Último día ya de esta escapada riojana. La idea era ver Nájera, para posteriormente rematar la Rioja Alta con la visita a Haro y parar luego en Frías de vuelta a casa (íbamos a dejar Oña para el final, pero preferimos ir de menos a más, creo que acertamos) Además de vuelta por el Alto del Torno (tenía ganas de ver el Alto Asón, aunque fuera desde el coche) paramos en Lanestosa a tomar algo y descansar, y descubrimos un pueblo verdaderamente precioso.
TOTAL: 413 kms.
Nos levantamos con calma y nos decidimos a ver de una vez el centro de Nájera y sus interiores, ya que la noche anterior habíamos dado un paseo por las calles de la parte histórica, desde donde hace siglos se gobernó el Reino de Nájera.
La ciudad riojana de Nájera se asienta sobre un lugar ocupado desde tiempos prerromanos. Esta población fue denominada Naxara -"entre rocas"- por los árabes. Sin embargo, existen disparidad de criterios a la hora de hablar de una Nájera musulmana. Algunos autores afirman que fue tomada por los árabes y posteriormente conquistada por Ordoño II de León, con la colaboración del rey de Pamplona, Sancho Garcés I. De este modo, a partir del año 923, sus sucesores serían llamados reyes de Nájera y Pamplona. Para otros, sin embargo, Nájera nunca fue conquistada por los musulmanes, permaneciendo como capital de su popio condado y más tarde del reino de Cantabria.
Sea como fuere -aunque la primera idea parece más plausible- la pobalción vive en el siglo XI su época de mayor esplendor, de la mano de Sancho III el Mayor, quien la hace capital de un extenso territorio entre Zamora y Barcelona. Con este monarca, la villa de Nájera obtiene un fuero y permiso para acuñar moneda.
A la muerte y tras el reparto de su herencia, corresponde la ciudad y su dominio a García Sánchez III, apodado "el de Nájera", que estará al frente de la ciudad entre 1035 y 1054, en que es muerto en la batalla de Atapuerca. Con este monarca Nájera ve cómo crece la población, beneficiada por la pacificación del territorio y su enclave privilegiado en el Camino de Santiago. También manda edificar una espléndida iglesia románica y un albergue de peregrinos, además de crear la Orden Militar de los Caballeros de la Terraza o de la Jarra, primera que se fundó en España. Y especialmente a él se le debe la erección de una de sus joyas, el monasterio de Santa María la Real y el primitivo monasterio de San Millán de Yuso.
Con la muerte de su sucesor, Sancho Garcés IV el Noble o el de Peñalen, último de los reyes de Nájera-Pamplona, la ciudad inicia su declive, pues sus dominios son divididos entre sus numerosos herederos.
Sin embargo, aunque decaída, la población aun vivirá importantes acontecimientos durante los años siguientes. Así, en 1138 se celebran allí Cortes, residiendo Alfonso VII. Este monarca entregará el Nájera y su reino a su hijo Sancho III.
También en Nájera nacerá Alfonso VIII, hijo de Sancho III y de Blanca de Navarra, monarca que nuevamente celebrará Cortes en la localidad.
En Nájera será proclamado rey de Castilla Fernando III, paso previo a su coronación en Valladolid. Y en Nájera tendrán lugar cruentos combates durante la guerra civil que enfrentó a Pedro I y a Enrique de Trastámara.
Durante el reinado de los Reyes Católicos la ciudad pasa a ser propiedad de un noble, Pedro Manrique, titulado conde de Nájera. El descontento de la población con esta situación hará que se produzca un levantamiento durante las Comunidades. Sin embargo, las tropas del monarca Carlos I, dirigidas por Iñigo de Recalde, más tarde conocido como San Ignacio de Loyola, aplastan la rebelión y arrasan la ciudad, logrando un botín de 70.000 ducados.
Carlos I estuvo en Nájera en tres ocasiones, y hasta ella arribó Felipe II, de paso cuando se dirigía a las Cortes de Tarazona..
Ocupada por las tropas de Napoleón durante la Guerra de Independencia, sus tesoros artísticos fueron objetos de expolio, así como confiscados los bienes de la población. (Artehistoria)
Bajamos al coche a guardar las maletas y nos fuimos de frente hacia el centro histórico de Nájera. De camino pasamos por el Monasterio de Santa Elena, del siglo XVI, pero que se situa en la parte moderna de la ciudad, del otro lado del Río
Y rapidamente llegamos al puente que cruza este río, que baja desde la zona de San Millán de la Cogolla, La Rioja son siete valles perpendiculares al Ebro, y en este viaje exploramos dos, el del Oja y este del Najerilla.
