Nos levantamos sin mucha prisa y fuimos a desayunar al bar con el que el apartamento tiene un acuerdo y después volvimos para coger mochila y agua para la perra. Desayuno algo justo, pero ya que estaba incluido...
En la estación de tren hay muchísima información sobre como llegar a Cinque Terre y la gran mayoría de la gente que hay son turistas. Nos sacamos el pase de día y la perra pago como niño. Dentro del tren está obligada a ir con bozal (he de decir que lo cumplimos al principio, pero después no lo hicimos porque a ella no le gusta mucho y nadie se quejaba; nadie nos dijo nada, cada uno verá lo que hace).
El tiempo era malísimo, llovía y la predicción era que hasta medio día no pararía, así que decidimos ir hasta la última estación en Monterosso y comenzar desde allí la visita por hacer tiempo. La verdad es que nada más llegar a Monterosso paró de llover y pudimos hacer todo el día con mucho sol, quizá demasiado.
El resto del día seguimos viendo los demás pueblos de Cinque Terre utilizando el tren.
Comimos en Vernazza en una terraza frente al mar, un sitio único donde la perra estaba junto a nosotros sin ningún problema.
A última hora del día volvimos a Vernazza porque fue el pueblecito que más nos gustó y nos tomamos una copa junto al puerto.
En ningún establecimiento nos dieron agua para la perra.
Volvimos a La Spezia y cenamos de McDonalds en la propia estación de tren porque estábamos cansados.
Cinque Terre es un sitio espectacular, los pueblecitos son preciosos, pero como siempre los turistas nos cargamos el encanto. Había demasiada gente y eso que era Junio, no quiero pensar como será en Agosto. Sin embargo, creo que es un sitio ideal para llevar perro y hacer las caminatas que estén abiertas en vada momento.
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