precioso, montañas, casitas árboles, un lugar de postal, maravilloso. Seguimos la carretera que bordea el pueblo, la L126 y empezamos a subir un puerto de montaña, otro más, a mí que conduzco cada día está pareciendo maravilloso. Casi en la cima llegamos a Steinwasen Park, un parque de atracciones para pasar allí una mañana, con tirolinas, un teleférico para subir a la cima de la montaña, puentes elevados, toboganes etc etc, algo más bien encarado a niños, pero que descartamos enseguida por que hace un día horrible. Uno de los camareros del bar de la entrada nos comenta que siguiendo la carretera más adelante sí que está el verdadero teleférico que cruza las montañas, pero queda descartado también por el día que hace. Pensamos que la mejor opción es ir a la ciudad, Friburgo, y allá que vamos y la idea es la mejor del día. Friburgo es una ciudad preciosa, sobre todo el centro. Hay dificultad para aparcar, la zona de ticket de pago es carísima, pero los parkings públicos no lo son tanto y hay decenas en la ciudad, optamos por aparcar en uno pegado al centro histórico y no erramos, en 1 minutos estábamos a pie en el centro. Nos adentramos por las calles adoquinadas, llenas de negocios, hay una torre con un reloj y dos arcos que preside la entrada a la zona centro, otro en el sentido opuesto, hay callejones estrechos engalanados con flores y plantas, las casitas todas bonitas, las fachadas de los negocios, tiendas y bares son preciosos. Comemos en un bar próximo a un McDonalds llamado Shlappen, cervecería con ambiente rock, posters viejunos en la pared y suelo y mobiliario de madera antigua, y además la comida perfecta y barata, para lo que es Alemania, pa qué pedir más. Salimos encantados del lugar y decidimos ir hacia el aparcamiento, por la calle nos sorprenden varias confiterías y pastelerías, en estas zonas de Alemania las tartas y los chocolates están a la orden del día, pero hemos comido tan bien que decidimos pasar de largo para no abusar. Calculamos por la mañana la distancia que hay desde la zona sur que queríamos acabar visitando hasta Frankfurt que es el destino que tenemos que acabar tomando al día siguiente y vemos que la distancia es demasiado para tomarla el mismo día, 420 km, así que decidimos viajar por la tarde hasta Baden Baden y acabar de visitar la ciudad, las termas romanas y adentrarnos con más calma en la ciudad. Recorremos el lado oeste de la Selva Negra por la carretera A5 hasta Baden Baden, una carretera con mucho tráfico de camiones y bastante peligro porque a menudo hay retenciones por las zonas de descanso estrechas y cortas de camiones que hay en el lado derecho de la carretera que producen retenciones por la entrada de estos en la vía de servicio, pero bueno, llegamos sin demasiados apuros. La ciudad de Baden Baden nos sorprende con sol y buena temperatura, reservamos previamente en Friburgo con Booking habitación en el mismo hotel que estuvimos en primer día, el hotel Löhr, pero esta vez encontramos una oferta de un apartamento deluxe que tienen en otro edificio, así que no lo dudamos, nos metemos en un apartamento dúplex con todas las comodidades por un 130 euros. Salimos a callejear por la zona centro, vemos callejuelas bonitas, con encanto, caminamos por paseos maravillosos, tomamos una tarta en una confitería cercana al hotel y cenamos en uno de los restaurantes del centro, quizá picamos de no querer rebuscar demasiado y acabamos pagando precio excesivo por algo que en realidad no lo hubiera costado tanto, pagamos 9,50 solamente por dos botellas de agua, la comida buena, pero nos la clavaron. Volvemos al hotel y disfrutamos de la bañera y la calefacción.

Día 6.

Nos levantamos en Baden Baden con un sol radiante, y después de desayunar decidimos ir a las termas romanas de Caracalla, un Spa que hay en la ciudad. Preguntamos al recepcionista del hotel y comenta que el precio es 17 euros por persona, por dos horas, pero que yendo de parte del hotel con unos bonos que nos prepara podemos disfrutar de una tercera hora gratuita. Nos damos un paseo hasta el Spa ya que está cerca, allí la recepcionista nos indica que hay que llevar toalla, si no la llevas has de dejar 10 euros de depósito y luego te devuelven 4, cobrándote 6 euros en total por toalla, yo me llevé una de casa y el bañador, no hace falta ni gorro ni chanclas, aunque si las llevas mejor por la higiene. Al Spa vamos por la mañana, a las 10:30, por lo que hay menos gente, pero nos fijamos y la media de edad es de 65 años para arriba, pero bueno, nosotros a lo nuestro. El Spa no es nada fuera de lo normal, aunque el secreto está en la parte que hay al exterior, donde aunque hace sol, hace frio para estar al exterior en bañador, pero dentro del agua es una delicia mientras los chorros te dan un masaje en los lumbares, debe de ser una experiencia increíble el día que nieve o llueva.
Salimos a las 2 horas ya cansados de tanta agua y con mucha hambre, decidimos ir a comer donde nos había recomendado el recepcionista del hotel, restaurante Hamilton, un lugar con una terraza maravillosa y una comida excelente, salimos contentos del lugar. Para el postre, decidimos ir a una confitería donde te sirven unas tartaletas magníficas y te las comes en una terraza la mar de bien, y no es para nada caro, así que nos vamos para allá, el lugar se llama Confitería Yummi Café Koenig, delicioso.
Después de comer nos marchamos a Frankfurt ya que hay unos cuantos km.

FRANKFURT.