La Calle Mayor es la principal de la localidad. Nos vamos por aquí hasta la Oficina de Turismo. Allí nos dan un plano e indicaciones de que ver, principalmente el Monasterio de Santa María la Real, la principal atracción najerense.
Vamos hacia allí, pero de camino pasamos por la Iglesia de la Santa Cruz, una iglesia renacentista del siglo XVI de grandes dimensiones.
Nos llama la atención una tienda de antigüedades y recuerdos, que luce orgullosa elementos representativos del Reino de Nájera, como su bandera.
Y llegamos a la joya de Nájera, el Monasterio de Santa María la Real, mandado construir por García Sánchez III (García el de Nájera) a mediados del siglo XI. Desde aquí se gobernó el Reino de Navarra y es panteón de varios monarcas navarros, además de tener uno de los claustros más bonitos de la región.
Al sacar las entradas la chica de la taquilla me comenta la posibilidad de bajar una audioguía en el móvil. Es la app izi.Travel y la audioguía es muy interesante, con explicaciones breves y muy correctas. Si vas a ir mejor llevarla de casa descargada (os podéis descargar desde ella la audioguía del monasterio sin ninguna dificultad) para ahorrar tiempo una vez allí.
Entramos al recinto por la puerta de la Escalera Real, es gótica y está coronada por el escudo de Carlos I.
Esta nos da acceso al espectacular Claustro de los Caballeros, a caballo entre el gótico y el Renacimiento, al estar construido a principios del siglo XVI. Me encantó, fue para mí la mejor visita del viaje. Es sencillo, pero tiene muchísimo encanto.
Como en todos los claustros tiene en el centro agua (un pozo en este caso) y cuatro calles que representan los cuatro ríos del Edén; aunque este tiene también palmeras, para acercarnos a ese paraíso.
Recibe además el nombre por estar aquí enterrados numerosos nobles, en espectaculares tumbas. Destaca entre ellas la de Diego López de Haro, Señor de Vizcaya en el siglo XIII (la primera foto); así como la Capilla de la Vera Cruz (segunda foto) que acoge varias tumbas, entre ellas la de Doña Mencía y Garcilaso de la Vega.
La trabajada puerta plateresca une la iglesia con el claustro.
La iglesia, como casi todas las de la zona, es la típica gótica con altos techos y arcos apuntados.
El retablo barroco, y el coro gótico destacan en el interior.
Nos impresionó también una tumba en el Panteón de los Infantes, con la espectacular tumba de Doña Blanca.
Pero sin duda lo más destacado está a los pies de la misma, el Panteón de los Reyes, que acoge las tumbas de dos dinastías de reyes de Nájera-Pamplona, los Jimena y los Abarca.
Además, por aquí se entra a la Santa Cueva, que es natural bajo la colina que cierra Nájera. Según la tradición, en 1044 el rey don García estaba cazando cuando se encontró aquí con esta imagen de la Virgen María. Al poco conquistó Calahorra a los árabes, por lo que construyó este monasterio como agradecimiento a la Virgen.
Y aquí acabamos nuestra visita a este monasterio, que nos encantó, es una visita imprescindible en La Rioja. Aunque lo vimos por fuera después de salir, las dimensiones son colosales
Información práctica
Acceso: En el centro histórico de Nájera
Horario: M-S 10-13 16-17.30 (hasta las 19 en verano); D 10-12.30 16-17.30 (hasta las 18 en verano)
Precio: 4€ (2 niños)
Web: www.santamarialareal.net/
Vamos tirando hacia la segunda visita recomendada por la chica de turismo, el Alcázar. De camino pasamos por el Museo de Nájera, al que no entramos.
Empezamos a subir hacia el Alcázar, una fortificación musulmana del siglo IX que está en ruinas.
Vamos dejando detrás de nosotros el pueblo, pero la verdad que el calor aprieta.
Y por fin llegamos a la parte alta, la verdad es que este sitio tampoco me dice mucho; se ve como la Iglesia de Santa María la Real está pegada a la montaña, y que por ahí está la Santa Cueva.
Bajamos del Alcázar y nos fuimos dando un tranquilo paseo en dirección al coche pasando por varias calles del casco histórico que no vimos de la que subíamos.
Y así, al tercer día en Nájera, descubrimos este bonito pueblo.
