Nos levantamos pronto para que nos dé tiempo a ir al onsen de nuevo, ya que a las 10:00h hay que dejar el Ryokan. Primero desayunamos; como en la cena, hay multitud de platos con cosas diferentes, aunque en menor cantidad. No nos gusta tanto como la cena, aunque algunas cosas están ricas.
Vamos a descansar un rato a la habitación y después bajamos al onsen, que a gusto nos quedamos, un ratito de relax y salimos como nuevos.
Recogemos y decidimos utilizar el servicio de traslado a la estación, aunque nuestro tren a Kyoto sale por la tarde. Pero como el Ryokan está un poco alejado, va a ser un rollo volver luego hasta aquí y bajar andando con las mochilas, así que confiamos en que haya taquillas libres en la estación. Cuando estamos en la furgoneta que nos va a bajar, la mujer de recepción sale y nos regala una fotografía impresa que nos había hecho el día anterior, que detalle más chulo! Las fotos también las ponen en su página de Facebook.
Llegamos a la estación, y por suerte pillamos la última taquilla grande disponible (500¥). A partir de aquí, recorremos Takayama, paseando por el mercado matutino al lado del río donde compramos miso de la zona y algunos regalitos, y viendo algún templo y otra parte de las calles con casas antiguas que no habíamos recorrido el día anterior.
Aprovechamos para comprar muñecos sarubobo. Estos muñecos de tela roja, son típicos de la zona de Takayama, y su significado es bebe (bobo) mono (saru). Antiguamente se hacían artesanalmente en las casas con retales y se regalaban a los hijos o nietos como juguete y símbolo de fortuna.
Después, hacemos parte del recorrido de los templos, muy bonito, tranquilo y sin encontrarnos casi con turistas.
Takayama nos ha gustado mucho; y para acabar bien la visita, vamos al restaurante Maruaki a comer yakiniku (te lo haces tú mismo en una parrilla que tienes en la propia mesa) de carne de Hida. Está buenísima, aunque los 100 g saben a poco (comida 5480 ¥), pero ya lo hemos probado, y de camino a la estación picamos algo.
Cogemos el tren a Nagoya, y de ahí el shinkansen a Kyoto. Al salir de la estación, vamos en busca de nuestro hotel, el Capsule Ryokan, que nos cuesta un rato encontrar. Luego en cuanto nos situemos nos daremos cuenta que de que es muy fácil llegar de la estación aquí y viceversa.
Aunque la habitación es muy pequeña, el espacio está muy bien aprovechado, con espacio para almacenamiento debajo del tatami de las camas. Además, en recepción nos explican las paradas de bus cercanas para los diferentes sitios a visitar, y donde podemos comer bien y barato por los alrededores. Buscamos un restaurante de okonomiyaki que nos han recomendado, pero está cerrado; de modo que vamos a uno de ramen que está cojonudo! (2340 ¥) Es un local diminuto, con una barra en la que caben menos de 10 personas. También hay un par de banquetas donde nos toca esperar ya que está lleno, y la máquina donde nos indican que elijamos el menú, otro restaurante con máquinas de ticket! En el restaurante solo se oyen los sorbidos de los japoneses a la sopa, que está realmente buena. Buen comienzo en Kyoto, si señor!
Vamos a descansar un rato a la habitación y después bajamos al onsen, que a gusto nos quedamos, un ratito de relax y salimos como nuevos.
Recogemos y decidimos utilizar el servicio de traslado a la estación, aunque nuestro tren a Kyoto sale por la tarde. Pero como el Ryokan está un poco alejado, va a ser un rollo volver luego hasta aquí y bajar andando con las mochilas, así que confiamos en que haya taquillas libres en la estación. Cuando estamos en la furgoneta que nos va a bajar, la mujer de recepción sale y nos regala una fotografía impresa que nos había hecho el día anterior, que detalle más chulo! Las fotos también las ponen en su página de Facebook.
Llegamos a la estación, y por suerte pillamos la última taquilla grande disponible (500¥). A partir de aquí, recorremos Takayama, paseando por el mercado matutino al lado del río donde compramos miso de la zona y algunos regalitos, y viendo algún templo y otra parte de las calles con casas antiguas que no habíamos recorrido el día anterior.
Aprovechamos para comprar muñecos sarubobo. Estos muñecos de tela roja, son típicos de la zona de Takayama, y su significado es bebe (bobo) mono (saru). Antiguamente se hacían artesanalmente en las casas con retales y se regalaban a los hijos o nietos como juguete y símbolo de fortuna.
Después, hacemos parte del recorrido de los templos, muy bonito, tranquilo y sin encontrarnos casi con turistas.
Takayama nos ha gustado mucho; y para acabar bien la visita, vamos al restaurante Maruaki a comer yakiniku (te lo haces tú mismo en una parrilla que tienes en la propia mesa) de carne de Hida. Está buenísima, aunque los 100 g saben a poco (comida 5480 ¥), pero ya lo hemos probado, y de camino a la estación picamos algo.
Cogemos el tren a Nagoya, y de ahí el shinkansen a Kyoto. Al salir de la estación, vamos en busca de nuestro hotel, el Capsule Ryokan, que nos cuesta un rato encontrar. Luego en cuanto nos situemos nos daremos cuenta que de que es muy fácil llegar de la estación aquí y viceversa.
Aunque la habitación es muy pequeña, el espacio está muy bien aprovechado, con espacio para almacenamiento debajo del tatami de las camas. Además, en recepción nos explican las paradas de bus cercanas para los diferentes sitios a visitar, y donde podemos comer bien y barato por los alrededores. Buscamos un restaurante de okonomiyaki que nos han recomendado, pero está cerrado; de modo que vamos a uno de ramen que está cojonudo! (2340 ¥) Es un local diminuto, con una barra en la que caben menos de 10 personas. También hay un par de banquetas donde nos toca esperar ya que está lleno, y la máquina donde nos indican que elijamos el menú, otro restaurante con máquinas de ticket! En el restaurante solo se oyen los sorbidos de los japoneses a la sopa, que está realmente buena. Buen comienzo en Kyoto, si señor!