Por motivos laborales, ya que este viaje era mitad ocio mitad trabajo no he podido disfrutar de Frankfurt todo lo que hubiera querido, pero trataré de hacer un resumen de lo que pude experimentar en la ciudad.
Nos alojamos en el Hotel Skyline, pegado al Skyline Plaza, un centro comercial, un hotel muy cómodo y bien de precio con un buen desayuno, muy cerca de un barrio muy burgués en un sentido y en el sentido opuesto por un barrio muy pobre y bastante conflictivo cerca de la estación de ferrocarril, conocido como Red Street o Barrio Rojo.
Para ir andando hacia el centro de la ciudad o la calle KaiserStrasse que es donde hay una gran variedad de restaurantes y sitios diferentes para comer hay que pasar por este barrio, e incluso en esta misma calle puedes encontrar todo tipo de gente variopinta, desde borrachos a yonkis etc. No me gustó nada esta zona, nada.
La zona centro se basa en donde está ubicada la catedral, es por fuera muy bonita, como todas las del centro de Europa, diferentes a las nuestras, por dentro no me sorprendió, nada especial, además no soy yo muy de iglesias, visita rápida y fuera. Cerca de la catedral pasa el rio Rin, en el que hay un puente metálico que cruza la ciudad de lado a lado, en él hay atados cientos de candados con iniciales de personas, al más puro estilo del puente de las Artes de París.
Nos damos un paseo hacia el interior de la ciudad, la zona un poco más nueva, allí llegamos a un centro comercial llamado Zeil, en una calle peatonal muy ancha, donde están las mejores tiendas, un lugar para ir de comprar y husmear un poco. Siguiendo esa misma calle llegamos a la antigua estación reconvertida ahora en un bar muy chic, Hauptwache, donde hay una plaza grande y por lo visto cada fin de semana hay stands y paradas dedicadas a la gastronomía de otras culturas, ese día tocaba italiano, todo lleno de pizzas, productos italianos y por supuesto mucha cerveza y otras cosas más, comemos allí muy ricamente y barato. Nos dirigimos después de comer hacia el oeste, en dirección al edificio de la ópera, un edificio antiguo, precioso, con un restaurante en uno de los balcones. De camino allí cruzamos la verdadera milla de oro de la ciudad, las tiendas caras, los Ferrari, todo se ubica en esa zona. Tomamos una tartaleta en una confitería de la zona, cara, pero sienta fabulosamente, en una terracita al solecito alemán.
Otro lugar reseñable para conocer si quieres tomar algo o ir de fiesta es el barrio al sur del rio Rin, Sachsenhausen, un barrio lleno de baretos preparados para la borrachera, bebida barata, música estridente. A las 6 de la tarde estaba repleto de despedidas de soltero. La zona del botellón en Frankfurt. A nosotros como que esa edad ya se nos ha pasado y decidimos marcharnos a otro lado.
Tenemos una amiga en Frankfurt que se ofrece para llevarnos a un pueblo típico alemán, cercano a Frankfurt, a unos 50 km, se llama Rüdesheim, es un pueblo turístico, vamos un sábado a medio día y el pueblo está lleno de turistas, sobre todo alemanes, callejuelas estrechas, casitas típicas del lugar, muchos sitios para comer etc, y todo junto al Rin. Esa zona de Alemania es muy vinícola, está llena de viñedos, aquello está totalmente rodeado de viñas. Incluso hay un teleférico para sobrevolar la zona vinícola. La verdad es que aquél es un pueblecito que se puede visitar, me llama bastante la atención. Pasar la mañana, comer allí etc no está de más.
Nos levantamos, desayuno rico, como siempre y nos preparamos la maleta, a las 14:50 de ese día, lunes, sale nuestro vuelo a casa. El recepcionista del hotel nos indica en un mapa de la ciudad donde se ubica la parada de Bus que nos lleva al aeropuerto de Hahn, que está a 140 km de la ciudad. La parada está cercana a la estación de tren principal de la ciudad Hauptbahnhof, importante, que nadie espera una parada debidamente señalizada, con un autobús especial, no, nada de nada, la parada es la de un autobús de línea regular, con un panel con una H, la parada está en la zona izquierda de la estación, mirándola de frente, y bastante hacia detrás, justo pegada a la puerta principal de un edificio que es un parking público que llama bastante la atención. Nos acercamos, por fin, después de dar mil vueltas y preguntar mil veces y nuestra sorpresa es que el lunes hay un autobús a las 7,30 otro a las 10:30 y otro a las 13:00, miramos nuestro reloj y son las 11:00, por lo que el próximo bus es a las 13:00 contando que cuesta llegar casi dos horas, perdemos el avión. Nos ponemos a pensar, qué podemos hacer, preguntamos a un taxista, nos pide 180 euros para ir al aeropuerto. Optamos por entrar a la estación de tren y preguntar, no hay cercanías, no hay tren, no hay nada más, increíble. Optamos por un coche de alquiler. Nos atiende en Europcar un español afincado en Alemania 35 años, nos ofrece un coche por 107 euros. Aceptamos, y pagamos la novatada, 107 euros por desplazarse al aeropuerto. 140 km después estamos en el aeropuerto, dejamos el coche en el lugar establecido y montamos en el avión, poco después en casa. A los pocos días nos llega una carta de Europcar con una factura de 140 euros, nos habíamos pasado en 40 km el límite de kilometraje diario permitido para el alquiler. Nos sube la factura 33 euros más en total. Lo dicho, pagada la novatada, hay que fijarse más. Pese al mal final, la experiencia de viajar a Frankfurt y a la Selva Negra ha sido positivísima. Te la recomiendo.

Si necesitas algún detalle más, no dudes en preguntar. Leghato@hotmail.com

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