CONCLUSIONES DE NÁJERA: Es un pueblo con el centro histórico demasiado reconstruido, tiene edificios bonitos pero separados unos de otros. De todas formas, solo por el Monasterio de Santa María la Real y el increíble Claustro de los Caballeros merece la visita.
Con 3 horas basta para visitar este enclave del Camino de Santiago, que considero que es parada obligatoria en cualquier viaje a La Rioja.
Tomamos rumbo a Haro, la capital del vino, la capital del Rioja. Nuestra segunda capital del día.
La fecha tradicional de la fundación de la villa de Haro, se sitúa hacia el siglo X. En 1017, Haro fue donada por Alfonso VI de Castilla a Diego López, Señor de Vizcaya, por su ayuda prestada en las luchas contra el rey aragonés. Y desde este momento, el apelativo de Haro se une al de Señores de Vizcaya hasta que en 1288 lo pierden tras el enfrentamiento entre Sancho IV de Castilla y Lope de Haro, que tuvo como consecuencia la muerte de este último y la conquista de la villa por el rey, donde convocó Corte, conocida como de "Haro" en el lugar de Villabona.
Durante la Edad Media, Haro creció absorbiendo la población de villas cercanas como Tondón y Bilibio. En 1187, Alfonso VIII de Castilla la dio fuero, confirmado por Alfonso X el Sabio (1254), que contenía el régimen político, administrativo, penal y económico que dominó la villa. En la Baja Edad Media (1358) se celebró en Haro una junta con objeto de reglamentar una hermandad de distintas poblaciones con el fin de defenderse de los desmanes que se originaron durante este tiempo.
En los siglos XIV y XV, la villa pasó a poder de los Trastamara y posteriormente a Navarra, hasta que en 1430, Juan II de Castilla la donó a Don Pedro Fernández de Velasco, con el título de Conde de Haro, por la ayuda recibida en su lucha contra Juan II de Aragón. En 1627 se estableció la imprenta en Haro, siendo la primera obra editada, siendo su impresor Juan de Mongastón en 1631.
A lo largo del siglo XIX Haro se ve envuelto en los acontecimientos de la época, fortificándose durante la guerra de la Independencia y, posteriormente, con motivo de la guerra de Sucesión de 1834. A finales de este siglo Haro despunta económicamente gracias a sus numerosas industrias, algunas de nueva creación. Los franceses empezaron a invertir fuertemente en el vino de La Rioja en esta época, estableciendo las principales bodegas aquí, en Haro.
Por todo ello, y a iniciativa del Marqués de Francos, la Reina Regente María Cristina, por Real Decreto de 1891, le concede el título de Ciudad. Consecuencia de esta prosperidad: en 1841 se inaugura el Teatro Bretón de los Herreros; en 1886 la Plaza de Toros, por los diestros Lagartijo y Frascuelo; en 1877 se aprueba el proyecto de alumbrado público por electricidad, que se inaugura en Fiestas de Ntra. Sra. De La Vega, 1890; en 1892 comenzó a funcionar la sucursal del Banco de España y ese mismo año, a iniciativa del Ministro de Fomento, Linares Rivas, se creó la Estación Enológica. (haro.org)
La entrada en Haro mete miedo, es más ciudad y se pasa por un barrio que tiene bastante mala pinta, pero bueno, al llegar al centro se acaba la mala impresión. Encontramos sitio gratuito (el centro es zona azul) justo detrás de la Iglesia de Santo Tomás, en Nájera cogimos un folleto de Haro, así que no nos hacía falta ir por la Oficina de Turismo.
Así as cosas, esta iglesia, gótica tardía, construída entre los siglos XVI y XVII fue lo primero que vimos de la capital del vino.
La portada está decorada con muchísimo gusto, nos gustó mucho. Adjunto también los horarios, nosotros la pillamos cerrada, pero el interior promete por las fotos que vimos.
Esta plaza, la de la Iglesia, es muy bonita, acogiendo el Palacio de los Condes de Haro, que desgraciadamente tenía un camión de Mahou delante, y a la vuelta no me acordé de hacer otra foto, ya lo siento.
La iglesia está en una esquina del centro histórico, y bajamos por la Calle Santo Tomás hacia las plazas más céntricas. Es una calle muy bonita, la verdad.
La Plaza de la Paz es la principal de Haro, acogiendo numerosos monumentos. Al final de Santo Tomás se encuentra el Palacio de Bendaña.
También el Ayuntamiento, que ocupa un bonito edificio del siglo XVIII, y varios edificios antiguos que nos llamaron la atención.
Dejamos esta céntrica plaza para seguir pateando Haro, nuestra siguiente parada es el Palacio de la Plaza de la Cruz, un impresionante caserón barroco del siglo XVIII.
Pasamos por el Antiguo Banco de España, construido a finales del siglo XIX. Haro fue una de las 7 ciudades no capitales de provincia que tuvieron sucursal de esta institución, y todo gracias a los pingües beneficios de la producción de vino.
Nos enfrentamos al sol para llegar hasta la Basílica de Nuestra Señora de la Vega, construida en el siglo X, aunque actualmente solo vemos la reconstrucción barroca del siglo XVII. Para llegar a ella debemos caminar por un ancho paseo sin muchas sombras, complicado para el verano.
La iglesia en sí es bastante amplia, pero estaba cerrada. Una pena.
Una vez llegados aquí damos la vuelta y nos vamos de frente a la Plaza de la Paz (vinimos dando un rodeo tranquilamente), el sol empieza a picar y nos va entrando el hambre. Pasamos por el Palacio de las Bezarras, del siglo XVIII.
En un mural enorme de una pared nos recuerdan que estamos en la capital del vino, de una forma bastante original y divertida.
Y tras tomar un aperitivo en una terraza, enfilamos hacia el coche subiendo la Calle Santo Tomás, una forma perfecta de despedirnos de Haro y de La Rioja. Pero esperemos que sea un hasta pronto, esta tierra con nombre de vino nos encantó y sorprendió a partes iguales.
Llegamos al coche y nos comemos los bocatas sentados en un banco, antes de poner rumbo a tierras burgalesas.
CONCLUSIONES DE HARO: Haro es una ciudad bastante bonita, tiene un casco histórico pequeño pero cargado de calles empedradas y palacios barrocos que le dan bastante encanto. No destaco ningún monumento, simplemente patear y callejear, y sobre todo disfrutar de un vino en la Calle Santo Tomás.
Para ver Haro con una hora y media es más que suficiente, salvo que se quiera visitar alguna bodega del Barrio de la Estación, claro. Diría que es una parada imprescindible en La Rioja, aunque si el tiempo está ajustado pondría por delante Nájera y Santo Domingo.
Tras algo más de una hora de coche, con la mitad del trayecto por preciosas carreteras cruzando la sierra burgalesa, llegamos a Frías, la ciudad más pequeña, y es que no llega a los 300 habitantes, pero fue nombrada como tal en el siglo XV.
La primera referencia a Frías es de la segunda mitad del siglo IX. Fue uno de los pueblos que surgieron con la primera oleada de pobladores que bajan de la cordillera hacia el valle de Tobalina. Por aquel entonces se denominaba, apropiadamente, “Aguas Fridas”, por la temperatura de las que bajaban desde los picos. Las luchas entre navarros y castellanos en la historia de Frías multiplican los castillos y las fortificaciones. En el 1200 Alfonso VIII derrota a los navarros expulsándolos de Álava y Guipúzcoa. Para fortalecer su frontera con Vizcaya, en el año 1201 ordena desmantelar el Castillo de Petralata y emplear los materiales para edificar uno nuevo en Frías. Al año siguiente concede un fuero a Frías para promover su repoblación; para éste se tomó como modelo el de Logroño que libra a los habitantes de Frías del derecho de sucesión y de portazgo en todo el reino, así como el derecho a elegir a sus alcaldes. Para dinamizar su comercio se le autorizaron dos mercados semanales. Los reyes Fernando III y Alfonso XI confirmaron el generoso fuero. La villa fue prosperando hasta que en 1435 el rey Juan II le otorgó la condición de ciudad.
Los Velasco recibirían el título de duques de Frías de manos de los Reyes Católicos en 1492, asociando el título de Condestables de Castilla, de forma hereditaria, durante los siguientes siglos. Por ello Frías permanecería bajo su señorío hasta 1811, en que estos fueron derogados en toda España.
Pasamos por el Monasterio de Tobera, pero por miedo a ir mal de tiempo no paramos a ver la cascada que tanto me recomendó Artemisa (Craso error como veríamos luego) Aparcamos a la entrada, en el parking público a tal efecto, donde encontramos un interesante mapa de los recursos turísticos de la comarca de Las Merindades, que nos dio unas ganas tremendas de volver para recorrerla con calma. También un mapa de Frías
Desde aquí se ve la torre del castillo en lo alto, muy arriba. Desanima pensar que hay que subir, pero se hace fácil, la verdad.
Pese a ser 1 de junio, no había apenas gente por sus calles, aparte de algún que otro lugareño. Nos encantó tener esta maravilla practicamente para nosotros solos. Todo el pueblo está empedrado, casas incluídas. Es un auténtico viaje al pasado. Nos dejamos lo mejor para el final.
Viendo esta maravilla se nos pasó volando la subida al castillo, cuando nos dimos cuenta estábamos en la parte alta del pueblo.
Aquí está el Ayuntamiento, en un modesto pero bonito edificio.
Por aquí arriba no hay nada, y es que entre el Ayuntamiento y el Castillo nos encontramos con césped antes de las murallas.
Justo hasta la sombra del Castillo está la Oficina de Turismo, donde además de darnos un plano se sacan los tickets de la fortaleza.
Esta fortificación data del siglo IX, de los inicios de la Reconquista, si bien el aspecto que tiene hoy en día se debe a la ampliación de 1201 y la remodelación del siglo XV, tras la que con el cambio de señores Frías se ve sometida a un duro asedio hasta que el castillo cae en manos de los Velasco.
El castillo es pequeño, pero se conserva perfectamente, da gusto pasear entre sus muros.
Pero sin duda lo mejor del castillo son las vistas del pueblo y los alrededores. Es espectacular. Nos encantó mucho este pueblo, sinceramente. Las vistas desde el torreón son sencillamente increíbles.
Además en una de las estancias del torreón tenemos la maqueta de una de las típicas casas de Frías, es curiosa.
Información práctica
Acceso: En lo alto de Frías
Horario: Todos los días 10.30-14 16-20
Precio: 1.5€ (se retira la entrada en la oficina de turismo)
Web: www.ciudaddefrias.es/ ...de-turismo
Nos vamos del Castillo hacia nuestra siguiente parada en el recorrido por este precioso pueblo, perdón, ciudad, de la sierra burgalesa, la Iglesia de San Vicente Mártir, un templo románico con muchas reformas posteriores, y cuyo pórtico románico (muy bonito por un par de fotos que vi) se encuentra expuesto en un museo neoyorquino, ahí es nada...
Nos asomamos hacia la parte de abajo del pueblo, demasiado abajo para la tralla de los dos días anteriores, aunque si nos decidimos a bajar un poco por ver el otro gran atractivo de Frías junto al castillo.
Son las Casas Colgantes, ni de lejos tan conocidas como las de Cuenca pero igualmente preciosas, me llama mucho la atención como se las apañaban en un pueblo tan remoto para realizar una obra de ingeniería-arquitectura como esta. (El mejor lugar para verlas es bajando en zigzag desde el principio del pueblo hacia la Judería)
Y antes de dar por finalizada la visita a este pueblo que tanto nos enamoró pasamos por la Judería, sin más, no nos gustó tanto como la parte alta de camino al Castillo.
CONCLUSIONES DE FRÍAS: Es un pueblo encantador, lo mejor del viaje de largo; para mí es incluso de los más bonitos de toda España. Sus calles son un viaje en el tiempo, y el Castillo un mirador sensacional y cargado con siglos de historia con casas colgando sobre el vacío.
Para el viajero medio le bastará con hora y media-dos horas para verlo, y es que es realmente pequeño; y es una parada imprescindible en cualquier viaje a Burgos, lo malo su situación, y es que impide meterlo en los circuitos normales por Castilla, pero merece la pena el rodeo sin lugar a dudas.
Tomamos el Alto del Torno para entrar a Cantabria y otear desde el coche la comarca del Alto Asón, a la que tengo unas enormes ganas, sobre todo por el senderismo. Entrar en Cantabria fue el típico recibimiento de las regiones del norte, me recordó mucho al Huerna, rapidamente pasamos del sol a la niebla, no hizo falta leer el letrero de Cantabria para saber que estábamos allí.
Nos internamos unos kilómetros en Euskadi, y nos llamó la atención el pueblo de Lanestosa, que es uno de los más antiguos de toda Vizcaya. Paramos a tomar un café por estirar las piernas y por curiosear, la verdad es que fue una grata sorpresa.
Y para acabar el viaje paramos a cenar en un lugar que nos encanta, y al que vamos cada vez que podemos, Llanes y sus calles medievales sobre el puerto. Nos dimos un paseo y cenamos en una hamburguesería al lado de la ría, Al Solín Superrecomendable, hamburguesas de muchísima calidad e ingredientes caseros, bien de precio. Buen descubrimiento para acabar el viaje.
Y así cerrábamos una preciosa escapada para inaugurar un verano que tiene muy buena pinta.